miércoles, 4 de marzo de 2020

POBLADORES PRERROMANOS,LOS VETONES Y LAS CUEVAS-SANTUARIO IBERICAS



Los Vetones (en latín vettones) eran los habitantes del occidente de la península ibérica. Estaban asentados entre los ríos Duero y Tajo, y su territorio se correspondería con las actuales provincias de Ávila, Salamanca, y parte de Cáceres, Toledo y Zamora, llegando incluso a la parte oriental de Portugal.





Dados los datos arqueológicos y epigráficos de los que se dispone resulta factible afirmar que estos pueblos (segun las fuentes clásicas) que han asimilado a la cultura vetona gozaban de un tipo de sociedad compleja en el que sin duda se daría un poblamiento jerarquizado manifestado por la desigualdad en el acceso y distribución de los recursos.
El elemento fundamental para determinar la estructura social de los Vetones es el estudio y análisis de las necrópolis en lo referente a la distribución de tumbas y ajuares. Se parte por tanto de que los ajuares y la localización y complejidad constructiva de los diferentes túmulos que conforman la necrópolis poseen una elevada carga social y simbólica que reflejan la distinción social y las relaciones de poder, para llegar a establecer una estructura piramidal que simularía la estructura social, basada en los grupos de edad y la capacidad para ejercer las actividades guerreras de acuerdo con la variedad de objetos presentes en los ajuares.
De este modo se ha determinado la presencia de tumbas de guerreros en las que predominan las armas y los arreos de caballo, tumbas de artesanos evidenciadas por la presencia de elementos de trabajo como punzones y diversas herramientas de hierro, tumbas de mujeres determinadas por la presencia de instrumentos destinados a las labores textiles y domesticas como la fusayolas y algunos escasos elementos de adorno personal y un gran número de tumbas sin ajuar de las que por lo tanto no se pueden extraer una actividad determinada dentro del poblado.

