Una larga historia de éxitos militares, y de gobierno que llevan a un hombre, en vida, a las máximas alturas políticas y, a su muerte, a ser considerado un dios.
¿Cómo nombraríamos al hombre que llevó al más poderoso imperio que han conocido los siglos, a su mayor momento de gloria?
Al hombre que en vida fue nombrado "Primus Príncipe" (el primer príncipe) y, que al morir lo elevaron a la categoría de dios...Marco Ulpio Trajano.
Emperador romano nacido en Italica, provincia de Bética, el 18 de septiembre del año 53 d.C. y muerto en Selimonte, Cilicia, el 8 de agosto del 117 d.C. Fue el primero de los emperadores romanos nacido en una de las provincias del Imperio. Descendiente de una distinguida familia militar arraigada en el sur de Hispania, se crió como militar en los cuarteles a las órdenes de su padre, al cual sirvió durante diez años mientras aquel fue gobernador de Siria. En el año 89 d.C., durante el gobierno de Domiciano, Trajano alcanzó el cargo de pretor, momento en el que fue promovido como legado de la VII Legio Gemina establecida en Hispania. El mismo Domiciano envió al prometedor Trajano a la Germania superior para sofocar la revuelta protagonizada por su gobernador, Antonio Saturnino. Al llegar, la rebelión había sido de hecho controlada por el gobernador de la baja Germania, pero aquello no fue óbice para que se ganase el favor de Domiciano, que en el año 91 d.C. le nombró cónsul.
Tras el asesinato de Domiciano fue elegido para sucederle el anciano Nerva, que en octubre del año 97 d.C. adoptó y asoció al poder a Trajano, que por aquel entonces era gobernador de la baja Germania y gozaba de un excelente prestigio entre las tropas. En enero del año 98 d.C. Nerva muere repentinamente, momento en el que es sucedido por Trajano. Éste recibió del Senado el apelativo de "optimus principium", queriendo realzar con ello las cualidades de su gobierno y su aceptación tanto por las tropas como por el Senado. El gobierno de Trajano se caracterizó por la estabilidad, tranquilidad y continuidad respecto de la política de su antecesor Nerva. Del mismo modo, mantuvo buenas relaciones con el Senado, donde se debatían sus propuestas.
Aunque se mantuvo el respeto formal al Senado, la última palabra partía del emperador y de un reducido grupo de colaboradores, los "amici principi", elegidos personalmente por Trajano. En el terreno fiscal procuró bajar los impuestos, redujo el oro coronario y puso en explotación numerosas tierras del fisco imperial. En cuanto a la justicia, se preocupó por reducir al mínimo el tiempo de las detenciones preventivas y, tal y como hizo Nerva, emitió severas leyes que castigaban las falsas denuncias. Continuó la obra social de su antecesor con los "puerii alimentarii", instituciones encargadas de prestar ayuda estatal a los niños más necesitados; o los préstamos a bajo interés. Se mostró muy meticuloso con la administración imperial, donde proliferó el número de funcionarios, los "procuratores equestres", que relegaron en muchas competencias a los senadores. Adriano incluso llegó a mandar gobernadores especiales a aquellas provincias con mayores dificultades económicas. Uno de ellos fue su amigo Plinio el Joven, enviado a Bitinia y con el que mantuvo una intensa correspondencia sobre los asuntos de gobierno.
