Nestorio, que dio su nombre a la herejía nestoriana, nació en Germanicia en Siria Eufratense y murió en la Tebaida, Egipto cerca del año 451. Vivía como sacerdote y monje en el monasterio de Euprepio cerca de las murallas, cuando fue elegido por el emperador Teodosio II como patriarca de Constantinopla, para suceder a Sisinio. Era famoso por su elocuencia, y la popularidad de la memoria de San Juan Crisóstomo entre la gente de la ciudad imperial pudo haber influido para que el emperador eligiera a otro sacerdote de Antioquía como obispo de la corte. Fue consagrado en abril de 428 y parece que dejó una excelente impresión.
No perdió tiempo en mostrar su celo contra los herejes. A los pocos días de su consagración mandó a derrumbar una capilla arriana, y persuadió a Teodosio que emitiera un severo edicto contra la herejía al mes siguiente. Confiscó las iglesias macedonias en el Helesponto, y tomó medidas contra los cuartodecimanos (N. del T.: los que celebraban la Pascua en la luna de marzo, aunque no cayese domingo) que quedaban en Asia Menor. También atacó a los novacianos a pesar de la buena reputación de su obispo. Sin embargo, no expulsó a los refugiados pelagianos de Occidente, por no estar bien informado de su condena diez años antes. Le escribió dos veces al Papa Celestino pidiendo información sobre el tema. No recibió contestación, pero Mario Mercator, un discípulo de San Agustín,
publicó una memoria sobre el asunto en Constantinopla, y la presentó al
emperador, que debidamente proscribió a los herejes.
A finales de 428 o a más tardar a principios de 429, Nestorio predicó el primero de sus famosos sermones contra la palabra Theotokos, y detalló su doctrina antioquena sobre la Encarnación. El primero en levantar la voz contra él fue Eusebio, un laico, después obispo de Dorileo y acusador de Eutiques. Dos sacerdotes de la ciudad, Felipe y Proclo ambos candidatos fracasados al patriarcado,
predicaban contra Nestorio. Felipe, conocido como Sidetes, por Sides,
su lugar de nacimiento, autor de una historia larga y discursiva, hoy
perdida, acusó al patriarca de herejía. Proclo (que le sucedería más
tarde en la candidatura) predicó un florido pero perfectamente ortodoxo sermón, existente, al que Nestorio respondió en un discurso improvisado que también se conserva.
Todo esto causó, naturalmente, gran conmoción en Constantinopla,
sobre todo entre el clero, que no estaba bien dispuesto hacia los
forasteros de Antioquía. San Celestino condenó inmediatamente la
doctrina. Nestorio había acordado con el emperador en 430 la reunión de
un concilio. Ahora intentó acelerarlo y se emitieron las convocatorias a los patriarcas y metropolitanos, antes de que la sentencia del Papa, entregada a través de San Cirilo de Alejandría,
se hubiera comunicado a Nestorio . Nestorio fue
condenado y el emperador, tras mucho retraso y vacilación, la ratificó y
fue confirmada por Sixto III.
La suerte de Nestorio era una muy ardua. Había sido entregado
por el Papa a la misericordia de su rival Cirilo; se le había conminado a
aceptar antes de diez días, bajo pena de deposición, no una definición papal, sino una serie de anatemas redactados en Alejandría bajo la influencia de falsificaciones de apolinaristas.
No todo el concilio le había condenado, sino sólo una parte, que no
había esperado a la llegada de los obispos de Antioquía. Él se había
negado a reconocer la jurisdicción de este número incompleto y había rehusado a comparecer o presentar alguna defensa. No fue expulsado de su sede porque el débil emperador cambió de idea.
Pero Nestorio era orgulloso: no dio muestras de ceder o ponerse de acuerdo, no presentó ningún recurso de apelación a Roma. Se retiró a su monasterio de Antioquía con dignidad y aparente sensación de alivio. Sus amigos; Juan de Antioquía y sus partidarios, le abandonaron y por el deseo del emperador, a principio de 433 hizo las paces con Cirilo y después con Teodoreto.
Los obispos sospechosos de apoyarle fueron depuestos y un edicto de
Teodosio II, del 30 de julio de 435, condenó sus escritos a la hoguera.
Unos años después, Nestorio fue obligado
a dejar su retiro y fue exiliado al Oasis. Una vez en una incursión de
los nubios (no los blemis) se lo llevaron y lo devolvieron a la Tebaida
con una mano y una costilla fracturadas. Se entregó al gobernador para
que no se le acusara de haber huido.
