Si cada uno de nosotros nos paráramos a hacer una lista de los acontecimientos clave para explicar la Edad Media, seguramente saldría un conjunto de listas largo y bien diferente; de eso no cabe duda. Pero tampoco cabe duda de un hecho a tener en cuenta: la predicación realizada en el Concilio de Clermont, el 27 de noviembre de 1095, por el papa Urbano II estaría sin duda entre los acontecimientos más repetidos. Y es que lo sucedido entonces supuso un acto comunicativo de masas que definió el rumbo de Europa durante generaciones. Estamos hablando, nada más y nada menos, que de la predicación que dio lugar a la Primera Cruzada y llevó, en apenas cuatro años, a la conquista de Jerusalén y la instauración en el Próximo Oriente de toda una serie de reinos y condados cristianos. Y, sobre todo, de la creación de una poderosa herramienta de movilización social y de justificación política.
Hablar de la predicación de Urbano II en Clermont es hablar de la génesis de las Cruzadas, aunque éste fuera un término ajeno al mundo medieval. En su lugar, en la época se hablaba más bien de iter, passagium generalem, Reise o, incluso, peregrinatio y los cruce signati eran aquellos que emprendían estos viajes a medio camino entre la expedición guerra y el servicio religioso bajo el amparo de la Cruz; eran los cruzados.
Aquellas intensas horas en Clermont y todo lo que sucedió a raíz de ellas ha cautivado a la cultura europea durante nueve siglos. Ya fueran vistas como una práctica más de la rancia nobleza del Antiguo Régimen, desde una exótica fascinación por el mundo oriental (durante el Romanticismo), como precursoras de la expansión colonial (durante la segunda mitad del XIX) o desde el punto de vista del rigor académico, a partir del siglo XX, lo cierto es que las Cruzadas, especialmente aquellas que tuvieron como teatro de operaciones Tierra Santa, han acompañado al imaginario europeo desde los años posteriores a Clermont. Una fascinación no exenta de peligro, como demostró el siglo XX y la apropiación política que del término hicieron distintos personajes, ya fuera el kaiser Guillermo II durante la Primera Guerra Mundial, el general Eisenhower durante la Segunda, el general Franco y sus amotinados después del fallido golpe de estado militar de 1936, o el gobierno americano durante las intervenciones en Iraq.
Sea como sea, las palabras pronunciadas por Urbano II en Clermont, el penúltimo día de concilio, ante un auditorio repleto formado a partes iguales por miembros de la jerarquía eclesiástica del centro y sur de Francia y nobles y caballeros de la región, tuvieron un impacto mediático inmediato. Hasta cierto punto podemos reconstruir las líneas generales de lo que se dijo aquel día aunque el texto íntegro del discurso no haya llegado hasta nosotros. Con todo, nunca sabremos las palabras exactas pronunciadas por Urbano II, aunque las seis fuentes que nos hablan de su predicación (el autor anónimo de la Gesta Francorum, Fulco de Chartres, Roberto el Monje, Baldric de Bourgueil, Guilberto de Nogent y una carta del propio Urbano II escrita algo después de Clermont) nos permiten reconstruir lo esencial del discurso.
Con toda la atención puesta en su persona, el penúltimo día de concilio Urbano II cautivó a su auditorio cristalizando una soberbia amalgama de conceptos que habían ido tomando forma en los años previos y cuyo éxito provocó un fenómeno sin precedentes. Aquel 27 de noviembre de 1095, al grito de Deus vult!, (¡Dios lo quiere!) centenares de guerreros rasgaron sus ropas y cosieron en ellas una cruz, jurando abandonar sus tierras y aceptar el desafío lanzado por el Papa de acudir a Oriente, bien para ayudar al Imperio Bizantino contra el avance selyúcida, como dejaron escrito algunos de los testigos de la época, bien para recuperar los Santos Lugares, como afirmaron otros.
Lo cierto es que, apenas cuatro años después, el mundo ya no era el mismo.
¿Cómo y cuándo se fraguó el argumentario de Urbano II? ¿Qué tenía de novedoso y qué de tradicional? ¿Cuáles fueron los intereses cruzados que dieron lugar a las Cruzadas? En las próximas semanas los iremos desgranando poco a poco, para así comprender mejor lo que, en aquel frío día de noviembre, se había puesto sobre la mesa.
