Con la invasión del 4000,
la Baja Mesopotamia pasó por varios siglos de desorden y
decadencia, pero los invasores terminaron por asimilar la cultura
de la región que habían conquistado y se esforzaron
por alcanzar el nivel de vida anterior. Surgió así
una nueva civilización, conocida como Sumer. Los
sumerios dominaron la Baja Mesopotamia durante todo el cuarto milenio y se vieron obligados
a defenderla de las incursiones de los pueblos vecinos, que la
hostigaban como ellos la habían hostigado durante el
milenio anterior.
Naturalmente, los sumerios trajeron consigo sus propios dioses,
que pronto se combinaron con los de los pueblos conquistados. El
panteón resultante tenía tres dioses destacados: Anu
era el dios del cielo, y tenía su santuario más
importante en la ciudad de Uruk, Enlil era el
dios de la tierra y su santuario principal estaba en Nippur,
mientras que Ea era el dios de los ríos y era
especialmente adorado en Eridu. Probablemente los dos
últimos eran dioses previos a la invasión, pues la
tierra y los ríos son preocupaciones típicas de
los agricultores, mientras que Anu sería el dios
principal que trajeron los sumerios, un dios de pastores. Por
supuesto, cada ciudad adoraba también a otros dioses
menores.
Como cabía imaginar, el dios más importante
resultó ser Anu. Esto queda reflejado en el mito de la
creación: al principio de los tiempos, el mundo era un
caos dominado por Tiamat, diosa del mar (el mar era
signo de caos y destrucción para un pueblo que no
tenía ningún conocimiento de navegación).
Fue Anu quien la derrotó y con su cuerpo creó el
Universo. Esta victoria era la que le otorgaba la preeminencia
sobre los otros dioses.
La forma habitual que tienen los pastores de contentar a sus
dioses celestes es quemar animales sacrificados,
haciéndoles llegar así el agradable humo
perfumado. Tal vez los sumerios sintieron que al mudarse de las
montañas al valle se habían alejado de sus dioses,
por lo que solían escoger lugares elevados para hacer sus
sacrificios y erigir sus templos. No obstante, las principales
capitales sumerias estaban en lugares bajos, de modo que se
originó la costumbre de crear grandes plataformas
elevadas sobre las cuales realizar los sacrificios, para que
éstos pudieran ser mejor contemplados por los dioses. Con
el tiempo se fueron construyendo plataformas menores sobre otras
mayores y así en el último cuarto del milenio los
sumerios llegaron a construir imponentes pirámides
escalonadas llamadas Zigurats.
Hoy en día no se
conserva ninguno íntegro debido a que estaban hechos de
ladrillos de barro. La religión sumeria fue
sofisticándose en concordancia con su nueva cultura
agrícola, pero nunca perdió su orientación
hacia el cielo. Los sacerdotes sumerios se convirtieron en los
primeros astrónomos. Desde los Zigurats observaban las
estrellas y las llegaron a conocer bien.
Descubrieron cómo el Sol se desplaza durante el
año por la banda del zodíaco. Fueron ellos quienes
dividieron esta banda en doce partes y crearon mitos alrededor
de cada signo zodiacal.
El número doce no es casual: los sumerios (y tal vez
también sus antecesores) contaban señalando con el
pulgar las doce falanges de los otros cuatro dedos de la mano, y
marcaban los múltiplos de doce con los cinco dedos de la
otra, de modo que el mayor número que podían
contar con los dedos era 60. Por ello dividieron el
zodíaco en 12 signos, y el año en 12 meses y el
día en dos grupos de 12 horas, y cada hora en 60 minutos.
Mientras tanto Egipto iba organizándose. La cultura
neolítica propició el típico desarrollo de
la religión y el surgimiento de una poderosa clase
sacerdotal. Los primeros dioses los debieron de modelar los
cazadores, que los vinculaban a ciertos animales, de tal suerte
que adorando al dios adecuado se podía esperar una buena
caza del animal deseado. Así, había dioses con
cabeza de halcón, de chacal, de hipopótamo, etc.
Con la agricultura aparecieron nuevos dioses, el más
importante de los cuales fue Ra, el dios del sol, al que
vinculaban con el cambio estacional, las crecidas del Nilo, etc.
Los egipcios contaban que fue el dios Osiris quien les
enseñó las artes agrícolas. Osiris era,
pues, un dios de la vegetación. Se le representaba con
forma humana. Fue asesinado y descuartizado por su hermano Set,
pero su esposa Isis recogió los pedazos y lo
devolvió a la vida. No obstante, uno de los fragmentos se
perdió, y Osiris no quiso permanecer así entre los
hombres, sino que descendió al mundo subterráneo,
donde reinaba desde entonces sobre las almas de los muertos.
