La invasion de la Bahia de Cochinos
Fue un fracaso que
cambió al mundo. Una operación militar que modificó para siempre las
relaciones entre EE.UU. y el resto de América; incubó en parte y sin
proponérselo, la violencia guerrillera que sacudió al continente en los
años 70; metió de lleno a la entonces URSS en el escenario político al
sur del Río Grande; puso al mundo al borde de una guerra nuclear e
inspiró, sin que fuera su propósito, la doctrina de la seguridad
nacional que provocó en cinco décadas decenas de miles de muertes y que
arrasó en ese lapso con buena parte de las democracias continentales.
Y
todo lo logró sin haber alcanzado ni uno solo de los objetivos
militares y políticos que la vieron nacer. El 16 de abril de 1961, hace
54 años, un pequeño ejército de exiliados cubanos, mercenarios para todo
servicio, entusiastas centroamericanos, agentes de la CIA y asesores
norteamericanos invadieron Cuba con la intención de derrocar a Fidel
Castro, asesinarlo junto a todos los jefes militares que dos años antes
habían derrocado al dictador Fulgencio Batista, e instaurar en la isla
un gobierno afín a los intereses económicos y políticos de Estados
Unidos.
La operación, conocida como Invasión a Bahía de Cochinos o a Playa Girón o a Bay of Pigs, según quién la nombre, fue un estruendoso fracaso
, una gigantesca chapucería que terminó con parte de los invasores
muertos y el resto en manos de Castro, con la revolución cubana más
afianzada y con el prestigio del entonces flamante presidente
estadounidense John Kennedy, que había asumido apenas tres meses antes
de la invasión y compró el paquete de la invasión a Cuba que le
vendieron la agencia de inteligencia y el poder militar heredados de la
anterior administración de Dwight Eisenhower.
Cuba fue una
obsesión para los americanos desde el triunfo de la Revolución, en enero
de 1959 y luego, cuando en agosto de 1960, Castro nacionalizó las
empresas norteamericanas de la isla, entre ellas refinerías de petróleo,
centros azucareros y las compañías de teléfonos y de electricidad.
Estados Unidos, que tenía la certeza de que Castro era comunista y que
contaba con la simpatía y protección de la Unión Soviética y de su
líder, Nikita Khruschev, empezó a implementar diversos planes para
deshacerse del molesto vecino: sabotajes, golpe interno, sublevación
popular, asesinato o invasión.
Triunfó el más drástico :
invadir Cuba y asesinar a la plana mayor del gobierno cubano para
instaurar un nuevo régimen con las figuras desencantadas de Castro.
La
invasión estuvo en manos de la CIA, que entrenó a los miembros de la
“Brigada 2506”, unos mil doscientos hombres identificados con el número
de un joven miembro muerto en un entrenamiento. La Casa Blanca de
Eisenhower dispuso de un “Grupo Especial” de seguimiento formado por
funcionarios del gobierno y militares, según consta en un libro
imprescindible, “Bay of Pigs Declassified – The Secret CIA Report on the
Invasión of Cuba”, editado hace una década por New York Press.
Hoy
sabemos, gracias a los biógrafos de Kennedy que fue informado del plan
el 29 de noviembre de 1960, 25 días después de su elección. Kennedy puso
en duda la aventura, pero no la suspendió. No le alcanzó para
arrepentirse el resto de su corta vida: fue asesinado el 22 de noviembre
de 1963 en Dallas. Pero sí impuso dos condiciones: no participarían en
la operación las fuerzas armadas y se reservaba el derecho de cancelar
la invasión. Kennedy no ignoraba que Castro estaba al tanto.
La primera gran torpeza de la CIA ocurrió el 15 de
abril, cuando ocho aviones B-26, con la bandera cubana en el fuselaje,
bombardearon los aeropuertos militares de la isla para destruir la
aviación de Castro. No lo lograron, perdieron tres bombarderos y uno de
ellos aterrizó en Miami, con el fuselaje agujerado a balazos. Su piloto
se presentó como auténtico rebelde cubano y pidió asilo político. Pero
los periodistas descubrieron que el avión era, en realidad, uno
norteamericano al que le habían pintado los colores cubanos; que los
agujeros de bala no eran de armas antiaéreas sino de pistola calibre 9
milímetros, que todo era una estafa y que el piloto era un impostor.
Al día siguiente, en La Habana en el entierro de los muertos por el bombardeo, Fidel Castro ratificó el rumbo socialista y marxista de la Revolución Cubana . La invasión siguió adelante. Con más y más graves desaciertos.
El
17 de abril la Brigada 2506, transportada por un falso carguero de la
CIA, desembarca en Playa Girón y en Playa Larga.
Los primeros combates
los favorecen, hasta que veinte mil soldados, voluntarios y milicianos
reunidos por Castro los rodean. Poco a poco los invasores se quedan sin
municiones y sin poder recibirlas de los buques de la CIA porque dos de
ellos habían sido hundidos por los T-34 cubanos, indemnes del ataque del
15.
La Brigada pide apoyo a las fuerzas armadas de Estados
Unidos, Kennedy cancela una segunda oleada de bombarderos que podría
haber emparejado la lucha: tiene la certeza de haber sido engañado por su servicio de inteligencia que había asegurado que una insurrección popular derrocaría a Castro ante la noticia de la invasión.
Después
de dos días de combate, la Casa Blanca acepta enviar seis cazas del
portaaviones Essex para apoyar a los B-26 de la CIA piloteados por
cubanos, que intentarán torcer el destino. Pero otro gran error lo
desbarata todo. Los aviones del Essex llegan a cielo abierto a las
cuatro de la mañana, hora de Miami. No encuentran a nadie. Los B-26, con
la hora de Managua en sus relojes, llegan una hora después.
Bahía
de Cochinos es un desastre para los invasores: una cantidad nunca
revelada de entre 100 y 400 mueren en los combates, 1.189 son apresados,
Castro, que se puso al frente de las fuerzas defensoras, se muestra al
mundo como un triunfador y Estados Unidos no puede ocultar el rol
decisivo y trágico que tuvo en esa catástrofe.
Mientras la
Brigada 2506 se bate con sus últimas municiones, en la Casa Blanca,
Kennedy y el jefe de la Armada, almirante Arleigh Burke sostienen un
diálogo dramático. Burke le pide autorización para mandar aviones de
guerra a la cabeza de playa donde resisten los invasores. Kennedy dice
no.
–Almirante, no quiero a los Estados Unidos envueltos en esto.
–Demonios, Presidente –dice Burke señalándose la frente. –Ya estamos hasta acá envueltos en esto......
http://www.clarin.com/mundo/invasion-Bahia-Cochinos-fracaso-cambio_0_463153751.html
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