Adriano se dedicó a embellecer y mejorar la calidad de las ciudades mediante la construcción de numerosas obras públicas. Así fueron levantados el foro de Trajano, la basílica Ulpiana, la columna Trajana, el puente de Alcántara, bibliotecas, las termas del Esquilino, la vía Traiana de Benevento a Bríndisi, además de restaurar la vía Appia y ampliar el puerto de Ostia. Donde destacó principalmente el emperador Trajano fue en el aspecto militar. No sólo renovó el ejército romano con la creación de nuevas legiones como la II Traiana y la XXX Ulpia, así como una nueva guardia imperial "equites singulares", sino que extendió las fronteras territoriales del Imperio ayudado por sus principales generales. En el año 101 d.C. inició la conquista de Dacia en dos campañas sucesivas. En la primera, Trajano consiguió vencer al rey Decébalo en la batalla de Tapae y tomar su capital, Sarmizegethusa. Tras la victoria, la región fue repoblada por veteranos y convertida en una nueva provincia defensiva contra los nómadas del sur de la actual Rusia. En el año 105 Decébalo intentó librarse de la “alianza” con los romanos, pero tras ser vencido, se suicidó. El limes danubiano fue reorganizado y pasó a estar defendido por diez legiones. Trajano construyó, para facilitar la labor, las colonias de Ulpia Traiana (actual Xanten), Ulpia Noviomagnus (hoy Nimega) y dividió la Panonia en superior e inferior. La anexión en 105 d.C. del reino de Nabatea y su posterior conversión en la provincia de Africa, provocó que el rey parto Cosroes depusiera al rey de Armenia y declarara la guerra contra Roma. En 113-114, Trajano inició la expedición que le llevaría a anexionar el norte de Mesopotamia (115 d.C.) y conquistar las ciudades de Babilonia, Ctesifonte y Seleúcida, territorios con los que formó las provincias de Mesopotamia, Armenia y Asiria. Aquella serie de campañas que llevaron al emperador a los pies del Golfo Pérsico, tal y como su admirado Alejandro Magno, Trajano adoptó el sobrenombre de "Pártico". Una violenta y repentina sublevación judía en el año 117 d.C. hizo peligrar las recientes conquistas. Trajano se vio obligado a retirase precipitadamente a Roma, mientras que los ejércitos trataban de mantener las posiciones. Agotado por la edad, murió en el camino de regreso a Roma.
Entre las magnas obras que el emperador Trajano mandó construir fué un foro presidido por una columna de mármol de 38 metros de altura y decorada con 155 bajorrelieves para conmemorar sus victorias sobre la Dacia.
La guerra de Trajano contra los dacios fue el hito por antonomasia . De ella regresó con un botín fabuloso. Un cronista de la época se jactaba de que la conquista había reportado cerca de 250.000 kilos de oro y casi medio millón de kilos de plata, además de una fértil provincia nueva.
Tamaño botín de guerra cambió el paisaje de Roma. Para conmemorar la victoria, Trajano mandó construir un foro que incluía una amplia plaza columnada, dos bibliotecas, un enorme edificio público conocido como la basílica Ulpia y es posible que incluso un templo. El foro era "único en el mundo", escribía extasiado un historiador antiguo, con construcciones "indescriptibles e imposibles de repetir por otros mortales".
Imponente, se erguía por encima de todo una columna de piedra de 38 metros de altura, coronada por una estatua de bronce del conquistador. Ascendiendo en espiral en torno a ella se despliega un relato de las campañas dacias: miles de romanos y dacios esculpidos con todo detalle marchan, construyen, luchan, navegan, se escabullen, negocian, suplican y perecen en 155 escenas.
Es difícil distinguir los erosionados bajorrelieves más arriba de las primeras secuencias de la historia, se alza solitaria en medio de ruinas, pedestales vacíos, losas hendidas, pilares quebrados y esculturas fracturadas que permiten adivinar la magnificencia original del foro de Trajano, hoy vallado y cerrado al público, testimonio de pretéritas glorias imperiales.
Es una de las esculturas monumentales más distintivas que sobrevivieron a la caída de Roma. Durante siglos los clasicistas han visto en los bajorrelieves una historia visual de las guerras, con Trajano en el papel de héroe y Decébalo, rey de los dacios, como su digno adversario. Los arqueólogos han examinado las escenas para obtener información sobre los uniformes, las armas, los pertrechos y las tácticas del ejército romano.
La columna ejerció una enorme influencia, pues inspiró monumentos posteriores tanto en Roma como a lo largo y ancho del Imperio. Con el paso de los siglos, a medida que los monumentos emblemáticos de la ciudad se iban desmoronando, la columna continuó fascinando e impresionando. Un papa renacentista sustituyó la estatua de Trajano por una de san Pedro para santificar el monumento. Los artistas se descolgaban desde lo alto, dentro de cestos, para estudiar de cerca los bajorrelieves. Más adelante la columna se convirtió en un importante hito turístico; Goethe subió los 185 escalones interiores en 1787 para "disfrutar de unas vistas incomparables". En el siglo XVI empezaron a hacerse vaciados en yeso de las escenas, y gracias a esos moldes se conservan detalles que han sucumbido a la lluvia ácida y la contaminación.
La construcción, el significado y, sobre todo, la exactitud histórica de la columna continúan siendo objeto de debate. A veces se diría que hay tantas interpretaciones como figuras en los relieves, y hay 2.662 figuras.
Cuando se construyó, la columna se alzaba entre las dos bibliotecas, donde quizá se custodiase el relato sobre las campañas dacias escrito por el propio emperador-soldado. En la interpretación que hace Coarelli, los bajorrelieves se asemejan a un rollo, un formato más que probable del diario de guerra de Trajano. "El artista (y en aquella época los artistas no hacían lo que les viniera en gana) tuvo que actuar según los deseos de Trajano", apunta.
