lunes, 25 de mayo de 2015

EL EDICTO DE WORM...Martín Lutero es declarado poscrito





En el contexto de la fractura socio-religiosa provocada por los escritos del reformador alemán Martín Lutero, la reunión solemne de la Dieta del Sacro Imperio Germánico en la ciudad de Worms en 1521 tuvo como objetivo la adopción por parte de los príncipes imperiales de una postura con respecto a la crisis religiosa que amenazaba con romper la unidad del catolicismo romano. El pontificado, que había anatemizado las doctrinas de Lutero y lanzado la excomunión sobre el agustino, exigía del emperador Carlos V el cumplimiento de estas sentencias en suelo alemán. Sin embargo, la profunda agitación social y religiosa a que dieron lugar las ideas luteranas en Alemania impidió al joven emperador decretar la inmediata proscripción de Lutero. Éste, protegido por el Gran Elector Federico III el Sabio de Sajonia, fue convocado ante la Dieta imperial para ejercer su derecho de ser escuchado antes de que se procediera contra él en virtud del anatema pontificio.
El 15 de junio de 1520, la bula Exsurge Domine del papa León X condenó solemnemente 41 proposiciones extraídas de las obras de Lutero. La sentencia pontificia se basaba en las condenas anteriores de los doctores de la universidades de Colonia y Lovaina y en las refutaciones doctrinales de Johan Eck, vicecanciller de la universidad de Ingolstadt y adversario de Lutero en la Disputa teológica de Leipzig, de julio de 1519. La bula papal, que incluía la amenaza de excomunión si Lutero no se retractaba públicamente de sus afirmaciones contra la Iglesia de Roma en el plazo de sesenta días, fue publicada en Alemania el 17 de noviembre a petición de Johan Eck, quien organizó la quema pública de las obras condenadas. En respuesta, el 10 de diciembre de 1520 Lutero, apoyado por el célebre humanista Felipe Melanchton, convocó a profesores y estudiantes de la universidad de Wittenberg a la quema festiva de libros de derecho canónico y de algunas obras de Eck. En un clima de abierto desafío a la autoridad eclesiástica, Lutero echó al fuego un ejemplar impreso de la bula papal, al tiempo que pronunciaba su famosa sentencia:

 "que el fuego te atormente a ti, que has atormentado la verdad divina", 

después de lo cual difundió una violenta invectiva contra el papado, titulada Por qué los libros del Papa y de sus discípulos han sido quemados por el Dr. Martín Lutero.
El 3 de enero de 1521, una nueva bula papal, la Decet Romanum Pontificem, excomulgaba a Lutero y lanzaba el entredicho sobre aquellos lugares que lo acogiesen. A partir de ese momento, el castigo de Lutero quedaba en manos de las autoridades temporales del Imperio. Sin embargo, la fractura abierta en la sociedad alemana por las ideas del reformador y la protección que el Gran Elector de Sajonia dispensaba a Lutero impidieron que se tomaran de inmediato medidas contra el reformador, convertido ahora en hereje. Federico III de Sajonia, apoyándose en el principio del derecho germánico que prohibía la condena de un reo si éste no había sido previamente escuchado, consiguió de Carlos V la emisión de un salvoconducto que permitiera a Lutero presentarse ante la Dieta para ser juzgado. El emperador se inclinaba de esta forma a la mediación ofrecida por el de Sajonia, impulsado por motivaciones políticas: por un lado, porque necesitaba el apoyo de Federico III para afianzar su todavía vacilante autoridad sobre el Imperio; por otro, porque buscaba mantener una postura distanciada con respecto al papado.
La Dieta, inaugurada en Worms a comienzos de 1521, constituía una ocasión solemnísima, por ser la primera vez que el recién electo emperador se presentaba ante ella. Pese a que su convocatoria tenía como principal objetivo el nombramiento por parte de Carlos de su hermano, Fernando de Habsburgo, como lugarteniente de sus estados patrimoniales en el Imperio, la cuestión religiosa fue centrando progresivamente la atención de los príncipes reunidos en Worms. Desde que en 1517 Lutero iniciara la reforma al lanzar sus 95 tesis contra la venta de indulgencias, las ideas del agustino habían alcanzado gran popularidad en toda Alemania, al percibirse como una vigorosa forma de resistencia a la autoridad eclesiástica. Por ello, el viaje de Lutero desde Wittenberg hasta Worms para comparecer ante la Dieta fue, en palabras del nuncio pontificio Girolamo Aleander, un "paseo triunfal": en las ciudades fue recibido con solemnidad por las autoridades magisteriales y municipales y, durante todo el trayecto, fueron muchas las manifestaciones de adhesión popular de que fue objeto. El 16 de abril, Lutero entró en Worms, protegido por una comitiva de cien caballeros y por la presencia a su lado del Gran Elector de Sajonia. En las calles de la ciudad se respiraba una atmósfera de agitación que hacía temer graves tumultos si se resolvía finalmente en contra del reformador.
Lutero se presentó ante la Dieta, reunida en el palacio episcopal, los días 17 y 18 de abril. Se le formularon dos preguntas: si reconocía ser el autor de los libros que se le mostraron y si, en tal caso, estaba dispuesto a retractarse de sus contenidos. En su primera comparecencia, Lutero se mostró cauto y, aunque reconoció haber escrito aquellos libros, pidió más tiempo para reflexionar acerca de la retractación que se le exigía. Durante la noche siguiente preparó su declaración, cuyo manuscrito se conserva. En su segunda comparecencia, el día 18, Lutero aprovechó el amplio foro que le brindaba la asamblea para lanzar el auténtico manifiesto de sus ideas. En un cuidado discurso, que pronunció primero en alemán y luego en latín, Lutero clasificó sus obras en tres grupos: de devoción, de polémica contra el papado y de polémica contra personajes concretos que servían a la tiranía pontificia. De los dos últimos grupos, manifestó no tener intención de retractarse, a menos que se le demostrara que sus opiniones eran contrarias a las Escrituras. Al referirse al papado, Lutero se atrevió a elevar un feroz desafío a las autoridades ante las que comparecía, diciendo:

