sábado, 2 de abril de 2016

GEORGE MARSALL...EL PLAN MARSALL Y SUS EFECTOS


No necesito decirles, señores, que la situación mundial es muy seria . Al considerar lo que se precisa para la rehabilitación de Europa, la pérdida física de vida, la destrucción visible de ciudades, factorías, minas y ferrocarriles, fueron correctamente estimadas, pero se ha hecho obvio en los últimos meses que esta destrucción visible era probablemente menos seria que la dislocación de toda la fábrica de la economía europea.
La verdad de la cuestión es que las necesidades de Europa para los próximos tres o cuatro años en alimentos y otros productos esenciales procedentes del exterior, principalmente de América, son tan superiores a su presente capacidad de pago, que tienen que recibir una ayuda adicional sustancial o enfrentarse con un deterioro económico, social y político de un carácter muy grave. El remedio consiste en romper el círculo vicioso y restaurar la confianza de la gente europea en el futuro económico de sus propios países y de Europa como un todo. El fabricante y el granjero a lo largo y ancho de amplias áreas tiene que tener capacidad y voluntad de cambiar sus productos por monedas cuyo valor continuo no esté constantemente en cuestión.
Dejando a un lado el efecto desmoralizador sobre el ancho mundo y las posibilidades de desórdenes resultantes de la desesperación de la gente afectada, las consecuencias para la economía de los Estados Unidos parecen evidentes a todos. Es lógico que los Estados Unidos hagan cuanto esté en su poder para ayudar a volver a una salud económica normal en el mundo, sin la cual no cabe estabilidad política ni paz segura. Nuestra política no va dirigida contra ningún país, ni ninguna doctrina, sino contra el hambre, la pobreza, la desesperación y el caos. Su objetivo debe ser la vuelta a la vida de una economía operante en el mundo, de forma que permita la aparición de condiciones políticas y sociales en las que puedan existir instituciones libres. Tal ayuda, a mi modo de ver, no debe llevarse a cabo en pedazos a medida que se desarrollen las crisis. Cualquier ayuda que este Gobierno pueda prestar en el futuro debe procurar una cura antes que un simple paliativo.
Cualquier gobierno que esté dispuesto a ayudar en la tarea de la recuperación, encontrará, estoy seguro de ello, plena cooperación por parte del Gobierno de los Estados Unidos. Cualquier gobierno que maniobre para bloquear la recuperación de otros países no puede esperar apoyo de nosotros. Más aún, los gobiernos, partidos políticos o grupos que traten de perpetuar la miseria humana al objeto de aprovecharse de ella políticamente o de otra manera, encontrarán la oposición de los Estados Unidos.
Es ya evidente que, antes de que el Gobierno de los Estados Unidos pueda ir mucho más lejos en sus esfuerzos para aliviar la situación y ayudar a situar al mundo entero en su camino hacia la reconstrucción, tiene que haber algún acuerdo entre los países de Europa en cuanto a lo que requiere la situación y a la parte que estos países mismos tomarán en orden a dar el adecuado efecto a cualquier acción que pueda ser emprendida por este Gobierno. No resultaría ni conveniente ni eficaz para este Gobierno intentar montar unilateralmente un programa encaminado a poner a Europa de pie económicamente. Este es el asunto de los europeos. La iniciativa, pienso yo, tiene que venir de Europa. El papel de este país debe consistir en una ayuda amistosa en la elaboración de un programa europeo y un ulterior apoyo a dicho programa en la medida en que pueda ser práctico para nosotros hacerlo. El programa debería ser un programa combinado, aceptado por un buen número de naciones europeas, si no por todas.
Parte esencial de cualquier acción afortunada por parte de los Estados Unidos es que el pueblo de América comprenda, por su parte el carácter del problema y los remedios a aplicar. La pasión política y los prejuicios no deben intervenir. Con previsión, y con la voluntad de nuestro pueblo de enfrentarse con la ingente responsabilidad que la historia ha puesto claramente sobre nuestro país, las dificultades que he subrayado pueden ser superadas, y lo serán.