Urbano II en el concilio de Clermont de 1095
Hemos escuchado el mensaje de los cristianos de Oriente. Nos describe la lamentable situación de Jerusalén y del pueblo de Dios. Nos relata cómo la ciudad del Rey de Reyes, que trasmitió la fe pura a todas las otras ciudades, fue obligada a pagar tributo a las supersticiones paganas. Y cómo el milagroso Sepulcro, donde la muerte no podía guardar a su Prisionero, el Sepulcro que es la fuente de la vida futura y, sobre todo, donde el Sol de la Resurrección se levantó, fue ensuciado por aquellos que no se levantará de nuevo excepto para servir de paja para el fuego eterno.
Una victoriosa impiedad ha cubierto las tierras más fértiles de Asia de tinieblas. Las ciudades de Antioquía, Éfeso y Nicea ya han sido tomadas por los musulmanes. Las hordas bárbaras de los Turcos han colocado sus estandartes en las mismas fronteras de Helesponto[donde el mar Egeo se reúne con el Mar de Marmara], donde amenazan a todas las naciones cristianas. Si el único Dios verdadero no contiene su triunfante marcha, armando a sus hijos, ¿qué nación, qué reino podrá cerrarles a ellos las puertas de Oriente?.
El pueblo digno de gloria, el pueblo bendecido por Dios Nuestro Señor gime y cae bajo el peso de esos atropellos y más vergonzosas humillaciones. La raza de los elegidos sufre atroces persecuciones, y la raza impía de los sarracenos no respeta ni a las vírgenes del Señor ni los colegios de sacerdotes. Atropellan a los débiles y a los ancianos, a las madres les quitan sus hijos para que puedan olvidar, entre los bárbaros, el nombre de Dios. Esa nación perversa profana los hospicios… El templo del Señor es tratado como un criminal y los ornamentos sagrados robados.
¿Qué más debo deciros?
¡Somos deshonrados, hijos y hermanos, que viven en estos días de calamidades! ¿Podemos ver al mundo en este siglo reprobado por el cielo presenciar la desolación de la Ciudad Santa y permanecer en paz mientras es tan oprimida? ¿No es preferible morir en la guerra en vez de sufrir por más tiempo un espectáculo tan horrible? Lloremos por nuestras faltas que aumentan la ira divina, si, lloremos… Pero que nuestras lágrimas no sean como las semillas arrojadas sobre la arena. Dejemos que el fuego de nuestro arrepentimiento levante la Guerra Santa y el amor de nuestros hermanos nos lleven al combate. Dejemos que nuestras vidas sean más fuertes que la muerte para luchar contra los enemigos del pueblo cristiano.
Guerreros que escucháis mi voz, vosotros que iréis a la guerra, regocijaos, porque estáis tomando una guerra legítima… Armaos con la espada de los Macabeos e id a defender la casa de Israel que es la hija del Señor de los Ejércitos.
Ya no es asunto de vengar las injurias hechas a los hombres, sino aquellas que son hechas a Dios. Ya no es cuestión de atacar una ciudad o un castillo, sino de conquistar los Santos Lugares. Si triunfáis, las bendiciones del cielo y los reinos de Asia serán vuestra recompensa. Si sucumbís, alcanzaréis la gloria en la misma Tierra donde Jesucristo murió, y Dios no olvidará que os vio en la Santa Milicia.
No os quedéis cobardemente en vuestros hogares con los afectos y sentimientos profanos. Soldados de Dios, no escuchéis nada sino los lamentos de Dios. Romped todos vuestros lazos terrenales y recordad que el Señor dijo: ‘El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí… Y todo aquel que abandone sus casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o tierras por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna.
He aquí que hoy se cumple en vosotros la promesa del Señor que dijo que donde sus discípulos se reúnen en su nombre, Él estará en medio de ellos. Si el Salvador del mundo está ahora entre vosotros, si fue Él quien inspiró lo que yo acabo de escuchar, fue Él quien ha sacado de vosotros este grito de guerra, ‘¡Dios lo quiere!,’ y dejó que fuese lanzado en todas partes como testigos de la presencia del Señor Dios de los Ejércitos!
Es el mismo Jesucristo que deja su Sepulcro y os presenta su Cruz. Será el signo que unirá a los hijos dispersos de Israel. Levantadla sobre vuestros hombros y colocadla en vuestros pechos. Que brille en vuestras armas y banderas. Que sea para vosotros la recompensa de la victoria o la palma del martirio. Será un incesante recordatorio de que Nuestro Señor murió por nosotros y que debemos morir por Él.
S.S. Urbano II: Discurso del Romano Pontífice en el Concilio de Clermont, noviembre de 1095, convocando la Primera Cruzada, ante más de 200 Arzobispos y Obispos, 4.000 eclesiásticos y 30.000 legos.