Isis y Osiris habían tenido un hijo, Horus,
representado con cabeza de halcón (lo que hace pensar en
un mito del tiempo de los cazadores que pervivió en las
leyendas de los agricultores). Horus vengó la muerte de
su padre matando a Set.
Posiblemente, los egipcios fueron el primer pueblo que
desarrolló una teoría sofisticada sobre la vida
después de la muerte. La supervivencia a la muerte no era
automática, sino que dependía de ciertos ritos que
controlaban los sacerdotes. Es probable que estas creencias
fueran expresamente desarrolladas por los sacerdotes para
conseguir la sumisión del pueblo a su autoridad. Y en
verdad que no pudieron tener más éxito. La
supervivencia a la muerte debió de ser durante cientos de
años casi una obsesión para los egipcios de todas
las clases sociales, que nunca en su historia abandonaron una
incondicional sumisión a la autoridad religiosa.
Los sumerios descubrieron cómo extraer cobre de ciertas
rocas, con lo que el uso de este metal se generalizó y
permitió a los sumerios construir armas mejores con que
defenderse de los pueblos nómadas. También
inventaron el carro con ruedas, tirado por un asno.
En
Uruk se inventó el , un
pequeño rodillo de piedra con un relieve que se marcaba
repetitivamente en la arcilla al hacerlo rodar sobre ella. Los
mercaderes usaban estos sellos a modo de marca de sus productos.
Con el tiempo adquirieron la costumbre de marcar los recipientes
de barro con señales que representaran la naturaleza o
cantidad de su contenido. Pronto descubrieron que no necesitaban
hacer las marcas sobre los propios recipientes, sino que
marcando tablillas de arcilla podían guardarse registros
de existencias, etc. Al principio cada mercader usaría
sus propios convenios, pero hacia el 3400
ya estaba extendido un mismo código común.
Por aquel entonces los reinos egipcios del delta del Nilo (el Bajo
Egipto) se unificaron bajo la monarquía de Buto,
cuyos reyes ostentaban la corona roja, mientras que el
resto del territorio (el Alto Egipto) estaba gobernado
por los reyes de Hieracómpolis, que ostentaban la
corona blanca. No parece que estas unificaciones se
produjeran violentamente, sino más bien por medios
políticos. Egipto nunca había sufrido amenazas
externas, por lo que carecía de ejércitos.
La actividad comercial de Canaán fue en aumento. Hacia
el año 3300 se
fundó la ciudad de Biblos, que pronto
empezaría a comerciar por mar con Egipto y las islas del
Mediterráneo. Probablemente fue a través de
comerciantes cananeos cómo Egipto fue conociendo los
avances culturales que se estaban produciendo en la media luna
fértil.
Hacia el 3200 el rey Nármer
de Hieracómpolis unificó el Alto y el Bajo Egipto
en un único reino y ciñó las dos coronas.
Él y sus descendientes (la I dinastía de
reyes de Egipto) consolidaron el poder real y la unidad del
país difundiendo la idea de que el rey era un dios
dueño de todo el valle del Nilo. Nármer
estableció la capital del reino en Tinis, de
donde al parecer era originario, si bien construyó la
ciudad de Menfis en la frontera entre el Alto y el Bajo
Egipto, tal vez con la intención de convertirla en
capital si el Bajo Egipto recelaba de ser gobernado desde el
Alto Egipto, cosa que no llegó a suceder.
Bajo la primera dinastía los egipcios construyeron
canales con que regar las zonas del valle más alejadas
del Nilo. Surgieron trabajadores especializados, se idearon
barcas con que transportar materiales por el río, se
fomentó la agricultura y la ganadería, etc.
Indudablemente todo esto es una clara huella de la influencia
cananea-mesopotámica.
Los sacerdotes sumerios aprovecharon el código de signos
que habían elaborado los mercaderes y lo extendieron para
reflejar ideas abstractas. Hacia el 3100
los sumerios disponían de una auténtica escritura.
Escribían sobre tablas de arcilla mediante un
punzón que producía marcas en forma de
cuña. Cada palabra se representaba con un signo que, si
bien en un principio podía haber sido un esquema de su
significado, la práctica lo había reducido a una
agrupación de cuñas puramente convencional. Este
tipo de escritura se conoce como escritura cuneiforme.
La escritura era entonces una técnica muy compleja, pues
los sumerios tenían un signo para cada palabra, lo que
suponía un inventario enorme de signos que sólo
los sacerdotes dominaban. Esto proporcionó mucho poder a
la clase sacerdotal.
Así, el sumerio es la lengua más antigua de la
que tenemos constancia escrita. Es una lengua completamente
diferente a todas las que se conocen hoy en día: sus
palabras son monosilábicas y las oraciones se forman
aglutinando palabras, de modo que muchas de ellas actúan
como prefijos y sufijos de otras.
