sábado, 16 de marzo de 2019

PROPISKA Y LA ISLA DE LA MUERTE


La Propiska era una especie de pasaporte interno que se introdujo en 1922 en la Unión Soviética. El documento era obligatorio para todos los ciudadanos, y mediante éste, el gobierno obtenía una información completa y exhaustiva de todos los habitantes.

Propiska o pasaporte de la ex URSS
Se supone que este pasaporte servía para saber exactamente cuántas personas habitaban en cada pueblo o ciudad, en barrios obreros, a quienes se asignaba viviendas, y para desalojar de los centros urbanos a delincuentes y antisociales. Pero la cara oculta del régimen también lo utilizaba para deshacerse de los kulaks.

¿Quiénes eran los kulaks? Pues se trataba de cualquier ciudadano que poseía tierras para producir. Muchos eran pequeños agricultores y campesinos soviéticos que conservaron pequeñas parcelas y contrataban trabajadores. A ellos se los condenaba, deportaba y se los consideraba “enemigos del pueblo”, ya que a las autoridades les recordaban a los antiguos terratenientes y hacendados rusos, y los veían como un peligro de la dictadura del proletariado.

"Kulaks" o agricultores soviéticos
Cuando detectaban algún kulak, le confiscaban su predio por más pequeño que sea, y le privaban a éste y a su familia del bendito pasaporte, de esta forma, no tenían acceso a la salud pública, y tampoco podían movilizarse, ya que era un requisito indispensable para transitar dentro de la ciudad o para salir de la misma. Todos quienes carecían de pasaporte eran considerados “elementos de clase inferior”, y eran los primeros candidatos para ir a colonizar grandes y heladas extensiones, a base de trabajos forzados.
Y así empezaron las purgas, las mismas que se acentuaron en 1932, ya que el deseo original de Stalin era llevar mano de obra y hacer productivas las tierras de Siberia y Kazajstán. Obviamente esto no era ningún premio, era el peor de los castigos.
En esta campaña de limpieza y “reasentamiento”, fueron detenidas más de 50.000 personas indocumentadas, especialmente de Moscú y Leningrado (actual San Petersburgo). Generalmente eran mendigos, delincuentes de poca monta, gitanos, pero en su gran mayoría eran personas que habían sido despojadas de sus tierras y que tuvieron que emigrar a la ciudad.
El problema se agravó cuando las autoridades sintieron premura por colonizar Siberia y Kazajstán, y por medio de la GPU (policía secreta soviética), se apresaron a miles de ciudadanos con el pretexto de los controles de pasaporte. Estas redadas se llevaron a cabo de forma tan abrupta, que la mayoría de detenidos eran personas que sí tenían su pasaporte, pero fueron capturadas por encontrarse en la calle, en la estación, o por estar haciendo “nada” literalmente. Fueron apresados ciudadanos comunes, transeúntes, profesores universitarios, pintores, tanto hombres como mujeres, para ser reubicados en las estepas siberianas. En el libro del historiador Ígor N. Kuznetsov se exponen casos concretos como este:


“Golenko Nikífor iba con su hijo por tren, el cual hizo escala en Moscú y durante la parada fue detenido en la estación sin motivo alguno. Sí tenía pasaporte.”


Estos ciudadanos fueron trasladados hasta la ciudad de Tomsk, donde los mezclaron con el grupo de “bandidos y delincuentes” desterrados. Los subieron en barcazas sin agua ni comida, apenas con la ropa que llevaban puesta, y se los llevaron hacia el norte, a través del Río Ob. El primer desembarco fue en la Isla de Nazino, el 18 de mayo de 1933, en donde dejaron a más de seis mil personas.

Embarcando hacia Nazino
Alrededor de 30 personas murieron en las embarcaciones debido a las condiciones infrahumanas del traslado, y por lo menos la tercera parte estaba en tan malas condiciones, que tenían que ayudarse unos a otros para desembarcar. Nazino era una isla agreste, sin vegetación y totalmente abandonada, donde no había absolutamente nada, ni cabañas, ni campamentos, ni oficinas administrativas. Se suponía que era una parada provisional, pero la estancia se prolongó durante casi un mes.


