Tercer presidente de los Estados Unidos de
América (Shadwell, Virginia, 1743 - Monticello, Virginia, 1826). Thomas
Jefferson pertenecía a la aristocracia de grandes hacendados del Sur,
posición que había completado haciéndose abogado. Sus inquietudes
intelectuales le acercaron a la filosofía de las Luces y a las ideas
liberales, haciéndole abandonar la religión.
Empezó
a participar en la política de Virginia desde 1769, defendiendo la
tolerancia religiosa y una enseñanza pública igualitaria. Cuando se
agravó el conflicto entre Gran Bretaña y sus trece colonias
norteamericanas, Jefferson defendió los derechos de éstas, publicando un
ensayo de corte radical (Breve análisis de los derechos de la América británica, 1774).
Durante
la siguiente Guerra de Independencia, Thomas Jefferson fue elegido
delegado de Virginia en la Convención continental de Filadelfia (1775),
donde se distinguió como orador y como autor de declaraciones políticas.
Redactó el borrador de la Declaración de Independencia (1776),
donde plasmó las ideas de Locke; justificó la rebelión por las
transgresiones del rey Jorge III contra los derechos reconocidos a los
ciudadanos por la constitución no escrita de Gran Bretaña; su defensa de
la democracia, de la igualdad, del derecho de los pueblos a disponer de
ellos mismos y del derecho natural de los hombres «a la vida, la
libertad y la búsqueda de la felicidad» han marcado la historia
posterior de los Estados Unidos.
Otro documento fundamental del que fue inspirador fue la Ordenanza del Noroeste
(1787): en ella se regulaba la forma de expansión de las trece colonias
originarias hacia los amplios territorios por colonizar en el Oeste,
estableciendo en ellos gobernadores nombrados por el Congreso hasta que
alcanzaran entidad demográfica suficiente para ser admitidos como
Estados de la Unión.
Declaración de Independencia de Estados Unidos de América
En CONGRESO, 4 de julio de 1776.
La Declaración unánime de los trece Estados Unidos de América:
Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario
para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro y
tomar entre las naciones de la tierra el puesto separado e igual a que
las leyes de la naturaleza y el Dios de esa naturaleza le dan derecho,
un justo respeto al juicio de la humanidad exige que declare las causas
que lo impulsan a la separación.
Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son
creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos
inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda
de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre
los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del
consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de
gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el
derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se
funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a
su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y
felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie por
motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en
efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más
dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacerse
justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada.
Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida
invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al
pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber , derrocar
ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad.
Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; tal es ahora la
necesidad que las obliga a reformar su anterior sistema de gobierno La
historia del actual Rey de la Gran Bretaña es una historia de repetidos
agravios y usurpaciones, encaminados todos directamente hacia el
establecimiento de una tiranía absoluta sobre estos estados. Para probar
esto, sometemos los hechos al juicio de un mundo imparcial.
Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; y tal es ahora
la necesidad que las compele a alterar su antiguo sistema. La historia
del presente Rey de la Gran Bretaña, es una historia de repetidas
injurias y usurpaciones, cuyo objeto principal es y ha sido el
establecimiento de una absoluta tiranía sobre estos estados. Para probar
esto, sometemos los hechos al juicio de un mundo imparcial. Ha rehusado
asentir a las leyes más convenientes y necesarias al bien público de
estas colonias, prohibiendo a sus gobernadores sancionar aun aquellas
que eran de inmediata y urgente necesidad a menos que se suspendiese su
ejecución hasta obtener su consentimiento, y estando así suspensas las
ha desatendido enteramente.
Ha reprobado las providencias dictadas para la repartición de
distritos de los pueblos, exigiendo violentamente que estos renunciasen
el derecho de representación en sus legislaturas, derecho inestimable
para ellos, y formidable sólo para los tiranos. Ha convocado cuerpos
legislativos fuera de los lugares acostumbrados, y en sitos distantes
del depósito de sus registros públicos con el único fin de molestarlos
hasta obligarlos a convenir con sus medidas, y cuando estas violencias
no han tenido el efecto que se esperaba, se han disuelto las salas de
representantes por oponerse firme y valerosamente a las invocaciones
proyectadas contra los derechos del pueblo, rehusando por largo tiempo
después de desolación semejante a que se eligiesen otros, por lo que los
poderes legislativos, incapaces de aniquilación, han recaído sobre el
pueblo para su ejercicio, quedando el estado, entre tanto, expuesto a
todo el peligro de una invasión exterior y de convulsiones internas.
Se ha esforzado en estorbar los progresos de la población en estos
estados, obstruyendo a este fin las leyes para la naturalización de los
extranjeros, rehusando sancionar otras para promover su establecimiento
en ellos, y prohibiéndoles adquirir nuevas propiedades en estos países.
