Un día de enero de 1538, el indio Diego Huallpa descubrió que las
entrañas del Cerro de Potosí encerraban un fabuloso yacimiento
argentífero, que los españoles explotaron desde 1545 hasta el final de
la colonia
Se descubrió la
primera mina de plata en el llamado Cerro Rico de la ciudad Potosí, en
el suroeste de Bolivia. Su hallazgo se atribuye al indio yamacona Diego Huallpa, que había servido al inca Huayna Cápac.
Aspecto que no se reveló a los españoles hasta 1545, quienes la explotaron hasta 1825. Potosí, que debe este nombre los conquistadores, se convirtió así en la ciudad más grande y rica de Latinoamérica,
pues era tanta la plata que se obtenía de la explotación de yacimiento
argentífero que se decía que podría construirse un puente desde Bolivia
hasta España.
También por la prosperidad de la ciudad se
acuñó la expresión de “valer un Potosí”. Cervantes la puso en boca de
Don Quijote. Lo cierto es que el Imperio español financió sus guerras en Flandes gracias a la plata del Cerro Rico.
Aunque parece que los incas conocían desde antiguo las posibilidades
de esta montaña situada dentro de su Imperio, no fue hasta 1545 cuando
no se empieza a tener conciencia global de lo que allí había. Un pastor
quechua llamado Diego Huallpa pasó la noche en las faldas de esta colina
junto a su rebaño de llamas protegiéndose del frío con una fogata.
Cuando despertó se encontró con que brillaban junto a él infinidad de
vetas de plata. Cuando regresó lo puso en conocimiento de las
autoridades y un 1 de abril de 1545 el capitán Juan de Villaroel tomó
posesión, junto a sus hombres, del cerro.
Los primeros documentos que hacen referencia a Sumaq Orcko (que así conocían los incas al Cerro rico) alaban la disposición de plata incluso en la superficie de la montaña. En pleno siglo XVI en Europa apenas había unas pocas minas de plata que no daban más que un exiguo porcentaje de este mineral. Las de Sajonia (en la actual Alemania) estaban en declive desde el medievo y aquel hallazgo en las lejanas tierras andinas fue todo un filón no sólo para los conquistadores españoles sino para también una Europa ávida de metales preciosos. Aquella mina la explotarían durante siglos los españoles con mano de obra indígena de mano de la mita, un sistema de esclavitud incaico, pero llegaría a España apenas un 15-20% de la plata. El resto fue para piratas ingleses que utilizaban el saqueo y los secuestros para hacerse con este preciado tesoro, o incluso se acuñaba moneda en otros imperios de fuertes de Oriente (Mogoles de india, otomanos e incluso en China). Si a esto le sumamos los banqueros alemanes, los gastos de guerras, pillajes y lujos desmedidos por parte de los criollos (nacidos en América pero de origen europeo), era mucho lo que se quedaba en el camino. La Iglesia también se apropió de lo suyo e incluso hoy en día en el Vaticano y en muchas iglesias romanas es posible ver altares y obras de arte hechas con material proveniente de Potosí.
Los primeros documentos que hacen referencia a Sumaq Orcko (que así conocían los incas al Cerro rico) alaban la disposición de plata incluso en la superficie de la montaña. En pleno siglo XVI en Europa apenas había unas pocas minas de plata que no daban más que un exiguo porcentaje de este mineral. Las de Sajonia (en la actual Alemania) estaban en declive desde el medievo y aquel hallazgo en las lejanas tierras andinas fue todo un filón no sólo para los conquistadores españoles sino para también una Europa ávida de metales preciosos. Aquella mina la explotarían durante siglos los españoles con mano de obra indígena de mano de la mita, un sistema de esclavitud incaico, pero llegaría a España apenas un 15-20% de la plata. El resto fue para piratas ingleses que utilizaban el saqueo y los secuestros para hacerse con este preciado tesoro, o incluso se acuñaba moneda en otros imperios de fuertes de Oriente (Mogoles de india, otomanos e incluso en China). Si a esto le sumamos los banqueros alemanes, los gastos de guerras, pillajes y lujos desmedidos por parte de los criollos (nacidos en América pero de origen europeo), era mucho lo que se quedaba en el camino. La Iglesia también se apropió de lo suyo e incluso hoy en día en el Vaticano y en muchas iglesias romanas es posible ver altares y obras de arte hechas con material proveniente de Potosí.