 El autor del documento es George Marshall. Entró en la Academia militar de Virginia en 1897. En 1902 recibió su despacho de Segundo Teniente de Infantería. Participó en la Primera Guerra Mundial en Francia. Durante la Segunda Guerra Mundial se encargó de la instrucción, formación y equipamiento del ejército de Estados Unidos. En 1944 alcanzó el grado de General. Representó a los jefes de estado mayor del ejército de EUU en todas las Conferencias que tuvieron lugar durante y después de la Segunda guerra Mundial, dimitiendo de su cargo al concluir ésta. A petición del Presidente Harry Truman fue de intermediario a la guerra civil China. En 1947 fue nombrado Secretario de Estado, propulsando el plan de reconstrucción europea que lleva su nombre, así como también la ayuda a Grecia y a Turquía. Por motivos de salud, dimitió de su cargo en 1949. En 1950 fue nombrado Secretario de Defensa y preparó al ejército para la guerra de Corea. En 1953 recibió e premio Nobel de la Paz.


Tres meses después de que el Presidente Harry Truman anunciara su política de Contención del Comunismo y la ayuda a los pueblos libres, George Marshall dio a conocer en público el Programa de Recuperación Europea, generalmente conocido como Plan Marshall. Si bien es cierto, en mayo de 1947, Dean Acheson había expuesto las ideas principales del Plan de Recuperación Económica, ante un numeroso grupos de granjeros en el Sur de EEUU, la promulgación oficial del Programa se realizó el 6 de junio de 1947 en la Universidad de Harvard, centro al que había sido invitado el General Marshall para ser investido Doctor Honoris Causa.

Ante la deplorable situación económica que aquejaba a Europa, Estados Unidos promueve un Plan de Recuperación Económica, conocido como Plan Marshall. Si bien es cierto, el Gobierno norteamericano había concedido a Europa Occidental desde final de la guerra una ayuda de más de 4.500 millones de dólares, más otros 6.800 millones en forma de créditos, éstos no habían sido suficientes para poder mejorar la situación económica de los países asolados por la guerra.Según los datos entregados por Rafael Aracil,el panorama europeo en 1947 era el siguiente: los europeos no podían organizar el flujo de mercancías debido a las pérdidas sufridas por su marina mercante, el déficit de oro y divisas alcanzaba 8.000 millones de dólares. Al mismo tiempo, al nivel interno se planteaban problemas de producción, de transportes de mercancías y de mano de obra. Excepto en Gran Bretaña, la producción agrícola era inferior a la de 1938 a causa de la disminución de superficies y de rendimientos, así como también por la desaparición de una parte del ganado. Mientras tanto, el desabastecimiento alimenticio y la falta de productos de consumo obligaban a mantener un severo racionamiento y favorecían las fuertes subidas de los precios.

Así pues, George Marshall parte su discurso poniendo énfasis en la preocupante crisis económica que afectaba a Europa, afirmando que la devastación de la economía europea hacía imposible que esos países lograran solventar sus gastos sin la ayuda externa: “las necesidades de Europa para los próximos tres o cuatro años en alimentos y otros productos esenciales procedentes del exterior, principalmente de América, son tan superiores a su presente capacidad de pago, que tienen que recibir una ayuda adicional sustancial o enfrentarse con un deterioro económico, social y político de un carácter muy grave”. Ante tal situación, la sociedad americana no puede cerrar los ojos, ya que según Marshall, los problemas económicos que están afectando a Europa no son independientes del desenvolvimiento económico mundial, por tanto, Estados Unidos debe estar atento, pues su economía puede verse directamente afectada.

La tarea que propuso George Marshall fue elaborar un plan de ayuda que permitiera devolver la salud económica al mundo, y con ello también construir bases sólidas donde cimentar la paz. En este punto, Marshall subraya el carácter altruista de la política económica que está proponiendo al afirmar que “Nuestra política no va dirigida contra ningún país, ni ninguna doctrina, sino contra el hambre, la pobreza, la desesperación y el caos. Su objetivo debe ser la vuelta a la vida de una economía operante en el mundo, de forma que permita la aparición de condiciones políticas y sociales en las que puedan existir instituciones libres”. De esta afirmación se desprende la posibilidad de que el plan también hubiere estado destinado a los países de la Europa oriental. No obstante, como se verá posteriormente, el plan fue rechazado por la Unión Soviética y obligó a la órbita de países ubicados bajo su esfera de influencias a rechazarlo.

