La Peseta...Su historia
El 28 de Febrero de 2002 la Peseta perdió su curso legal y sólo conservó su valor de canje
A partir del 1 de enero de 1999, el euro se convertía en la nueva moneda europea que, mediante un proceso de transición, sustituyó a todas las monedas
nacionales de los países participantes en la Unión Monetaria Europea.
El 1 de marzo de 2002 el euro, después de dos meses de convivencia con
la peseta, del 1 de enero al 28 de febrero de ese mismo año, pasó a ser
la única divisa válida en España.
La implantación de la moneda
única en la llamada Zona Euro abrió la posibilidad de poder utilizar la
misma moneda en cualquier país perteneciente a la Unión Monetaria
Europea. No obstante, la adaptación a la nueva moneda supuso, sin duda,
un gran reto para los doce países europeos que aceptaron integrarse en
la Zona Euro y muchas son las personas a las que el paso de la de la
antigua moneda al euro les supuso, e incluso les sigue suponiendo, una
ardua tarea, especialmente a algunos colectivos más sensibles. Por ello,
para ayudar en la etapa de cambio a los castellano-manchegos, el
Gobierno regional aprobó y llevó a cabo el Plan Regional de Transición
al Euro.
Después de algo más
de seis años con esta nueva moneda, la gran mayoría de las personas ya
se han acostumbrado a ella, incluso los más jóvenes no tienen conciencia
de haber utilizado otra, pero también hay quien se resiste y no puede
evitar seguir “pensando en pesetas”, una moneda que fue utilizada en
España durante 134 años y que merece un nostálgico homenaje.
Transición al euro y desaparición de la peseta
Aunque
el 28 de febrero de 2002 fue la fecha en la que la peseta dejó de ser
moneda de curso legal, el 1 de enero de ese mismo año todos los
ciudadanos pudimos empezar a efectuar nuestros pagos cotidianos con la
nueva moneda, el euro.
Pero antes de esta fecha, existió una
etapa transitoria, que se inició el 1 de enero de 1999 para fijar la
conversión del euro en cada país participante.
En el caso de
España, se trataba de establecer cuántas pesetas equivalían a un euro,
una proporción que quedó fijada en 166,386 pesetas.
El tipo de
cambio fijado por unanimidad de los Estados miembros que inicialmente
adoptaron la moneda única fue obligatorio a partir del 1 de enero de
1999, fecha a partir de la cual se pudo utilizar el euro en las
transacciones, a excepción de los cobros y pagos en efectivo, para los
que se siguieron usando las monedas y billetes de cada país hasta el 1 de enero de 2002.
El
1 de septiembre de 2001 comenzó la distribución de monedas y billetes
en euros para entidades financieras y grandes superficies comerciales y
el 1 de diciembre para el resto del sector comercial y hostelero a
través de las entidades financieras.
A partir del 15 de diciembre
2001, los ciudadanos ya podíamos conseguir euros en las entidades
financieras por un importe equivalente a 2.000 euros persona, de manera
que el 1 de enero de 2002 quedó ampliado el uso del euro a los cobros y
pagos en efectivo, aunque la peseta siguió siendo válida como medio de
pago en curso legal con pleno poder liberatorio, en cuanto una
subdivisión del euro al tipo de conversión, hasta el 28 de febrero de
2002, momento en el que la peseta perdió su curso legal y sólo conservó,
de momento, su mero valor de canje.
Por tanto, los poseedores de
pesetas que quisieran emplear sus monedas y billetes en transacciones
económicas, no tenía otra opción a partir de aquel momento que
canjearlos por euros en los Bancos Centrales Nacionales y otras
entidades financieras colaboradoras.
Además, a partir del 1 de
julio, el canje de billetes y monedas denominados en pesetas por euros
se empezó a llevar a cabo exclusivamente por el Banco de España.
Nuevas monedas y billetes denominados en euros
La emisión de euros es autorizada por el Banco Central Europeo.