Una victoriosa impiedad ha cubierto las tierras más fértiles de Asia de tinieblas. Las ciudades de Antioquía, Éfeso y Nicea ya han sido tomadas por los musulmanes. Las hordas bárbaras de los Turcos han colocado sus estandartes en las mismas fronteras de Helesponto[donde el mar Egeo se reúne con el Mar de Marmara], donde amenazan a todas las naciones cristianas. Si el único Dios verdadero no contiene su triunfante marcha, armando a sus hijos, ¿qué nación, qué reino podrá cerrarles a ellos las puertas de Oriente?.
El pueblo digno de gloria, el pueblo bendecido por Dios Nuestro Señor gime y cae bajo el peso de esos atropellos y más vergonzosas humillaciones. La raza de los elegidos sufre atroces persecuciones, y la raza impía de los sarracenos no respeta ni a las vírgenes del Señor ni los colegios de sacerdotes. Atropellan a los débiles y a los ancianos, a las madres les quitan sus hijos para que puedan olvidar, entre los bárbaros, el nombre de Dios. Esa nación perversa profana los hospicios… El templo del Señor es tratado como un criminal y los ornamentos sagrados robados.
¿Qué más debo deciros?
¡Somos deshonrados, hijos y hermanos, que viven en estos días de calamidades! ¿Podemos ver al mundo en este siglo reprobado por el cielo presenciar la desolación de la Ciudad Santa y permanecer en paz mientras es tan oprimida? ¿No es preferible morir en la guerra en vez de sufrir por más tiempo un espectáculo tan horrible? Lloremos por nuestras faltas que aumentan la ira divina, si, lloremos… Pero que nuestras lágrimas no sean como las semillas arrojadas sobre la arena. Dejemos que el fuego de nuestro arrepentimiento levante la Guerra Santa y el amor de nuestros hermanos nos lleven al combate. Dejemos que nuestras vidas sean más fuertes que la muerte para luchar contra los enemigos del pueblo cristiano.
Guerreros que escucháis mi voz, vosotros que iréis a la guerra, regocijaos, porque estáis tomando una guerra legítima… Armaos con la espada de los Macabeos e id a defender la casa de Israel que es la hija del Señor de los Ejércitos.
Ya no es asunto de vengar las injurias hechas a los hombres, sino aquellas que son hechas a Dios. Ya no es cuestión de atacar una ciudad o un castillo, sino de conquistar los Santos Lugares. Si triunfáis, las bendiciones del cielo y los reinos de Asia serán vuestra recompensa. Si sucumbís, alcanzaréis la gloria en la misma Tierra donde Jesucristo murió, y Dios no olvidará que os vio en la Santa Milicia.
No os quedéis cobardemente en vuestros hogares con los afectos y sentimientos profanos. Soldados de Dios, no escuchéis nada sino los lamentos de Dios. Romped todos vuestros lazos terrenales y recordad que el Señor dijo: ‘El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí… Y todo aquel que abandone sus casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o tierras por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna.
He aquí que hoy se cumple en vosotros la promesa del Señor que dijo que donde sus discípulos se reúnen en su nombre, Él estará en medio de ellos. Si el Salvador del mundo está ahora entre vosotros, si fue Él quien inspiró lo que yo acabo de escuchar, fue Él quien ha sacado de vosotros este grito de guerra, ‘¡Dios lo quiere!,’ y dejó que fuese lanzado en todas partes como testigos de la presencia del Señor Dios de los Ejércitos!
Es el mismo Jesucristo que deja su Sepulcro y os presenta su Cruz. Será el signo que unirá a los hijos dispersos de Israel. Levantadla sobre vuestros hombros y colocadla en vuestros pechos. Que brille en vuestras armas y banderas. Que sea para vosotros la recompensa de la victoria o la palma del martirio. Será un incesante recordatorio de que Nuestro Señor murió por nosotros y que debemos morir por Él.
S.S. Urbano II: Discurso del Romano Pontífice en el Concilio de Clermont, noviembre de 1095, convocando la Primera Cruzada, ante más de 200 Arzobispos y Obispos, 4.000 eclesiásticos y 30.000 legos.
La Primera Cruzada, en particular, tuvio su origen en acontecimientos anteriores en la Edad media. La división de Imperio Carolingio siglos antes, y la relativa estabilidad de fronteras Europeas después de la cristianización de las tribus bárbaras, que han creado toda una clase de guerreros que luchaban entre sí por la tierra y la riqueza.