Trabajando bajo la supervisión de un maestro, prosigue Coarelli, los escultores siguieron un plan: crear una versión gigantesca del rollo de Trajano en 17 tambores de mármol de Carrara.
El emperador es el héroe de la narración. Aparece 58 veces, representado como comandante astuto, estadista consumado y soberano piadoso: arengando las tropas, en meditabunda consulta con sus consejeros, supervisando un sacrificio a los dioses… "Es el intento de Trajano de no quedarse en un mero hombre de armas y ser también un hombre de cultura", dice Coarelli.
Huelga decir que Coarelli está especulando. Fuera cual fuese su formato, las memorias de Trajano desaparecieron hace una eternidad. De hecho, ciertos detalles de la columna y varios hallazgos arqueológicos de Sarmizegetusa, la capital dacia, sugieren que los relieves hablan más de los afanes romanos que de su historia.
Jon Coulston, experto en iconografía, armas y equipo militar romanos de la universidad escocesa de Saint Andrews, dedicó meses al estudio de la columna desde el andamio levantado para su restauración en las décadas de 1980 y 1990. Su tesis doctoral versó sobre ella. Desde entonces ha seguido fascinado por la columna de Trajano… refutando interpretaciones ajenas con pertinacia. "La gente está empeñada en verla como el “telediario” de la época o como una película (dice). Y caen en sobreinterpretaciones, como siempre. Los relieves de la columna son genéricos, la obra de obreros ordinarios. No podemos creer ni una palabra de lo que vemos en ella".
Coulston sostiene que los relieves no salieron de una mente maestra. Ligeras diferencias de estilo y errores de bulto (ventanas en medio de una escena o desproporciones de altura) lo han convencido de que los escultores labraron la columna sobre la marcha, basándose en lo que habían oído sobre las guerras. "Por mucho que guste la idea a los historiadores del arte, no hubo un gran intelecto creativo al mando de la obra (dice). La composición la crean los canteros in situ a golpe de cincel, no se proyectó en un estudio".
En su opinión, se trata de una obra de arte "inspirada" y no "basada" en la historia de Trajano. Basta observar la temática de los relieves: relatan la historia de dos guerras, pero no se ven demasiados combates. Las batallas y los asedios no suponen ni la cuarta parte del friso, y en ningún momento aparece Trajano en plena lid.
Por el contrario, los legionarios (la altamente cualificada espina dorsal de la maquinaria de guerra romana) se dedican a construir fuertes, puentes, calzadas e incluso a cultivar la tierra. La columna los presenta como una fuerza de orden, civilizadora, no destructiva y conquistadora. Y se diría que también invencible, ya que no se ve ni un solo soldado romano muerto.
La columna subraya la vastedad del Imperio romano. Las huestes de Trajano incluyen jinetes africanos con rastas, iberos armados con hondas, arqueros del Levante mediterráneo con cascos aguzados y germanos con el torso desnudo, algo que debía de antojarse exótico a ojos de los romanos togados. Todos ellos hacen la guerra a los dacios, transmitiendo el mensaje de que cualquiera, por estrafalario que fuese su peinado o su atuendo, podía convertirse en romano. (El propio Trajano, hijo de padres romanos, nació en Hispania.)
Algunas escenas son ambiguas y de interpretación controvertida. ¿Alargan la mano los dacios asediados para asir un cáliz con ponzoña y quitarse la vida antes que verse humillados a manos de sus conquistadores? ¿O simplemente tienen sed? Cuando los nobles dacios se congregan alrededor de Trajano en una escena tras otra, ¿están rindiéndose o negociando?
¿Y qué decir de la sobrecogedora estampa de unas mujeres torturando con teas encendidas a unos cautivos descamisados y atados? Expertos italianos interpretan que son romanos cautivos atormentados por mujeres bárbaras. Ernest Oberländer-Târnoveanu, director del Museo de Historia Nacional de Rumania, les lleva la contraria: «Sin la menor duda son prisioneros dacios torturados por las furibundas viudas de los soldados romanos caídos». Como en buena parte de la columna, cada cual ve una cosa en función de lo que opine sobre los romanos y los dacios.
Entre los políticos romanos, "dacio" era sinónimo de "doblez". El historiador Tácito habló de los dacios como de "un pueblo que nunca es de fiar". Eran famosos por sus extorsiones: cobraban del Imperio en concepto de protección al tiempo que sus guerreros saqueaban las ciudades fronterizas.