El método de obtención del mineral se fue haciendo cada vez más complejo, haciendo falta refinados y tóxicos con las que separar una plata que cada vez era de peor calidad. Se excavaron miles de galerías hasta llegar a las actuales 5000 que hacen del Cerro rico un verdadero queso emmental sacudido por el gélido viento de altiplano. Entonces murió muchísima gente en las minas o a causa de las enfermedades provocadas de estar largas jornadas allí dentro. La esperanza de vida menguó de tal manera que era complicado sobrevivir más de siete años seguidos de trabajo. Las cifras oscilan desde los varios miles a los exageradísimos ocho millones de muertos que toma Eduardo Galeano en su estupenda obra “Las venas abiertas de América latina” (muy recomendable para dar respuesta a muchos porqués, aunque se tambalee en ciertos datos), quien había bebido de fuentes de un inglés, Josiah Conder, que jamás había viajado al continente americano y se basaba en informaciones de otros viajeros. Sea como fuere, más cerca o más lejos en las cifras, Potosí es un símbolo de lo sucedido en América y, en general, en todos los territorios colonizados “a la fuerza” en el mundo (lo que pudo ser Estados Unidos con la llegada de los colonos ingleses, África y su reparto como si fuese un simple pastel, ese polvorín llamado Israel y Palestina etc…) La historia ha sido y es así. Los íberos y celtas fueron masacrados y explotados por los romanos, los romanos por los bárbaros, y así sucesivamente hasta encontrar que siguen existiendo las colonias, pero sobre todo en términos económicos.
Por otro lado nos encontramos con que empieza a nacer una ciudad en
las faldas de la montaña, a más de 4000 metros de altitud. Trabajadores
de las minas, ejército, nobleza, religiosos, etc… Todos ellos comenzaron
a sentar las bases de la ciudad de Potosí, a la que también recayó
mucha de la riqueza obtenida del cerro milagroso. Sin el orden de otras
ciudades coloniales de nueva planta,Potosí creció de una forma desordenada, pero con edificios
deslumbrantes. Se levantó la Casa de la Moneda, conocida como El
Escorial de América, de donde provienen muchas de las monedas acuñadas
con la plata potosina, y el barroco más opulento y recargado se puede
ver hoy día en las fachadas de numerosos templos religiosos. Las casas
palaciegas y suntuosas balconadas siguen asomándose a la calle de una
ciudad que en el Siglo XVII fue algo muy parecido a “la capital del
mundo”. Tenía 160000 habitantes, incluso más que París y Londres en la
época, y su importancia comercial hacía que fuese la clave tanto en
América como en una Europa que veía aumentar sus arcas.
A esa Gran Babilonia llamada Potosí acudían gentes de muchos rincones
del mundo porque era todo un centro de poder, sobre todo económico.
Pero a todo le llega su declive y, como se esperaba, la plata se fue
agotando hasta ser realmente difícil obtener unas cantidades muy por
debajo de lo que en su día fueron. Se empezó a sacar estaño y todavía,
aunque muchas organizaciones pongan en duda la rentabilidad de las minas
(y su seguridad), nadie cierra la puerta al Cerro rico. Ni Evo Morales,
el primer presidente indígena de la historia de Bolivia, dos siglos
después de ser un país independiente, ha sabido (o querido) decir que
“Potosí se acabó”. Aquel sueño vestido de codicia nacido a las pocas
décadas de la llegada de Colón a América, sigue siendo una máquina a la
que se agarra un pueblo agotado. Muchas ONGs denuncian la presencia de
niños enlas minas y las ineficaces o, más bien, inexistentes medidas de
seguridad en aquella ciudad subterránea. No es difícil hallar noticias
de accidentes o víctimas que han dado su último suspiro a Cerro rico,
una de las muchas puertas que tiene el infierno.
Desde hace cinco siglos Potosí es la meca de las minas de plata en América, un recurso que gestó los grandes tesoros coloniales y que aún se explota, pero que ha dejado destrucción y pobreza en la ciudad.
Declarada por la Unesco Patrimonio Mundial de la Humanidad en Peligro
por efectos de la minería, Potosí produjo desde principios del siglo
XVI miles de toneladas de plata y estaño, y tiene reservas para mucho
tiempo más de explotación, pero los beneficios de sus riquezas no se
han quedado en el pueblo minero.
"Aquí seguimos siendo pobres. No tenemos fábricas, no hay desarrollo, sólo minería. ¿Qué nos ha dejado el Cerro? Basura y contaminación", se lamenta el líder del Comité Cívico de Potosí, Jhonny Llally, en diálogo con la AFP.