El descubrimiento de la versión siríaca de la (perdida) apología
griega por Nestorio, escrita por él mismo, ha despertado nuevo interés
sobre el asunto de su ortodoxia personal. El (mutilado) manuscrito,
de una antigüedad de casi 800 años, conocido como el “Bazar de
Héraclides” y reeditado como “Liber Heraclidas” por el P. Bedjan (Paris,
1910), revelan el persistente odio vinculado al nombre de Nestorio, que al final de su vida tuvo que sustituir por un pseudónimo. En esa obra proclama que su fe es la del famoso “Tomo”, o Carta de León Magno a San Flaviano y excusa su fallo de no apelar a Roma, por el prejuicio general del que fue víctima. Debemos citar aquí un bello pasaje en el “Bazar” sobre el Sacrificio Eucarístico
que dice así: “Hay algo incorrecto en ti que quiero poner ante ti en
una pocas palabras, para inducirte a corregirlo, porque eres rápido en
ver lo que es apropiado. ¿Cuál es esta falta? Actualmente los misterios
se presentan ante los fieles
como la comida concedida por el rey a su soldados. Pero el ejército de
los creyentes no se ve por ninguna parte, sino que el viento de la
indiferencia los barre como paja junto con los catecúmenos. Y Cristo es crucificado en el símbolo [kata ton tupon], sacrificado por la espada de la oración
del sacerdote; pero igual que cuando estaba en la Cruz, ve que sus
discípulos han huido. Terrible es esta falta---una traición a Cristo
cundo no hay persecución, una deserción de los discípulos que abandonan al maestro cuando no hay guerra.
Los escritos de Nestorio fueron originalmente muy numerosos. Como
se dijo arriba, el “Bazar” se publicó en París en 1910 en la única
traducción en que sobrevivió: la siríaca. Loofs examinó minuciosamente,
juntó y editó el resto de los fragmentos de Nestorio. Sus sermones
muestran una elocuencia real, pero queda muy poco del original griego.
Las traducciones latinas de Mario Mercator son muy pobres de estilo y el
texto está mal conservado. Batiffol ha atribuido a Nestorio muchos
sermones que nos han llegado bajo el nombre de otros autores; tres de San Atanasio, dos de San Hipólito, tres de Anfiloquio de Iconio, treinta y ocho de Basilio de Seleucia,
siete de San Juan Crisóstomo; pero Loofs y Baker no aceptan esa
atribución. Mercati ha señalado cuatro fragmentos en un escrito de
Inocencio, obispo de Maronia (ed. Amelli in "Spicil. Cassin.", I, 1887), y fragmentos armenios que han sido publicados por Ludtke.
LA HEREJIA
Nestorio era discípulo de la escuela de Antioquía y su cristología era esencialmente la de Diodoro de Tarso y Teodoro de Mopsuestia, ambos obispos de Cilicia y grandes oponentes al arrianismo. Ambos murieron en la Iglesia Católica. Diodoro era un hombre santo muy venerado por San Juan Crisóstomo. Sin embargo, el Segundo Concilio general
de 553 condenó a Teodoro tanto en persona como en sus escritos. En
oposición a muchos arrianos, que enseñaban que en la Encarnación, el Hijo de Dios asumió un cuerpo humano en el que su Naturaleza Divina tomó el lugar del alma, y a los seguidores de Apolinar de Laodicea, que sostenían que la Naturaleza Divina proporcionaba las funciones del alma intelectual
o superior, los antioquenos insistían en que el Verbo asumió la
plenitud de la humanidad. Desafortunadamente representaban esta naturaleza humana como un hombre completo, y representaban la Encarnación como la asunción de un hombre por el Verbo.
La misma forma de hablar era bastante común entre los escritores
latinos (assumere hominem, homo assumptus) y lo usaban en un sentido
ortodoxo. Aún cantamos en el Te Deum:
"Tu ad liberandum suscepturus hominem", donde debemos entender "ad
liberandum hominem, humanam naturam suscepisti". Pero los escritores
antioquenos no querían decir que el “hombre asumido” (ho lephtheis
anthropos) fuera elevado a una hipóstasis con la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Ellos preferían hablar de synapheia, “reunión”, en vez de enosis, "unificación” y decían que las dos eran una persona
en dignidad y poder, y deben ser adoradas juntas. La palabra persona
en su forma griega prosopon puede significar una unidad jurídica o
ficticia; no implica necesariamente lo que la palabra persona significa
para nosotros, es decir, la unidad de la conciencia y todas las
actividades internas y externas del sujeto. De aquí que no nos sorprenda
encontrar que Diodoro admitía dos Hijos, y que Teodoro prácticamente
hacía dos Cristos y aún así no se puede probar
que hayan hecho dos sujetos en Cristo. Dos cosas son ciertas: primera,
que, creyeran o no en la unidad del sujeto en el Verbo Encarnado, por lo
menos explicaban esa unidad erróneamente; en segundo lugar, que
utilizaron el lenguaje más desafortunado y engañoso cuando hablaron de
la unión de la humanidad con la Divinidad---lenguaje que es
objetivamente herético aunque la intención de los autores fuera buena.