A partir de esta clasificación de los túmulos se puede organizar la estructura piramidal de los Vetones con marcadas diferencias de estatus que determinaría las relaciones de poder dentro de la sociedad vetona. En la cúspide de la pirámide se ubicarían las elites militares caracterizadas por los arreos y bocados de caballo así como las armas de lujo, lo que hace pensar en una supuesta clase gobernante ecuestre que pondría de relevancia la importancia simbólica del caballo presente también en otros objetos como fíbulas, grabados o cerámicas. En el siguiente escalón de la pirámide nos encontraríamos a la amplia masa de guerreros cuyas tumbas están caracterizadas por una panoplia más modesta sin armas lujosas ni elementos relacionados con el uso del caballo. Aun por debajo de los guerreros estarían los artesanos o especialistas como los metalúrgicos, los carpinteros, los alfareros… cuyas herramientas necesarias para el desarrollo de sus actividades no siempre se reflejan en los ajuares aunque la existencia de este grupo es necesaria dadas las características económicas del mundo vetton.
Los Vetones
guerreros en un altar de sacrificio
La presencia en algunos ajuares de herramientas y armas de manera combinada hace pensar en un posible artesano-guerrero a tiempo parcial cuya actividad dependería de las necesidades del momento. En la base de la pirámide de los Vetones nos encontraríamos al grupo más numeroso, relacionado con las tubas pobres sin ajuar, que tradicionalmente se ha asimilado a los individuos de carácter más humilde dedicados a las labores básicas del proceso productivo como la ganadería, el trabajo agrícola o la construcción del poblado y sus defensas. En el caso de las mujeres se diferencia una gradación de modo similar a la expuesta aunque en el caso de sus ajuares resulta más reseñable el estudio de los objetos de adorno más ricos o más pobres ya que el resto de elementos son los relacionados con las actividades domesticas mostrándose la existencia de una fuerte división sexual del trabajo siendo el hombre quien realizaba las tareas económicas más importantes, hecho que se reflejaría en el sistema de descendencia o de prestigio aunque no afectaría necesariamente a las relaciones monogamias que parecen probadas por la presencia de prácticamente el mismo número de hombres que de mujeres.
Los Vetones
guerrero tras ritual de sauna
Del estudio de la distribución de los túmulos dentro de las necrópolis resulta la identificación de agrupamientos específicos de tumbas separadas por aéreas estériles que presumiblemente dispondrían de rituales funerarios homogéneos y en cuyo interior existe un pequeño grupo de tumbas socialmente preeminentes. Estos datos arqueológicos han sido interpretados como el reflejo de un sistema de grupos familiares que determinarían una organización social basada en el régimen gentilicio, también demostrada por la presencia de inscripciones latinas ya tardías presentes en los valles de ríos como el Yeltes, el Duero o el Jerte que determinarían la presencia de diferentes grupos tribales o gens. De este modo los diferentes individuos se hallarían unidos por lazos de consanguinidad y relaciones de parentesco complejas diferenciadas de las presentes en la familia patriarcal romana. Algunas de las características de estos grupos gentilicios, determinadas por Morgan en su estudio de las tribus Iroquesas, son la obligación de no contraer matrimonio dentro de la gens, las obligaciones reciprocas de ayuda, defensa y desagravio de ofensa, los derechos naturales de herencia de tipo lineal y masculino, el derecho de adopción de extraños en la gens, la celebración de ceremonias religiosa comunes o la existencia de un cementerio común, entre otros factores que pueden ser observados en el estudio de las sociedades vettonas. En este punto cabe destacar la capacidad de un grupo familiar o gens de adoptar a extraños que adquirirían los derechos del grupo gentilicio que le acoge, esto es el Hospitium. Estos pactos de hospitalidad también eran aplicables a las aldeas, tratándose entonces de grupos aislados de individuos que eran aceptados por una comunidad, estos pactos solían ser ratificados por escrito mediante pequeñas planchas de bronce llamadas teseras en lengua celtibera, o latina ya en épocas tardías. Con la conquista romana y el proceso de romanización este concepto de hospitium se fue asimilando a la clientela romana, acentuándose los lazos de dependencia personal entre el cliente y el amo que llego a vincularse con conceptos religiosos de fidelidad dando lugar al debotio.
Siguiendo con el estudio de las necrópolis de los Vetones y complementándolo en esta ocasión con los análisis del poblamiento basado en la consideración de las estructuras de habitación las conclusiones obtenidas en materia de paleodemografia han arrojado una esperanza de vida media de unos 30 años y unas poblaciones de entre 160 y 250 habitantes por poblado, aunque concentraciones de población especialmente extensas como Ulaca han podido albergar a unos 1000 habitantes.
Los Vetones
 Castro de Ulaca
En cuanto a las instituciones políticas que regirían la vida diaria en el poblado cabe destacar la posible dualidad de poder entre una magistratura ordinaria de carácter civil y religioso y otra magistratura temporal y extraordinaria de tipo militar. Esta última se basaría en la elección por parte de la asamblea o el consejo de caudillos militares por criterios de valor, elocuencia o pericia personal que las fuentes clásicas han denominado como Hegoumenos. En el caso de la primera magistratura se conjetura con la elección de un rey o autoridad civil elegido por las familias aristocráticas que ostentaría el poder civil y posiblemente religioso de por vida.
Para finalizar este apartado cabe destacar que la sociedad vetona no fue estática a lo largo de toda su historia sino que sufrió un proceso de evolución acentuado por el contacto con las civilizaciones mediterráneas que llevó desde la organización en unidades familiares extensas al surgimiento de instituciones políticas complejas como cabe observar en el proceso de evolución desde el estatus guerrero de las clases dominantes ecuestres (ajuares con armas que muestran prestigio) al estatus de tipo económico (ajuares con joyas y tesoros) predominante en el ámbito urbano.

Corre el siglo II a.C. El final de la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.), además de estar marcando el declive de Cartago frente a Roma, esta determinando el inicio del paulatino proceso de romanización de los pueblos iberos en la Península. Este imparable proceso ira poco a poco trasformando las estructuras sociales del mundo ibérico, pero también sus esquemas mentales. Lo que incluye su faceta quizás mas personal, como es el mundo de las ideas, sus dioses y esquemas religiosos.
Las Cuevas-Santuario ibéricas ante la llegada de Roma
Poco se sabe de la religion ibérica (Moneo, 2003).Conocemos alguno de los nombres de sus deidades mas importantes como Endovelicus o Ataecina vinculadas especialmente al suroeste peninsular. Por haber hallado advocaciones a estos en los restos epigráficos localizados en algunas aras del área mencionada. Así como la mas que probable presencia en este desconocido panteón, de una gran deidad femenina vinculada a los ciclos naturales, que los historiadores venimos denominando con carácter general como Gran Diosa Madre. Conocemos también la practica habitual de inclusión en las zonas cercanas a los poblados de santuarios urbanos. Pero de las múltiples facetas cultuales del mundo ibérico quizás la mas desconocida sean las cuevas santuario.
Estos "loca sacra libera" conviven con los santuarios urbanos. Constatando su uso desde el s. VI a.C. hasta su desaparición con la paulatina romanización que conlleva la monumentalización de los espacios sagrados circa en s.I a.C. Se trata de cuevas y especialmente abrigos naturales inhabilitados a priori para su uso habitacional en los que la cantidad y/o calidad de los materiales nos revela un uso cultual de los mismos. Especialmente conocido es el santuario rupestre de la Cueva de la Lobera (Castellar de Santiesteban, Jaén) donde desde la década de los años 50 del siglo pasado se vienen localizando múltiples exvotos antropomorfos realizados generalmente en bronce.
Las Cuevas-Santuario ibéricas ante la llegada de Roma