 "El Papa es el poder que con sus perversísimas doctrinas y su mal ejemplo ha devastado, asolado y corrompido el mundo cristiano con ambos males, del espíritu y del cuerpo; pues nadie puede ni negarlo ni encubrirlo, porque la experiencia de todos los hombres y la protesta de todas las lenguas dicen que por las leyes del Papa y sus doctrinas humanas ha sido lamentablemente aprisionada, oprimida, martirizada y atribulada la Conciencia de los cristianos".

Los príncipes seculares, poco duchos en cuestiones de doctrina, se mostraron indecisos ante la declaración del reformador. Sin embargo, los príncipes eclesiásticos declararon que Lutero había sido ya condenado por Roma y que sólo procedía acatar la sentencia pontificia. Johan Eck pidió a Lutero que diera una respuesta concreta a la pregunta: "Te retractarás, ¿sí o no?". El reformador respondió que no podía retractarse de su denuncia de la tiranía papal ni de su afirmación de la supremacía del Evangelio sobre el derecho canónico. Finalmente, expresó en alemán lo que a menudo se ha considerado una proclama de la libertad de conciencia: "No puedo ni quiero retractarme, porque no es bueno ni sincero obrar contra la propia conciencia. ¡Qué Dios me ayude! ¡Amén!". Ante esta repuesta, Carlos V, cansado de un debate infructuoso, ordenó que se llevaran a Lutero. Esto se interpretó como una orden de arresto y causó un gran revuelo en la sala.
Al día siguiente, el emperador volvió a reunirse con los electores imperiales con el fin de tomar una decisión. Carlos manifestó su intención de asumir sin más dilaciones la condena pontificia, pero los príncipes pidieron más tiempo para proseguir unas negociaciones que, si llegaban a romperse, provocarían una crisis irreparable en el Imperio. El emperador se abstuvo desde ese momento de participar en las conversaciones que se desarrollaron en los tres días siguientes y que tuvieron como interlocutores por parte de la Dieta al Elector de Tréveris, Richard von Greiffenklau, y al canciller de Baden, Hieronymus Vehus. Lutero mantuvo tenazmente sus opiniones y, una y otra vez, se negó a retractarse, incluso en sus argumentos menores contra el papado. Finalmente, Carlos anunció que procedería a dictar sentencia contra Lutero, pero concedió a éste un salvoconducto de veintiún días para que retornase sin peligro a Wittenberg, a condición de que no predicara ni enseñara durante el camino. Lutero dio las gracias al emperador y a la Dieta, reafirmó su lealtad al Imperio y abandonó Worms en medio del entusiasmo popular.
El 26 de mayo de 1521, Carlos V firmó el Edicto de Worms, por el que decretaba el entredicho imperial contra el reformador, declarándole hereje y excomulgado. Al caducar su salvoconducto, Lutero quedaría a merced de las autoridades públicas facultadas para prenderle y entregarle a la justicia imperial. Para evitar su arresto (y, quizá, su ulterior ejecución), Federico de Sajonia organizó un secuestro ficticio y, tras tenderle una emboscada en su camino hacia Wittenberg, le mantuvo oculto en su castillo de Wartburg durante casi un año (del 4 de mayo de 1521 al 6 de marzo de 1522) bajo el nombre de "caballero Jorge" (Junker Georg). El Edicto de Worms nunca llegó a aplicarse. Carlos V abandonó pronto Alemania para ocuparse de sus intereses en España y de la guerra con Francia. Durante los nueve años que permaneció ausente, la falta de una cabeza visible del partido católico alemán permitió el triunfo del luteranismo en amplios sectores del pueblo y de los estamentos políticos y propició la ruptura de la unidad religiosa del Imperio y del occidente cristiano.

Bibliografía

  • ATKINSON, James. Lutero y el nacimiento del protestantismo. Madrid, 1985 (3ª ed.) Delumeau, Jean. La Reforma. Barcelona, 1985 (4ª ed.) Elton, G.R. La Europa de la Reforma, 1517-1559. Madrid, 1974.
  • FLICHE, A. y MARTIN, V. (dirs.) Historia de la Iglesia, vol. 18 y 19. Valencia, 1978 Jedin, H. (dir.). Manual de Historia de la Iglesia. V: Reforma, reforma católica y Contrarreforma. Barcelona, 1972. Lortz, J. Historia de la Reforma. 2 vols. Madrid, 1963.
    http://www.enciclonet.com/articulo/worms-dieta-de/#

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