Nestorio, como Teodoro, insistió repetidamente en que no admitía
dos Cristos o dos Hijos y con frecuencia afirmaba la unidad de la
prosopon. Al llegar a Constantinopla llegó a la conclusión de que la teología
muy diferente en boga allí era una forma de arrianismo o error
apolinarista. No se equivocó completamente en esto, como probó el brote
de eutiquianismo veinte años después. En los primeros meses de su pontificado el pelagiano Julián de Eclana
y otros obispos expulsados de su partido le imploraron que reconociera
su ortodoxia y obtuviera su reinstalación. Escribió al menos tres
cartas al Papa San Celestino I para averiguar si estos expulsados habían
sido debidamente condenados o no, pero no recibió contestación (como se
ha repetido frecuentemente), no porque el Papa se imaginara que él no
respetaba la condenación de los pelagianos hechas por el Papa y por el
emperador de Occidente, sino porque añadía en sus cartas, que se han
conservado, denuncias de los supuestos arrianos y apolinaristas de
Constantinopla y al hacerlo daban señales claras de los errores
antioquenos que pronto se conocerían como nestorianos. En concreto,
denunciaba a aquellos que empleaban la palabra Theotokos, aunque estaba
listo para admitirla en cierto sentido: "Ferri tamen potest hoc
vocabulum proper ipsum considerationem, quod solum nominetur de virgine
hoc verbum hoc propter inseparable templum Dei Verbi ex ipsa, non quia
mater sit Dei Verbi; nemo enim antiquiorem se parit." Tal admisión es
peor que inútil, porque implica el completo error de que la Santísima Virgen
no es la madre de la Segunda Persona de la Trinidad. Por lo tanto, es
desafortunado que Loofs y otros que defienden a Nestorio apelen a la
frecuencia con que repetía que aceptaría Theotokos sólo si se entendía
apropiadamente. En la misma carta habla correctamente de “dos
Naturalezas que son adoradas en la única Persona del Unigénito por una
unión perfecta y clara”; pero esto no podía paliar su error de que la
Virgen es madre de una naturaleza, no de la persona (un hijo es
necesariamente una persona, no una naturaleza) ni la falacia: “Nadie
puede dar a luz a un hijo mayor que uno mismo”.
El diácono León, quien como Papa definiría toda la doctrina veinte años después, dio esas cartas a Juan Casiano de Marsella,
que inmediatamente escribió contra Nestorio sus siete libros, "De
incarnatione Christi". Antes de completar su obra, había conseguido
varios sermones de Nestorio, de los que cita en los libros. Él
malinterpreta y exagera las enseñanzas de su oponente, pero su tratado
es importante porque estereotipó para siempre la doctrina que Occidente
aceptaría como nestorianismo. Después de explicar que la nueva herejía
era una renovación del pelagianismo y del ebionismo.
Casiano representa al patriarca de Constantinopla como enseñando que
Cristo es meramente un hombre (homo solitarius) que mereció unirse a la
Divinidad como premio a su Pasión.
Casiano mismo expresa claramente tanto la unidad de persona y la
distinción de las dos naturalezas, aunque la fórmula “dos naturalezas y
una persona” no la enuncia él tan claramente como el mismo Nestorio y la
discusión carece de distinciones y definiciones exactas.
Mientras tanto, Nestorio era atacado por su propio clero y
simultáneamente por San Cirilo, patriarca de Alejandría, que fue el
primero en denunciarle, aunque sin dar su nombre, en una epístola a
todos los monjes de Egipto, entonces le reconvino personalmente por
carta y, finalmente, apeló al Papa. Loofs opina que Nestorio nunca se
hubiera alterado a no ser por San Cirilo, pero no hay razón para
relacionar a San Cirilo con la oposición al heresiarca en Constantinopla
y Roma. Sus rivales Felipe de Side, Proclo y el laico Eusebio (después
obispo de Dorileo), así como el romano León, parecen haber actuado sin
ningún impulso de Alejandría. Se podía esperar que el Papa Celestino
especificara ciertas herejías de Nestorio y que las condenara o que
emitiera una definición de la fe tradicional que estaba arriesgando;
desafortunadamente, no hizo nada de eso. San Cirilo había enviado a Roma
las cartas entre él y Nestorio, una colección de los sermones del
patriarca y una obra propia que había recién compuesto, en cinco libros
"Contra Nestorium". El Papa las mandó a traducir al latín y entonces,
tras reunir el acostumbrado concilio, se contentó con hacer una condena
general de Nestorio y una aprobación general de la conducta de San
Cirilo, mientras que entregaba la ejecución de este vago decreto
a Cirilo, quien, como patriarca de Alejandría, eral el enemigo
hereditario de la enemistad de los teólogos antioquenos y del obispo de
Constantinopla.
