Al término de la Segunda Guerra Mundial, y después de una controvertida y trascendental decisión tomada en las conferencias de Postdam y Yalta, la división de Alemania en dos Estados fue un hecho. La República Federal Alemana (RFA) se integraba al sistema capitalista, bajo la tutela de las naciones vencedoras, al ingresar a la OTAN en 1954; mientras que la República Democrática Alemana (RDA) lo hacía al bloque socialista, bajo el dominio de la Unión Soviética, al firmar el Pacto de Varsovia en 1956.
En Alemania Oriental (RDA),
 a la muerte de Wilheim Pieck, presidente desde 1960, comenzó el 
gobierno del Consejo de Estado basándose en el modelo soviético. Se 
colectivizaron las tierras, desaparecieron empresas de medianos y 
pequeños propietarios, y se levantó un Estado totalitario. 
La
 situación económica no era nada prometedora. Gran parte de la población
 decidió abandonar el país por Berlín occidental. Para detener el éxodo 
la RDA decidió levantar un muro en la ciudad. En agosto de 1961, 
Alemania quedó separada físicamente con la construcción del Muro de 
Berlín.
La
 República Democrática Alemana continuó su desarrollo bajo la dirección 
del Estado, el cual controlaba la economía, las condiciones de trabajo 
de los obreros y, en general, todo lo que ocurría en el país. Las 
relaciones con la Unión Soviética se afianzaban a través de la adhesión a
 tratados como el de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua firmado en 
1975. La imagen en el extranjero crecía. Alemania Oriental era capaz de 
obtener éxitos considerables en las contiendas deportivas; el régimen 
funcionaba bajo el adoctrinamiento al ejército y a la población; y se 
evitaba el contacto con extranjeros, enemigos clave del sistema.
Durante las décadas de 1970 y 1980, el declive de la economía soviética
 se manifestó, en primer lugar, en la caída de la productividad del 
trabajo y la desaceleración del crecimiento, el cual con dificultades 
había llegado a situarse en 1% anual. La opinión de los críticos 
soviéticos —compartida por los expertos occidentales— es que, a finales 
de los años setenta y comienzos de los ochenta, existían en la URSS tres
 sectores económicos muy sensibles que frenaban el crecimiento 
industrial: la metalurgia, la construcción, y el transporte.
La agricultura representaba un segundo problema y su falta de eficacia se puede explicar por cuatro elementos:
1. Falta de capitales y de infraestructura;
2. Inadecuada estructura de la fuerza de trabajo agrícola causada por el abandono de los campesinos calificados;
3. Diferencia en precios y salarios entre la agricultura y los restantes sectores productivos; y
4. Excesiva centralización del sector agrario.
2. Inadecuada estructura de la fuerza de trabajo agrícola causada por el abandono de los campesinos calificados;
3. Diferencia en precios y salarios entre la agricultura y los restantes sectores productivos; y
4. Excesiva centralización del sector agrario.
La
 URSS fue también afectada por las negativas consecuencias de una 
administración excesivamente centralizada y burocratizada, que afectaron
 no sólo al conjunto de la economía soviética sino a la de los países de
 Europa Central y Oriental. Esas consecuencias han sido, entre otras, la
 falta de incentivos, el incumplimiento de las responsabilidades, el 
mantenimiento de empresas ineficaces —que sobrevivían con los beneficios
 de las empresas rentables—, la lentitud de las transferencias 
tecnológicas entre empresas y sectores productivos, la inadecuación 
entre la oferta y la demanda.
Estos
 elementos, unidos al ausentismo laboral y la rigidez de la 
administración planificada con su enorme despilfarro de recursos, 
hicieron ver a un sector del partido y de la sociedad, la urgencia de un
 cambio estructural que corrigiese el camino. 
En
 la década de 1980, con la muerte del líder soviético Leonid Brezhnev se
 inició el distanciamiento con la potencia hegemónica del bloque 
socialista; las necesidades financieras, comerciales y tecnológicas para
 soportar el desarrollo interno aumentaban y se dificultaba el 
abastecimiento de bienes de consumo. 
Las posibilidades de esta renovación comenzaron a fortalecerse cuando Gorbachov, asumió el poder y anunció la perestroika y la glasnost. Aunque la perestroika
 despertaba esperanzas en las nuevas generaciones, los problemas 
económicos y sociales se evidenciaban a través de protestas, las cuales 
eran reprimidas.