En el discurso, George Marshall destaca la necesidad de que la petición de ayuda provenga de los países europeos, es decir, son éstos los que deben evaluar sus necesidades y organizarse para solicitar la ayuda que Estados Unidos está dispuesto a entregar: “La iniciativa, pienso yo, tiene que venir de Europa... El programa debería ser un programa combinado, aceptado por un buen número de naciones europeas, si no por todas”. De este modo el discurso pronunciado ante el auditorio de la Universidad de Harvard, tiene también como principales destinatarios a los líderes de los países europeos, a quines hace un llamado para que busquen los mejores mecanismos de organización, a partir de los cuales puedan coordinar las peticiones de ayuda a los Estados Unidos.

La respuesta por parte de los países europeos no se hizo esperar. Tras un primer intercambio de puntos de vista entre franceses, británicos y soviéticos, se decidió responder a la propuesta norteamericana convocando una reunión en París el 27 de junio. En esta reunión quedó en evidencia que la URSS rechazaba la ayuda norteamericana por las condiciones que el gobierno norteamericano exigía. Stalin consideró que si aceptaba la ayuda de los Estados Unidos se acrecentaría la influencia de este país en las zonas bajo su dominio. “Vio en este plan de ayuda una verdadera máquina de guerra capaz de distender los lazos entre la Unión Soviética los países de Europa Central y Oriental”.Por su parte, el conjunto de países occidentales que sí habían aceptado la ayuda propuesta por Estados Unidos, en julio se constituyeron un Comité Europeo de Cooperación Económica (CECE), encargado de elaborar un informe sobre las demandas que desde Europa se podrían hacer a Estados Unidos. En septiembre de 1947 se presentó “el Informe de París”. En él se establecían cuatro objetivos: a) aumento de la productividad agrícola e industrial hasta alcanzar los niveles de antes de la guerra; b) estabilidad financiera; c) cooperación económica entre países participantes y d) solución al problema del déficit en dólares a través de la expansión de las exportaciones.

Ante las peticiones europeas, el Congreso de Estados Unidos, aprobó el 3 de abril de 1948 el Foreign assistance act, más conocido como el Programa de Recuperación Europeo. Entre 1948 y 1952 dieciséis países se beneficiaron de la ayuda económica del Plan Marshall, quedaron excluidos España y Finlandia por razones políticas, mientras que la Unión Soviética no lo aceptó y obligó a los países de su órbita a rechazarlo. En el mapa que se presenta a continuación puede verse claramente el delineamiento de la frontera generada a partir de la distribución del Plan Marshall.

MAPA DE DISTRIBUCION DEL PLAN MARSALL

En el mapa se puede visualizar la línea de demarcación que se generó a partir de la distribución del Plan Marshall. Toda el área controlada por la Unión Soviética se mantuvo al margen de la ayuda económica prestada por Estados Unidos, en el mapa esta área está coloreada con amarillo, y de ella forman parte los siguiente países: Polonia, Alemania Oriental, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Yugoslavia y Albania. Posteriormente, producto de la ruptura entre la Unión Soviética y Yugoslavia, este último también pasa a ser parte de los países beneficiados por la ayuda económica de Estados Unidos, pero no se encuentra directamente incluido en el Plan Marshall.

Entre los países de Europa occidental, solo España se mantuvo al margen del Programa de Recuperación Económica. A través de la tabla estadística que se incorpora a continuación se puede apreciar la distribución de la ayuda por países.



Como señala Rafael Aracil, más allá de los aspectos económicos, el Plan Marshall tuvo importancia en el ámbito geopolítico ya que consolidó la división del continente en dos ámbitos de hegemonías, la occidental bajo la tutela de los Estados Unidos y la oriental sometida a la influencia de la Unión Soviética. De esta forma contribuiría a la formación de los bloques. En efecto, esa es la situación que vemos reflejada en el mapa. A partir de este momento se puede afirmar que el “Telón de Hierro” descrito por Wiston Churchill comienza a solidificarse.