Se le requirió a Nestorio que se retractara dentro de diez días.
La sentencia era tan rigurosa como se puede imaginar. El mismo San
Cirilo se sintió obligado a redactar una fórmula de retractación. Con la
ayuda de un concilio egipcio formuló un conjunto de doce anatemas que
simplemente epitoman los errores que ya había señalado en sus cinco
libros "Contra Nestorio", pues el Papa parecía haber concordado con la
doctrina de su obra. Es muy importante hacer notar que hasta este
momento San Cirilo no había basado su caso sobre documentos
apolinaristas y no había adoptado la formula apolinarista mia physis
sesarkomene del Pseudo-Anastasio. No enseña en tantas palabras “dos
naturalezas después de la unión”, pero su obra contra Nestorio, con la
profundidad y precisión de San León, es una admirable exposición de la
doctrina católica, digna de un Doctor de la Iglesia,
que sobrepasa ampliamente el tratado de Casiano. Los doce anatemas no
son tan afortunados, ya que San Cirilo era un escritor algo difuso y su
solitario intento de brevedad hay que leerlo en conexión con la obra que
resume.
Andrés de Samosata y el gran Teodoreto de Ciro atacaron inmediatamente los anatemas, a nombre de Juan, patriarca de Antioquía y en defensa de la escuela antioquena. El primero escribió en Antioquía; sus objeciones fueron adoptadas por un sínodo
que tuvo lugar allí y fueron enviadas a San Cirilo como la postura
oficial de todos los obispos orientales. San Cirilo preparó
contestaciones por separado a estos dos antagonistas, y trató a Andrés
con más respeto que a Teodoreto, con quien se mostró desdeñoso y
sarcástico. Teodoreto era sin duda el mejor de toda la escuela de
Alejandría en talento y sabiduría, pero en este momento no era rival
para él como teólogo. Tanto Andrés como Teodoreto se mostraron capciosos
e injustos; en el mejor de los casos prueban a veces que las palabras
de San Cirilo eran ambiguas e inapropiadas.
Ellos sostenían la objetable fraseología antioquena, respetaban la unión hipostática (enosis kath hypostasin) así como la physike enosis tan heterodoxa como sin base bíblica.
Esta última expresión es ciertamente inadecuada y puede confundir.
Cirilo tuvo que explicar que no estaba resumiendo o definiendo la fe
sobre la Encarnación, sino simplemente juntando los principales errores
de Nestorio usando las propias palabras del hereje. En sus libros contra
Nestorio ocasionalmente lo había tergiversado, pero en los doce
anatemas hizo un retrato fiel de la postura de Nestorio, pues de hecho
Nestorio no negó como propias las proposiciones, ni Andrés de Samosata
ni Teodoreto negaron favorecerlas. Los anatemas fueron ciertamente
aprobados en general por el Concilio de Éfeso,
aunque la Iglesia nunca los adoptó formalmente. Nestorio por su parte
respondió con un conjunto de doce contra-anatemas. Algunos iban
dirigidos contra los enseñanzas de San Cirilo, otros atacan errores que
San Cirilo ni siquiera soñó enseñarlos, por ejemplo que a través de la
unión la Naturaleza Humana de Cristo se convirtió en no-creada y sin
principio, una conclusión bastante tonta que después se asignó a la secta del monofisismo llamada Actistetae. En conjunto el nuevo programa de Nestorio enfatizaba su antigua postura, como también hicieron los violentos sermones que predicó contra San Cirilo.
No tenemos dificultad en definir la doctrina de Nestorio hasta donde a palabras se refiere: María no dio a luz a Dios como tal (verdad) ni al Verbo de Dios
(falso), sino al órgano, el templo del Dios Padre. El hombre Jesucristo
es el templo “la púrpura animada del rey”, como dice en un elocuente
pasaje. El Dios Encarnado ni sufrió ni murió, sino que levantó de entre
los muertos a Aquel en quien se había encarnado. El Verbo y el Hombre
han de ser adorados juntos, y añade: dia ton phorounta ton phoroumenon
sebo (A través de Aquel que lleva adoro al que es llevado). Si San Pablo
habla del Señor de la Gloria crucificado, quiere decir el hombre por
“el Dios de la Gloria”. Hay dos naturalezas, dice, y una persona; pero
de las dos naturalezas se habla regularmente como si fueran dos personas
y las palabras de la Escritura sobre Cristo deben ser adjudicadas unas
al hombre, otras al Verbo. Si se llama a María Madre de Dios, sería
endiosarla y los gentiles se escandalizarían.