En 1986, Gorbachov habló abiertamente ante el PCUS de la necesidad de glasnost (transparencia) como una de las premisas básicas para impulsar la perestroika reconstrucción de la URSS. La perestroika
 produjo cambios en los aspectos políticos y económico, y provocó el 
resurgimiento de los nacionalismos en las repúblicas soviéticas y en los
 países satélites en Europa Central y Oriental.
Por
 ejemplo, en Polonia en 1986, ante la imposibilidad de superar la crisis
 social y económica, las autoridades comunistas decidieron entablar 
nuevas negociaciones con el Sindicato Solidaridad, conducido por Lech 
Wallesa, en las que también participó la Iglesia. A partir de entonces, 
la presión social contra el régimen fue en aumento hasta que, en febrero
 de 1989, el partido renunció al monopolio del poder. 
El
 5 de abril siguiente se hizo público el acuerdo por el cual se 
legalizaba Solidaridad, se reconocía la libertad religiosa, se procedía a
 la reorganización de la presidencia de la República, se restablecía el 
Senado como Cámara Alta y se instauraba el multipartidismo.
El
 nuevo Estado. En junio de 1989 se celebraron elecciones cuyo resultado 
fue el irrefutable triunfo de Solidaridad. El nuevo gobierno, dirigido 
por el general August Tadeusz Mazowiecki y formado con mayoría no 
comunista, recuperó para el país el nombre de República de Polonia, 
procedió al cambio institucional y preparó la creación de una nueva 
Constitución; además, intentó hacer frente a la crisis con ayuda de la 
Comunidad Económica Europea y la aprobación de un plan de choque el 1 de
 enero de 1990
Cuando
 comenzaron los primeros signos de democratización en Polonia y Hungría,
 el régimen comunista encabezado por Erich Honecker endureció su 
política represiva y pareció terminar con las esperanzas de reformas de 
los alemanes orientales.
A
 mediados de 1989, Hungría -para entonces bajo la autoridad de un 
gobierno reformista- decidió abrir sus fronteras occidentales. Así, más 
de 200.000 alemanes orientales que se hallaban en territorio húngaro 
aprovecharon la ocasión y huyeron al Oeste. De inmediato, otros miles de
 alemanes orientales solicitaron asilo político en las embajadas de 
Alemania Occidental en Praga y Varsovia. 

A
 partir de ese momento, comenzaron a sucederse innumerables 
manifestaciones multitudinarias en todas las ciudades importantes de 
Alemania, que terminaron por derribar el duro gobierno de Honecker, que 
en octubre fue sustituido por Egon Krenz. Krenz propuso algunas reformas
 moderadas, como permisos de viaje al exterior durante períodos más 
largos, que no lograron reducir la presión popular. 
La
 revolución ya no podía ser detenida y en noviembre, los berlineses de 
ambos lados se lanzaron sobre el Muro y comenzaron a abrir en él las 
primeras brechas. Los guardias de la frontera germano-oriental 
abandonaron sus puestos y la gente pasó de un lado a otro del Muro en un
 clima de festejos. La caída del Muro se constituyó en el símbolo del 
fin del orden comunista en Europa oriental y del fin de la Guerra Fría.
En
 1989 la situación se agravó cuando las marchas y la represión se 
agudizaron y provocaron que cientos de alemanes orientales trataran de 
refugiarse en Alemania Occidental. El 22 de diciembre de 1989, por la 
puerta de Brandenburgo se abrió el Muro de Berlín, en tanto que el 
parlamento de la República Democrática Alemana reformó la constitución, 
eliminando aquello que determinaba el sistema socialista. Entonces se 
planteó la reunificación de las dos Alemanias.
A
 diferencia de lo sucedido en Yugoslavia y Checoslovaquia, la caída del 
Muro precipitó las tendencias hacia la unidad alemana. Sin embargo, la 
enorme y continua entrada de orientales en Alemania Occidental planteaba
 problemas a la economía de esta última, que tenía que absorber a todos 
estos recién llegados.
En
 1990 entró en vigor la unidad monetaria, la antigua RDA se transformó 
en Estado federal y se convocó a elecciones. Helmut Kohl, candidato del 
Partido Demócrata Cristiano, resultó vencedor. Se logró también la 
unidad política.
