La cultura romana se basaba en una aristocracia rural propietaria que explota directamente sus tierras. En educación es vital la imitación por parte del niño de los gestos y comportamientos de sus mayores para el desarrollo de las virtudes campesinas: afición al trabajo constante, frugalidad y austeridad.
La educación romana descansaba en el respeto a la costumbre ancestral, que el educador debía transmitir a la juventud como ideal indiscutido. El marco educativo es la familia, con un destacado papel de la madre hasta los siete años, edad en la cual pasa a depender del padre, figura considerada como el auténtico educador, aunque en posteriores etapas participen otros maestros. La ausencia de un soporte estatal de la educación puede comprobarse además en un dato como la ausencia de bibliotecas públicas hasta el 38 a.C., debiendo recurrir cualquier estudioso que lo precisase a amigos o especialistas para acceder al material deseado.
El nivel elemental, bajo la tutela de preceptores en el caso de los niños pertenecientes a las clases más favorecidas de la sociedad, aprendían los principios de la lectura, escritura y cálculo sin distinción de sexos en una escuela mixta. Para una instrucción más práctica a un nivel inferior y por tanto con mayor demanda independientemente de las circunstancias familiares, que enseñase a leer y escribir, contar, pesar, medir y calcular, estaba la escuela primaria. Los maestros de este nivel, de baja condición social, no conseguían imponerse a sus alumnos si no es muchas veces por los castigos corporales.
Desde los siglos IV y III a.C. la metodología de enseñanza elemental no presenta grandes variaciones. La asistencia a clase (ludus) parece voluntaria, aunque según los textos sería una costumbre arraigada en la sociedad. El maestro de este nivel, litterator, no era muy estimado y no precisaba una formación más allá de la propia capacidad de lectura y escritura. Son los tutores privados, los pedagogos, quienes completan y refuerzan esta educación en el caso de su existencia.
La tabella o tablilla encerada y el punzón metálico o de madera, eran los útiles básicos. Se enseñaba a leer y escribir. En el caso del cálculo, el niño se ayudaba de los dedos así como de unas piedras pequeñas o calculi colocadas en una tabla plana de madera, el ábaco.
En este periodo la enseñanza práctica romana se completaba con la instrucción en lengua, literatura, oratoria y filosofía griegas. Estas enseñanzas presentaban dificultades para ser impartidas por las familias que debían recurrir, como ya se ha comentado, a preceptores, generalmente extranjeros. En un principio los maestros de griego llegaron de ciudades de Italia donde se hablaba griego y no de la misma Grecia.
Las hijas permanecían mayor tiempo en casa dedicándose fundamentalmente a trabajos domésticos. En el caso de los varones, al cumplir los doce años pasaban del ludus a la escuela dirigida por elgrammaticus. El objetivo de este segundo nivel educativo, era proporcionar al alumno conocimientos variados: literarios, geográficos, musicales, de astronomía, filosóficos, etc. La educación tenía como base común el estudio de la literatura. Solía iniciarse el aprendizaje del griego leyendo a Homero aunque el interés central eran autores latinos como Virgilio y su Eneida. Exhibía el grammaticus una preparación superior y a su vez contaba con una mayor estima y mejores emolumentos. Los estudios gramaticales finalizaban al ser presentados ante la sociedad adulta. Sólo podían vestir la toga los ciudadanos romanos; en la ceremonia de los liberalialos jóvenes se despojaban de su toga blanca con ribetes de púrpura, propia de la infancia, para vestir la toga íntegramente blanca de la adultez, la toga viril. Era este un paso restringido a las clases mejor situadas.
A continuación, para aquellos que sus padres pudieran permitírselo, comenzaba un periodo de tres años de preparación militar. La última etapa de la educación formal era para una minoría. Es la escuela de retórica en la cual el estudiante se encontraba con los aspectos más prácticos de la retórica, estudiando el desarrollo de las técnicas de declamación. Se pretendía cultivar en dichas escuelas los aspectos del conocimiento social y político que darían lugar al ciudadano ideal, comprometido cívicamente.