Desde este punto de vista podemos afirmar que los objetivos y consecuencias del Plan Marshall se configuran esencialmente en dos ámbitos: políticos y económicos. Si tenemos presente las propias declaraciones de George Marshall, el plan pretendía impedir la amenaza de una recesión de la economía norteamericana, restablecer el circuito normal de intercambios exteriores, instar a los europeos a armonizar sus esfuerzos por conseguir el restablecimiento de la economía y a unirse para crear un mercado amplio. Pero también, otro de los propósitos declarados, era oponerse al progreso del comunismo, cuyo desarrollo se creía que era fruto del descontento y de la miseria. Teniendo presente estas circunstancias podemos afirmar que efectivamente “el Plan Marshall” viene a ratificar el comienzo de la Guerra Fría, si por ésta entendemos la manifestación concreta de la división del mundo en dos bloques.

En resumen, los efectos políticos se manifestaron en la división de Europa en dos bloques claramente delimitados. Mientras que los efectos económicos se reflejaron en la rápida recuperación económica experimentada por los países beneficiados por la ayuda prestada por Estados Unidos. En los 5 años de aplicación (1948-1953), ascendió a un total de 13.150 millones de dólares (equivalentes a unos 80.000 millones de dólares actuales). Al principio la demanda más grande era de alimentos y fertilizante, pero en 1951 la mitad de los productos recibidos a través del plan eran materias primas, bienes semielaborados y maquinaria.

La valoración del Pan Marshall, desde el punto de vista económico y financiero fue positiva, ya que la inyección de capitales norteamericanos permitió la recuperación rápida de los países beneficiados. No obstante, en los aspectos sociales la valoración es diferente. Ya que si bien es cierto uno de los aspectos destacados por la propaganda que promovió al Plan Marshall, destacaba entre sus objetivos la necesidad de mejorar la situación social de los trabajadores, éstos no se contaban entre las primeras prioridades de la Recuperación Económica. Esto se ponía en evidencia a través de la presión que los administradores norteamericanos ejercían sobre los gobiernos europeos para que adoptasen una política de saneamiento basada en la contracción del gasto público, el equilibrio de los presupuestos, la estabilidad monetaria, establecimiento de unos márgenes elevados de beneficios a favor de los inversores, y finalmente, un sistema fiscal que estimulara los beneficios y las inversiones; las consecuencias de estas políticas fueron la reducción de los gastos en servicios sociales, las rentas bajas y los bajos niveles de consumo para las clases trabajadoras. Por tanto, lo que hizo el Plan Marshall fue poner de pie la desgajada economía de la Europa Occidental, lo que no significó que todos sus objetivos proclamados se hayan cumplido.

Se denomina Guerra Fría al enfrentamiento político, ideológico y militar que tuvo lugar durante el siglo XX entre los bloques occidental o capitalista, liderado por Estados Unidos, y oriental, socialista o comunista, liderado por la Unión Soviética —del que se separó posteriormente China—.

Si bien estos enfrentamientos no llegaron a desencadenar una tercera guerra mundial, la entidad y la gravedad de los conflictos e intereses económicos, políticos e ideológicos comprometidos marcaron significativamente la mayor parte de la historia de la segunda mitad del siglo XX debido a que las dos superpotencias buscaron demostrar la superioridad de su modelo a escala planetaria.