Mientras tanto, el resto de la media luna fértil se
alimentaba de la cultura sumeria. Al este de la Baja
Mesopotamia, al sur de los montes Zagros, en el actual
Irán, se formó un pueblo conocido como Elam,
que prosperó con el control del comercio entre
Irán y Mesopotamia. Los elamitas adoptaron la cultura
sumeria, pero conservaron su propia lengua, que subsistió
hasta el siglo XI d.C.
![](https://www.uv.es/ivorra/Historia/Historia_Antigua/MediaLuna.gif)
El resto del mundo continuaba su lenta evolución neolítica. Hacia el 4000 había surgido una nueva comunidad agrícola en China en el bajo Yang-Tse Kiang, probablemente por influencia de la civilización del río Amarillo. En el valle del Indo la civilización se perfeccionó sensiblemente a lo largo del milenio: se construyeron ciudades de ladrillo, empezó a usarse el cobre y se inició el comercio con Mesopotamia. En Europa el neolítico estaba ya muy extendido. No hay muchos datos, pero parece ser que la Europa neolítica "típica" estaba formada por sociedades agrícolas sedentarias, poco belicosas, matriarcales, que tendían a formar pueblos y ciudades relativamente numerosos. Por el contrario, los pueblos indoeuropeos, que habitaban el oeste asiático, formaban sociedades eminentemente pastoriles, de carácter patriarcal y espíritu guerrero. Habitaban en pequeños poblados con casas semisubterráneas.
Hacia el año 3000 una
nueva oleada de nómadas invadió la media luna
fértil, tal y como había sucedido mil años
antes con los sumerios. Esta vez no provenían de las
montañas del este, sino que eran pueblos semitas de Arabia.
Probablemente, las condiciones de vida debieron de volverse
más arduas, o debió de haber un exceso de
población, o algún conflicto tribal. Fuera como
fuera, varias de estas tribus se lanzaron hacia el norte con un
ímpetu inusitado, fenómeno que se iba a repetir
varias veces en la historia.
Los sumerios consiguieron mantener a los semitas alejados de
sus ciudades principales, a lo largo del Éufrates
inferior, pero perdieron muchas ciudades en la Alta Mesopotamia,
como Mari, que había sido fundada recientemente.
Otros grupos de semitas se asentaron en la costa norte de
Canaán y a lo largo de Siria. Al igual que había
sucedido con la ocupación sumeria, los territorios
conquistados entraron en un periodo de decadencia del que
tardarían siglos en recuperarse. La zona que se
recuperó más rápidamente fue la costa norte
de Canaán, cuyos nuevos habitantes se dedicaron pronto al
comercio por mar, y son los que hoy conocemos como Fenicios.
Es probable que la crisis moviera a algunos cananeos a
abandonar su patria. Quizá algunos marcharon a la isla de
Creta, lo que explicaría que por estas fechas
empezó a usar el cobre y a construir buenos barcos con
los que inició unas relaciones comerciales con Egipto y
Canaán.
![](https://www.uv.es/ivorra/Historia/Historia_Antigua/MediaLuna2.gif)
Por su parte, los sumerios seguían progresando. El tercer milenio se inició con un descubrimiento crucial: la posibilidad de mezclar el cobre con el estaño para fabricar bronce. El cobre es un metal bastante blando, y el estaño mucho más, pero la mezcla de ambos en una proporción adecuada produce una aleación mucho más fuerte que los dos ingredientes. Esto permitió fabricar armas mucho más efectivas que las anteriores. Con ello, los sumerios tuvieron la posibilidad de imponerse definitivamente sobre los pueblos bárbaros que les amenazaban, pero las ciudades-estado prefirieron emplear las nuevas armas para enfrentarse las unas a las otras y formaron ejércitos cada vez mejor organizados. Los comerciantes elaboraron un complejo sistema de pesos y medidas. Incluso se estableció una especie de servicio postal.
Egipto siguió recibiendo y asimilando los conocimientos sumerios. Poco después del 3000 había adaptado su sistema de escritura. En lugar de escribir sobre tablillas de arcilla los egipcios usaron un soporte más sofisticado: de unas cañas que crecían en abundancia a orillas del Nilo extraían unas fibras que entretejían en varias capas, las empapaban en agua, las prensaban y con ello obtenían unas láminas llamadas papiros, en las que era muy fácil escribir con tinta. La escritura sobre papiro era mucho más cómoda que sobre arcilla, por lo que los signos egipcios no se volvieron esquemáticos, como los sumerios. Al contrario, representaban figuras muy claras, como águilas, ojos, etc. Eso sí, seguían el principio sumerio de que a cada palabra le correspondía un signo, con toda la complejidad y elitismo que ello conlleva. La escritura egipcia se conoce como escritura jeroglífica. Indudablemente la escritura resultó indispensable para la organización del estado egipcio.
