lunes, 16 de diciembre de 2019

NELLE HARPER LEE..."MATAR A UN RUISEÑOR"

Nelle Harper Lee nació el 28 de abril de 1926 en Monroeville, una pequeña localidad ubicada en el estado norteamericano de Alabama (Estados Unidos). Era, al igual que la protagonista de su famosa novela “Matar A Un Ruiseñor”, hija de un abogado que contaba con la amistad del escritor Truman Capote. También era descendiente del famoso general Robert E. Lee.
Harper estudió Derecho en Alabama hasta 1949. Con posterioridad, se trasladó en los años 50 a la ciudad de Nueva York para trabajar en una compañía aérea.
En 1960 la escritora estadounidense Harper Lee publicó la que sería, hasta julio de 2015, su única novela: Matar a un ruiseñor, que ganaría el prestigioso Premio Pulitzer y que se convertiría en todo un clásico de la literatura norteamericana contemporánea, por su controversial temática y su particular estilo literario. 

                           
Scout Finch es una niña de seis años, huérfana de madre, que vive con su hermano, Jem , y su padre, Atticus (un respetable abogado) en el imaginario pueblo sureño de Maycomb. Los niños tienen además un amigo, llamado Dill.
La narración (hecha por Scout) tiene lugar durante un verano en plena época de la Gran Depresión y gira alrededor de dos episodios: por un lado, a la fascinación y terror que los chicos sienten por la figura de Boo Radley, un misterioso y huraño vecino; y, por otro, el juicio en el que Atticus decide actuar como defensor, en el que un hombre negro es acusado de violar a una mujer blanca.
Como era de esperarse, Atticus debe enfrentar los prejuicios y ataques de sus vecinos blancos por defender a un hombre de raza negra; Scout y Jem también son acosados por ese motivo por sus compañeros de clase.
A lo largo del juicio, Atticus demuestra la inocencia de Tom Robinson (el acusado) y deja en evidencia las mentiras de la supuesta víctima -Mayela Ewell- y de su alcohólico padre, Bob. Pese a que Tom es condenado injustamente (y luego es herido al tratar de escapar), Bob Ewell considera que ha sido humillado en el juicio y quiere vengarse. Luego de varios incidentes, termina atacando a Jem y a Scout. Sorpresivamente, estos son defendidos y salvados por Boo Radley; Ewell muere en la pelea, aunque no se sabe exactamente si fue Boo o Jem quien lo hiere.
Al final, el sherif y Atticus llegan a la conclusión de que no es conveniente someter a ninguno de ellos a un juicio (pues sería como “matar a un ruiseñor”, un pájaro que no hace mal a nadie) y que lo correcto es aceptar la conclusión de que Ewell se cayó sobre su propio cuchillo.

                             El trasfondo de Matar a un ruiseñor

Varios aspectos pueden destacarse de esta genial obra.En primer lugar, aborda un tema muy delicado para la época: el racismo y los prejuicios en contra de los ciudadanos afroamericanos, que estaba muy extendido en todo el Sur estadounidense. La obra coincide con el inicio de la lucha por los derechos civiles y la igualdad, cuyo líder emblemático fue Martin Luther King Jr.
Por otro lado, es todo un compendio de ética profesional: Atticus Finch es el prototipo del abogado que decide defender a un hombre inocente sin importarle las consecuencias; por lo demás, Finch es un hombre honesto y valiente en todos los ámbitos de su vida.
Matar a un ruiseñor, de Harper Lee, es también considerada un Bildungsroman o novela de formación, en la que un personaje va de la infancia a la madurez, pasando por la adolescencia y aprendiendo acerca de la vida a través de determinados acontecimientos .
En este sentido, Matar a un ruiseñor trataría como tema especial la pérdida de la inocencia de Scout al enfrentarse a los incidentes relacionados con el juicio y el posterior ataque y muerte de Bob Ewell.
También es considerada por algunos como integrante de la llamada novela gótica sureña, en la que intervienene personajes o situaciones sobrenaturales (al estilo de William Faulkner, por ejemplo) y que puede verse incluso como un precedente del realismo mágico latinoamericano. No obstante, la figura de Boo Radley , si bien enigmática y mágica a los ojos de los niños al comienzo de la novela, se desvela como totalmente humana, por lo que no puede realmente afirmarse que estemos en presencia de dicho género.
Es evidente que tiene también un trasfondo autobiográfico. La autora, sureña, no sólo quedó huérfana de niña, sino que su padre era un abogado de pueblo, que casualmente defendió a dos hombres negros en un proceso similar. Incluso la figura de Dill, el amiguito del los niños con gran imaginación, coincide en la vida real con Truman Capote, el famoso escritor y gran amigo desde la infancia de Lee.
 