Los
billetes son de cinco, diez, veinte, cincuenta, cien, doscientos y
quinientos euros. Cada uno tiene un tamaño, acorde a su valor, y un
color dominante, que en el de cinco euros es el gris; en el de diez, el
rojo; en el de veinte, el azul; en el de cincuenta, el naranja, en de
cien, el verde; en el de doscientos euros el color predominante es un
amarillo que se aproxima a un color castaño y en el de quinientos
predomina el color púrpura.
Las monedas son ocho con valores de
un, dos, cinco, diez, veinte y cincuenta céntimos y un y dos euros.
Tienen una cara común para todos los países y una cara nacional.
A
parte de por su valor, se diferencian en tamaño, peso y color. Las
monedas de un, dos y cinco céntimos son de cobre, las de diez, veinte y
cincuenta céntimos son de oro nórdico y de color amarillo, mientras que
la de un euro tiene el exterior amarillo y el interior blanco y la de
dos euros posee el exterior blanco y el interior amarillo.
No
obstante, dada la similitud de tamaños y colores entre unas y otras
monedas, son frecuentes las confusiones, especialmente en el caso de las
personas mayores, lo que no ocurre curiosamente en el caso de los
invidentes, que las diferencian por las formas y ranuras que tienen las
monedas en sus cantos, diseñadas y concebidas para que este colectivo
pudieran diferenciarlas.
La euroetiqueta
Ante
el proceso de introducción del euro, mediante la utilización de la
euroetiqueta se pretendió dar confianza para la incorporación de la
nueva moneda en la vida cotidiana de los ciudadanos, una labor
especialmente importante en el sector del comercio y la hostelería,
colaborando así a formar al consumidor al mismo tiempo que contribuía a
inspirarle confianza.
Mediante la exhibición voluntaria de la
euroetiqueta, los comercios se comprometían a cumplir una serie de
normas, como la doble indicación de los precios (en pesetas y en euros)
de los productos o servicios ofrecidos, el suministro de información
sobre el euro, la aplicación de las reglas de conversión y redondeo
oficiales, etc.
Los establecimientos de servicios, comercio y
hostelería que desearon adherirse a la eurotiqueta voluntariamente la
tuvieron que solicitar en las asociaciones empresariales y de
consumidores, cámaras de comercio, observatorios del euro, oficinas
municipales de información al consumidor y consejerías de consumo.
Junto
a la etiqueta, se obtenía un certificado mediante la firma del
compromiso de los comerciantes de respetar los principios del Código de
buenas prácticas en sus establecimientos.
Durante la etapa de cambio, el Gobierno de CLM constituyó instrumentos para favorecer la transición
Para
favorecer la implantación del euro, el Gobierno de Castilla-La Mancha
constituyó una Comisión Regional, preparándose así para la primera fecha
trascendental en el cambio de moneda, el 1 de enero de 1999, fecha
fijada para la adopción definitiva del tipo de equivalencia entre el
euro y cada una de las monedas nacionales.
Posteriormente, de
cara a la implantación definitiva del euro como moneda de curso legal el
1 de enero de 2002, segunda fecha crítica, se aprobó en el Consejo de
Gobierno un Plan Regional de Transición al Euro para preparar a la
Administración a funcionar en euros, así como para ayudar y quitar
temores en el ámbito de la sociedad castellano-manchega.
El Banco
de España y el Ministerio de Economía desarrollaron una campaña de
información para la transición al euro, con la que el Gobierno regional
colaboró organizando cursos y jornadas dirigidos tanto a colectivos
sensibles a los que llega con más dificultad la información, como a
colectivos con gran capacidad para trasladar información a la sociedad,
como son los periodistas.
Además, se constituyó un Observatorio
del Euro, donde representantes de la Administración regional,
comerciantes, pequeños y medianos empresarios, profesionales autónomos y
consumidores y usuarios en general realizaron una importante labor de
cara a evitar acciones que pudiesen perjudicar el bolsillo de los
ciudadanos por no realizar correctamente el cambio de la peseta al euro,
sobre todo en el tema del redondeo de los céntimos.
