jueves, 15 de agosto de 2019

HISTORIA DE LOS HURRITAS Y MITANNI



Los hurritas fueron un pueblo de origen indoeuropeo que habitó en la antigüedad una región centrada en el valle del río Khabur (norte de Mesopotamia y sus alrededores), lo que comprende los actuales sudeste de Turquía, norte de Siria e Irak y noroeste de Irán. Llegaron al norte de Mesopotamia alrededor del 2300 a. C. y prácticamente habían desaparecido hacia el 1000 a. C. Entre los numerosos estados que fundaron, destaca el de Mitani, también conocido como Naharina, que fue una de las grandes potencias de su época. Su distribución es similar a la de los kurdos en la actualidad. Mitani fue un estado feudal dirigido por una aristocracia militar que llegó a la zona en torno al 1800 a. C. o al 1700 a. C. y que llegó a adquirir una gran importancia en torno al 1600 a.C., debido a su privilegiada situación a orillas del río Orontes y entre los imperios asirio, egipcio e hitita. Este reino habría sido conquistado por Asiria, quedando anexionado en 1270 a. C. y convertido en el virreinato o provincia de Hanigalbat.

Tal vez fue uno de los pueblos que más intento hacerse un espacio definitivo en Medio oriente, pero llegó demasiado tarde. Hablar de hurritas es algo complicado pues existen pocas fuentes directas y lo que se sabe de ellos es a través de intermediarios como asirios, hititas y egipcios. Además, una parte de la nación hurrita instauró el llamado Imperio de Mitani algo de lo que hablaremos de ellos en detalle más adelante. Es por eso que en un principio se conoció al pueblo como Mitani o mitano, hasta que gracias a fuentes hititas (cuyas fuentes los mencionan como hurtas) y son mucho más antiguas, terminaron por imponer este apelativo. No se sabe con exactitud de donde vinieron, y por lo general se han seguido rastros desde la parte este de Anatolia o de la zona norte del Mar Negro y el Cáucaso. Se cree que sus principales apariciones datan de la era del Imperio Acadio asentándose en ciudades como Nuzi o Urkesh. Sin embargo gran parte de esta nación nómada, no realizaba sus viajes precisamente a pie, sino más bien a caballo, pues fueron ellos los que se encargaron de introducirlo en Medio Oriente. Además con el tiempo tomaron la rueda de los sumerios para construir ya no carruajes que los ayudasen en sus actividades cotidianas, sino más bien carros de combate.