Los reyes egipcios desarrollaron una ostentación y un lujo inusitados hasta entonces. En parte era necesario: cuanto más lujosa era la monarquía más convencido quedaba el pueblo de su naturaleza divina y más fervorosa era su devoción. Esto se plasmó en su preocupación por la vida de ultratumba: Tras la muerte, el alma realizaba un viaje hasta la gran Sala del Juicio. Si llegaba sana y salva (lo cual podía lograrse con los rezos y ritos adecuados), su vida era juzgada y si resultaba absuelta de todo mal ganaba la gloria eterna junto a Osiris. Al parecer, para lograr la vida eterna era necesaria la conservación del cadáver, por lo que los egipcios desarrollaron una sofisticada técnica de momificación para conservar los cadáveres incorruptos durante un largo periodo de tiempo.
Los ataúdes, o sarcófagos, se depositaban en unas construcciones oblongas de ladrillo llamadas mastabas. Se incluían estatuas del difunto y las paredes se decoraban con escenas de su vida (quizá para abogar por sus virtudes). La idea de la vida después de la muerte se entendía en un sentido muy literal, pues también se depositaban alimentos y bebidas, así como las riquezas del difunto. Los entierros reales debieron de ser ceremonias fastuosas. Muchas tumbas de reyes de las dos primeras dinastías se encuentran en Menfis, pese a que la capital oficial era Tinis. Esto puede significar que algunos monarcas gobernaron en la práctica desde Menfis, o tal vez que era más conveniente celebrar el espectáculo en un lugar al que podían acudir fácilmente los habitantes del Alto y el Bajo Egipto. Pronto los cortesanos influyentes consideraron que también ellos debían "disfrutar" de esta clase de rituales, y exigieron ser momificados. Debió de establecerse una cierta competencia en quién tenía la tumba más fastuosa y con más tesoros. Esto hizo surgir la figura del ladrón de tumbas, que conseguía fácilmente grandes tesoros de oro y plata expoliando tumbas, pese a que con ello horrorizaba a sus devotos paisanos. Se promulgaron leyes contra ellos, se les amenazó con la venganza divina, se trató de esconder bien las tumbas y de sellar sus entradas, pero pocas de ellas han llegado intactas a nuestros días.
El desierto aumentaba paulatinamente su extensión. El lago Moeris, centro de riqueza de una importante región de Egipto, amenazaba con secarse. Los egipcios construyeron un sistema de canales que lo conectaba con el Nilo, una imponente obra de ingeniería gracias a la cual la zona conservó su prosperidad de antaño. Los problemas de reparto de tierras hicieron prosperar la geometría (cuando el Nilo se desbordaba, las divisiones se borraban y había que restablecerlas), el comerció fomentó la aritmética, el afán por predecir los desbordamientos anuales del Nilo llevó al estudio de la astronomía. Hacia el año 2800 los egipcios adoptaron un calendario de 365 días, que mejoraba al sumerio, que constaba tan sólo de 12 meses de 30 días (360 en total).
Por aquel entonces, la ciudad sumeria más poderosa era Kish, que había sido fundada a finales del cuarto milenio. Su preeminencia no debió de durar más que unas décadas y pronto fue reemplazada por Uruk, pero su efímera grandeza dejó una gran huella, pues los reyes sumerios posteriores se llamaban a sí mismos "reyes de Kish", pese a que no reinaban en esa ciudad. De entre los reyes de Uruk, el más famoso fue Gilgamesh, quinto rey de la I dinastía de Uruk, que reinó hacia el año 2700. Mientras tanto, la ciudad de Kish fue absorbida por los semitas. La cercana Nippur, en cambio, siguió siendo sumeria, pues, aunque había perdido su importancia política, continuó siendo un centro religioso que aunaba a los sumerios en el culto al dios Enlil.