En
 julio de 1990, las economías de Alemania Occidental y Oriental fueron 
unificadas. La unificación política era más complicada, ya que el 
problema excedía a las dos Alemanias y se vinculaba con la discusión 
acerca del nuevo papel de la OTAN y el Pacto de Varsovia, Sin embargo, 
la URSS terminó por aceptar la permanencia de la Alemania reunificada en
 la OTAN y, en octubre de 1990, la unificación política de las dos 
Alemanias fue una realidad.
Sin
 embargo, a pesar de la unificación, la línea divisoria entre las dos 
Alemanias no desapareció. En la Alemania Occidental, la economía creció 
debido a un rápido aumento de la demanda de productos 
germano-occidentales. En la Alemania Oriental,
 en cambio, surgieron problemas a partir de la privatización de empresas
 no competitivas, los despidos masivos, la desaparición de subsidios 
para vivienda, etcétera.
La
 unificación social que se agrandó debido a la inmigración de europeos 
orientales, al aumento del desempleo y al nacimiento de un movimiento 
neo-nazi; sin embargo, con el compromiso ante el parlamento europeo de 
que Alemania no constituiría ningún peligro para Europa, el proceso de 
integración continuó.
La caída del Muro de Berlín marcó un hito en la historia de la lucha
 por la libertad económica y política de la humanidad. Analicemos los diferentes sistemas socio-económicos de las dos Alemanias, 
Occidental y Oriental, antes de la caída del muro y el proceso posterior
 de integración económica. En 1949 Alemania quedó oficialmente dividida 
en dos naciones. Alemania Oriental, con un sistema comunista, para 1989 
había alcanzado un PIB per capita que era sólo el 31% del de Alemania 
Occidental. La destrucción de capital realizada por los soviéticos y las
 instituciones socialistas de planificación central y obstrucción de los
 mercados, coartaron el crecimiento económico durante la posguerra en 
Alemania Oriental. En cambio, Alemania Occidental adoptó instituciones 
amigables a la libre empresa y a la democracia republicana. En 1990 las 
dos Alemanias se reunificaron políticamente. Sin embargo, luego de esto,
 la convergencia económica medida en niveles de riqueza, de Alemania 
Oriental hacia Alemania Occidental ha sido más lenta de lo esperado. Al 
momento de unificación se cometieron errores de política económica tales
 como: un tipo de cambio oficial a la par entre el Ostmark y el 
Deustchmark, salarios nominales de Alemania Oriental que fueron fijados a
 la par de los de Alemania Occidental, y la instauración del sistema de 
seguridad social occidental en la región oriental, a pesar de niveles de
 productividad diametralmente diferentes. El caso de las dos Alemanias 
deja importantes lecciones. Entre las cuales están que la riqueza no se 
transfiere por decreto, y la importancia de adoptar lo más pronto 
posible instituciones como mercados abiertos y el imperio de la ley. 
Las tensiones en Alemania Oriental habían crecido en el 
verano de 1989 debido a las pésimas condiciones económicas que se 
estaban viviendo. Esta insatisfacción se reflejaba en el escape de miles
 de alemanes orientales hacia Alemania Occidental a través de Hungría y 
Austria donde los controles fronterizos hacia el occidente habían cesado
 desde finales de Agosto de 1989. Hubo protestas durante Septiembre en 
las calles de Berlín Oriental donde las personas exclamaban “queremos 
salir”.
    La mañana del 9 de noviembre el secretario del Partido Comunista en 
el poder Gunter Schabowski anunció, casi de forma improvisada, que los 
ciudadanos de Alemania Oriental podían, desde 1961, pasar a Berlín 
Occidental a través de las puertas del Muro de Berlín. Enseguida miles y
 miles de alemanes orientales cruzaron el muro, que por tanto tiempo 
había dividido a su ciudad, para ser calurosamente recibidos por 
ciudadanos de Alemania Occidental. En los días siguientes miles de 
alemanes y extranjeros de ambos lados, con martillos en mano, iban al 
muro para abrir nuevos puntos de paso.
    La ciudad de Berlín, la capital original de toda Alemania se 
encontraba en territorio de la República Democrática Alemana (RDA) y fue
 dividida en Berlín Occidental y Oriental. A inicios de Agosto de 1961 
Nikita Krushev sugirió al jefe de gobierno de la RDA, Walter Ulbricht, 
construir un muro alrededor de todo Berlín Occidental para efectivamente
 aislarla de Alemania Oriental. Así, se evitaría que más alemanes 
orientales sigan votando con sus pies y eligiendo con grandes riesgos 
trasladarse a Alemania Occidental.