Esto es todo malo en lo que a palabras se refiere. Pero ¿no
quiso Nestorio decir algo mejor que lo que expresaron sus palabras? No
todos los obispos orientales eran no creyentes en la unidad de sujeto en
el Cristo Encarnado y de hecho San Cirilo hizo las paces con ellos en
433. Uno puede señalar que Nestorio enfáticamente declaró que hay un
Cristo y un Hijo, y San Cirilo mismo preservó para nosotros algunos
pasajes de sus sermones que el santo
admite como perfectamente ortodoxos y, por lo tanto, completamente
inconsistentes con el resto. Por ejemplo: “¡Grande es el misterio de los
dones! Pues este infante visible, que parece tan joven, que necesita
pañales para su Cuerpo, que en la sustancia que vemos es recién nacido,
es el Hijo Eterno, como está escrito, El Hijo que es el Hacedor de todo,
el Hijo que junta en los ropajes de su poder toda la creación que de
otra manera se disolvería en la nada”. Y en otra ocasión: “Hasta el Niño
es el Dios Todopoderoso, y así, oh, Arrio, es Dios Verbo de ser sujeto
de Dios”. Y: “Reconocemos la humanidad del Niño y su Divinidad; la
unidad de su filiación la guardamos en la naturaleza de la humanidad y
divinidad.”
Probablemente sólo hubiera sido justo para Nestorio admitir que
intentó completamente salvaguardar la unidad de sujeto en Cristo; pero
dio explicaciones equivocadas respecto a la unidad y sus enseñanzas
llevaron lógicamente
a dos Cristos, aunque él no admitiría este hecho. No sólo sus palabras
son inductoras al error, sino también la doctrina subyacente en ellas, y
tienden a destruir el significado completo de la Encarnación. Es
imposible negar que tanto las doctrinas como las palabras que llevan a
tales consecuencias constituyen herejía. Por lo tanto, fue condenado
inevitablemente. Reiteró los mismos puntos de vista veinte años después
en el "Bazar de Heráclides", lo que muestra que no hubo cambio de
opinión, aunque declara su adhesión al Tomo de San León.
Después que el emperador había convertido en ley el Concilio de 431, el partido antioqueno no cedió inmediatamente. Pero el Papa San Sixto III, que había sucedido
a San Celestino, confirmó el concilio, el cual fue aceptado por todo
Occidente. Antioquía quedó así aislada y al mismo tiempo San Cirilo se
mostró dispuesto a dar explicaciones. Los patriarcas de Antioquía y
Alejandría acordaron un “credo de unión” en 433 (ver Eutiquianismo).
Andrés de Samosata y otros no lo aceptaron, sino que declararon que la
palabra "Theotokos" era herética. Teodoreto reunió un concilio en
Zeuguma que rehusó anatematizar a Nestorio. Pero el prudente obispo de
Ciro luego de un tiempo percibió que en el “credo de unión” Antioquía
ganaba más que Alejandría, así que aceptó el un tanto vacío compromiso.
Él mismo dice que recomendaba la persona de Nestorio mientras
anatematizaba su doctrina.
Al morir San Cirilo en el año 444, surgió un nuevo estado de
cosas al desaparecer la mano firme que refrenaba a sus intemperantes
seguidores. El amigo de Nestorio, el conde Ireneo, se había convertido
en obispo de Tiro y era perseguido por el partido de de Cirilo, al igual que Ibas, obispo de Edesa,
que había sido un gran maestro en esa ciudad. Estos obispos, junto con
Teodoreto y Domno, el sobrino y sucesor de Juan de Antioquía, fueron
depuestos por Dióscoro de Alejandría en el Concilio Ladrón de Éfeso
(449). Ibas estaba imbuido de la teología antioquena, pero en su famosa
carta a Maris el persa desaprueba a Nestorio tanto como a Cirilo, y en
el Concilio de Calcedonia
estaba dispuesto a gritar mil anatemas a Nestorio. El y Teodoreto
fueron ambos reinstalados por dicho concilio y parece que ambos creyeron
que el Tomo de San León era una rehabilitación de la teología
antioquena. Lo mismo creyeron los monofisitas que veían en San León al
adversario de las enseñanzas de San Cirilo. Nestorio, en su exilio, se
alegró de este cambio en la política romana, tal como él creía. Loofs,
seguido por muchos escritores, incluso católicos, opina igual. Pero San
León creía estaba completando y no deshaciendo la obra del concilio de
Éfeso, y de hecho su enseñanza no es más que una forma más clara de las
anteriores enseñanzas de Cirilo tal como las había expuesto en los cinco
libros contra Nestorio. Pero es verdad que la última fraseología de
Cirilo, de la que las dos cartas a Succenso son el tipo, se basa en la
fórmula que se sintió obligado a adoptar de un tratado apolinarista que
se creía que era de su gran predecesor San Atanasio:
mia physis ton Theou Logou sesarkomene. San Cirilo hallaba incómoda
esta fórmula, como muestra la forma en que la trata, y de hecho se
convirtió en la consigna de la herejía. Pero San Cirilo hizo lo mejor
que pudo por entenderla en un sentido correcto y se sale de su camino
para admitir dos naturalezas hasta después de la unión en theoria, una
admisión que iba a salvar al mismo Severo de una buena parte de su
herejía.