Hacia el 2680 se produjo un segundo cambio dinástico en Egipto (del primer cambio que dio origen a la II dinastia sabemos poco más que el hecho de que se produjo). El primer rey de la III dinastía fue Zoser, quien estableció definitivamente la capital en Menfis, confirmando una tendencia ya marcada por las dinastías anteriores. Con Zoser termina un primer periodo de la historia egipcia conocido como periodo arcaico y comienza el llamado Imperio Antiguo. La nueva dinastía llevó el lujo de la casa real hasta extremos nunca vistos. Tal vez los nuevos reyes temían que el pueblo recelara del cambio de dinastía, por lo que se vieron en la necesidad de confirmar su naturaleza divina mediante una ostentación inusitada. Entre los consejeros de Zoser se encontraba Imhotep, al que podemos considerar como el primer científico conocido en la historia. Con el tiempo se crearon muchas leyendas en torno a él. Se dijo que era un médico casi milagroso, se dijo que fue capaz de predecir un gran periodo de sequía, lo que permitió almacenar reservas de trigo que salvaron al pueblo del hambre. Al margen de lo que estas leyendas puedan tener de verdad, Imhotep fue el primer arquitecto del que tenemos constancia. Construyó la tumba de Zoser, que era de piedra y no de ladrillo. En un principio tenía 63 metros de lado y 8 de altura, pero a Zoser no le debió de parecer suficientemente grandiosa, por lo que Imhotep la amplió hasta que la base midió 121 x 109 metros, luego construyó otra menor sobre la primera, y luego otra, hasta llegar a seis pisos con una altura total de unos 60 metros. El monumento tenía otras estructuras auxiliares a su alrededor, y el conjunto estaba rodeado por un muro de unos 550 por 275 metros. Aunque bastante deteriorada, la mastaba de Zoser subsiste en nuestros días. Se terminó sobre el 2650, por lo que tiene casi 5.000 años.
Las ciudades sumerias disminuyeron en número, pero las restantes aumentaron de tamaño. Por estas fechas, la ciudad de Ur alcanzó la supremacía en Sumer, a expensas de Uruk. Los reyes y reinas de Ur fueron enterrados en tumbas monumentales, acompañados de tesoros y siervos. Los sumerios fundaron la ciudad de Assur en la Alta Mesopotamia, junto al Tigris, que prosperó rápidamente.
Mientras tanto Egipto empezó a explotar zonas vecinas: extraía cobre del Sinaí e importaba toda suerte de productos de Nubia, la región situada al sur: trigo, ganado, marfil, ébano, plumas de avestruz, pieles de leopardo y de pantera, etc.
Hacia el 2614 se instauró en Egipto la IV dinastía. Su primer rey fue Snefru que, movido de la aparente necesidad de ostentación que acompañaba a cada cambio de dinastía, decidió construir una mastaba que superase a la de Zoser. La suya tenía ocho pisos, pero Snefru mandó rellenar los escalones de cada piso para que las caras presentaran una figura triangular uniforme. Después cubrió toda la estructura con piedra caliza blanca y brillante. El resultado fue una impresionante pirámide sin comparación con ningún monumento anterior. Después empezó a construir otra pirámide sin pisos, en la que la sección disminuía paulatinamente a un ritmo constante. Sin embargo, a partir de cierta altura se aumentó significativamente la inclinación. Parece ser que tuvo que variar el ángulo porque los cimientos no resistían y aparecieron grietas. Además parece que hubo un accidente laboral en el que se perdieron muchas vidas, y la construcción fue abandonada. Luego hizo otro ensayo que sí que concluyó, también variando la inclinación para disminuir el peso y aumentar la estabilidad. Aparecieron grietas que no aseguraban que fuera a durar muchos años, de modo que la pirámide fue usada como sepulcro falso, en un intento de engañar a los posibles saqueadores de tumbas. En un tercer intento consiguió ya una pirámide estable, siempre con la punta más inclinada.
Por otra parte, Snefru organizó un ejército que afianzara la dominación de Egipto sobre las regiones vecinas, especialmente Nubia y el Sinaí. Creó la figura del visir o primer ministro, a cuyo cargo dejó el ejército y un cuerpo de policía. Se rodeó también de una corte de altos funcionarios. Por esta época los sacerdotes de Ra empezaron a ganar influencia. Ra era el dios principal de la ciudad de Heliópolis, un poco al norte de Menfis, en el Bajo Egipto. En cambio, el dios principal de Menfis era Ptah, que para los egipcios era el creador del mundo. Sin embargo, los sacerdotes de Ra consiguieron convertirlo en el dios principal del panteón egipcio. Snefru fue declarado hijo de Ra, título que ostentarían también sus sucesores, ratificando así su naturaleza divina, pero, a su vez, vinculando precisamente a Ra con la divinidad del Rey.
Snefru envió barcos a Fenicia. Su contacto principal fue Biblos, de donde importaba entre otras cosas resinas y metales. Otro producto de la zona muy cotizado fue la madera. Los cedros del Líbano gozaron de un gran prestigio en el mundo antiguo. Los egipcios no eran grandes marineros. Sus barcos, que hasta entonces sólo habían recorrido las tranquilas aguas del Nilo, bordeaban cautelosamente la costa mediterránea hasta Fenicia y volvían por el mismo camino. Snefru también envió expediciones por el mar Rojo, que llegaron a Arabia y Somalia, de donde traían incienso, resinas y lapislázuli. La isla de Chipre se convirtió en un importante suministrador de cobre. Por estas fechas la isla de Creta entró en la Edad del Bronce. Surgió una nueva civilización conocida como cultura minoica (en una primera etapa conocida como periodo minoico antiguo) que también mantuvo estrechas relaciones comerciales con Egipto.