    A pesar de los extremos controles hubo una fuga de cerebros o 
emigración de mano de obra especializada durante 1950, lo que 
posteriormente afectó a la productividad de la RDA. Entre 1949 y 1961 se
 estima que más de tres millones de alemanes orientales se fugaron a 
Alemania Occidental (M. Fulbrook. “The Limits of Totalitarianism: God, 
State and Society in the GDR”, 1997: 35). Un estimado no oficial 
sostiene que a partir de 1945, al menos 1.100 personas fueron asesinadas
 al tratar de cruzar el muro entre las dos Alemanias (“More Than 1,100 
Berlin Wall Victims”. Deutsche Welle, 9 de Agosto de 2005). La búsqueda 
de la libertad no se detuvo a pesar de la constante y creciente presión 
por más de 40 años del régimen comunista de la RDA.
    El crecimiento económico acumulado de un país se refleja en el nivel
 al que asciende su Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, mientras 
que la tasa de crecimiento del PIB per cápita nos indica lo rápido que está creciendo (o decreciendo si es negativa). Si un país está rezagado 
en términos de crecimiento económico con respecto a otro pero comparten 
los mismos fundamentos económicos y la misma tecnología, se predice que 
el país más rezagado crecerá a una tasa mayor que el otro. El 
crecimiento del país rezagado será mayor hasta que su PIB per cápita 
converja con el  del país avanzado. Los fundamentos económicos a los que se 
refiere la teoría son: (a) la tasa de ahorro, (b) la tasa de 
depreciación del capital físico o cuán rápido se deteriora la 
maquinaria, y, (c) la tasa de crecimiento poblacional de cada país o 
región.
    Las dos Alemanias, formalmente existentes desde 1949 hasta 1989, son
 un buen experimento natural para averiguar si aquella predicción 
teórica se cumple. Asu-miendo que los dos países partieron en 1949 de 
condiciones iniciales similares, esto es igual nivel de PIB per cápita, 
cualquier diferencia posterior en crecimiento económico acumulado 
respondería al uso de una diferente tecnología y/o a la desviación de 
los fundamentos económicos en alguna de las regiones.
    Existen, por lo menos, tres problemas al realizar este interesante ejercicio:
    Primero, que para 1949 las condiciones económicas de la RDA diferían
 de las de la República Federal de Alemania (RFA). Ya desde 1937 el PIB 
per cápita de Alemania Oriental excedía en 27 % el de Alemania 
Occidental (Sinn y Westermann “Two Mezzogiornos”, 2000: 4). En Alemania 
Oriental se encontraban industrias avanzadas, como las químicas, ópticas
 y de ingeniería de precisión. Esa situación se revirtió en 1949.
    Segundo, los investigadores de las estadísticas económicas de 
Alemania del Este, como Jaap Sleifer, conceden poca credibilidad a las 
estadísticas oficiales de esta región entre 1949 y 1989. Además las 
metodologías de recopilar estadísticas en países comunistas no son 
compatibles con la de los no comunistas y tampoco se encuentran 
disponibles en Internet como las estadísticas de Alemania Occidental.
    Tercero, un problema de orden teórico. La teoría estándar asume que 
la única diferencia entre las dos regiones es su ingreso per cápita y 
que las características de largo plazo en las estructuras económicas de 
ambas regiones no difieren. Un enfoque más plausible, es proponer que 
las instituciones políticas y económicas adoptadas en cada región luego 
del final de la Segunda Guerra Mundial fueron diferentes. Conduciendo a 
que los incentivos económicos de los alemanes orientales favorecieran 
menos la innovación, la asignación eficiente de recursos, y la 
acumulación de riqueza.
    Un análisis exhaustivo del tema está fuera del alcance de este 
artículo. Aquí solamente se podrá ofrecer una ilustración de cómo una sociedad se puede
 rezagar social y económicamente, al establecer instituciones que 
coartan la iniciativa empresarial y menoscaban el imperio de la ley.