Es fácilmente explicable que Loofs y Harnack no perciban la
diferencia vital entre los antioquenos y San León, puesto que no creen
en la doctrina católica de las dos naturalezas y por consiguiente no
captan la perfectamente simple explicación dada por San León. Así como
algunos escritores declaran que los monofisitas siempre tomaron physis
en el sentido de hipóstasis, así Loofs y otros mantienen que Nestorio
tomó hipóstasis siempre en el sentido de physis, y que quería decir por
dos hipóstasis no más de lo que quería decir por dos naturalezas. Pero
las palabras parecen haber tenido significados perfectamente definidos
para todos los teólogos del período. Es probable que los monofisitas
las distinguieran
y todos admiten que incuestionablemente querían decir por hipóstasis
una naturaleza subsistente. Es bastante obvio que Nestorio no puede, por
el contrario, haber creído que naturaleza significaba lo mismo que
hipóstasis, y que ambas significaran esencia, por tres razones: primera,
él no pudo haber querido decir algo tan absolutamente opuesto al
significado dado a la palabra hipóstasis por los monofisitas; segundo,
si quería decir naturaleza por hipóstasis no le quedaba ninguna palabra
para “subsistencia” (ya que ciertamente usó ousia queriendo decir
“esencia” en vez de “subsistencia”); tercero, toda la doctrina de
Teodoro de Mopsuestia, y la propia negación de Nestorio a admitir casi
cualquier forma de communicatio idiomatum, nos fuerza a tomar sus “dos
naturalezas” en el sentido de naturalezas subsistentes.
Los críticos modernos también consideran que la doctrina ortodoxa
de los griegos contra el monofisismo---de hecho la doctrina de
Calcedonia tal cual se defendió durante muchos años---era prácticamente
la doctrina antioquena o nestoriana, hasta que Leoncio la modificó en el
sentido de la conciliación. Esta teoría es completamente arbitraria,
pues de Calcedonia en adelante no hay controversista ortodoxo alguno que
nos haya dejado texto alguno considerable en griego por el que podamos
juzgar hasta que punto Leoncio fue un innovador. En todo caso, sabemos,
por los ataques de los mismos monofisitas, que aunque consideraban a sus
oponentes católicos como cripto-nestorianos, al hacerlo así los
distinguían de los verdaderos nestorianos que profesaban abiertamente
dos hipóstasis y condenaban la palabra Theotokos. De hecho podemos decir
que después de que Juan de Antioquía y Teodoreto hicieron las paces con
San Cirilo, no volvió a oírse hablar en el mundo griego de la teología
antioquena. La escuela
había sido distinguida pero pequeña. En la misma Antioquía, en Siria y
en Palestina, los monjes, que tenían muchísima influencia, eran
seguidores de Cirilo, y una gran parte de ellos acabaron siendo
monofisitas. Era más allá del mundo griego que el nestorianismo tendría
su desarrollo.
Había en Edesa una famosa escuela para persas, que probablemente había sido fundada en los días de San Efrén, cuando Nisibis había dejado de pertenecer al imperio romano (363). Los cristianos de Persia habían sufrido terrible persecución y la Edesa romana había atraído a persas para el estudio pacífico. Bajo la dirección de Ibas, la escuela persa de Edesa se empapó de la teología antioquena. Pero Rábulas,
el famoso obispo de Edesa, aunque se había mantenido aparte de San
Cirilo en el Concilio de Éfeso junto con otros obispos del patriarcado
antioqueno, después del concilio se convirtió en un convencido y hasta
violento seguidor de Cirilo, e intentó lo que pudo contra la escuela de
los persas. El mismo Ibas le sucedió. Pero a la muerte de su protector
(457) los persas fueron expulsados de Edesa por los monofisitas, que se
convirtieron en todopoderosos. Entonces Siria se convirtió en monofisita
y surgieron Filoxeno
y muchos otros escritores. Persia se hizo nestoriana. De los exilados
de Edesa a su propio país, nueve llegaron a ser obispos, incluidos
Barsumas, o Barsauma, de Nisibis y Acacio de Beit Aramage. La escuela de
Edesa se cerró por fin en 489.