![](https://www.uv.es/ivorra/Historia/Historia_Antigua/Islas.gif)
El sucesor de Snefru fue Jufu, más conocido por la versión griega de su nombre: Keops. Jufu construyó la mayor de todas las pirámides. Fue emplazada cerca de la ciudad de Giza. La obra se terminó hacia el 2580. La base era cuadrada, de unos 227 metros de lado y su altura era de 147 metros. Estaba formada por más de dos millones de bloques de piedra, la mayoría de los cuales pesaban más de dos toneladas. Estos bloques de granito se extraían de las canteras del sur, junto a la primera catarata del Nilo, y se transportaron en barcos por el río. Los egipcios afirmaban que se construyó en 20 años y que en ella trabajaron 100.000 hombres.
Jufu fue sucedido por su hijo mayor Jafre (o Kefrén) y luego por su hijo menor Menkure (o Micerino). Ambos construyeron pirámides monumentales junto a la de su padre, aunque un poco menores. La de Jafre se terminó hacia el 2530, y la de su hermano hacia el 2510.
![](https://www.uv.es/ivorra/Historia/Historia_Antigua/MediaLuna2.gif)
Por su parte, los sumerios seguían progresando. El tercer milenio se inició con un descubrimiento crucial: la posibilidad de mezclar el cobre con el estaño para fabricar bronce. El cobre es un metal bastante blando, y el estaño mucho más, pero la mezcla de ambos en una proporción adecuada produce una aleación mucho más fuerte que los dos ingredientes. Esto permitió fabricar armas mucho más efectivas que las anteriores. Con ello, los sumerios tuvieron la posibilidad de imponerse definitivamente sobre los pueblos bárbaros que les amenazaban, pero las ciudades-estado prefirieron emplear las nuevas armas para enfrentarse las unas a las otras y formaron ejércitos cada vez mejor organizados. Los comerciantes elaboraron un complejo sistema de pesos y medidas. Incluso se estableció una especie de servicio postal.
Egipto siguió recibiendo y asimilando los conocimientos sumerios. Poco después del 3000 había adaptado su sistema de escritura. En lugar de escribir sobre tablillas de arcilla los egipcios usaron un soporte más sofisticado: de unas cañas que crecían en abundancia a orillas del Nilo extraían unas fibras que entretejían en varias capas, las empapaban en agua, las prensaban y con ello obtenían unas láminas llamadas papiros, en las que era muy fácil escribir con tinta. La escritura sobre papiro era mucho más cómoda que sobre arcilla, por lo que los signos egipcios no se volvieron esquemáticos, como los sumerios. Al contrario, representaban figuras muy claras, como águilas, ojos, etc. Eso sí, seguían el principio sumerio de que a cada palabra le correspondía un signo, con toda la complejidad y elitismo que ello conlleva. La escritura egipcia se conoce como escritura jeroglífica. Indudablemente la escritura resultó indispensable para la organización del estado egipcio.
Los reyes egipcios desarrollaron una ostentación y un lujo inusitados hasta entonces. En parte era necesario: cuanto más lujosa era la monarquía más convencido quedaba el pueblo de su naturaleza divina y más fervorosa era su devoción. Esto se plasmó en su preocupación por la vida de ultratumba: Tras la muerte, el alma realizaba un viaje hasta la gran Sala del Juicio. Si llegaba sana y salva (lo cual podía lograrse con los rezos y ritos adecuados), su vida era juzgada y si resultaba absuelta de todo mal ganaba la gloria eterna junto a Osiris. Al parecer, para lograr la vida eterna era necesaria la conservación del cadáver, por lo que los egipcios desarrollaron una sofisticada técnica de momificación para conservar los cadáveres incorruptos durante un largo periodo de tiempo.
Los ataúdes, o sarcófagos, se depositaban en unas construcciones oblongas de ladrillo llamadas mastabas. Se incluían estatuas del difunto y las paredes se decoraban con escenas de su vida (quizá para abogar por sus virtudes). La idea de la vida después de la muerte se entendía en un sentido muy literal, pues también se depositaban alimentos y bebidas, así como las riquezas del difunto. Los entierros reales debieron de ser ceremonias fastuosas. Muchas tumbas de reyes de las dos primeras dinastías se encuentran en Menfis, pese a que la capital oficial era Tinis. Esto puede significar que algunos monarcas gobernaron en la práctica desde Menfis, o tal vez que era más conveniente celebrar el espectáculo en un lugar al que podían acudir fácilmente los habitantes del Alto y el Bajo Egipto. Pronto los cortesanos influyentes consideraron que también ellos debían "disfrutar" de esta clase de rituales, y exigieron ser momificados. Debió de establecerse una cierta competencia en quién tenía la tumba más fastuosa y con más tesoros. Esto hizo surgir la figura del ladrón de tumbas, que conseguía fácilmente grandes tesoros de oro y plata expoliando tumbas, pese a que con ello horrorizaba a sus devotos paisanos. Se promulgaron leyes contra ellos, se les amenazó con la venganza divina, se trató de esconder bien las tumbas y de sellar sus entradas, pero pocas de ellas han llegado intactas a nuestros días.