    Las instituciones se refieren a las reglas formales e informales que
 limitan la interacción de individuos en sociedad. Estas instituciones 
incluyen: la protección de derechos de propiedad, la extensión del 
mercado, y las oportunidades contractuales disponibles para los 
individuos. Se descartan otras explicaciones que también se han ofrecido
 como alternativas al modelo estándar de crecimiento económico. Por 
ejemplo, en este caso distintas condiciones climáticas o accidentes 
geográficos no podrían explicar las enormes diferencias en crecimiento 
en estas dos regiones de Alemania. Tampoco puede sostenerse el argumento
 de que las diferencias en cultura son la causa del rezago de Alemania 
Oriental, mas bien aquí se hará referencia a que diferencias en culturas
 empresariales, por ejemplo, serían una consecuencia de las distintas 
instituciones políticas y económicas adoptadas (Quizás otro factor que 
explicaría los distintos patrones de crecimiento en estas regiones, es 
la poca fortuna de haber sido ocupados por los soviéticos en lugar de 
los aliados occidentales).
    La estructura económica de Alemania Oriental se fortaleció entre 
1936 y 1944, debido a que en esa región se ubicaron durante el gobierno 
nazi industrias de producción de artefactos militares y de apoyo de 
suministros, ya que esa región era menos susceptible a ataques de las 
potencias occidentales, y esto permitiría a Alemania ser autárquica. A 
partir de 1944-45 Alemania Oriental fue más afectada que Alemania 
Occidental. Los representantes soviéticos que estaban administrándola 
desmantelaron líneas férreas y fábricas. También realizó pagos de 
reparaciones a la Unión Soviética en forma de productos agrícolas e 
industriales, y pagos monetarios que fueron cuantiosos y mayores que los
 asumidos por Alemania Occidental (en control de los tres poderes 
aliados). Puertos importantes como el de Stettin y la región de Baja 
Silesia fueron entregadas a Polonia. Todo esto contribuyó a un rápido 
deterioro de la RDA mucho mayor que el de la RFA (N. Naimark “The 
Russians in Germany: A History of the Soviet Zone of Occupation 
1945-1949”, 1995: 167-9). 
  Así, que entre 1936 y 1949 se produjeron cambios en toda Alemania que 
cambiaron las estructuras económicas de estas dos regiones. Según 
Sleifer (“Planning Ahead and Falling Behind”, 2006: cap. 4) la 
producción industrial de ambas regiones cayó a 20% en 1945 en relación a
 1936. El fin de la Segunda Guerra, entonces, parece marcar un punto de 
partida para estudiar las razones de los evidentes divergentes patrones 
de crecimiento económico entre Alemania Occidental y Oriental en 1989. 
En ese año el PIB per cápita de Alemania Oriental sólo representaba el 
31% del PIB per cápita de Alemania Occidental (Statistisches Bundesamt 
Deutschland).
    El crecimiento promedio del producto industrial de Alemania Oriental
 fue de -2,1% para el periodo 1936 -1950, pero fue de 2,7 % para el 
periodo 1936 – 1944 (Sleifer 2006: 71). De esto se infiere que el 
deterioro de Alemania Oriental se debe a las decisiones tomadas por su 
administración luego de 1945. Las respectivas cifras para Alemania 
Occidental muestran un crecimiento promedio del producto industrial de 
0,9% entre 1936 y 1950, y de 1,8% entre 1936 y 1944; este último valor 
refleja el relativo rezago de esta región comparada con Alemania 
Oriental (Sleifer 2006: 71).
    En la Tabla 1 se muestran cifras para ambas regiones del crecimiento
 del producto industrial y la productividad laboral (definida como el 
valor agregado por cada trabajador) en ese sector por décadas, desde 
1950 hasta 1990. El promedio de crecimiento para todo ese periodo señala
 que Alemania Occidental fue superior a Alemania Oriental. Con un 
incremento de la productividad laboral de 3,8 y 2,6 % y un crecimiento 
promedio de la producción industrial de 4,3 y 3,3 %, respectivamente 
para Alemania Occidental y Oriental. El énfasis en el sector industrial 
es relevante porque una de las metas de los países tutelados por el 
comunismo soviético era demostrar la superioridad de su sistema 
económico con respecto al mundo occidental en este sector económico.