Nazino en la actualidad
La mayoría de gente no tenía la vestimenta apropiada para esa región de Siberia, ya que habían sido capturados y llevados a la fuerza tal como estaban vestidos, la mayoría en ropa ligera. Sólo en la primera noche, murieron 295 personas.
Hace poco se hizo pública una carta desclasificada después de 70 años, en la cual un subalterno le informa a Stalin acerca del arribo a la isla:


“Entre el 20 y 30 de abril de 1933, desde Moscú y Leningrado fueron enviados para la solución de trabajo dos grupos de individuos de subclase (se refierían así a los indocumentados), en total 6.144 personas. Este contingente llegó a Tomsk, se los puso en barcazas y fueron trasladados a la isla de Nazino. En la isla no había ninguna herramienta, ni edificios, ni semillas, no había ni una migaja de comida. El 19 de mayo empezó nevar debido a la rosa de los vientos, y las heladas se apoderaron del lugar. Fue cuando la gente comenzó a morir. Muchos de ellos murieron alrededor de las hogueras mientras dormían, agotados por el frío y la humedad. El equipo de sepultureros enterró durante el primer día 295 cadáveres.”

Ubicación de la isla
Apenas al tercer día de haber llegado a la isla llegaron “provisiones”, pero éstas consistieron en 20 toneladas de harina… solamente harina. La entrega de raciones se transformó en un caos, ya que los grupos más fuertes  se hicieron cargo del reparto, y entregaban las porciones según sus conveniencias. Luego se formó una gran estampida de toda esa gente que moría de hambre y hubo personas que fueron pisoteadas hasta morir. El reparto de harina se había vuelto tan caótico, que los guardias tuvieron que intervenir disparando a la gente a quemarropa.
Los afortunados que lograron conseguir un poco de harina, lo hicieron en sus sombreros, sacos, abrigos... El problema era que en esa remota isla a duras penas habían logrado encender fogatas, y obviamente no había hornos, así que en su desesperación corrieron a mezclarla con el agua del río y se la comieron así nada más. Las consecuencias no tardarían en llegar, ya que enseguida se propagó un brote general de disentería y fiebre tifoidea, lo que acabó de diezmar a los deportados. Los pocos que aún se mantenían con fuerza trataron de escapar cruzando el río, trataban de nadar sujetándose a viejos troncos, pero en seguida eran acribillados por los guardias, y los que no fueron alcanzados por las balas, murieron arrastrados por el río.
Y ahí fue cuando empezó lo peor, la gente tuvo que recurrir al canibalismo como medida de supervivencia. Uno de los pocos sobrevivientes de la isla, que en aquel entonces tenía 13 años recuerda:


“La gente moría por todas partes, se mataban entre sí. Entre los prisioneros recuerdo a una bonita joven deportada que estaba siendo cortejada por uno de los guardias. Aprovecharon un momento en que él se había ido y la atraparon, la ataron a un árbol, y aún estando viva empezaron a cortarle trozos de carne de su cuerpo. Se la comieron totalmente, estaban desesperadamente hambrientos. Cuando uno caminaba a lo largo de la isla, podría encontrarse con trozos de carne humana envuelta en telas y harapos, tiras de carne humana fileteadas secándose al sol, colgadas de los árboles. Todo el terreno estaba lleno de cadáveres.”

Yuri Iván Petrovich, hijo de una de las víctimas de la tragedia de 1930
Esta es apenas una de las pocas historias que han logrado salir a la luz, y en cierta forma ha ayudado a reescribir la historia, ya que se tenía la creencia de que a Nazino sólo llevaron a mendigos y malvivientes. Sin embargo la tragedia de esta isla resulta apenas insignificante, comparándola con las muertes del "Holocauso ucraniano" de aquel mismo año. Es un secreto a voces que hubo muchos otros Nazinos, pero no se sabe si alguna vez saldrán a la luz.

Cruz conmemorativa colocada en junio de 1993 en la isla



No hay comentarios:

Publicar un comentario