Oton I,Emperador del Sacro Imperio Germánico
Nació el 23 de octubre de 912, en lugar desconocido, y era
hijo del sajón Liudolfinger que más tarde fue rey con el
nombre de Enrique I, y de su esposa Matilde, de la estirpe de
Widukind. Otón es el único rey romano-alemán de la Edad Media,
a quien se aplica, desde el 962 hasta hoy, el atributo de “el
Grande”. El y su padre tuvieron el mérito de haber formado
definitivamente el Imperio romano germánico, que salió del
gran Imperio carolingio. Por mérito de Otón este Imperio
obtuvo la primacía entre los sucesivos carolingios y así lo
mantendría hasta el siglo XIII.
Desde el principio, Otón se sintió sucesor de Carlomagno, de
Luis el Germánico y de Arnulfo de Carintia. Su coronación como
rey de Germania en el trono de Carlomagno en Aquisgrán, el 7
agosto de 936, fue por inclinación hacia las ideas de
Franconia y su tradición. La fe en la fuerza saludable de la
raza había disminuido bajo los últimos reyes de Franconia; en
su lugar existía la idea de un rey que dirige el ejército y
sobresale por su valor y autonomía en las guerras.
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Otón I
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En este
sentido no había herencia, sino «elección» del rey, sólidamente
establecida por primera vez en el 936, con la designación por el
antecesor, el juramento de los grandes, la unción espiritual, la
coronación, la subida al trono y, finalmente, el banquete de la
coronación.
Desde
el primer momento puso en marcha la consolidación de la autoridad
real exigiendo a los grandes señores el cumplimiento de sus
deberes de vasallaje. Paulatinamente fue situando a sus
colaboradores y amigos en los feudos más importantes del reino, al
tiempo que los obispos recibían poderes feudales sobre los
territorios cercanos a su sede.
El
descontento por el reparto de cargos provocó la rebelión, en el
937, primero separadamente en Sajonia y Franconia, y, después de
un fracaso en Baviera, conjuntamente. Lorena, envuelta muchas
veces en las divergencias de Franconia occidental, fue el centro
más importante de la resistencia en unión con Luis IV de Francia.
Después de una victoria sobre los duques Gisélbert de Lorena y
Eberhard de Franconia, Otón entró en Francia y se hizo rendir
homenaje en Attigny por los adversarios del rey Luis IV, sobre
todo por el conde Hugo el Grande. En el 941 se reconcilió con su
hermano Enrique y probablemente también con su madre.
Lorena
y Borgoña pronto caerán en sus manos y en el año 951 tomará la
zona norte de Italia apelando a la defensa de la reina Adelaida,
que estaba siendo acosada por Berenguer II. Desde este territorio
partió hacia el sur y tomó todo el reino italiano siendo coronado
en Pavía. El rebelde Berenguer fue el beneficiario de esta
conquista ya que, tras prestar juramente a Otón en el concilio de
Augsburgo del año 952, recibió el reino mientras Otón se reservaba
las marcas de Istria, Friuli y Verona para ser asignadas a su
hermano Enrique de Baviera.
Un
nuevo foco de conflicto surge en la zona oriental al combatir las
devastadoras incursiones de los húngaros, quienes serán derrotados
en Lechfeld (955). Resuelto este problema surge uno nuevo con el
levantamiento de su hijo Luidolfo, duque de Suabia. El sofocar
este frente de conflicto le permitió fortalecer las fronteras
orientales donde los eslavos presionaban.
Todas
las fundaciones de obispados, entre ellos el de Praga, iniciado
por Otón, fueron resultado del gobierno centralista del rey,
característica de la política eclesiástica de Otón. A la monarquía
de derecho, que había superado definitivamente los poderes de los
duques, faltaba todavía una compacta administración que no
estuviese expuesta a tendencias feudales de independencia. El
episcopado del reino estaba llamado a desempeñar este papel, ya
que Enrique I y Otón habían sostenido la soberanía de todos los
obispados. Los candidatos a obispos procedían de la capilla de la
corte. Se les transfirieron derechos estatales que estuvieron por
encima de los principios carolingios, se les encargaron trabajos
mundanos y su elección estuvo a disposición del rey, igualándose
así los poderes eclesiásticos y gubernamentales. Esta idea no era
nueva, pero se transformaron las iglesias dependientes del rey en
un sistema eclesiástico gubernamental; se estableció el orden
temporal como fundamento del orden espiritual, cuidando uno del
otro; el dignatario eclesiástico quedaba a disposición del rey. El
hermano menor de Otón, el arzobispo Brun de Colonia, era el
prototipo de este nuevo ideal de obispo.
Corona imperial de
Otrón I
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La
coronación (962) fue el punto inicial de la restauración del
Imperio. Significativo para su concepto del Imperio era que la
corona no le había sido concedida por el papa Juan XII, sino
que su poder ordenador existente ya desde hacía mucho tiempo y
sus éxitos en la cristianización, que llevaron al potestas
imperii en el sentido carolingio, fueron reconocidos por
una ceremonia, que según el modelo carolingio debía celebrarse
en Roma. La meta del Imperio no era el dominio del mundo, sino
una forma determinada del gran reino de Franconia oriental.
Con la consolidación del sucesor oriental de los carolingios,
se traspasó también el derecho a la corona a todos los
sucesores.
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El
motivo exterior para el viaje de Otón a Roma fue el apuro político
del Papa. De este favor surgió, según la costumbre carolingio, la
protección del Emperador sobre la Iglesia. Otón confirmó los
derechos del patrimonio Sancti Petri y acentuó su derecho
de recibir una promesa de fidelidad del Papa elegido antes de la
consagración (Pactum Ottonianum). Cuando Juan XII se negó
(fue sustituido por un sínodo romano en el 963) se completó esta
ley por el juramento de los romanos de no querer elegir jamás a un
Papa sin el consentimiento del Emperador. Así, políticamente, el
Papado estaba unido al Imperio, pero sin perder sus derechos. Esto
se demostró en la demarcación de la provincia eclesiástica de
Magdeburgo comenzada en el 955 y que no fue fundada hasta el 968.
Gran Enciclopedia Rialp
http://www.gecoas.com/religion/historia/medieval/EM-H2.htm
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