A principios del siglo VIII el califato Omeya se había apoderado África del Norte, Egipto, Palestina, Siria e invadieron la Península Ibérica. La Reconquista española ganó una carga ideológica que puede ser considerada el primer ejemplo de un esfuerzo concertado de los cristianos en la conquista de territorio a los musulmanes como parte de los esfuerzos para ampliar los reinos cristianos de la Península Ibérica con el apoyo de Órdenes Militares y mercenarios desplegadas en todo Europa.
A principios del siglo VIII el califato Omeya se había apoderado África del Norte, Egipto, Palestina, Siria e invadieron la Península Ibérica. La Reconquista española ganó una carga ideológica que puede ser considerada el primer ejemplo de un esfuerzo concertado de los cristianos en la conquista de territorio a los musulmanes como parte de los esfuerzos para ampliar los reinos cristianos de la Península Ibérica con el apoyo de Órdenes Militares y mercenarios desplegadas en todo Europa.
Los Normandos conquistaron Sicilia en 1091. El Reino de Aragón en occidente las ciudades-estado de Pisa y Génova en Italia y el Imperio Bizantino en Oriente se enfrentaba contra los reinos musulmanes por el control de Mar Mediterráneo.
La idea de un guerra santa contra el Islam parecía aceptable para los poderes Seculares religiosos y Europa occidental, así como en personas en general, además del incentivo de ganar territorio y riqueza, que ganó popularidad con los éxitos militares de los reinos europeos. Así comenzó a surgir una nueva concepción política del Cristianismo.
Por lo tanto, no es sorprendente la unión de los reinos cristianos bajo la guía del Papa, y la creación de ejércitos para luchar contra el Islam y recuperar las tierras que anteriormente les habían pertenecido antes de la conquista musulmana, y en particular los territorios que habían sido parte de Imperio romano o su sucesor Imperio Bizantino - Siria, Egipto, África del Norte, Hispania, Chipre - Por encima de todo, Jerusalén y Palestina donde Jesúscristo y sus apóstoles habían vivido, eran lugares sagrados que sufrieron la herejía del dominio de los infieles.
La Primera Cruzada fue pedicada en 1095 por el Papa Urbano II en el antes descrito concilio de Clermont con el doble objetivo de ayudar a los cristianos ortodoxos orientales y la liberación de Jerusalén "Tierra Santa" del yugo Musulmán. En realidad, no fue un movimiento único, sino una serie de acciones de guerra con inspiración religiosa que incluyó la Cruzada de los Pobres y la Cruzada de los Nobles ( cruzada de los barones o caballeresca).
Esta cruzada comenzó con una llamada del Emperador bizantino Alejo I al papa para el envío de mercenarios para luchar contra los turcos Selyúcidas en Anatolia.
De las ocho cruzadas contra el Islam mediterráneo, la primera fue la única que triunfó. Liberó Jerusalén del dominio musulmán en una expedición de tres años tan épica como llena de terrible violencia. Cien mil personas (aproximadamente ) se pusieron en camino hacia la Ciudad Santa, pero sólo una de cada diez llegó ante sus muros. Eran los peregrini (peregrinos) o crucesignati (por la cruz cosida en el hombro de la sobreveste) que respondieron al dramático llamamiento formulado por el papa Urbano II, el 7 de noviembre de 1095 en la localidad francesa de Clermont. En marzo de aquel año, el pontífice había recibido una petición de ayuda del emperador bizantino Alejo I Comneno que necesitaba mercenarios occidentales para combatir a los turcos selyúcidas, dueños de Asia Menor tras su demoledora victoria sobre los vizantinos en Manzikert en 1071.
La Primera Cruzada se divide en dos Fases:
- Cruzada Popular
- Cruzada de los Principes o Señorial
- Cruzada Popular
- Cruzada de los Principes o Señorial
La cruzada Popular:
La cruzada de los pobres (en oposición a la cruzada noble, militar organizada) era en realidad la primera cruzada en la historia, aunque los historiadores modernos, tanto por su éxito limitado y porque nunca se formalizó mediante la Iglesia entonces, la considera a la vanguardia de Primera Cruzada.
La Cruzada de los Pobres es una explosión de fervor que llevó a muchos combatientes hacia el camino a Jerusalén tras la llamada a la Cruzadas del Papa Urban II en 1095. La expedición, compuesta por 40 000 cruzaron inicialmente y sólo 20 000 en el final terminó con su masacre Civitot el 20 de octubre 1096. Esta cruzada es también famosa por el eslogan que su promotor le había dado a sí mismo: El Deus vult (Dios lo quiere)
Dirigido por Gualterio sin Haber ( Walter el indigente) y Pedro el Ermitaño de Amiens
Gualterio Sin Haber era el señor de Boissy-sans-Avoir en la isla de Francia. Codirigio la cruzada Popular junto a Pedro el Ermitaño. Al comienzo de la Primera Cruzada, viajaron con sus seguidores mucho antes del grueso del ejército de caballeros , Gualterio sin Haber condujo a sus seguidores a través de Santo Imperio Romano, El Reino de Hungría y Búlgaria hacia las provincias del Imperio Romano de Oriente (Bizancio), Viajando por separado de Pedro el Ermitaño, se distinguió como uno de los principales dirigentes de la Cruzada de los Pobres hasta su masacre en Anatolia por los turcos.