Ya a los diecisiete, el joven podía establecer una relación vinculante con un ciudadano varón políticamente activo, generalmente un familiar, que ejercía de tutor mientras el joven le ayudaba, aprendiendo de este modo las artes de la política. No es esta la única vía, sino que los jóvenes entre dieciocho y veintiocho años podían acceder a las labores públicas mediante la militia equestris un periodo de servicio militar. La máxima aspiración del sistema educativo romano era la enseñanza de la oratoria, que permitía aspirar a tolas las posibilidades de ascenso en los órdenes político, militar y social del mundo romano.
En cuanto a la educación física, no es una actividad desdeñada, pero se enseña con una finalidad básicamente utilitaria. El deporte no aparece tanto como un elemento competitivo sino como un modo de exhibición, destacando el circo y los combates en el anfiteatro. Durante el periodo final de la República no solo los hijos, sino también las hijas de clases altas se beneficiaban de la educación superior que proporcionaban los preceptores.
El maestro solía depender de sus honorarios para subsistir, de este modo, el entorno de trabajo variaba enormemente según las circunstancias personales y el capital del que dispusiera para alquilar alguna sala. En el caso más bajo, la enseñanza se produciría al aire libre o, cuando dispusiera de una vivienda adecuada, en la misma. Esto tenía sus limitaciones pues se buscaba el mayor número de alumnos y para ello se requerían amplias salas alquiladas. Las mejores ubicaciones las encontramos en las cercanías del foro, es decir, donde se producía la mayor concentración de gente; pero es difícil que el maestro dispusiese del dinero suficiente para alquilar los mejores recintos que estarían solicitados por tenderos y negociantes, teniendo que conformarse con salas más económicas.
Aparte de la religión pública, las familias romanas rinden culto a distintas divinidades para que les protejan sus propiedades y la salud y el bienestar del grupo familiar. Cada familia tiene su culto, de los que es sacerdote el pater familias.
Cada Curia tiene también su culto común, que dirige el Curión. El vínculo de unión de las familias serán los sacragentilicia. Cuando un culto familiar trascendía al ámbito nacional, los sacerdotes de esa divinidad debían ser elegidos de entre los miembros de dicha familia.
LOS LARES
Son los dioses tutelares y protectores de la vivienda. Los lares presiden la vida familiar, velan por la prosperidad y por la salud de las personas en torno al mismo lugar, incluidos esclavos. La noche anterior, el jefe de cada casa colgaba una muñeca de lana por cada uno de los miembros ingenuos de su casa, y una pelota de lana por esclavo. El numen de los lares empapaba esos objetos y cada una de las personas representadas quedaban protegidas por él.
amilia y esclavos dirigen a los lares sus preces matutinas; cuando se disponen a comer les dedican sus primicias; al final de la cena uno de los niños echaba el contenido del plato en el fuego que ardía sobre el pequeño altar y anunciaba que los dioses se mostraban propicios. Cuando en la cena se inician los brindis, se ponen sobre la mesa las imágenes de los lares y se les ofrecen las primeras libaciones. Al levantarse los comensales de la mesa, deben dejar siempre algunos manjares, porque ningún lugar sagrado puede quedarse vacíos. Los lares están pintadas en la pared, con aspecto alegre y jovial, con signos de abundancia en sus manos, y coronados de vegetación. También aparecen estatuillas en pequeños templetes, que en ocasiones eran portátiles.
También en cruces de calles se colocaban las imágenes de los lares, sobretodo en las fiestas Compitalia. A la entrada del invierno, los campesinos colgaban sus aperos en estos templos e inmolaban a los lares cerdos cebados.
En las calendas, nonas e idus, el día de la luna nueva y de los aniversarios se honra a los lares de forma especial, con sacrificios y guirnaldas de flores. Al menos una vez al mes se quemaba incienso y libaba vino. Sólo aparecen sacrificios sangrientos excepcionalmente.