El desierto aumentaba paulatinamente su extensión. El lago Moeris, centro de riqueza de una importante región de Egipto, amenazaba con secarse. Los egipcios construyeron un sistema de canales que lo conectaba con el Nilo, una imponente obra de ingeniería gracias a la cual la zona conservó su prosperidad de antaño. Los problemas de reparto de tierras hicieron prosperar la geometría (cuando el Nilo se desbordaba, las divisiones se borraban y había que restablecerlas), el comerció fomentó la aritmética, el afán por predecir los desbordamientos anuales del Nilo llevó al estudio de la astronomía. Hacia el año 2800 los egipcios adoptaron un calendario de 365 días, que mejoraba al sumerio, que constaba tan sólo de 12 meses de 30 días (360 en total).
Por aquel entonces, la ciudad sumeria más poderosa era Kish, que había sido fundada a finales del cuarto milenio. Su preeminencia no debió de durar más que unas décadas y pronto fue reemplazada por Uruk, pero su efímera grandeza dejó una gran huella, pues los reyes sumerios posteriores se llamaban a sí mismos "reyes de Kish", pese a que no reinaban en esa ciudad. De entre los reyes de Uruk, el más famoso fue Gilgamesh, quinto rey de la I dinastía de Uruk, que reinó hacia el año 2700. Mientras tanto, la ciudad de Kish fue absorbida por los semitas. La cercana Nippur, en cambio, siguió siendo sumeria, pues, aunque había perdido su importancia política, continuó siendo un centro religioso que aunaba a los sumerios en el culto al dios Enlil.
Hacia el 2680 se produjo un segundo cambio dinástico en Egipto (del primer cambio que dio origen a la II dinastia sabemos poco más que el hecho de que se produjo). El primer rey de la III dinastía fue Zoser, quien estableció definitivamente la capital en Menfis, confirmando una tendencia ya marcada por las dinastías anteriores. Con Zoser termina un primer periodo de la historia egipcia conocido como periodo arcaico y comienza el llamado Imperio Antiguo. La nueva dinastía llevó el lujo de la casa real hasta extremos nunca vistos. Tal vez los nuevos reyes temían que el pueblo recelara del cambio de dinastía, por lo que se vieron en la necesidad de confirmar su naturaleza divina mediante una ostentación inusitada. Entre los consejeros de Zoser se encontraba Imhotep, al que podemos considerar como el primer científico conocido en la historia. Con el tiempo se crearon muchas leyendas en torno a él. Se dijo que era un médico casi milagroso, se dijo que fue capaz de predecir un gran periodo de sequía, lo que permitió almacenar reservas de trigo que salvaron al pueblo del hambre. Al margen de lo que estas leyendas puedan tener de verdad, Imhotep fue el primer arquitecto del que tenemos constancia. Construyó la tumba de Zoser, que era de piedra y no de ladrillo. En un principio tenía 63 metros de lado y 8 de altura, pero a Zoser no le debió de parecer suficientemente grandiosa, por lo que Imhotep la amplió hasta que la base midió 121 x 109 metros, luego construyó otra menor sobre la primera, y luego otra, hasta llegar a seis pisos con una altura total de unos 60 metros. El monumento tenía otras estructuras auxiliares a su alrededor, y el conjunto estaba rodeado por un muro de unos 550 por 275 metros. Aunque bastante deteriorada, la mastaba de Zoser subsiste en nuestros días. Se terminó sobre el 2650, por lo que tiene casi 5.000 años.
Las ciudades sumerias disminuyeron en número, pero las restantes aumentaron de tamaño. Por estas fechas, la ciudad de Ur alcanzó la supremacía en Sumer, a expensas de Uruk. Los reyes y reinas de Ur fueron enterrados en tumbas monumentales, acompañados de tesoros y siervos. Los sumerios fundaron la ciudad de Assur en la Alta Mesopotamia, junto al Tigris, que prosperó rápidamente.
Mientras tanto Egipto empezó a explotar zonas vecinas: extraía cobre del Sinaí e importaba toda suerte de productos de Nubia, la región situada al sur: trigo, ganado, marfil, ébano, plumas de avestruz, pieles de leopardo y de pantera, etc.