La obra está escrita en primera persona, desde la perspectiva de Scout y no en el tradicional estilo del narrador omnisciente. Utiliza la analepsis o flashback, en la que es común el rompimiento del orden cronológico de la historia con vueltas al pasado.
Está redactada en un lenguaje sencillo, claro y limpio. Tal vez por ello sea una obra favorita de los lectores jóvenes. De hecho, muchos la han catalogado como una novela juvenil.
Lleva un ritmo rápido, cinematográfico. No resulta extraño que haya sido llevada casi inmediatamente al cine, en 1962, con la memorable interpretación de Anthony Peck como Atticus Finch, que le ganó el único premio Oscar de su dilatada y brillante carrera.

                                                La trascendencia 

Esta novela nos presenta una América profunda tras la Gran Depresión, aunque no llega a un pesimismo ni a una situación tan angustiosa como la que se nos muestra en Las uvas de la ira. Pero si aparecen muy marcadas las diferencias sociales entre ricos y pobres, entre blancos y negros. Una sociedad muy cerrada en la que los negros son mano de obra barata sin más, donde su palabra no vale para nada.

Por eso destaca de un modo tan notorio la figura de Atticus, un abogado cuya vida está presidida por la rectitud y la justicia. Una rectitud que le lleva a aceptar el caso de un negro falsamente acusado de la violación de una blanca. Es la palabra de un negro contra la de un blanco, con lo cual lo tiene todo para perder. Pese a ello y a que su defensa le va a enfrentar con todos sus vecinos, Atticus está dispuesto a que la verdad prevalezca. 
La gran originalidad de la novela es que esta temática de “adultos” nos es presentada a través de los ojos de unos niños, de su visión infantil que no termina de comprender algunas cosas, a través del contraste de aquellas palabras justas de su padre y la realidad que están viviendo. Una visión desde la inocencia que les hace enfrentarse sin miedo a una situación delicada por el valor de su padre.

Una visión de la vida a través de los juegos de estos niños, de sus esperanzas, de sus frustaciones, de sus miedos, de su apertura a la vida, del aprendizaje de la realidad que no siempre coincide con lo que ellos creen. 



Matar a un ruiseñor es un canto a la defensa de la inocencia, de aquellos que pese a todo lo que tienen que sufrir suponen un poco de aire fresco para nuestras vidas. Una inocencia representada en la figura de un ruiseñor, el que da título a la novela.
He de reconocer que la lectura de Matar a un ruiseñor ha supuesto una más que grata sorpresa. Mis lejanos recuerdos de la película me hacían esperar (realmente tampoco era así la película como comprobé posteriormente) una novela de éstas que podríamos denominar de juicios con niños en la trama.
Nada más lejos de la realidad. El juicio es apenas una pequeña parte de la novela y ni siquiera es lo más importante de la misma. Lo realmente importante es la historia de esos dos hermanos, una historia que me cautivó desde las primeras líneas
Y me cautivó, porque más allá de las peculiaridades de cada país, de cada lugar o de cada pueblo, hay temas que son universales. Y los que nos presentan en Matar a un ruiseñor lo son. La justicia, la educación de la infancia, las desigualdades, las diferencias sociales, el nacimiento a la vida... Y por encima de todo, la defensa de la verdad y la ética, la lucha por el respeto a los seres humanos sin distinción de raza, credo o color.



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