| Tabla 1. Tasas de crecimiento promedio anual de la producción real y el valor agregado por trabajador en el sector industrial | ||||
| Producción (valor agregado) tasa de crecimiento | Productividad laboral tasa de crecimiento | |||
| 1950-60 | 7,7 | 9,6 | 6,1 | 6,1 | 
| 1960-70 | 2,2 | 4,8 | 2,0 | 4,6 | 
| 1970-80 | 2,3 | 1,6 | 1,9 | 2,7 | 
| 1980-90 | 0,5 | 0,9 | 0,2 | 1,4 | 
| 1950-90 | 3,3 | 4,3 | 2,6 | 3,8 | 
| Fuente: Tabla 5.1 de J. Sleifer “Planning Ahead and Falling Behind: The East German economy in comparison with West Germany 1936 – 2002,” datos de Statistisches Bundesamt Deutschland. | ||||
Jaap Sleifer (op.cit.) señala que además existía una importante 
diferencia en el crecimiento de estas dos regiones o países. Y es que 
mientras el crecimiento de Alemania Oriental se debía más a recuperación
 y reconstrucción a partir de 1950, el de Alemania Occidental respondía 
más a una expansión de su frontera de crecimiento. De hecho, este último
 fenómeno es el que se conoce como el “milagro económico” alemán de la 
posguerra. También se debe observar que la población de Alemania 
Oriental se redujo durante este tiempo, en el que la población de 
Alemania Occidental crecía. Existió una constante emigración desde 
Alemania Oriental hacia Alemania Occidental tanto antes como después de 
la construcción del muro de Berlín (Gráfico 1).

    En la cima del esquema de planificación centralizada, ejercido entre
 1945 y 1949, se encontraba la administración Militar Soviética, luego 
el gobierno central que se convertiría en la RDA después de 1949 y 
finalmente los gobiernos de los estados (Länder). Ese sistema 
centralizado y altamente jerárquico fomentaba la estatización de las 
empresas. Es así que en 1950 en el sector industrial las empresas 
privadas representaban sólo el 23%, mientras que para 1960 sólo eran el 
4% (Sleifer 2006: 94).
    El Gráfico 2 presenta el crecimiento del PIB real antes y después de
 la Segunda Guerra Mundial. Se puede comparar la tendencia a largo plazo
 (línea segmentada roja) del PIB real calculada según el crecimiento 
previo de toda Alemania entre 1885 y 1944, con el crecimiento del PIB 
real (línea entera azul) que aconteció en Alemania Occidental después de
 1945. Hasta 1955 existe una recuperación en Alemania Occidental a 
niveles de pre-Segunda Guerra. A partir de ese momento surge el “milagro
 económico” en Alemania Occidental que para inicios de 1970s representó 
que la nueva tendencia a largo plazo del crecimiento del PIB real se 
ubicara un 40% por encima de la tendencia previa. El sistema económico 
de Alemania Occidental era mucho más descentralizado y existía bajo una 
democracia en lugar de un régimen totalitario, los precios libres 
mayormente asignaban la producción, y el estado se encargaba de mantener
 una baja inflación general y de enfrentar los problemas de pobreza 
extrema. 

Las dos Alemanias estaban en proceso de unificación económica y 
política entre 1990 y 1991, la Tabla 2 contiene algunos datos 
macroeconómicos que sirven de comparación para ese período. Se observa 
que el PIB per cápita y la productividad laboral de Alemania Oriental 
era mucho menos del 50 % de Alemania Occidental, su desempleo era casi 
el doble, y el salario semanal nominal era apenas la mitad de la otra. 
La tasa de crecimiento del PIB real en Alemania Oriental durante 1980s 
no sólo que se había estancado sino que había sido negativa, develando 
así que sus autoridades publicaban cifras económicas más favorables de 
lo que realmente eran. Esto también se reflejaba en la tasa no oficial 
del tipo de cambio nominal entre Ostmarks y Deutschmarks que era de 5 a 
1, mientras que la paridad oficial era de 1 a 1 (New York Times, 1 de 
abril de 1989).