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Después de este importante aporte, los hurritas se esparcieron sobre la zona de Palestina y Siria y llegaron más al sur, hasta el Egipto Antiguo, sin muchos problemas gracias a su arma secreta. Existe cierta discusión si fueron ellos o los hititas los inventores de los transportes para conflicto más antiguos, sin embargo, en Egipto, los hurritas fueron llamados hicsos (si bien algunos historiadores hace una distinción, esta es irrelevante), y allí las crónicas históricas de los hijos del Nilo y otras fuentes señalan el azote de este pueblo que poseía armas superiores y que introdujo el caballo y la rueda a dichos lares. Entonces, todo parece indicar, que si bien fueron los hititas los que catapultaron a la fama el carro de combate tirado por caballos de guerra, no fueron ellos los primeros inventores de dicha idea. Con el paso del tiempo los hurritas establecidos en la zona de Mesopotamia terminaron marchándose hacia el oeste, hacia Siria y Palestina otra vez, tras no soportar las sucesivas luchas que acaecían en su antiguo hogar. Sin embargo al unirse a otros grupos hurritas que se hallaban allí por siglos, encontraron con que el lugar ya había sido ocupado por otros más, entre ellos los hititas que se hallaban en un intento de expansión. Llegaron  a ubicarse en una zona llamada Yamhad ubicada en la actual Siria, hasta que esta cayó bajo el dominio de los hititas. Además ejercieron influencia sobre numerosos reinos tales como Alepo, Alalakh y Kizzuwadna. Los dos primeros se mantuvieron libres hasta casi finales del siglo XVII a.n.e., mientras que el último soportó hasta casi el término del siglo XV a.n.e. cuando el rey hitita Tudhalia I lo redujo al vasallaje pero con política interna independiente aún, aunque en el siglo siguiente, Shubiluliuma I, otro monarca hitita lo convirtió finalmente en una provincia de su imperio. Pero los hurritas no estaban aún totalmente derrotados. Habían peleado durante siglos por un lugar en donde asentarse y estaban lejos de rendirse a pesar de haberse visto siempre superados, avasallados o desplazados.
Pero aún quedaban hurritas libres y sobre todo con ganas de establecerse en un solo lugar. Finalmente eligieron la zona en ese momentos más apta pero que con el paso de los años se convertiría en la más vulnerable. Las correrías que habían tenido en el oeste contra los hititas los hizo movilizarse hasta la frontera con la Alta Mesopotamia. Además los casitas habían invadido Babilonia y el primer imperio establecido por Hamurabi se había venido abajo, al mismo tiempo que los asirios no eran los suficientemente fuertes y los hititas estaban contentos con la toma de Alepo. Si bien los hurritas no se introdujeron de lleno en la región mesopotámica prefirieron quedarse sólo cerca a ella. Entonces en aquella porción de terreno que quedaba libre entre la Alta Mesopotamia y la frontera hitita en el este de Anatolia y parte de Siria, se ubicó el reino hurrita más destacado de todos: conocido sencillamente como Mitani llamado así por los egipcios, si bien existen nombres como los de Hurri o Hanigalbat (de Khanigalbat), como lo llamaban los asirios.
El poder de Mitanni se basó en la creación de un nuevo tipo de guerrero: el mariyannu (joven guerrero en indoeuropeo). Este arquetipo era el auriga perfecto. Así desarrollaron un nuevo tipo de carro de guerra, ligero, aunque más robusto que el egipcio, con dos caballos, un conductor y el noble. Pero el toque maestro llegó con el uso de las armaduras. Los hurritas desarrollaron la cota de escamas de bronce, que los nobles mitannios usaron para cubrirse tanto ellos como sus caballos, dado que la protección del escudo era muy poco eficaz y se necesitaba una mayor protección frente a los arqueros enemigos. Los veloces carros, dirigidos por un auriga y con un guerrero protegido desde la cabeza a los pies, y equipado con un poderoso arco, y con caballos también parcialmente protegidos, se convirtieron en el núcleo del ejército. El efecto de este ejército sobre la infantería enemiga era terrorífico, y el continuo entrenamiento de los nobles les dio cierta superioridad sobre los cuerpos de carros enemigos. El concepto de maryannu fue rápidamente copiado por todo Oriente, y en él se basaron tanto egipcios como hititas y ciudades estados de Siria y Palestina para mejorar sus carros. De hecho, este tipo de guerrero sería, tras la caída del reino, el mayor legado de este valeroso pueblo, una nueva arma que revolucionaría la Baja Edad de Bronce.
Según las escasas fuentes disponibles, el ejército de Mitanni se organizaba en dos alas de carros (derecha e izquierda), con una retaguardia de infantería no especializada, cuyas funciones eran de apoyo y de sostenimiento del centro del ejército cuando las alas de carros se lanzaban al combate.
Los archivos de Nuzi hacia el 1.400 AC detallan el equipo de cada carro: dos carcaj con 37 flechas cada uno, arco, látigo, escudo, espada, lanza, casco y coraza escamas de bronce.
El cuerpo de infantería se componía de personal equipado con escudos y lanzas cortas, que no luchaban en falange, sino que se comportaban como una infantería media auxiliar, dando apoyo al sistema de carros. También se usaron corredores, tropas ligeras que corrían detrás de los carros para auxiliar a los aurigas, protegerlos si caían o incluso, apoyar en sus ataques a los carros enemigos.
También se reclutaron tropas de infantería ligera entre feroces tribus menos culturizadas, como los Apiru, que luchaban como hostigadores, y que eran conocidos tanto entre los egipcios como entre los Mitanni.
A pesar de contar con recursos humanos inferiores a los de Egipto y los hititas, los mitannios, con la ayuda de las ciudades estado subyugadas, y desplegando un buen número de nobles maryannu, se batieron con dureza a lo largo y ancho de Oriente Próximo.
Fueron especialistas en la cría y doma de potros, y se les atribuye las primeras carreras de carros, de ellos aprenderían más tarde los hititas.
El imperio de Mitani o reino de Mitanni como mejor prefiera llamársele, duró poco más de dos siglos y su capital fue Washukanni. Antes que nada, los dos primeros reyes son legendarios y no se conoce nada acerca de su gobierno más que sus nombres. Kirta instauró el reino alrededor del año 1500 a.n.e., y Shuttarna I se encargó de asentarlo. El tercer soberano, Barattarna es de quién se tienen muchos más datos y su existencia está comprobada gracias a tablillas cuneiformes. Los primeros en enfrentarse a los hurritas mitanes fueron los egipcios. Estos luego de varios meses de campaña consiguieron hacerse con parte de Fenicia en la zona de Palestina actual. Del sucesor Parshatar no se sabe mucho, pero tal parece que durante estos años, mediados del siglo XV a.n.e. aprox., Alepo volvió a Mitani.
Shashtatar fue el nuevo rey de Mitani quién saqueó Assur llevándose tesoros importantes y tal parece que Asiria, débil por aquel entonces, fue obligada a pagarle tributo a los hurritas. Luego le sigue Artatama I y a éste Shutamma II, el cual pactó con los egipcios, según atestiguan numerosas cartas y textos hallados. Esto no parece tan descabellado debido a los ricos tesoros de Egipto y otros recursos que Mitani necesitaba. Además al parecer ambos países se necesitaban en contra de los hititas los cuales venían azotando las fronteras de los hurritas. Luego tenemos a los reyes Artashumara, el cual fue asesinado rápidamente tras asumir. Lo sucedió Tushratta, su hermano. Aquí empezó una serie crisis en la cual Egipto se alejó mientras que hititas y asirios seguían presionando la frontera. Por otro lado, los estados vasallos de los hurritas comenzaron a revelarse apoyados por los hititas, los cuales después terminaron invadiendo el Imperio Mitani sembrando el caos y la destrucción, empero no pudieron tomar la capital y se asentaron más en la zona de Siria. Al parecer durante esta era de expansión hitita sería cuando estos tomaron el carro de combate, aquella arma que tantas victorias les había dado a los hurritas. El siguiente rey fue Artatama II, el cual junto con Shuttama III pasaron por momentos de incertidumbre. El primero fue apoyado en subir al trono por los hititas y el segundo por los asirios, los cuales ya parecían hacer planes para repartirse aquel pastel gigante que era Mitani y que sólo parecía interrumpir la expansión de estos dos pueblos. Después llegó Shattiwaza, quién se alzó con el poder, cuando los hititas tomaron Carchemish y parte de la zona oeste al Éufrates, asegurándose territorios que servirían de escudo ante Asiria.
El siguiente rey fue Shattuara I, el cual fue humillado tras ser hecho prisionero y llevado a la misma Assur, donde fue comprometido por el asirio Adad-nirari a pagar tributo. El sucesor del soberano hurrita fue Wasashatta, el cual se rebeló abiertamente contra los asirios, pidiendo ayuda a los hititas inútilmente, pues estos prefirieron ocuparse de sus propios asuntos. Sí fingieron que iban a ayudarlo recibiendo el dinero, pero jamás fueron a su socorro. Los asirios entonces llegaron a Taidu y tomaron muchas otras urbes más entre ellas Nabula, Kahat, Amasakku y Hurra. También cayó Irridu, y el rey Wasashatta y toda su familia fueron capturados. El destino de la familia real es incierto, pero tal parece que ocuparon alguna provincia vasalla. Adad nirari entonces tomó el título de gran rey. Aparentemente con Wasashatta el Imperio Mitani, si es que aún se le puede llamar así, llegó prácticamente a su fin. El reino hurrita que más se había desarrollado e intentado preponderar en un estado y territorio, cuyo levantamiento y consagración, les había costado sangre y esfuerzo, ahora llegaba a su fin. Hubo aún uno más que podría llegar a ser considerado como rey de Mitani, si bien algunos prefieren no incluirlo en la lista. Primero esta Shattuara II, quién durante el reinado del asirio Shalmaneser I, se rebeló con la ayuda de los hititas. El ejército sublevado estaba bien preparado, pero el monarca asirio no tuvo piedad y mató a casi 15 mil, cegó a muchos otros, y destruyó lo que quedaba de las ciudades hurritas incluyendo Taidu e Irridu. Los pueblos identificados como hurritas fueron finalmente deportados y esparcidos perdiéndose por diversos lares. Los pocos que quedaron sobre el antiguo territorio de Mitani, después se vieron enfrascados en una lucha entre hititas y asirios. Estos últimos perdieron territorios orientales, a causa de invasiones como la de las tribus arameas, alrededor de un siglo más tarde de la caída de Mitani como entidad política totalmente autónoma. Respecto a los pueblos hurritas que se asentaron en Palestina y Siria, se terminaron mezclando y usando otros idiomas, primero el acadio y después el arameo.