    
Como decíamos mas arriba, se llama “guerra fría” al enfrentamiento que tuvo lugar luego de la segunda mitad del siglo XX, entre las principales potencias de Occidente (Estados Unidos) y Oriente  (Unión Soviética), el mismo se dio en los planos militar, político, económico e ideológico. El mismo, implicó una lucha entre dos sistemas, el capitalista y el comunista con múltiples consecuencias que repercutieron en todo el mundo.
Luego de terminada la segunda guerra, en la reunión de Yalta, quedaron varios puntos sin acordar. Uno de ellos, y quizás el más problemático era qué hacer con Alemania. Más tarde en la reunión de Potsdam, Truman, Attle y Stalin decidieron crear para toda Alemania una administración central.
El plan Marshall, a partir de 1947, había puesto en marcha una ayuda para los países europeos afectados por la guerra, el mismo tenía como función crear un cerco contra el avance de las ideas comunistas en el continente. Esta ayuda fue rechazada por Stalin, tanto para la Unión Soviética, como para los países dependientes de esta última.
Alemania había quedado dividida en dos partes: una ocupada por el ejército soviético, y la otra, por los ejércitos estadounidense y británicos. Al realizarse las elecciones municipales, Stalin tenía la expectativa de alcanzar un triunfo que le permitiera, posteriormente, ejercer el control de toda Alemania, pero una derrota terminó con estos planes.
A partir de esta derrota, los enfrentamientos entre los anglo-estadounidense y los soviéticos fueron cada vez más frecuentes. Los rusos comenzaron a bloquear Berlín. Los trenes no podían ingresar a la ciudad, no había posibilidad de comunicarse por medios de rutas terrestres y con el corte del suministro eléctrico el bloqueo fue total. La única posibilidad, de las potencias occidentales, de evitar el bloqueo total, era recurrir a un puente aéreo.
En 1948, las potencias occidentales reunidas en Londres, había acordado constituir un nuevo Estado, según un modelo de República Federal, en los territorios donde sus ejércitos estaban apostados.
Al año siguiente, la Unión Soviética levantó el bloqueo de Berlín. La misma quedó entonces, dividida en dos partes: una gobernada por los soviéticos y otra, por las potencias occidentales. De esta manera comenzaba la denominada “guerra fría”, llamada así porque no presentaba las características típicas de las guerras clásicas, ya que no era un enfrentamiento directo en un campo de batalla sino que la misma se daba indirectamente por diversos medios.
Por otra parte, los países occidentales desconfiaban de un país gobernado por un régimen totalitario y que no solo condenaba al sistema capitalista, sino que hasta se proponía eliminarlo. Si bien, en Alemania, Checoslovaquia, Grecia y Turquía, los rusos, se suponía, actuarían con prudencia, Stalin demostró rápidamente que quería más de lo pactado. Grecia y Turquía, luego de un duro enfrentamiento, fueron liberadas del dominio soviético, pero Checoslovaquia giró por el sistema comunista a mediados de 1948.



LA ERA DE LA ‘BIPOLARIDAD': Al dividir el mundo en dos campos armados, la guerra fría introdujo la era de la ‘bipolaridad’. La Unión Soviética temía que Estados Unidos intentara reimplantar un sistema económico y político liberal en Europa oriental. Estados Unidos temía que la URSS invadiera Europa occidental. Ambas potencias trataban de defenderse mediante la formación de alianzas. Estados Unidos, además, intentó contener a Rusia estableciendo una serie de bases militares (especialmente para sus bombarderos nucleares) alrededor del perímetro soviético. Sin embargo, el desarrollo de sistemas de lanzamiento y dirección de las ojivas nucleares dejó obsoletas estas políticas y al mismo tiempo los bloques monolíticos inflexibles comenzaron a aflojarse, sobre todo después de 1958 cuando Francia, durante el gobierno del general De Gaulle, se negó a aceptar el liderazgo político norteamericano y cuando en 1960 quedó de manifiesto la disputa chino-soviética.
 Ese mismo año (1948), nacida del respaldo anglo-estadounidense, se sentaron las bases de una Alemania Occidental, con un sistema de gobierno Republicano y Federal, además, el 17 de marzo de 1948, se firmó el pacto de Bruselas (Bélgica), en el cual las partes firmantes (Gran Bretaña, Francia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo) se comprometían a una unión aduanera en el aspecto económico, pero también a una cooperación política que les asegurara un sistema de defensa en caso de recibir agresiones externas.
Mas tarde, en 1949, estos mismos países (del pacto de Bruselas) fueron los que se aliaron a otros, como Estados Unidos, Canadá, Islandia, Dinamarca, Italia, Portugal y Noruega en el conocido Pacto del Atlántico Norte (Organización del Atlántico Norte OTAN) firmado en Washington. El mismo proponía una acción común (política, económica y social) entre los firmantes para defender los principios liberales y el sistema capitalista.
Mientras tanto, China se inclinaba hacia el bloque soviético, sumando así, a casi un tercio de la humanidad a las ideas comunistas. En China, se había producido una guerra civil entre el ejército nacionalista y el ejército dirigido por Mao-Tse Tung. El triunfo de éste último, permitió la proclamación de la República Popular China y el paso de este país al sistema comunista
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