Estos santuarios rupestres presentan una serie de características comunes: Están situados en enclaves de difícil acceso, comúnmente sobre barrancos. Normalmente con un solo punto de entrada. Constituyen hitos referenciales en el paisaje. Vinculados a las rutas de comunicación. Contienen o están relacionados con afloramientos de agua, presentando a menudo piletas naturales o modificadas donde se recoge esta. Y muestran en su espacio una gran cantidad de cerámica fragmentada, así como ofrendas de diversa índole.
Las Cuevas-Santuario ibéricas ante la llegada de Roma

Nuestros estudios nos llevan a la conclusión de que estamos ante una de las muestras de religiosidad mas antigua del mundo íbero. Probablemente recogiendo esquemas previos fenicio-púnicos, pero que hundiría sus raíces en manifestaciones mágico-religiosas prehistóricas.
Presentamos una brevísima aproximación a la comprensión de estos espacios sagrados poco conocidos. A raíz de los resultados obtenidos de la primera excavación arqueológica de uno de estos santuarios rupestres, La Nariz (Moratalla, Murcia). Ubicada en una posición de privilegio, dominando el extenso valle de San Juan a sus pies. Se trata de un gran abrigo con una morfología marcadamente antropomorfa, situado sobre un gran cortado, en el paraje conocido como Salchite.
Su excavación además de valiosas informaciones objeto de futuras publicaciones, nos reveló un primer dato de extrema importancia; su exacta cronología. El yacimiento conocido desde la década de los 70 (Lillo, 1981) "nunca había sido intervenido arqueológicamente, posiblemente por la dificultad de su excavación que tuvimos que realizar sujetos mediante útiles de escalada". La cronología que aportaron sus materiales revelaron un abanico del s. IV a.C. al primer cuarto del s. I a.C. Con un uso pleno en el s.II a.C. El ejemplo paradigmático al que aludíamos en líneas anteriores de La Lobera se enclava grosso modo del VI al IV a.C. Por lo que podíamos atender a la lectura de los últimos usos cultuales de estas cuevas propiamente ibéricas antes de su desaparición con la progresiva asimilación de los cultos romanos.
La lectura nos revela de forma muy general que el santuario rupestre de La Nariz se constituye como un santuario extraurbano, alejado una media de 20 km. de los enclaves ibéricos que lo rodean El Macalón (Nérpio, Albacete) y Molinicos (Moratalla, Murcia). Prácticamente equidistante de estos y en el paso natural que constituiría la vía de comunicación entre las zonas de influencia de ambos. A el según la cantidad de materiales acudirán las gentes en lo que constituiría una versión de las actuales romerías. Posiblemente en días determinados según los estudios por los ciclos naturales. En la cavidad se procedía al culto que incluye libaciones de las aguas de la cueva así como comidas comunales, transcurridas las cuales se llevaba a cabo la destrucción intencional de la cerámica utilizada. El ritual o uso cultural del santuario incluía, así mismo la colocación de ofrendas. En este siglo II a.C. el carácter de estas ha cambiado respecto a los característicos exvotos de siglos anteriores. Ahora las ofrendas presentan un carácter mas simple y personal. Estando integradas por pequeños objetos de adorno, algunos de carácter perecedero y especialmente importante según nuestra lectura; objetos cotidianos de carácter femenino.
Las Cuevas-Santuario ibéricas ante la llegada de Roma

Con este sentido femenino se entiende la anónima deidad con la podría estar vinculado el santuario rupestre. La extraordinaria iconografía del fragmento cerámico 28-110-0-1 proveniente de La Nariz y conocido como la “Diosa de Salchite”. Esta haciendo referencia a una Potnia Theron o “Señora de los Animales”. La interpretación apunta que en este s. II a.C. el pueblo íbero que utilizaba el santuario representaba a su deidad asumiendo en ella características importadas del mundo fenicio-púnico como puede ser el carácter alado de la representación o la presencia de la conífera y su carácter inmortal. En referencia a los ciclos de muerte y renacimiento natural, que también se detecta en el hecho de que la deidad parezca surgir o elevarse sobre las llamas del morillo que aparece a sus pies. Atributos heredados de Tanit-Astarté. Pero también características de la Artemis Efesia traída por los Focenses como muestra el contexto iconográfico de la diosa con los brazos abiertos rodeada por el mundo animal y flanqueada por columnas.

La ausencia de material en el santuario rupestre de La Nariz, posterior al primer cuarto del s. I a.C. nos indica que su uso desaparece en este momento. El proceso de romanización del pueblo íbero ya es imparable. Los antiguos dioses y cultos comienzan a diluirse en las brumas del tiempo, asimilados por las nuevas deidades que acompañan a las legiones romanas.



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