En cuanto a la cultura,la lengua hurrita no está relacionada ni a la de los indoeuropeos ni tampoco a la de los semitas. En realidad se sabe muy poco de ella, por ende también es difícil descifrar el origen. Adoptaron la escritura cuneiforme renovada por los acadios. Como ya citamos, con el tiempo solo en Mitani y en algunos otros lugares se mantendría la lengua, pues los hurritas terminaron mezclándose y adaptando los idiomas de otras naciones vecinas. Quizá la alfarería es la mejor representación que los identifique. Se diferencian dos estilos, el Khabur, caracterizado por sus trazos rojizos con figuras y líneas triangulares, donde no hay efectos redondeados o curvas. Por otro lado tenemos el estilo Nuzi, el cual por lo general está pintado en blanco o marrón. Además destacan en la metalurgia, ya que fueron muy buenos comerciantes de plata, cobre y estaño, intercambiándolo por oro, el cual era escaso en sus tierras o las rutas comerciales que dominaron. Empero, aunque resulte paradójico, se han encontrado muy pocas obras hechas con metales, salvo por algunas figuras de leones descubiertas en Urkesh, y de tamaño pequeño. También fueron buenos músicos, y como ya hemos citado, domadores de los mejores caballos de la región. Respecto a sus principales dioses tenemos a Teshub, (el mismo de los hititas), Hebat, Kumarbi padre de Teshub; Shimegi, el dios del sol; entre otros. Si bien no le daban tanta importancia a los templos como los mesopotámicos, estas deidades y otras más, tenían algunos lugares de culto en diversas urbes.

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