| Tabla 2. Datos macroeconómicos de la Republica Federal de Alemania (RFA) y la Republica Democrática de Alemania (RDA) | |||||
| PIB per capita como porcentaje de RFA | PIB real tasa de crecimiento | Desempleo Porcentaje | Productividad laboral como porcentaje de RFA  | 
    Salario semanal nominal como porcentaje de RFA  | 
  |
| Alemania Occidental (RFA) | 100 | 5,7 | 6,3 | 100 | 100 | 
| Alemania Oriental (RDA) | 42 | -15,6 | 10,3 | 44 | 50 | 
| Año | 1991 | 1990 | 1991 | 1991 | 1991 | 
| Fuente: Deutsches Institut für Wirtschaftsforschung (DIW) y Statistisches Bundesamt Deutschland. | |||||
| Tipo de cambio nominal no oficial era de 5 Ostmarks por 1 Deutsmark, mientras que el oficial era de 1:1 tal relación. | |||||
¿A qué se debió entonces la divergencia económica entre Alemania 
Oriental y Occidental entre 1945 y 1989? En base a la evidencia y 
literatura presentada y citada aquí se infiere que, principalmente, se 
debió: (i) al desmantelamiento del capital llevado a cabo por soviéticos
 al inicio de la posguerra, (ii) a instituciones económicas y políticas 
que coartaban el crecimiento económico. La última razón trajo como 
consecuencia un deterioro tanto de los fundamentos económicos como de la
 tecnología en la RDA. En cambio, no sólo que se recuperó el nivel 
económico de pre-Segunda Guerra en Alemania Occidental sino que se 
mejoró mucho el mismo, adoptando medidas económicas más amigables al 
florecimiento del mercado y a la democracia republicana. 
    Después de la unificación de las dos Alemanias no ocurrió, tampoco, 
una súbita convergencia en niveles económicos entre estas dos regiones, 
ver Tabla 3. Si bien el canciller Helmut Kohl exclamó en 1992 que no 
tomaría más de “tres o cuatro o cinco años” (Sinn y Sinn “Jumpstart. The
 economic unification of Germany”, 1994: 141) para que esto suceda, un 
estudio elaborado por A.J.H. Hallet y Yue Ma pronosticó en 1993 que 
sucedería en el mejor de los escenarios en 40 años (“East Germany, West 
Germany, and their Mezzogiorno problem: A parable for European economic 
integration”, 1993). El problema del consumo y la mala asignación del 
capital en Alemania Oriental fue de tal magnitud que aun las 
estadísticas económicas más aceptadas, son muy generosas con lo que en 
realidad sucedió. Por ejemplo Olivetti, rechazó una oferta del gobierno 
alemán de subsidiar a doce mil (12.000) empleados, porque en occidente 
se podía hacer lo mismo con novecientos (900) trabajadores.
    Cuando se realizó la unificación económica y social (30 de junio de 
1990) de las dos Alemanias, no sólo que se estableció por mandato un 
tipo de cambio nominal a la par entre Ostmarks y Deutschmarks sino 
también entre los salarios nominales. El propósito del gobierno federal 
era evitar la emigración de trabajadores desde el Este al Oeste, y 
además “lo políticamente correcto” en ese momento era valorar igual el 
dinero y el trabajo en las dos regiones. Para reforzar esta medida los 
sindicatos orientales se aseguraron de que el generoso sistema de 
seguridad social de Alemania Occidental se instaurara, íntegramente, en 
Alemania Oriental (G. Akerlof, A. Rose, J. Yellen, y H. Hessenius, “East
 Germany in from the Cold: The Economy Aftermath of Currency Union”, 
1991). Esto produjo consecuencias no intencionadas, ya que en lugar de 
limitar la emigración hacia el Oeste, en realidad, ésta creció porque 
los altos costos laborales que debían cubrirse en las empresas de 
Alemania Oriental estaban muy por encima de la productividad laboral, 
ver Tabla 3. Por la misma razón el desempleo creció mucho más en 
Alemania Oriental que en Alemania Occidental.
    Asimismo la ecualización también incluyó a precios de los productos 
de empresas orientales, con lo cual la demanda de estos productos se 
redujo todavía más. Porque los propios alemanes orientales preferían 
comprar productos de origen occidental una vez que los mercados se 
abrieron. Los países hacia donde se exportaban productos orientales 
antes de la caída del muro de Berlín, la Unión Soviética y los países 
del bloque comunista en Europa del Este, también dejaron de comprar 
productos de Alemania Oriental después de los cambios dramáticos de sus 
regímenes. La reducción de la demanda y el incremento de costos trajeron
 como consecuencia que las empresas orientales no pudieran cubrir sus 
costos variables.
    La productividad laboral creció rápidamente, como se muestra en la 
Tabla 3, hasta 1995-6 luego se ha estancado. Esto a pesar de los enormes
 subsidios a inversiones en la región oriental de Alemania. La 
transferencia de instituciones políticas de la democracia de Alemania 
Occidental hacia la Oriental fue rápida, sin embargo, los más de 
cuarenta años de comnismo en esta última región parece que dejó efectos 
duraderos. Para 1996 se encontró que la proporción de personas con alta 
iniciativa en el lugar de trabajo era tres veces mayor en Alemania 
Occidental que en Alemania Oriental (M. Frese, W. Kring, A. Soose, y J. 