En este momento, la iglesia de Persia era autónoma, habiendo
renunciado a toda sujeción a Antioquía y a los obispos “occidentales” en
el concilio de Seleucia en 410. El superior eclesiástico de todos ellos era el obispo de Seleucia-Tesifonte, que había asumido el rango de catholicos. Este prelado
era Babaeus o Babowai (457-84) en tiempos de la llegada de los
profesores nestorianos de Edesa. Parece que los recibió con los brazos
abiertos. Pero Barsauma, una vez que fue obispo de Nisibis,
cerca de la gran ciudad de Edesa, rompió con el débil catholicos y en
un concilio celebrado en Beit Lapat en abril de 484, pronunció su
deposición. Ese mismo año Babowai fue acusado ante el rey de conspirar
con Constantinopla y fue matado
cruelmente, colgado por el dedo anular y, se dice, crucificado y
azotado. No hay suficiente evidencia para la historia de que fue
Barsauma quien lo acusó.
El obispo de Nisibis era, en todo caso, muy estimado por el rey
Peroz (457-84) y había logrado convencerle de que sería una buena cosa
para Persia que los cristianos persas fueran todos de naturaleza
distinta de los del imperio y no tuvieran tendencia a inclinarse hacia
Antioquía y Constantinopla, que no estaban oficialmente en la línea de
influencia del "Henoticon"
de Zenon. Así pues, los cristianos que no fueran nestorianos fueron
expulsados de Persia. Pero generalmente no se considera confiable la
historia de esta persecución,, tal como la narra la carta de Simeón de
Beit Arsam; el número de 7,700 mártires
monofisitas es bastante increíble. Solo la ciudad de Tagrit permaneció
monofisita. Los armenios, sin embargo no se convirtieron y en 491
condenaron en Valarsapat al Concilio de Calcedonia, a San León y a
Barsauma. Peroz murió en 484, poco después de haber asesinado a Babowai y
el enérgico obispo de Nisibis tenía menos que esperar de su sucesor,
Balash.
Aunque al principio Barsauma se oponía al nuevo catholicos, en
agosto de 485 Acacio se entrevistó con él y se sometió reconociendo la
necesidad de estar sujeto a Seleucia. Sin embargo, se excusó de estar
presente en el concilio de Acacio de 484 en Seleucia, en el que
estuvieron presentes doce obispos. En esta asamblea se afirmó la
teología antioquena y se repitió un canon de Beit Lapat que permitía el
matrimonio del clero. El concilio declaró que despreciaban la
vanagloria y se sintieron forzados a humillarse a sí mismos para poner fin al horrible escándalo clerical que no edificaban a los magos persas ni a los fieles; por lo tanto, decretaron que los clérigos debían emitir un voto de castidad,
los diáconos podían casarse, y que en el futuros no serían ordenados
sacerdotes excepto los diáconos que tuvieran una esposa legal e hijos.
Aunque no se daba permiso a los sacerdotes u obispos para casarse
(porque iba contra los cánones de la Iglesia Oriental),
parece que en la practica se toleró, posiblemente para regularizar las
uniones ilícitas. El mismo Barsauma parece haberse casado con una monja
llamada Mamoé, aunque según Mare, fue por inspiración del rey Peroz y
fue solo un matrimonio de nombre con la intención de que la fortuna de
la señora no fuera confiscada.
La Iglesia Persa estaba ahora organizada, aunque no estaba
completamente unida, estaba formalmente comprometida con la teología
antioquena. Sin embargo, Acacio cundo fue enviado como legado del rey a
Constantinopla, fue obligado a aceptar el anatema contra Nestorio para
ser recibido en la comunión allí. A su regreso se quejaba amargamente de
ser llamado nestoriano por el monofisita Filoxeno, declarando que “no sabía nada” de Nestorio. Sin embargo, Nestorio siempre ha sido venerado como santo por la Iglesia Persa.
Solo faltaba una cosa para la iglesia nestoriana: necesitaba escuelas
teológicas propias para que su clero pudieran defender sus argumentos
teológicos sin ser tentados para estudiar en centros ortodoxos del
Oriente o en las numerosas y brillantes escuelas que los monofisitas
estaban estableciendo. Barsauma abrió una escuela en Nisibis que se
convertiría en más famosa que la de Edesa. El rector era Narses el leproso, un escritor muy prolífico, del que se ha preservado poco. Esta universidad tenía un solo colegio, con la vida regular de un monasterio. Sus reglas se guardan aún (ver Nisibis).