Pedro el Ermitaño era un monje carismático y orador, fue el líder espiritual del movimiento de la cruzada popular o de los pobres. Era conocido por montar un burro y vestirse con ropa sencilla. Él había predicado vigorosamente la cruzada por el norte de Francia y Flandes. Afirmó que había sido designado para predicar por Cristo mismo y fue uno de sus pocos supervivientes de esta cruzada que después se unio a la Cruzada de los Nobles, consiguio cumplir su voto de Cruzado de visitar el Santo Sepulcro en Jerusalén. Moriría sólo unos pocos años más tarde, en suelo europeo.
Desarrollo de la Cruzada Popular
La Cruzada de los Pobres o Popular se inicio antes de la Primera Cruzada. Iba a ser una fracaso total. Más de quince mil personas se unieron a la iniciativa del ejército de Gualterio sin Haber y más tarde de Pedro el Ermitaño con el objetivo de recuperar Tierra Santa de manos de los paganos con esta meta los cruzados marcharon hacia Constantinopla, desde donde tenían previsto ir a Jerusalén. Sin embargo, Pedro el Ermitaño y sus seguidores no habían prestado atencion a como alimentar a su ejercito cruzado . Como resultado de ello, siempre los cruzados recurrian al robo, saqueo para alimentarse, quemaron ciudades, y sacrificaron personas a las cuales calificaban como infieles ( judios, musulmanes,etc).
Mientras tanto, el ejército dirigido por Pedro el Ermitaño (marcho por separado de Gualterio sin Haber) también luchó con los húngaros, y pudo haber capturado Belgrado. En Nis el gobernador bizantino hizo ofertas a Pedro el Ermitaño, pero Pedro tenía poco control sobre sus seguidores y y las tropas bizantinas eran necesarias para sofocar sus ataques. Pedro el Ermitaño llegó a Constantinopla en agosto, donde se unió con el ejército de Gualterio Sin Haber, que ya había llegado, así como bandas separadas de cruzados de Francia, Alemania e Italia. Otro ejército de bohemios y sajones no logró pasar Hungría donde se dividieron y fueron acribillados.
Esta muchedumbre rebelde comenzó a atacar y saquear fuera de la ciudad de Constantinopla en busca de suministros y alimentos, y una semana después el emperador bizantino Alejo I apresuro el traslado de todos ellos a través del estrecho de Bósforo. Después de cruzar a Asia Menor, Las fuerzas conjuntas de Gualterio sin Haber y Pedro el Ermitaño fueron transportadas el 6 de agosto, a las órdenes del emperador bizantino, a Asia menor (Estrecho del Bosforo). Ellos se establecieron en el campo de Kibotos (llamado por los cruzados Civetot),los cruzados se separan y comenzó a saquear los campos, vagando en el territorio de sos turcos selyúcida alrededor de Nicea.
Pronto comenzaron desacuerdos sobre que cosas hacer. Finalmente, los cruzados se dividen en dos grupos, uno compuesto por franceses, y el otro por pueblos alemanes. Los soldados franceses atacaron Nicea y regresaron con un gran botín, provocando la envidia de la gente alemana que querían imitarles. Sin embargo, esta vez los turcos al mando del Sultan del Rüm Kilij Arslan I había capturado por sorpresa al ejército cruzado. Aquellos que renunciaban al cristianismo y se convertian al Islam serían perdonados, y los que no serían asesinados
Masacre de los Cruzados y fin de la Cruzada Popular
La noticia del incidente trasladó desde Civitot a los cruzados restantes, a pesar de las razones de Gualtieri para esperar el regreso de Pedro el Ermitalo de Constantinopla. En su lugar, prevalecio la opinión de Geoffrey Burel quien salio al encuentro de los turcos y el 21 de octubre de 1096, 20 mil fueron emboscadas por el sultán selyúcida quien preparo un avance eficiente. La masacre fue inmensa el mismo Gualterio sin Haber cayó en el campo y los pocos sobrevivientes fueron rescatados por las tropas del Imperio Bizantino que lideró una expedicion contra los turcos selyúcidas
Pedro el ermitaño escapo de la masacre ya que estaba todavía en Constantinopla cuando se le informo la noticia de la catástrofe. Se decidió entonces con los pocos sobrevivientes a esperar la llegada de la mayor parte de los cruzados y se unio a la Cruzada de los Nobles.