En el orden judicial, ha obstruido la administración de justicia,
oponiéndose a las leyes necesarias para consolidar la autoridad de los
tribunales, creando jueces que dependen solamente de su voluntad, por
recibir de él el nombramiento de sus empleos y pagamento de sus sueldos,
y mandando un enjambre de oficiales para oprimir a nuestro pueblo y
empobrecerlo con sus estafas y rapiñas.
Ha atentado a la libertad civil de los ciudadanos, manteniendo en
tiempo de paz entre nosotros tropas armadas, sin el consentimiento de
nuestra legislatura: procurando hacer al militar independiente y
superior al poder civil: combinando con nuestros vecinos, con plan
despótico para sujetarnos a una jurisdicción extraña a nuestras leyes y
no reconocida por nuestra constitución: destruyendo nuestro tráfico en
todas las partes del mundo y poniendo contribuciones sin nuestro
consentimiento: privándonos en muchos casos de las defensas que
proporciona el juicio por jurados: transportándonos mas allá de los
mares para ser juzgados por delitos supuestos: aboliendo el libre
sistema de la ley inglesa en una provincia confinante: alterando
fundamentalmente las formas de nuestros gobiernos y nuestras propias
legislaturas y declarándose el mismo investido con el poder de dictar
leyes para nosotros en todos los casos, cualesquiera que fuesen.
Ha abdicado el derecho que tenía para gobernarnos, declarándonos la
guerra y poniéndonos fuera de su protección: haciendo el pillaje en
nuestros mares; asolando nuestras costas; quitando la vida a nuestros
conciudadanos y poniéndonos a merced de numerosos ejércitos extranjeros
para completar la obra de muerte, desolación y tiranía comenzada y
continuada con circunstancias de crueldad y perfidia totalmente indignas
del jefe de una nación civilizada.
Ha
compelido a nuestros conciudadanos hechos prisioneros en alta mar a
llevar armas contra su patria, constituyéndose en verdugos de sus
hermanos y amigos: excitando insurrecciones domésticas y procurando
igualmente irritar contra nosotros a los habitantes de las fronteras,
los indios bárbaros y feroces cuyo método conocido de hacer la guerra es
la destrucción de todas las edades, sexos y condiciones.
A cada grado de estas opresiones hemos suplicado por la reforma en
los términos más humildes; nuestras súplicas han sido contestadas con
repetidas injurias. Un príncipe cuyo carácter está marcado por todos los
actos que definen a un tirano, no es apto para ser el gobernador de un
pueblo libre.
Tampoco hemos faltado a la consideración debida hacia nuestros
hermanos los habitantes de la Gran Bretaña; les hemos advertido de
tiempo en tiempo del atentado cometido por su legislatura en extender
una ilegítima jurisdicción sobre las nuestras. Les hemos recordado las
circunstancias de nuestra emigración y establecimiento en estos países;
hemos apelado a su natural justicia y magnanimidad, conjurándolos por
los vínculos de nuestro origen común a renunciar a esas usurpaciones que
inevitablemente acabarían por interrumpir nuestra correspondencia y
conexiones. También se han mostrado sordos a la voz de la justicia y
consanguinidad. Debemos, por tanto, someternos a la necesidad que
anuncia nuestra separación, y tratarlos como al resto del género humano:
enemigos en la guerra y amigos en la paz.
Por lo tanto, los Representantes de los Estados Unidos de América,
convocados en Congreso General, apelando al Juez Supremo del mundo por
la rectitud de nuestras intenciones, en nombre y por la autoridad del
buen pueblo de estas Colonias, solemnem ente hacemos público y
declaramos: Que estas Colonias Unidas son, y deben serIo por derecho,
Estados Libres e Independientes; que quedan libres de toda lealtad a la
Corona Británica, y que toda vinculación política entre ellas y el Estado de la Gran Bretaña queda y debe quedar totalmente disuelta; y que,
como Estados Libres o Independientes, tienen pleno poder para hacer la
guerra, concertar la paz, concertar alianzas, establecer el comercio y
efectuar los actos y providencias a q ue tienen derecho los Estados
independientes.
Y en apoyo de esta Declaración, con absoluta confianza en la
protección de la Divina Providencia, empeñamos nuestra vida, nuestra
hacienda y nuestro sagrado honor.
Firmado por ORDEN y en NOMBRE DEL CONGRESO
JOHN HANCOCK
PRESIDENTE
PRESIDENTE
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/j/jefferson.htm
http://www.libertad.org/declaracion-de-independencia-de-estados-unidos-de-america
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