Blas de Lezo, el almirante “mediohombre” es a los españoles lo que Nelson a los ingleses. Mucho se ha hablado del almirante Nelson como uno de los mejores marinos más famosos de la historia, el cual participó en las guerras napoleónicas y en la batalla de Trafalgar, y cuyo nombre se recuerda con grandeza en Gran Bretaña. Menos sabido al mismo nivel fue el caso de Blas de Lezo, el almirante español conocido como patapalo o mediohombre, apelativos otorgados por sus heridas militares.
Blas de Lezo nació en 1687 en Pasajes (Guipúzcoa), aunque su lugar y fecha de nacimiento aun crean controversias. Es considerado como uno de los mejores estrategas navales españoles de todos los tiempos
Su familia se había dedicado siempre a la mar, al igual que sus antepasados. Se educó en un colegio francés y siendo aún un adolescente, se unió a la armada francesa de Luis XIV en el puesto de Guardia Marina al servicio del conde de Toulouse.
El almirante “mediohombre” en la Guerra de Sucesión
En aquella época había estallado la Guerra de Sucesión entre los que apoyaban a los borbones, de los que Francia era su aliado, y aquellos que apoyaban a los Austrias. Blas de Lezo combatió en aquella guerra con bravura, fue concretamente en la batalla de Velez-Málaga, donde perdió una pierna a causa de una bala de cañón. A pesar del dolor, continuó batallando. Le tuvieron que amputar la pierna, sin anestesia. El adolescente no profirió lamento alguno durante la operación.
La ejemplaridad y la entrega crearon la fama en Blas de Lezo, que no tardó en conseguir el puesto de alférez de navío. Dos años más tarde, también durante la Guerra de Sucesión, perdió el ojo izquierdo cuando una esquirla de un proyectil se alojó en su órbita. Aquel suceso ocurrió en la fortaleza de Santa Catalina de Tolón, en Francia, contra las tropas de Saboya.
La Guerra de Sucesión prácticamente había terminado en 1713 tras firmar con paz de Gran Bretaña. No obstante, en Cataluña, la gente aún se alzaba en armas. Fue a la edad de veintiséis años cuando recibió un cañonazo en su brazo derecho que le dejó manco para el resto de sus días. Aquel acontecimiento tuvo lugar en la ciudad de Barcelona. Estar manco, cojo y tuerto le valieron los apodos de Almirante patapalo y mediohombre.
La batalla en Cartagena de Indias
En 1720, a bordo del galeón Lanfranco, pone rumbo a los Mares del Sur de las costas de Perú para hacer frente al pillaje pirata y a los barcos corsarios. Sus hazañas y sus éxitos le elevaron a la categoría de teniente general en 1734. En Colombia, en la Cartagena de Indias, defendió duramente las riquezas españolas contra los ingleses.
El Almirante inglés Edward Vernon estaba al mando de una flota de 195 navíos, 3000 cañones y casi 30.000 hombres, entre los que también había milicianos estadounidenses. El pretexto de la guerra se basó en una ofensa ante el honor nacional inglés cuando un contrabandista de nombre Robert Jenkins acusó a un guardacostas español de confiscar su carga.
Blas de Lezo no contaba con los mismos números de la armada inglesa, cuya proporción era de un español por diez ingleses. Sus navíos eran un total de 6, y sus tropas no superaban las 4000 unidades entre indios y españoles. A pesar de su inferioridad, Blas de Lezo contaba con las ventajas orográficas del terreno.
El único acceso a Cartagena de Indias era a través dos angostos pasos, conocidos como bocachica y bocagrande, ambos defendidos por dos y cuatros fuertes, respectivamente. El Almirante Patapalo ordenó que se incendiasen y hundiesen los barcos antes de que fueran apresados por las manos inglesas, para así también evitar la navegabilidad por aquellos estrechos accesos. La batalla comenzó en el mar. Los ingleses, que veían imposible acceder a la bahía, usaron sus cañones contra los fuertes del puerto.
La respuesta de Lezo no se hizo esperar, y sirviéndose de tretas y una preparación rigurosa de la artillería de sus navíos, les hizo frente. Los españoles tuvieron que abandonar dos de los fuertes ante el incesante fuego inglés.
Pero la rendición no estaba dentro de sus valores, y ordenó incendiar varios de sus navíos en los dos accesos para ralentizar el avance enemigo.
No obstante, las tropas inglesas logran desembarcar y conquistar las posiciones españolas. Su victoria estaba cerca. Vernon se declaró vencedor de la batalla cuando consiguió llegar a la bahía. Ordenó acuñar incluso una moneda que rezaba lo siguiente:
«El orgullo español humillado por Vernon»
«El orgullo español humillado por Vernon»
Pero aún quedaba unos 600 soldados españoles confinados en torno al Castillo de San Felipe. El primer intento de asalto por parte del ejército inglés fue un rotundo fracaso, perdiendo más de 1000 efectivos.
La contundencia de Vernon no se hizo esperar y ordenó un ataque masivo con escalas, pero Blas de Lezo había ordenado cavar un foso en las murallas para aumentar su altura y las escalas fueron insuficientes en medida para lograr el asalto.
El resultado se saldó con la muerte de cientos de ingleses. La batalla había dado un giro inesperado a favor de los españoles. Ante la baja autoestima de las tropas de Vernon, Blas de Lezo animó a los suyos para salir de la fortaleza y darles el golpe final. El mediohombre iba en primera línea de batalla, armado con un fusil que sujetaba con su única mano.
Vernon se batió en retirada, maldiciendo a su adversario. Según la leyenda, el almirante inglés le maldijo de la siguiente manera:
“God damn you, Lezo!” (¡Que Dios te maldiga, Lezo!)
La derrota sufrida, de una manera inverosímil para el gobierno inglés, obligó al rey Jorge II a prohibir cualquier alusión a la debacle inglesa en aquella fatídica batalla.
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