La Historiografia antigua creía que el ejército de Pedro se componía exclusivamente de campesinos analfabetos, que no conocian grandes ciudades como Jerusalén. Sin embargo, por el siglo X la ubicación y la distancia a Jerusalén era bien conocida. Además, aunque pobres, algunos de los caballeros en el ejército de Pedro el Ermitaño, como su teniente Gualterio sin Haber, estaban bien entrenados y tenían experiencia en combate .
La Cruzada Popular forma parte de la Primera Cruzada emprendida por el Papado Romano para recuperar Tierra Santa del Poder los musulmanes. La primera Cruzada se divide en la Cruzada Popular y la Cruzada señorial.
La Cruzada de los Príncipes:
La Cruzada de los Príncipes o Señorial se hizo en una forma más ordenada que la Cruzada Popular que fue embuida por la fe ferviente. Se componía de caballeros feudales y fue dirigida por los nobles de diferentes partes de Europa. El más significativo de ellos fueron Raimundo IV de Tolosa, el enviado papal Ademar de Monteil ; Bohemundo de Tarento, Godofredo de Bouillon y sus hermanos, el religioso Eustaquio y Balduino de Boulogne, Roberto II de Flandes, Roberto II de Normandía, Estéfano II de Blois, Hugo I de Vermandois y el hermano menor de el rey Felipe I de Francia, Que llevaba el estandarte papal.
Los cuatro principales ejércitos cruzados dejaron a Europa alrededor de agosto del 1096. Ellos tomaron caminos diferentes hacia Constantinopla y se reunieron fuera de su murallas de la ciudad entre noviembre de 1096 y abril 1097; Hugo de Vermandois llegó primero, seguido por Godofredo, Raimundo y Bohemundo. Esta vez, el emperador bizantino Alejo I estaba más preparada y hubo menos incidentes de violencia a lo largo del camino.
El primer grupo se compuso de caballeros de Lorena (Francia) y de Flandes, estaba comandado por Godofredo de Bouillón junto con sus hermanos Balduino y Eustaquio se dirigieron hacia Constantinopla a través de Alemania y Hungría.
# El segundo grupo estaba compuesto por caballeros Normandos del norte comandados por Hugo de Vermandois, hermano del rey Felipe I de Francia y que portaba el estandarte papal, Estéfano II de Blois, cuñado del rey Guillermo II de Inglaterra, el conde Roberto II de Flandes y por Roberto II de Normandía se dirigieron a Constantinopla vía marítima partiendo desde Bari (Italia).
# El tercer grupo lo componían los caballeros normandos del sur bajo el mando de Bohemundo de Tarento junto con su sobrino Tancredo que tras reunirse con los normandos septentrionales viajaron juntos hacia Constantinopla.
# El cuarto grupo estaba compuesto por caballeros occitanos dirigidos por Raimundo de Tolosa y a quien acompañaba Ademar de Le Puy, agente pontificio y jefe espiritual de la expedición. Este contingente partio hacia Constantinopla atravesando Eslovenia y Dalmacia.
El tamaño del ejército cruzado todo es difícil de estimar; varios números fueron dadas por los testigos presenciales, e igualmente diversas estimaciones han sido ofrecidos por los historiadores modernos. El historiador militar David Nicolle considera que los ejércitos cruzados constaban de unos 30.000 a 35.000 cruzados, entre ellos 5.000 de caballería. Raymond tenía el mayor contingente de unos 8.500 soldados de infantería y 1.200 de caballería.
Los cruzados en Constantinopla
Con la escasez de alimentos, los Cruzados llegaron y acamparon en las puertas de Constantinopla esperando que el emperador bizantino Alejo I, que había solicitado su ayuda, alimentara a la vasta multitud, reforzada por los sobrevivientes de la cruzada de los pobres. Pedro el Ermitaño, quién se había sumado a la cruzada de los Nobles en Constantinopla, fue encargado de el bienestar de los sobrevivientes de la cruzada anterior (Cruzada Popular) ,se organizaron en pequeños grupos, por lo general dirigidos por un noble empobrecido.
El Emperador bizantino estaba preocupado por esta multitud, a menudo hostil, lo que provocó muchos incidentes entre ellos, más allá de su experiencia anterior con los peregrinos de la Cruzada Popular. Además, su viejo enemigo Bohemundo de Tarento lideró la expedición cruzada.