La peseta, moneda nacional durante 134 años
Tras
130 años de historia, la peseta cotizó el 30 de diciembre de 1998 por
última vez como moneda independiente en los mercados financieros.
El 31 de diciembre de ese mismo año, a las 11.00 horas, el Banco de España cerró sus ventanillas.
Dos
horas después, el entonces vicepresidente del Gobierno de España,
Rodrigo Rato, aceptó formalmente en Bruselas que la histórica unidad
monetaria española se convirtiera en una fracción del euro.
En ese momento, “el euro pasaría a sustituir a la peseta como la moneda
del sistema monetario español”, recordó el día anterior en una nota el
Banco de España.
La peseta se jubiló el 1 de marzo de 2002, tras muchos años de duro trabajo y de cambiar de mano continuamente.
Se
acabó la peseta dando paso al euro, tras 134 años prestando sus
servicios y después de haber dejado su cara a reyes y personajes de la
historia y la política española desde 1868.
El 19 de junio de
2001 fue el último día que se fabricaron monedas en pesetas y unos meses
antes, en noviembre de 2000, se había puesto fin a la fabricación de
billetes.
Primeras acuñaciones de la peseta
La
moneda es fiel reflejo de la Historia: los 134 años en los que la
peseta ha mandado en la economía de España han visto pasar
acontecimientos trascendentales en la conformación de lo que hoy es la
vida de los españoles. Por ello, la historia de la peseta es la
historia de los hombres y mujeres españoles que entraban en el mundo
moderno.
Sin ser todavía moneda oficial, la primera pieza con
denominación de “peseta” se acuñó en la Barcelona ocupada por las tropas
francesas de Napoleón, siendo rey su hermano José I. En esta primera
acuñación de la peseta figura en el anverso el valor nominal y en el
reverso el escudo de la capital catalana.
Pero el nacimiento de
la peseta como unidad monetaria tuvo lugar por Decreto del Gobierno
provisional, formado tras el derrocamiento de la Reina Isabel II, el 19
de octubre de 1868, fecha en la que un decreto presentado por el
ministro de Hacienda del Gobierno Provisional, Laureano Figuerola,
estableció la peseta como unidad del nuevo sistema monetario español,
basado en el sistema métrico decimal.
Hasta 1868 en España había
varias casas de moneda o cecas (las de Sevilla, Segovia, Barcelona,
Madrid, etc.) que daban servicio a todo el territorio nacional. En 1869
el Gobierno Provisional decide cerrar las casas de moneda y centralizar
toda la producción existente en la de Madrid, núcleo de la que después
sería la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre-Real Casa de la Moneda.
La
primera peseta de curso legal se acuño en 1869 bajo la firma del
grabador principal de la Casa de la Moneda de Madrid, Luis Marchionni, y
figura el título de “Gobierno Provisional”, referido al Ejecutivo
revolucionario encabezado por el general Francisco Serrano, y la
representación de “Hispania”.
En su anverso figuraba una matrona,
representación de “Hispania”, postrada sobre los Pirineos, con el Peñón
de Gibraltar a sus pies y con una rama de olivo en la mano. En el
reverso aparecía el escudo de España conforme había sido establecido por
el Gobierno Provisional.
Esta peseta fue una moneda
controvertida, pues carecía del nombre de la nación, pero meses más
tarde se paró su fabricación cambiándose la leyenda por “España”.
La peseta a través de la historia de España
Desde
las primeras piezas de 1869 hasta las últimas pesetas acuñadas, las
monedas han tenido diferentes valores, tamaños, metales o aleaciones de
metales y distintos motivos en sus anversos y reversos.
Durante
la larga pervivencia de nuestro sistema monetario se producen algunas
variaciones que afectan a los tipos. De conformidad con lo establecido
en 1868, se mantiene en el reverso el escudo con las armas de España,
pero con la adición del escusón de las casas reinantes al ser restaurada
la Monarquía.
