Desde la prehistoria el vestido se ha utilizado como forma de
protección para cubrir el cuerpo y evitar en él el impacto de las
inclemencias climáticas. Sin embargo, a medida que avanzamos en la
historia, el vestido ha adquirido nuevas funciones. Éstas se amplían en
la edad moderna y más concretamente en el reinado de Felipe II. El
traje se convierte en un símbolo de identidad y representación, puesto
que mediante él mismo se refleja el status, la etnia y el sexo de un
individuo.
El vestido femenino en el reinado de Felipe II: Isabel Valois
Será
a partir del 1566 cuando la monarquía hispánica adquiera una posición
hegemónica con respecto al resto de Europa, este hecho se debe a que el
monarca tiene el poder sobre gran cantidad de territorios. Tal es la
influencia de la monarquía hispánica que su corte se considera uno de
los centros irradiadores de moda. Por ello, se dice que el vestido en
estos momentos se convierte en uno de los principales aliados de la
monarquía. Se produce una total ruptura con la indumentaria del reinado
de Carlos V y algunos autores como Carmen Bernis o Ruth de la Puerta
comienzan a hablar de que ha nacido el traje nacional. De hecho, surge
un nuevo estilo de vestido, el vestido “a la española”.
Este estilo en el caso femenino consta de prendas interiores entre las
que destacan la camisa (que puede ir con escote cuadrado o redondo), de
prendas semiinteriores entre las que se encuentra la falda interior
también conocida como crinolina y por último, como prenda exterior, se
usa la saya alta o basquiña. Cubriendo todas estas prendas se encuentra
la ropa de encima o galerilla.
Las
prendas descritas forman parte del vestido a la española pero las que
verdaderamente definen el reinado de Felipe II son las prendas
modeladoras. Mediante ellas la indumentaria adquiere una dimensión
simbólica. Las prendas tienen una función principal: modificar el cuerpo
femenino.
Infanta Isabel Clara Eugenia
La
primera de estas prendas es el verdugado, significa guardar la virtud.
Es una falda rígida de forma acampanada. Por otro lado, nos encontramos
con el cartón de pecho considerado por Carmen Bernis como el embrión de
los posteriores corsés. Mediante el mismo el busto adquiere una forma
casi geométrica.
Ambas
prendas se consideraban modeladoras porque hacen que la mujer adquiera
la forma de dos triángulos invertidos. Debido a su uso se abandona la
flexibilidad de las prendas anteriores en beneficio de las formas
triangulares, lo único que queda visible de las formas del cuerpo
femenino es la estrechez de la cintura.
lgunos cronistas consideran que las mujeres usan el vestido para
andar muy derechas y así muestran su donaire y gallardía por todo el
reino.
Aunque el verdugado y las tablillas de pecho son las
principales prendas modeladoras de la época, encontramos otras prendas
que reflejan la rigidez del reinado como por ejemplo la cota o la
almilla que tratan de alisar el torso o la gorguera o cuellos de
lechuguilla que se han considerado como símbolos de linaje, porque quien
lo porta no tiene libertad de movimiento para dedicarse al trabajo
manual y además refleja la higiene porque han de mantenerse en un blanco
impoluto.
Por
último, hay que destacar al elemento indispensable de la moda femenina
del momento: los chapines. Su principal problema es que limitan el
movimiento natural de las mujeres, se considera que con ellos se les
hace tener más quietud de la que tendrían si solamente calzarán zapatos.
La
influencia de estas prendas va más allá del siglo XVI porque muchas de
ellas estarán presentes en algunas obras posteriores como por ejemplo
“El mundo por dentro” de Francisco de Quevedo, obra en la que se
ridiculiza a las mujeres por el uso de determinadas prendas.
El reinado de Felipe II
Sin embargo, la vestimenta no sólo se
ve modificada en sus formas sino también en el uso de algunos colores.
Un elemento definitorio de la indumentaria femenina en el reinado de
Felipe II será la normativización del uso del negro. Gracias al palo de
Campeche procedente de América se comienza a usar el negro en la
indumentaria. Este color se convierte en un símbolo de poder porque solo
pueden portarlo algunos privilegiados.
Juana de Portugal
La
importancia del color negro refleja los valores religiosos del momento
puesto que con la normalización de su uso desaparece la colorida
indumentaria de origen musulmán. El negro, se convierte en un símbolo de
identidad nacional a la vez que refleja la sobriedad de la monarquía.
En torno a su uso surge un debate puesto que de un lado se considera que
se debe a la aparición del palo de Campeche y por otra parte el negro
se concibe como un símbolo de unidad religiosa
Esta última posición con respecto al uso del negro tiene su fundamentación en el Concilio de Trento.
Mediante este concilio se intenta evitar la influencia protestante en
la monarquía hispánica y una de las doctrinas que se impone se basa en
la honestidad en las ropas.
n cualquiera de los casos no se puede negar que durante el reinado de
Felipe II se intentó imponer un estilo de moda único que trataba de
borrar las formas del cuerpo femenino. El objetivo principal era huir de
los vicios que se cometen en las ropas con el fin de mantener la unidad
religiosa. Se construye una nueva identidad femenina basada en los
valores del concilio de Trento: honestidad, sobriedad, decoro y
humildad.
La principal fuente para analizar estas
transformaciones son los retratos de las infantas Isabel Clara Eugenia y
Catalina Micaela. En ellos se reflejan como las mujeres se someten al
tiránico decreto del verdugado. Incluso se llega a hablar de que
mediante el uso de estas prendas se está produciendo un proceso paralelo
al encorsetamiento de las mentes; el encorsetamiento de los cuerpos.
No es del todo cierto que se asimilara el uso de estas prendas sin más,
aunque mediante los retratos se puede observar como muchas damas portan
con cierta majestuosidad y empaque los vestidos que las encierran.
http://revistadehistoria.es/el-vestido-femenino-en-el-reinado-de-felipe-ii/
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