Con la intención de ejercer algún control sobre los cruzados a cambio de suministros y transporte para Asia Menor, Alejo I exigía que los dirigentes de la cruzada hagan un juramento de vasallaje y se comprometieran a entregar a manos bizantinas, todas las tierras que conquistaran de los turcos. Sin mas alternativa, la mayoría de los líderes se sometieron al juramento, que con el tiempo dejaría de cumplir.
Los Cruzados cruzan el Asia Menor: Sitio de Nicea
Los ejércitos cruzados pasaron a Asia Menor durante el primer semestre de 1097, donde se les unió Pedro el Ermitaño y el resto de su pequeño ejército. Además, Alejo I también envió un contingente militar y dos de sus propios generales, Manuel Boutoumides y Tatikios, Para ayudar a los cruzados. El primer objetivo de su campaña fue Nicea, Anteriormente una ciudad bajo el dominio bizantino, pero habiéndose convertido en la capital de los selyúcidas del Sultanato de Rüm gobernado por Kilij Arslan I.
Ellos pusieron la ciudad en sitio a partir del 14 de mayo, la asignación de sus fuerzas en las diferentes secciones de las murallas, que fueron bien defendidos con 200 torres. Bohemundo acampó en el lado norte de la ciudad, Godofredo en el este, y Raymundo y Adhemar de Le Puy en el sur.
Hubo un largo asedio de Nicea. Los cruzados no pudieron asegurar el lago en el que la ciudad, y el sultan Kilij Arslan I se apresuró a regresar a la ciudad cuando se enteró del sitio. Atacó a los cruzados, pero las fuertes pérdidas lo hicieron retroceder. A continuación, Kilij Arslan I informó a la ciudad que debia rendirse si se llega al punto de que no puedan defenderse.
El emperador bizantino Alejo I aceptó la rendición de Kilij Arslan I en secreto por temor a que los cruzados destruyan y saqueen la ciudad. Cuando los cruzados despertaron el 19 de junio de 1097, vieron pancartas y banderas bizantina que enarbolaban sobre los muros de la ciudad de Nicea. No se les permitía entrar en la ciudad, excepto en pequeñas bandas supervisado, esto a sido descrita a menudo como fuente del conflicto entre el Imperio bizantino y los cruzados. Sin embargo, esta política se ajusta a los juramentos de fidelidad hechos anteriores a Alejo I, y el emperador aseguró que los cruzados fueron bien remunerados por sus esfuerzos. Después de entregar la custodia de Nicea a los bizantinos, los cruzados reanudaron su campaña a Jerusalén.
Batalla de Dorilea
Los cruzados continuaron su marcha hacia Jerusalén con algunas tropas bizantinas todavía con ellos. Su próximo objetivo era Dorilea donde Bohemundo sufrio un ataque sorpresa de Kilij Arslan I, dando lugar a la Batalla de Dorilea. Godofredo de Bouillon rompió las linea turca y logro derrotar a las hordas musulmanas gracias a la ayuda posterior de Adhemar de Le Puy , quien ataco a los musulmanes por la retaguardia. Kilij Arslan I luego retrocedió y los cruzados saquearon sus campamentos y marcharon a través de Asia Menor hacia Antioquía con poca oposición.
La Batalla por Antioquía
Antioquía estaba situada en la mitad del camino entre Jerusalén y Cosntantinopla. El sitio, que comenzó en octubre de 1097, duró cerca de ocho meses. Antioquía era una ciudad demasiado grande para que los cruzados pudieran rodearla con su ejercito, lo que permitió a la ciudad de Antioquía permanecer parcialmente con suministros.
En mayo de 1098, un noble turco Kerbogha de Mosul, llegaba con refuerzos musulmanes a Antioquía para liberar el asedio cruzado. Fue entonces que Bohemundo soborno a un guardia armenio llamado Fruiz para que entrege su torre. En junio, los cruzados entraron a la ciudad de Antioquia y mataron a casi todos los habitantes musulmanes. Los refuerzos de Kerbogha de Mosul llegaron a los pocos días y se enfrentaron a los cruzados, los refuerzos islamicos sitiaron Antioquia. Pedro Bartolomé, un monje cruzado, afirmó que había encontrado la Lanza Sagrada (lanza de un soldado romano que atraveso el cuerpo de Jesus) en la ciudad y esto se consideró un milagro que presagiaba que obtendrían la victoria frente a los infieles.Los cruzados lograron la victoria sobre Kerbogha, quien fue incapaz de organizar las diferentes facciones de su ejército.