Las campañas fueron terribles, muy violentas (afirma Roberto Meneghini, el arqueólogo italiano al frente de las excavaciones del foro de Trajano). "Fíjese en los romanos que combaten con una cabeza decapitada entre los dientes". La guerra es la guerra. Las legiones romanas eran conocidas por su violencia y ferocidad.
Una vez derrotados, los dacios se convirtieron en un tema favorito de los escultores romanos. El foro de Trajano alberga decenas de estatuas de gallardos y barbudos guerreros dacios, un orgulloso ejército de mármol en el corazón de Roma.
El mensaje parece ir dirigido a los romanos, no a los dacios supervivientes, la mayoría de los cuales fueron vendidos como esclavos. "Los dacios que quedaron no habrían podido admirar la columna (dice Meneghini). Se erigió pensando en la ciudadanía romana, para hacer exhibición del poder de la maquinaria imperial, capaz de conquistar un pueblo tan noble y aguerrido."
Bien puede ser que la columna de Trajano sea pura propaganda, pero los arqueólogos identifican en ella un componente de verdad. Las excavaciones de yacimientos dacios, entre ellos Sarmizegetusa, no dejan de revelar vestigios de una civilización mucho más sofisticada de lo que podría sugerir el término "bárbaro", la despectiva calificación que les dedicaban los romanos.
Los dacios carecían de escritura, de modo que todo cuanto sabemos de ellos pasa por el filtro de las fuentes romanas. Hay sobradas pruebas de que durante siglos constituyeron toda una potencia regional que saqueaba y gravaba a sus vecinos. Eran hábiles metalúrgicos que extraían y fundían hierro y lavaban oro, y con ambos metales creaban ornamentadas joyas y armas.
Sarmizegetusa era la capital política y espiritual dacia. Sus ruinas yacen en los montes de la Rumania central. En tiempos de Trajano los 1.600 kilómetros que la separaban de Roma se traducían en un mes de viaje como mínimo.
Desde hace algunos años Gelu Florea, arqueólogo de la Universidad de Babeș-Bolyai en Cluj-Napoca, pasa el verano excavando en el yacimiento. Las ruinas desenterradas, junto con piezas saqueadas y posteriormente recobradas, hablan de un animado centro manufacturero y ritual. Florea y su equipo han hallado pruebas de que a Sarmizegetusa habían llegado la tecnología militar romana y la arquitectura e influencias artísticas griegas. Con ayuda de imágenes aéreas, han identificado más de 260 bancales artificiales que se extienden casi cinco kilómetros valle abajo. El asentamiento entero ocupaba más de 280 hectáreas. "Es asombroso comprobar lo cosmopolitas que eran en las montañas (dice Florea). Es el asentamiento más grande, más representativo y más complejo de la Dacia".
No hay indicios de que los dacios cultivasen a esa altitud. No hay terrenos agrícolas. En lugar de eso, los arqueólogos han localizado restos de talleres y viviendas, además de hornos para el refinado de mena de hierro, toneladas de torchos listos para la fragua y decenas de yunques. Da la impresión de que la ciudad era un centro metalúrgico que suministraba al resto de los dacios armas y herramientas a cambio de oro y grano.
La caída de Sarmizegetusa concluyó con la destrucción de los templos sagrados. "Los romanos lo desmantelaron todo (dice Florea). En la fortaleza no quedó un edificio en pie. Fue una demostración de poder." El resto de la Dacia también quedó devastado. Cerca del ápice de la columna se vislumbra el desenlace: una aldea arrasada por las llamas, dacios huyendo, una provincia en la que solo quedan vacas y cabras.
Necesariamente las dos guerras tuvieron que saldarse con decenas de miles de muertos. Un contemporáneo dejó escrito que Trajano hizo 500.000 prisioneros, 10.000 de los cuales transportó a Roma para que combatiesen en los juegos de gladiadores que durante 123 jornadas celebraron la victoria.
El orgulloso rey de la Dacia no quiso verse humillado y rendido. Su final está esculpido en la columna de su archienemigo. Arrodillado al pie de un roble, se traspasa el cuello con un cuchillo largo y curvo. "Ocupada su capital y todo su territorio, en peligro de caer cautivo, Decébalo se quitó la vida; su cabeza fue llevada a Roma (escribió el historiador romano Dion Casio un siglo más tarde). De este modo la Dacia quedó bajo dominio romano."