Se
cree que Diriangén, jefe chorotega nació en 1497 y recibió la educación
tradicional de su raza, según la cual correspondía a su madre instruirle
en la historia de su tribu, de la que él y los
suyos eran descendientes. Los viejos sacerdotes se encargaron de hablarle de
la patria primitiva y lejana al otro lado del mar, donde ellos y los Nahuas
fueron sometidos a la esclavitud de los Olmecas, de quienes huyeron
mimetizados entre la naturaleza y las brumas de la noche.
Con la prisa de la fuga se encaminaron hacia el sur,
buscando ese maravilloso país del que tanto hablaban sus antepasados, lleno de
volcanes, llanuras y praderas, de ríos repletos de peces, de lagunas y dos
inmensos lagos, en uno de los cuales emergía la isla Ometepetl, formada por
dos volcanes. Hasta allí llegaron y frente a ella se asentaron convirtiéndola
en su santuario. Por discrepancias con los Nahuas se retiraron al poniente,
donde adoptaron el nombre de Dirianes, por habitar los lugares altos.
Diriangén fue entrenado con especial cuidado para dominar
las cosas relacionadas con la guerra. Manejaba con singular maestría la espada
de recia madera erizada de dientes de pedernal y era el mejor de su tribu
arrojando macanas o lanzas. Desde muy joven conquistó el rango de Hombre
Guerrero permitiéndosele llevar rapada la cabeza con un mechón central sobre
la coronilla, símbolo que lo señalaba como valiente guerrero, logrando ser
admirado por todos, inclusive por sus enemigos Nahuas, Maribios y hasta los
lejanos Misquitos y Matagalpas.
En feroces batallas enfrentó a los Nahuas, sus rivales más
acérrimos, cuyos pueblos estaban asentados en Masaya, Masatepe, Jinotepe,
Ochomogo y Mecatepe y quienes por sus múltiples victorias lo llamaron
Diriangén, que significa señor de los dirianes, de los hombres que viven en
los lugares altos.
Cuando los asuntos de su tribu se lo permitían bajaba a las
aguas de su laguna del Diriá y se dedicaba a la natación y a la pesca,
mientras a miles de leguas de distancia, al otro lado del mar, Gil González,
hidalgo de Ávila y protegido del Presidente del Consejo de Indias, lograba que
el rey Fernando de España le diera la concesión de varios navíos para el
descubrimiento de las islas de la Especiería, todo lo necesario para el viaje,
el título de Capitán General de la Armada, la cruz de Santiago y la orden para
que Pedrarias le entregara los buques de Balboa y doce piezas de artillería.
Era el 18 de junio de 1519
La expedición del puerto de San Lucas Barrameda el
13 de septiembre de 1519 en las naves Victoria, Santa María de la Merced y
Santa María de la Consolación. En ellas llegaron al Darién cuatro meses
después, en enero de 1520. Después de una serie de dificultades con Pedrarias,
Gil González reorganizó su expedición en la Isla de Perlas, de donde salió el
martes 21 de enero de 1522. Cruzó parte de Costa Rica y llegó a Nicaraocallí,
donde Nicarao y otros se convirtieron al catolicismo, y conoció al
majestuoso lago Cocibolca, al que llamó la Mar Dulce.
En su Historia de Nicaragua, don José Dolores Gámez,
registra que en 1523 estalló una guerra entre Diriangén y Tenderí, cacique de
Nindirí, obligando al conquistador a desviarse hacia Imabite, capital de los
nagrandanos, a orillas del Xolotlán.
Terminado el conflicto Diriangén salió al encuentro de las
“gentes con barbas que andaban encima de una alimañas”. El Cacique se acercó a
los españoles precedido de un desfile de quinientos jóvenes guerreros, cada
uno con un pavo montés de regalo. Tras ellos iban diez hombres con banderas
blancas y enseguida diecisiete bellezas morenas adornadas con muchas placas
pequeñas de oro, llevando doscientas hachuelas del mismo metal. Y por último
el gallardo cacique, rodeado de los señores de su corte, ataviado con un
penacho de plumas multicolores de pájaros del trópico nicaragüense, acompañado
de cinco flautistas. Al acercarse a los españoles desplegaron sus banderas y
todos saludaron la mano del jefe español, a quien ofrecieron los pavos,
entregándole una de las mujeres y veinte hachuelas de oro de catorce quilates.
En carta al Rey Fernando, Gil
González le
detalla el encuentro: “Parece que supieron de mi otros caciques
grandes y uno dellos que se dice Diriangén traxo consigo hasta
quinientos hombres, cada uno
con una pava o dos en la mano y tras ellos diez pendones y tras ellos
diez e
siete mugeres todas casi cubiertas con patenas de oro y doszientas y
tantas
hachas de oro baxo... y más atrás cerca de sí y de sus principales
venían
cinco trompetas... y entraron a verme con las mugeres y el oro;
mándeles a
preguntar a qué venían y dixeron que a ver quien héramos, que les
avían dicho
que héramos una gente con barvas y que andábamos encima de unas
alimañas; que
por ver quien héramos y lo que queríamos venía a vernos...”
El sábado 17 de abril, el Cacique enfrentó a Gil González.
Diriangen organizar a cuatro mil guerreros con los que cayó sobre los
españoles el mediodía del sábado 17 de abril, obligando a los españoles a
suspender esta batalla. Diriangén tenía 27 años cuando enfrentó por
primera vez a los españoles.
La lucha de Diriangén sólo había iniciado pues la obediencia
al rey de España de parte de los caciques Nicoya y Nicaragua y la renuncia a
los dioses tutelares fue suficiente motivo para que decidiera luchar contra
ellos y contra los españoles. El Cacique, amante de la libertad,
la justicia, el decoro y enemigo de la esclavitud y el vasallaje, enfrentó a
los españoles hasta su muerte. ..........
. ............ En 1684, Fray Nemesio de la Concepción Zapata, de la Orden
Franciscana, escribió una crónica en la que describe los sucesos de la última
lucha de Diriangén. Dice el fraile franciscano: “Después de una
penosísima ascensión de cumbres y desfiladeros, saltando grandes desgarrones
de la selva inmensa pudo llegar el ejército mandado por Nicuesa Alvarez a
ponerse en contacto con los indios. Fue una batalla terrible, tanto más,
cuanto que Diriangén se disponía a emprender el golpe que él llamaba final
contra los españoles. El ejército de Nicaroguán - como equivocadamente lo
llama Fray Nemesio -, pasaba de 70 mil hombres.“ La batalla duró poco más de
medio día y el ejército indio fue derrotado.
Según la tradición viva y conservada por el relato oral de
los campesinos del lugar, este último esfuerzo de Diriangén para detener la
conquista española se libró en el cerro Apastepe, hoy volcán Casita, al sur
del volcán San Cristóbal, al pie de los llanos de Olomega, en el actual
departamento de Chinandega......... "
Diriangén es el simbolo de Diriamba a como
Grecia tiene a sus filósofos y sus guerreros.
http://www.diriamba.info/Diriangen.htm
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