Bohemundo quería Antioquía para sí mismo y argumentó que el emperador bizantino Alejo I habría abandonado la cruzada y los juramentos que los cruzados habían tomado ahora eran nulos. Muchos de los líderes no estaban de acuerdo, especialmente Raimundo de Tolosa. Esto también empezó a discusiones entre los líderes que retrasó la cruzada por el resto del año. Por otro lado, la toma de Antioquía implicó el nacimiento del segundo Estado cruzado.
Jerusalén
Finalmente, a comienzos de 1099, se renovó la marcha hacia la Ciudad Santa, dejando a Bohemundo atrás como nuevo Príncipe de Antioquía.
Los cruzados encontraron muy poca resistencia en el camino a Jerusalén por la costa del Mediterráneo. Los gobernantes locales hicieron acuerdos de paz con ellos y les dieron suministros en lugar de luchar. El 7 de junio 1099 llegaron a Jerusalén, que estaba ahora en manos de los Fatimíes de Egipto.
Los cruzados llegaron ante las murallas de la ciudad de Jerusalen en junio de 1099 y y, al igual que hicieron con Antioquía, desplegaron sus tropas para someterla a un largo asedio, durante el cual los cruzados sufrieron también un gran número de bajas por culpa de la falta de comida y agua en los alrededores de Jerusalén
Cuando el ejército cruzado llegó a Jerusalén, del ejército inicial sólo quedaban 12.000 hombres, incluyendo a 1.500 soldados de caballería. Enfrentados a lo que parecía una tarea imposible. La ciudad de Jerusalen estaba bien preparado para el asedio, y el gobernador fatimí Iftikhar ad-Daula había expulsado a la mayoría de los cristianos.
Un primer asalto directo en las paredes el 13 de junio fue un fracaso. Sin agua ni comida, hombres y animales fueron rápidamente muriendo de hambre y sed y los cruzados sabían que el tiempo no estaba de su lado.
Frente a una tarea aparentemente imposible, sus espíritus se suscitaron cuando un sacerdote con el nombre de Pedro Desiderio afirmó tener una visión divina en la cual el fantasma de Adhemar les ordenó ayunar durante tres días y luego marchar en una procesión descalzo alrededor de las murallas de la ciudad, tras lo cual la ciudad caería en nueve días, siguiendo el ejemplo biblico de Josué en el sitio de Jericó.
Coincidentemente, poco después del primer asalto, dos galeras genovesas navegaron hacia el puerto de Jaffa. Las tropas genovesas dirigidas por Guillermo de Embriaco se habían dirigido a Tierra Santa en una expedición privada, la ciudad que se encontraba en ese momento sitiada por los cruzados. Los genoveses habían desmantelado previamente las naves en las cuales habían navegado hasta Tierra Santa, y las utilizaron para construir torres de asedio y los cruzados fueron capaces de volver a abastecerse por un corto tiempo.
Reflexión y conclusión:
La historia de las cruzadas está ampliamente estudiada, pero no por ello sabemos todo acerca de ellas. Es más que seguro que esos pobres antes mencionados, tenían mas convencimiento religioso que los nobles. ¿ Pero cuanto ?
Si bien los pobres y los nobles eran profundamente religiosos en una era en la que la Iglesia comenzaba a cimentar su poder terrenal ( a parte del celestial ) y a controlar la vida política y social de aquellos momentos, no es menos cierto que las clases menos pudientes se morían de hambre cíclicamente, que estaban sujetas a cargos señoriales abusivos, y que a ojos de la Iglesia eran unos pecadores descarados. La mejor solución sería pues, abandonar sus propias tierras ( sin nada que perder ) y dirigirse a Tierra Santa, buscando limpiar sus pecados y escapar de esa vida de miseria y hambre.
Por otro lado, las clases nobles vivían de la guerra y de la tierra, y la excusa religiosa era perfecta para buscar nuevas tierras por las que expandirse y asentar sistemas de producción basados en la agricultura. Estamos en un siglo en el que la coyuntura económica de expansión produjo un aumento de la población. Para reducir la presión sobre la tierra era necesario colonizar nuevos lugares ( como ocurriría en los Estados Cristianos de España ) con el excedente poblacional.
A esto habria que sumarle el prestigio y la busqueda de fortuna de aquella nobleza caballeresca.
http://wwwapostoladoeucaristico.blogspot.com.es/2011/03/discurso-del-papa-urbano-ii-convocando.html
http://entrehistorias.com/es/historia-medieval/el-concilio-de-clermont/
http://www.mediavida.com/foro/off-topic/la-primera-cruzada-10956-1099-454382
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