Así, la cruz de Saboya en los dos años que Amadeo I
reina en España y las lises que ostentarán las monedas de Alfonso XII,
Alfonso XIII y Juan Carlos I aportan, respectivamente, el elemento
identificativo de la dinastía italiana y la monarquía borbónica. El
tradicional escudo de los Reyes Católicos durante la etapa franquista
volverá a tener su lugar en la moneda casi quinientos años después.
Los
anversos sustituyen la representación de Hispania por la efigie real,
que será grabada, lo mismo que los reversos, por los sucesivos artistas a
quienes se encomienda tal tarea por su condición de grabadores
generales: Luis Marchionni es el autor del retrato de Amadeo I; Gregorio
Sellán, del retrato de Alfonso XII y los dos primeros de Alfonso XIII
niño, popularmente llamados pelón y bucles. Bartolomé Maura representa
al rey a los diez años y con uniforme de cadete, siendo Enrique Vaquer
quien graba los cuños para la moneda desde 1923.
La
Segunda República marcará la ruptura tipológica, introduciendo motivos
de inspiración republicana acordes con el carácter político del nuevo
gobierno. En la primera acuñación republicana reapareció la matrona
Hispania con un ramo de olivo en la mano.
En plena Guerra Civil,
en 1937, nacieron las rubias, al cambiarse el metal de la peseta por una
aleación de cuproníquel de color dorado. La imaginación popular otorgó
el color rubio a la larga melena del retrato femenino que aparece.
Las
pesetas de papel comienzan a imprimirse durante la guerra Civil, debido
a que la industria bélica necesita metal para fabricar las vainas de
las balas.
La abundante circulación de billetes y el acaparamiento de plata durante la guerra hicieron que las monedas apenas circulasen.
La
carencia de metales se puso de manifiesto en la II República y la
Guerra Civil. La Fábrica Nacional de la Moneda y Timbre emitió discos de
cartón fibra en los que se pegaban sellos con diferentes valores,
adquiridos en los estancos.
En plena Guerra Civil, desde los
gobiernos locales a las fuerzas armadas, pasando por sindicatos y
comunidades, emitieron como moneda piezas de los más pintorescos
materiales.
En 1980 se modificó el reverso de las monedas, con la leyenda conmemorativa del Mundial de Fútbol
El
Gobierno de Franco acuñó nuevas piezas, pero mantuvo la peseta como
unidad del sistema monetario. Las antiguas monedas de cobre (perra chica
y perra gorda) fueron relevadas por piezas de aluminio de 5 y 10
céntimos. La unidad del sistema se acuñó en bronce (por eso se le llamó
“rubia”) con el busto de Franco en el anverso, y se recuperó el duro,
que se había dejado de emitir en plata en 1899. El duro empezó siendo de
níquel y gran tamaño, pero lo acaparaban los industriales en los
difíciles tiempos de la posguerra. Más pequeño, y en aleación de níquel y
cobre, pervivió 40 años, para ser retirado en 1997.
Las monedas
con la imagen del rey Juan Carlos I se comenzaron a acuñar en 1975. En
1980 se modificó el reverso con la leyenda “ESPAÑA 82”, conmemorativa
del Mundial de Fútbol.
A partir de 1990 se impone una renovación
tipológica en la que los motivos son diferentes cada año, excepto en las
monedas de 1 y 500 pesetas, desarrollándose así la intención
conmemorativa que empezó en 1980 con la serie del Mundial de Fútbol y
rompiéndose la tradición de que en el anverso estuviera la efigie del
gobernante y en el reverso el escudo de España, que fue cambiado por
motivos alusivos a las comunidades autónomas y a manifestaciones
artísticas y culturales. Desaparece el cobre y se fabrica exclusivamente
en aluminio, convirtiéndose en una de las monedas más pequeñas del
mundo.
http://www.lacerca.com/noticias/reportajes/despues_anos_peseta_euro-28547-1.html
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