La decisión de comenzar el año en enero tiene su origen en la antigua Roma, en el siglo II a.C., pero durante la Edad Media el inicio del año se celebraba en la Navidad, la Encarnación o la Pascua. La historia de nuestro calendario, el más usado del mundo, es el resultado de aproximaciones sucesivas del año civil al año astronómico que marca las estaciones.
El día y el año (tal y como está definido hoy) tienen su fundamento en el movimiento de la Tierra sobre sí misma y en torno al Sol. El día y el año son pues los ladrillos de un calendario solar. Sin embargo, el mes es una unidad basada en el movimiento de la Luna y forma la base de los calendarios lunares. La semana, una unidad intermedia muy conveniente para organizar los días de trabajo y de descanso, corresponde aproximadamente a una fase lunar.
Nuestro calendario actual es obviamente solar, pero sus orígenes se remontan al antiguo calendario romano que tenía un fundamento lunar. En la antigua Roma, varios siglos antes de nuestra era, el año era una sucesión de diez meses: Martius (dedicado a Marte), Aprilis (del latín aperire, abrir, por los brotes vegetales), Maius (por la diosa Maia), Junius (por Juno), Quintilis (el mes quinto), Sextilis (sexto), September (séptimo), October (octavo), November (noveno), y December (décimo).
El año comenzaba el primer día (calendas) de Marzo, bajo los auspicios del dios guerrero, pues esta era la fecha que marcaba el inicio de las campañas militares con la designación de los cónsules. Los meses comenzaban con la luna nueva, algo que era difícil de determinar observacionalmente (precisamente porque en esa fase la luna no es visible).
Además, como el año era mucho más corto de 365 días, su inicio iba cambiando de estación, lo que creaba inconvenientes en las campañas militares. Para evitar este problema, se intercalaban meses adicionales cada cierto tiempo. Esta situación se prestaba a un gran desorden. Los pontífices (encargados del calendario además de los puentes de Roma) alargaban y acortaban los años fraudulentamente, según su conveniencia, para prolongar la magistratura de sus amigos y reducir la de otros.
Numa Pompilius trató de acompasar el calendario romano a las estaciones añadiendo de manera permanente dos meses al final:Ianarius (dedicado a Jano, mes 11) y Februarius (de februare, purificación, mes 12).
A mediados del siglo II a.C., las campañas militares lejos de Roma (y concretamente en Hispania) requerían nombrar a los cónsules con suficiente antelación al comienzo de las actividades. En el año 153 a.C. se fijó el principio del año en el día 1 de Ianarus (en lugar del 1 de Martius), fecha en que se pasó a realizar el nombramiento de los cónsules, esto es, dos meses antes del comienzo de las campañas.
Gracias a los dos meses adicionales introducidos por Numa Pompilius, el año había pasado a tener unos 355 días, pero aún así era demasiado corto respecto del año de las estaciones. Ocasionalmente se introducía un decimotercer mes, algo también propicio a manipulaciones por intereses políticos o económicos. En el año 46 a.C. el año del calendario se encontraba desfasado unos tres meses respecto de las estaciones y seguía reinando el desorden.
Enero, del calendario de ‘Las horas del Duque de Berry’.
Reticencias con Enero
Este calendario, denominado juliano en memoria de Julio César, permaneció válido durante más de dieciséis siglos. Pero durante muchos de estos siglos, los católicos se resistieron a celebrar el principio del año en un mes dedicado a una deidad pagana.
En la Edad Media, diferentes pueblos de Europa tenían por costumbrecelebrar el principio del año en fechas de significado religioso. Dependiendo del estado europeo, se utilizaba el ‘estilo’ de la Navidad (el año comenzaba el 25 de diciembre), el de la Encarnación (25 de marzo), o el de la Pascua (¡con el año comenzando en fecha variable!). Y en algunos de los estados se cambiaba a veces. Por ejemplo, en Aragón se utilizó el estilo de la Encarnación hasta 1350, y entonces se cambió al de la Navidad que permaneció hasta principios del XVII. En pocos estados (por ejemplo Polonia, desde 1364) se utilizó el estilo de la Circuncisión, con el año comenzando el 1 de enero.
El inicio del año el 1 de enero se hizo obligatorio en muchos estados europeos a partir del siglo XVI. Se impuso en Alemania mediante un edicto hacia 1500; Carlos IX lo decretó en 1564 en Francia y entró en funcionamiento en 1567; en España se generalizó hacia el siglo XVII (en el XVIII en Cataluña), y en Inglaterra hubo que esperar hasta 1752.
Calendario gregoriano, Unión Soviética, del año 1930
Del juliano al gregoriano
Con el transcurso de los siglos, los 11 minutos de diferencia en la duración del año juliano y del trópico, generaron una deriva muy significativa. A finales del siglo XVI, a pesar de la corrección introducida en el concilio de Nicea (año 325 d.C.), el equinoccio de primavera (muy importante para la Iglesia, pues determina la fecha de la Pascua) caía hacia el 11 de Marzo, es decir, 10 días antes de la fecha que la Iglesia le había impuesto en Nicea. Esta situación llevó al papa Gregorio XIII a realizar una importante reforma en 1582, año al que recortó 10 días.
En el excelente calendario resultante, denominado gregoriano, vigente hasta hoy, el año tiene una duración media de 365,2425 días. Pero aún contiene diferencias significativas respecto del año astronómico (el año gregoriano dura 26 segundos más que el trópico) y aún conserva numerosas curiosidades y elementos peculiares. Por ejemplo, sigue conteniendo años bisiestos , pero se suprimieron los años seculares de entre tales bisiestos (salvo aquellos que son divisibles por 400).
- El término calendario deriva del latino calendas que se empleaba para denominar el día inicial de cada mes. Calendas, a su vez, procede del verbo calare (llamar). A primero de mes los cobradores reclamaban los tributos y, para ello, llamaban a los ciudadanos a gritos. El libro en el que estos cobradores anotaban sus cuentas se denominaba calendarium...
- En Inglaterra, el inicio del año en el 1 de enero se decretó en 1752 (antes se celebraba el 25 de marzo). Para ello hubo que suprimir enero, febrero y veinticuatro días de marzo del año 1751, que sólo tuvo 282 días (del 25 de marzo al 31 de diciembre). Al mismo tiempo, se impuso el calendario gregoriano para lo que hubo que suprimir 11 días de 1752 (en lugar de los 10 que fueron necesarios cuando se instauró la reforma por vez primera en 1582). Al miércoles 2 setiembre de 1752 siguió el jueves 14 de setiembre. Lord Chesterfield, promotor de las reformas, tuvo que aguantar sátiras en las que se le reclamaba: "Devuélvenos nuestros once días"
- El peculiar calendario republicano francés, que estuvo vigente apenas trece años (desde octubre de 1793 hasta diciembre de 1805) cambió el principio del año del 1 de enero al día del equinoccio de otoño en París, aniversario de la Primera República (22 de setiembre de 1792). El mes en que comenzaba el año pasó a denominarse Vendémiaire (por la vendimia).
Casi todas las fiestas del calendario son de orígen astronómico, aunque luego las religiones las hayan asimilado parcialmente (no sólo el cristianismo, que por ejemplo hay hecho coincidir la antiquísima e importante fiesta del solsticio de invierno con la celebración de la Navidad).
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/12/26/ciencia/1324904754.html
http://planetario.ceta-ciemat.es/component/content/article/10-noticias-astronomicas/78-ano-nuevo-astronomico.html
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