En algún momento llego a tener 800 estudiantes y su gran doctor fue
Teodoro de Mopsuestia. Sus comentarios se estudiaban en las traducciones
de Ibas y tratadas casi como infalibles. Se adoptó el canon de las
escrituras de Teodoro como sabemos por el "De Partibus Divinae Legis" de
Junilius, (P.L., LXVIII y ed. por Kihn), obra que es una traducción y
adaptación de las conferencias publicadas por un cierto Pablo, profesor
en Nisibis. El método es aristotélico
y debe haber entrado en contacto con el renacimiento aristotélico que
se dio en Grecia y asociado principalmente al nombre de Filópono y en
Occidente con el de Boecio. La fama de este seminario teológico fue tan grande que el Papa San Agapito I y Casiodoro quisieron fundar uno similar en Italia,
aunque resultó imposible en esos agitados días. Sin embargo el
monasterio de Casiodoro en Vivario se inspiró en el de Nisibis. Hubo
otras escuelas importantes en Seleucia y otros sitios, hasta en pequeñas
ciudades.
Barsauma murió entre 492 y 495, Acacio en 496 ó 497, Narses
parece que vivió algo más. La iglesia nestoriana que fundaron, aunque
separada de la Iglesia Católica por exigencias políticas, nunca intentó
hacer otra cosa que practicar una autonomía como la de los patriarcados
orientales. Su herejía
consistía principalmente en su negación a aceptar los Concilio de Éfeso
y Calcedonia. Es interesante notar que ni Junilio ni Casiodoro hablan
de la escuela de Nisibis como herética. Probablemente eran conscientes
de que no era muy ortodoxa, pero los persas que aparecían en los Santos
Lugares como peregrinos o en Constantinopla pueden haber parecido como católicos por su odio a los monofisitas, que eran los grandes enemigos en Oriente.
La enseñanza oficial de la iglesia nestoriana en tiempos del rey
Cosroes (Khusran) II nos ha llegado bien en el tratado
"De unione" compuesto por el enérgico monje Babai el Grande, preservado
en un manuscrito
del que Labourt ha sacado extractos . Babai niega que
hipóstasis y persona tengan el mismo significado. Una hipóstasis es una
esencia (ousia) singular que subsiste en su ser independiente,
numéricamente uno, separado de otros por sus accidentes. Una persona es esa propiedad de la hipóstasis que la distingue de otros (esto parece más bien “personalidad”
que “persona”) como siendo ella misma y no otra, así que Pedro es Pedro
y Pablo es Pablo. Como hipóstasis Pedro y Pablo no se distinguen puesto
que tienen las mismas cualidades específicas, pero se distinguen por
sus cualidades particulares, su sabiduría u otra cosa, su altura y su
temperamento etc. Y puesto que la propiedad singular que posee la
hipóstasis no es la hipóstasis misma, la propiedad particular que la
distingue se llama “persona”.
Parece que Babai quiere decir que “un hombre” (individuum vagum)
es la hipóstasis, pero no la persona, hasta que se añaden las
características individuales por las que se sabe que es Pedro o Pablo.
Esto no es de modo alguno lo mismo que la distinción entre naturaleza e
hipóstasis, ni se puede afirmar que por hipóstasis Babai quisiera decir
que deberíamos decir naturaleza específica y por persona lo que debemos
llamar hipóstasis. La teoría parece ser un intento sin éxito para
justificar la formula tradicional nestoriana: dos hipóstasis en una
persona. Respecto a la naturaleza de la unión, Babai cae en el dicho
antioqueno de que es inefable y prefiere las metáforas
usuales---asunción, inhabitación, templo, vestidura, reunión---a
cualquier definición de unión. Rechaza la communicatio idiomatum porque
crea confusión de la naturaleza, pero permite un cierto” intercambio de
nombres”, que explica con gran cuidado.
Los cristianos persas fueron llamados “orientales “o
“nestorianos” por sus vecinos del oeste. Se daban a si mismo el nombre
de caldeos, pero esta denominación está generalmente reservada para una
gran parte de los restos aun existentes que se han unido a la Iglesia
Católica. La situación de estos Uniatas, así como la rama en la India
conocidos como cristianos malabares, se describe en Cristianos Caldeos. La historia de la iglesia nestoriana aparece en el artículo Persia. Los nestorianos también penetraron en China y Mongolia
y dejaron detrás de ellos una piedra inscrita, colocada en febrero de
781, que describe la introducción del cristianismo en China desde Persia
en el reinado de T'ai-tsong (627-49). La piedra se halla en Chou-Chih,
50 millas al sur de Sai-an Fu, que en el siglo VII era la capital de
China. Se le conoce como “el monumento nestoriano”
http://ec.aciprensa.com/wiki/Nestorio_y_Nestorianismo
Interesange y extenso tema!! Me encanta la historia de el cristianismo!!
ResponderEliminar