LOS DIOSES PENATES
Son dioses protectores del hogar, junto al lar y el genius, garantizando el derecho y deberes de la hospitalidad. Las imágenes de los penates se conservan en el interior de la casa, en el Tablinum, junto al cual ardía siempre una llamita. En muchas casas las imágenes de los penates son pinturas en la cocina. Otras familias les dedican un santuario retirado. Se admiten entre los dioses penates a otros dioses, como Júpiter, Ceres, Marte, etc. Se les ofrecía pequeños sacrificios en días señalados.
Su altar es el hogar en el que se preparan los alimentos, aunque otras veces sus imágenes se colocan delante del penus, cerca del hogar. Aparecen dos penates; uno protege la comida y el otro la bebida. Cuando la familia se dispone a comer, el padre ofrece a los penates las primicias de los alimentos. La sal y la harina son ofrendas comunes. Invocando los penates el padre moribundo hace las últimas recomendaciones al hijo y le transmite el patrimonio familiar, y en nombre de ellos el hijo toma la responsabilidad de la casa. En caso de que la familia emigre los penates también.
EL GENIUS
El genius es el numen tutelar sobre los hombres y las cosas. Cada hombre tiene su genio que, como dios tutelar, vigila sus actos y lo acompaña desde su nacimiento. Suscita las necesidades naturales del individuo o agrupación. Se invoca sobre todo en ceremonias nupciales.
Preside la generación y se manifiesta, sobre todo, el día del nacimiento y determina el carácter y la condición de cada persona. Nace y muere con cada hombre, cerniéndose sobre el sepulcro y permaneciendo como espíritu bueno o malo. El culto es sencillo: en el aniversario del nacimiento, se le obsequia vino, flores, incienso, acompañado de danzas en torno del ara. El genio se representaba por una serpiente normalmente, aunque los genius de pater familia y publicus tenían sus propias representaciones. Toda reunión, agrupación, asociación, está colocada bajo la protección de un genio especial.
DIOSES MENORES DE LA CASA
En torno a cada casa hay una serie de diosecillos, de los cuales el nombre define la función que desempeñan. Cada parte de la casa necesita un dios especial: Forculus preside y guarda los batientes, Limentinus protege el dintel y el umbral o Carna, que vela las entradas y salidas de los miembros de la casa. El suelo de la casa era morada de los fantasmas, lemures, que se manifestaban los días 9, 11 y 13 de mayo, días de mal agüero. El techo de la casa tenía un elemento sobrenatural: el impluvium, por donde entraban los seres anormales y no mortales.
Como dioses protectores de la economía doméstica estaban Pecunia, que procuraba ganancias y protegía el dinero, además de Esculano y Argentino.
DIOSES DE LA HACIENDA
En las villas habitaban los mismos dioses domésticos que en las casas. El dueño de la hacienda acude a los dioses cuando su finca ha quedado impura, cuando desea una buena cosecha y la prosperidad en sus ganados, por medio de ofrendas o votos anuales a Marte Silvano, o con la ofrenda de una libra de carne del rebaño y una vasija de vino a Júpiter. Puede ser también un sacrificio expiatorio de un cerdo al dios o a la diosa que preside el bosque. La divinidad de la tierra será Ceres, ésta junto con el cielo, Iouem deben actuar según la fase en que se encuentre la cosecha.
Según la condición del terreno aparecerán diversos dioses: los campos arados se confían a Rusina, las cimas montañosas y las cordilleras a Iugatinus, etc. También aparecen dioses protectores de actividades relacionadas con la viña o el ganado.
http://revistadehistoria.es/educacion-en-la-roma-arcaica-y-republicana/
http://revistadehistoria.es/el-culto-privado-en-roma-los-dioses-domesticos/
Aquí tenéis unas interesantes presentaciones sobre la educación de los niños y niñas romanos
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