Hacia el 2614 se instauró en Egipto la IV dinastía. Su primer rey fue Snefru que, movido de la aparente necesidad de ostentación que acompañaba a cada cambio de dinastía, decidió construir una mastaba que superase a la de Zoser. La suya tenía ocho pisos, pero Snefru mandó rellenar los escalones de cada piso para que las caras presentaran una figura triangular uniforme. Después cubrió toda la estructura con piedra caliza blanca y brillante. El resultado fue una impresionante pirámide sin comparación con ningún monumento anterior. Después empezó a construir otra pirámide sin pisos, en la que la sección disminuía paulatinamente a un ritmo constante. Sin embargo, a partir de cierta altura se aumentó significativamente la inclinación. Parece ser que tuvo que variar el ángulo porque los cimientos no resistían y aparecieron grietas. Además parece que hubo un accidente laboral en el que se perdieron muchas vidas, y la construcción fue abandonada. Luego hizo otro ensayo que sí que concluyó, también variando la inclinación para disminuir el peso y aumentar la estabilidad. Aparecieron grietas que no aseguraban que fuera a durar muchos años, de modo que la pirámide fue usada como sepulcro falso, en un intento de engañar a los posibles saqueadores de tumbas. En un tercer intento consiguió ya una pirámide estable, siempre con la punta más inclinada.
Por otra parte, Snefru organizó un ejército que afianzara la dominación de Egipto sobre las regiones vecinas, especialmente Nubia y el Sinaí. Creó la figura del visir o primer ministro, a cuyo cargo dejó el ejército y un cuerpo de policía. Se rodeó también de una corte de altos funcionarios. Por esta época los sacerdotes de Ra empezaron a ganar influencia. Ra era el dios principal de la ciudad de Heliópolis, un poco al norte de Menfis, en el Bajo Egipto. En cambio, el dios principal de Menfis era Ptah, que para los egipcios era el creador del mundo. Sin embargo, los sacerdotes de Ra consiguieron convertirlo en el dios principal del panteón egipcio. Snefru fue declarado hijo de Ra, título que ostentarían también sus sucesores, ratificando así su naturaleza divina, pero, a su vez, vinculando precisamente a Ra con la divinidad del Rey.
Snefru envió barcos a Fenicia. Su contacto principal fue Biblos, de donde importaba entre otras cosas resinas y metales. Otro producto de la zona muy cotizado fue la madera. Los cedros del Líbano gozaron de un gran prestigio en el mundo antiguo. Los egipcios no eran grandes marineros. Sus barcos, que hasta entonces sólo habían recorrido las tranquilas aguas del Nilo, bordeaban cautelosamente la costa mediterránea hasta Fenicia y volvían por el mismo camino. Snefru también envió expediciones por el mar Rojo, que llegaron a Arabia y Somalia, de donde traían incienso, resinas y lapislázuli. La isla de Chipre se convirtió en un importante suministrador de cobre. Por estas fechas la isla de Creta entró en la Edad del Bronce. Surgió una nueva civilización conocida como cultura minoica (en una primera etapa conocida como periodo minoico antiguo) que también mantuvo estrechas relaciones comerciales con Egipto.
![](https://www.uv.es/ivorra/Historia/Historia_Antigua/Islas.gif)
El sucesor de Snefru fue Jufu, más conocido por la versión griega de su nombre: Keops. Jufu construyó la mayor de todas las pirámides. Fue emplazada cerca de la ciudad de Giza. La obra se terminó hacia el 2580. La base era cuadrada, de unos 227 metros de lado y su altura era de 147 metros. Estaba formada por más de dos millones de bloques de piedra, la mayoría de los cuales pesaban más de dos toneladas. Estos bloques de granito se extraían de las canteras del sur, junto a la primera catarata del Nilo, y se transportaron en barcos por el río. Los egipcios afirmaban que se construyó en 20 años y que en ella trabajaron 100.000 hombres.
Jufu fue sucedido por su hijo mayor Jafre (o Kefrén) y luego por su hijo menor Menkure (o Micerino). Ambos construyeron pirámides monumentales junto a la de su padre, aunque un poco menores. La de Jafre se terminó hacia el 2530, y la de su hermano hacia el 2510.
Las tres pirámides formaban un mismo complejo
arquitectónico: cada una de ellas estaba rodeada de
mastabas menores, destinadas a otros miembros de la familia real
o de la corte, había templos, estatuas y otros
monumentos.
Tal vez el más famoso sea la Esfinge,
una gigantesca figura con cuerpo de león y cabeza humana
que los griegos pensaron que era de mujer, pero al parecer es
una imagen de Jafre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario