En el contexto de la fractura socio-religiosa provocada por los escritos del reformador alemán Martín Lutero,
la reunión solemne de la Dieta del Sacro Imperio Germánico en la ciudad
de Worms en 1521 tuvo como objetivo la adopción por parte de los
príncipes imperiales de una postura con respecto a la crisis religiosa
que amenazaba con romper la unidad del catolicismo romano. El
pontificado, que había anatemizado las doctrinas de Lutero y lanzado la
excomunión sobre el agustino, exigía del emperador Carlos V
el cumplimiento de estas sentencias en suelo alemán. Sin embargo, la
profunda agitación social y religiosa a que dieron lugar las ideas
luteranas en Alemania impidió al joven emperador decretar la inmediata
proscripción de Lutero. Éste, protegido por el Gran Elector Federico III
el Sabio de Sajonia, fue convocado ante la Dieta imperial para ejercer
su derecho de ser escuchado antes de que se procediera contra él en
virtud del anatema pontificio.
El 15 de junio de 1520, la bula Exsurge Domine
del papa León X condenó solemnemente 41 proposiciones extraídas de las
obras de Lutero. La sentencia pontificia se basaba en las condenas
anteriores de los doctores de la universidades de Colonia y Lovaina y en
las refutaciones doctrinales de Johan Eck, vicecanciller de la
universidad de Ingolstadt y adversario de Lutero en la Disputa teológica
de Leipzig, de julio de 1519. La bula papal, que incluía la amenaza de
excomunión si Lutero no se retractaba públicamente de sus afirmaciones
contra la Iglesia de Roma en el plazo de sesenta días, fue publicada en
Alemania el 17 de noviembre a petición de Johan Eck, quien organizó la
quema pública de las obras condenadas. En respuesta, el 10 de diciembre
de 1520 Lutero, apoyado por el célebre humanista Felipe Melanchton,
convocó a profesores y estudiantes de la universidad de Wittenberg a la
quema festiva de libros de derecho canónico y de algunas obras de Eck.
En un clima de abierto desafío a la autoridad eclesiástica, Lutero echó
al fuego un ejemplar impreso de la bula papal, al tiempo que pronunciaba
su famosa sentencia:
"que el fuego te atormente a ti, que has atormentado la verdad divina",
después de lo cual difundió una violenta invectiva contra el papado, titulada Por qué los libros del Papa y de sus discípulos han sido quemados por el Dr. Martín Lutero.
El 3 de enero de 1521, una nueva bula papal, la Decet Romanum Pontificem,
excomulgaba a Lutero y lanzaba el entredicho sobre aquellos lugares que
lo acogiesen. A partir de ese momento, el castigo de Lutero quedaba en
manos de las autoridades temporales del Imperio. Sin embargo, la
fractura abierta en la sociedad alemana por las ideas del reformador y
la protección que el Gran Elector de Sajonia dispensaba a Lutero
impidieron que se tomaran de inmediato medidas contra el reformador,
convertido ahora en hereje. Federico III de Sajonia, apoyándose en el
principio del derecho germánico que prohibía la condena de un reo si
éste no había sido previamente escuchado, consiguió de Carlos V la
emisión de un salvoconducto que permitiera a Lutero presentarse ante la
Dieta para ser juzgado. El emperador se inclinaba de esta forma a la
mediación ofrecida por el de Sajonia, impulsado por motivaciones
políticas: por un lado, porque necesitaba el apoyo de Federico III para
afianzar su todavía vacilante autoridad sobre el Imperio; por otro,
porque buscaba mantener una postura distanciada con respecto al papado.
La
Dieta, inaugurada en Worms a comienzos de 1521, constituía una ocasión
solemnísima, por ser la primera vez que el recién electo emperador se
presentaba ante ella. Pese a que su convocatoria tenía como principal
objetivo el nombramiento por parte de Carlos de su hermano, Fernando de
Habsburgo, como lugarteniente de sus estados patrimoniales en el
Imperio, la cuestión religiosa fue centrando progresivamente la atención
de los príncipes reunidos en Worms. Desde que en 1517 Lutero iniciara
la reforma al lanzar sus 95 tesis contra la venta de indulgencias, las
ideas del agustino habían alcanzado gran popularidad en toda Alemania,
al percibirse como una vigorosa forma de resistencia a la autoridad
eclesiástica. Por ello, el viaje de Lutero desde Wittenberg hasta Worms
para comparecer ante la Dieta fue, en palabras del nuncio pontificio
Girolamo Aleander, un "paseo triunfal": en las ciudades fue
recibido con solemnidad por las autoridades magisteriales y municipales
y, durante todo el trayecto, fueron muchas las manifestaciones de
adhesión popular de que fue objeto. El 16 de abril, Lutero entró en
Worms, protegido por una comitiva de cien caballeros y por la presencia a
su lado del Gran Elector de Sajonia. En las calles de la ciudad se
respiraba una atmósfera de agitación que hacía temer graves tumultos si
se resolvía finalmente en contra del reformador.
Lutero se
presentó ante la Dieta, reunida en el palacio episcopal, los días 17 y
18 de abril. Se le formularon dos preguntas: si reconocía ser el autor
de los libros que se le mostraron y si, en tal caso, estaba dispuesto a
retractarse de sus contenidos. En su primera comparecencia, Lutero se
mostró cauto y, aunque reconoció haber escrito aquellos libros, pidió
más tiempo para reflexionar acerca de la retractación que se le exigía.
Durante la noche siguiente preparó su declaración, cuyo manuscrito se
conserva. En su segunda comparecencia, el día 18, Lutero aprovechó el
amplio foro que le brindaba la asamblea para lanzar el auténtico
manifiesto de sus ideas. En un cuidado discurso, que pronunció primero
en alemán y luego en latín, Lutero clasificó sus obras en tres grupos:
de devoción, de polémica contra el papado y de polémica contra
personajes concretos que servían a la tiranía pontificia. De los dos
últimos grupos, manifestó no tener intención de retractarse, a menos que
se le demostrara que sus opiniones eran contrarias a las Escrituras. Al
referirse al papado, Lutero se atrevió a elevar un feroz desafío a las
autoridades ante las que comparecía, diciendo:
"El Papa es el poder
que con sus perversísimas doctrinas y su mal ejemplo ha devastado,
asolado y corrompido el mundo cristiano con ambos males, del espíritu y
del cuerpo; pues nadie puede ni negarlo ni encubrirlo, porque la
experiencia de todos los hombres y la protesta de todas las lenguas
dicen que por las leyes del Papa y sus doctrinas humanas ha sido
lamentablemente aprisionada, oprimida, martirizada y atribulada la
Conciencia de los cristianos".
Los príncipes seculares, poco
duchos en cuestiones de doctrina, se mostraron indecisos ante la
declaración del reformador. Sin embargo, los príncipes eclesiásticos
declararon que Lutero había sido ya condenado por Roma y que sólo
procedía acatar la sentencia pontificia. Johan Eck pidió a Lutero que
diera una respuesta concreta a la pregunta: "Te retractarás, ¿sí o no?".
El reformador respondió que no podía retractarse de su denuncia de la
tiranía papal ni de su afirmación de la supremacía del Evangelio sobre
el derecho canónico. Finalmente, expresó en alemán lo que a menudo se ha
considerado una proclama de la libertad de conciencia: "No puedo ni quiero retractarme, porque no es bueno ni sincero obrar contra la propia conciencia. ¡Qué Dios me ayude! ¡Amén!".
Ante esta repuesta, Carlos V, cansado de un debate infructuoso, ordenó
que se llevaran a Lutero. Esto se interpretó como una orden de arresto y
causó un gran revuelo en la sala.
Al día siguiente, el emperador
volvió a reunirse con los electores imperiales con el fin de tomar una
decisión. Carlos manifestó su intención de asumir sin más dilaciones la
condena pontificia, pero los príncipes pidieron más tiempo para
proseguir unas negociaciones que, si llegaban a romperse, provocarían
una crisis irreparable en el Imperio. El emperador se abstuvo desde ese
momento de participar en las conversaciones que se desarrollaron en los
tres días siguientes y que tuvieron como interlocutores por parte de la
Dieta al Elector de Tréveris, Richard von Greiffenklau, y al canciller
de Baden, Hieronymus Vehus. Lutero mantuvo tenazmente sus opiniones y,
una y otra vez, se negó a retractarse, incluso en sus argumentos menores
contra el papado. Finalmente, Carlos anunció que procedería a dictar
sentencia contra Lutero, pero concedió a éste un salvoconducto de
veintiún días para que retornase sin peligro a Wittenberg, a condición
de que no predicara ni enseñara durante el camino. Lutero dio las
gracias al emperador y a la Dieta, reafirmó su lealtad al Imperio y
abandonó Worms en medio del entusiasmo popular.
El 26 de mayo de
1521, Carlos V firmó el Edicto de Worms, por el que decretaba el
entredicho imperial contra el reformador, declarándole hereje y
excomulgado. Al caducar su salvoconducto, Lutero quedaría a merced de
las autoridades públicas facultadas para prenderle y entregarle a la
justicia imperial. Para evitar su arresto (y, quizá, su ulterior
ejecución), Federico de Sajonia organizó un secuestro ficticio y, tras
tenderle una emboscada en su camino hacia Wittenberg, le mantuvo oculto
en su castillo de Wartburg durante casi un año (del 4 de mayo de 1521 al
6 de marzo de 1522) bajo el nombre de "caballero Jorge" (Junker Georg).
El Edicto de Worms nunca llegó a aplicarse. Carlos V abandonó pronto
Alemania para ocuparse de sus intereses en España y de la guerra con
Francia. Durante los nueve años que permaneció ausente, la falta de una
cabeza visible del partido católico alemán permitió el triunfo del
luteranismo en amplios sectores del pueblo y de los estamentos políticos
y propició la ruptura de la unidad religiosa del Imperio y del
occidente cristiano.
Bibliografía
-
ATKINSON, James. Lutero y el nacimiento del protestantismo. Madrid, 1985 (3ª ed.) Delumeau, Jean. La Reforma. Barcelona, 1985 (4ª ed.) Elton, G.R. La Europa de la Reforma, 1517-1559. Madrid, 1974.
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FLICHE, A. y MARTIN, V. (dirs.) Historia de la Iglesia, vol. 18 y 19. Valencia, 1978 Jedin, H. (dir.). Manual de Historia de la Iglesia. V: Reforma, reforma católica y Contrarreforma. Barcelona, 1972. Lortz, J. Historia de la Reforma. 2 vols. Madrid, 1963.
http://www.enciclonet.com/articulo/worms-dieta-de/#
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