El Servicio Geológico y Técnico de Minas (Sergeotecmin) estimo en unos informes recientes que "(el Cerro Rico de Potosí) produjo desde la colonia hasta hoy más de 60 mil toneladas finas de plata" que, con la cotización actual, superaría los 40.000 millones de dólares.
Tras siglos de trabajo, el cerro Rico aún tiene mucho para dar, pero amenaza con derrumbes, debilitado por más de cien kilómetros de socavones en su interior.
"Como minero que soy y con tantos años en la actividad, me atrevería a decir que las reservas del cerro sobrepasan los 100 años, queda muchísimo más por explotar", aseguró a la AFP el gerente de la estatal Corporación Minera de Bolivia (Comibol) de Potosí, Carlos Colque.
De la montaña se sacan diariamente unas 5 mil toneladas de tierra y mineral, que
procesadas generan ventas por unos 200 millones de dólares mensuales,
según un reporte reservado entregado por un técnico de la Comibol a la
AFP.
La riqueza minera que sale de las entrañas del cerro es transportada en camiones de hasta 60 toneladas hacia ingenios privados donde se la procesa y se realiza una primera purificación del mineral.
Luego, vía intermediarios privados, se destina a los puertos de Chile y Perú para su posterior envío a China, Corea del Sur y Canadá.
La actividad minera representa la segunda fuente de ingresos para Bolivia, después de las exportaciones de gas a Brasil y Argentina.
Sin embargo, la producción de las minas de Potosí dejan anualmente sólo 36 millones de dólares en impuestos y regalías a
la municipalidad y la gobernación local, que no se reflejan en una
región desfavorecida y que tiene muchas de sus fuentes de agua
contaminadas por los efluentes mineros.
Unos 12 mil trabajadores de las 30 cooperativas que funcionan en el lugar parecen condenados a condiciones muy duras para vivir de este único medio de subsistencia.
"La explotación es a pico y pala, como en el siglo pasado, y las condiciones son insalubres" y paupérrimas, comentó el presidente de la sociedad de ingenieros civiles de Potosí, Ronald Fajardo.
Al márgen de la minería, las principales empresas en la ciudad son una fábrica de cerveza y otra de cal y cemento.
"Es
indudable la fuerte relación entre la ciudad y el cerro, que genera
una actividad económica que depende en gran medida del sector minero",
señala a la AFP el presidente de la Sociedad de Ingenieros, Darío
Burgos.
Tanto la hotelería como los circuitos turísticos y todo el comercio dependen de la minería.
En
la zona Calvario, a los pies del Cerro, pequeños mercados muestran la
fuerte dependencia de la industria minera en la venta de todo tipo de
implementos y herramientas: palas, picos, botas de goma, cascos, ropa de
cuero y hasta dinamita, que se vende sin ningún tipo de control.
Muchos
mineros compran el explosivo y lo conservan en sus casas, pese al
peligro de que un incendio pueda hacer volar gran parte del pueblo.
Aunque las
vetas de plata de Potosí fueron descubiertas por el nativo quechua
Guallpa en enero de 1545,la historia señala que las primeras
incursiones mineras las realizaron los incas.
En Potosí funcionó desde la época colonial la Casa de la Moneda hasta mediados de la década del 50 del siglo pasado.
España
se llevó millones en monedas y otros objetos de plata mientras en
Potosí se hacía un culto al dinero y al desenfreno. Fue entonces cuando
se la llamó la "Babilonia de los Andes".
La ciudad
fue protagonista de hechos históricos del país, como cuando llegó el
libertador Bolívar en 1825, a poco de fundarse la república en agosto de
ese año, y fue coronado de honores en su ascenso simbólico a la rica
montaña.
Lejos han quedado aquellos tiempos de
gloria y ostentación, cuando cronistas de la colonia relataban que las
calles e iglesias de Potosí estaban adornadas de oro y plata.
http://www.lostiempos.com/diario/actualidad/economia/20140703/la-plata-de-potosi-se-fue-lejos-y-en-la-ciudad-quedo-la_265274_581260.h http://www.elrincondesele.com/en-las-entranas-de-las-minas-de-potosi-bolivia-la-puerta-del-infierno/
http://www.laaventuradelahistoria.es/2013/01/25/la-primera-mina-de-plata-en-potosi.html
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