Zempel “Personal Initiative at Work: Differences betwen East and West 
Germany”, 1996: 51). 
| Tabla 3. Crecimiento PIB real, Tasa de Desempleo y Productividad Laboral  en la Región Oriental y Occidental de Alemania, 1990 -2004  | 
  |||||
| PIB Real tasa de crecimiento | Tasa de desempleo | Productividad laboral Alemania Occidental=100 | |||
| Alemania Oriental | Alemania Occidental | Alemania Oriental | Alemania Occidental | Alemania Oriental | |
| 1990 | -15,6 | 5,7 | n.d. | n.d. | n.d. | 
| 1991 | -22,7 | 4,6 | 10,3 | 6,3 | 51 | 
| 1992 | 7,3 | 1,5 | 14,8 | 6,6 | 60 | 
| 1993 | 8,7 | -2,6 | 15,8 | 8,2 | 68 | 
| 1994 | 8,1 | 1,4 | 16,0 | 9,2 | 70 | 
| 1995 | 3,5 | 1,4 | 14,9 | 9,3 | 71 | 
| 1996 | 1,7 | 0,6 | 16,7 | 10,1 | 72 | 
| 1997 | 0,3 | 1,6 | 19,5 | 11,0 | 73 | 
| 1998 | 0,6 | 2,3 | 19,5 | 10,5 | 72 | 
| 1999 | 1,8 | 2,1 | 19,0 | 9,9 | 72 | 
| 2000 | 1,2 | 3,1 | 17,9 | 8,0 | 73 | 
| 2001 | -0,6 | 1,1 | 18,1 | 7,8 | 73 | 
| 2002 | 0,2 | 0,1 | 19,0 | 8,0 | 74 | 
| 2003 | -0,3 | -0,1 | 2,0 | 9,0 | 74 | 
| 2004 | 1,3 | 1,6 | 20,0 | 9,1 | 74 | 
| Fuentes: Deutsches Institut für Wirtschaftsforschung (DIW), Statistisches Bundesamt Deutschland, y Bundesagentur für Arbeit. | |||||
La falta de convergencia entre estas dos regiones de Alemania 
entonces puede explicarse primero, por los más de cuarenta años en que 
estas dos regiones vivieron bajo dos sistemas económicos y políticos 
completamente distintos, esto es una economía de mercado y democracia en
 relación a una economía centralmente planificada, mayormente estatizada
 y un régimen comunista. Segundo, por los errores de política económica 
implementados durante la unificación que todavía no se pueden superar. 
Es decir, el proceso de convergencia será más largo debido a las pésimas
 condiciones iniciales de Alemania Oriental y a las erróneas políticas 
económicas de unificación.
    El desarrollo económico no es un fenómeno simple. El caso de la 
lenta convergencia económica de dos regiones que comparten una población
 que se comunica en el mismo idioma y comparten su historia nos muestra 
cuan difícil es este problema. Aunque las expectativas fueron muy altas 
durante la unificación a casi veinte años de la misma se han menguado. 
No sólo se trata de que los precios se transparenten en el mercado, pero
 al parecer las instituciones económicas que promueven el crecimiento 
económico no fluyen fácilmente de un lugar a otro. Esto, a su vez, 
impide que la cultura empresarial florezca de la mejor manera para 
encontrar oportunidades innovadoras. 
    La mayor libertad económica y política de la que gozaron los 
ciudadanos alemanes occidentales, en relación, a los orientales dejó un 
legado de prosperidad y bienestar que no se puede trasladar por decreto 
de una región a otra. No nos debería sorprender que muchos países en 
transición de Europa del Este no hayan crecido tan rápido. Después de 
todo, en esos países también se vivió bajo regímenes comunistas, y 
además no fueron rápidamente anexados política, legal, y económicamente a
 regiones más ricas como lo fue Alemania Oriental. Lo que nos debería 
sorprender son los casos como los de Estonia que crecieron rápidamente y
 de mejor forma que el resto de países o regiones anteriormente 
comunistas. Una importante lección que debemos extraer de la experiencia
 alemana es que cuanto más se mantenga una economía centralmente 
planificada a escala global, mucho más alto será el costo de oportunidad
 del capital perdido y más difícil será reconstruir una economía de 
mercado. 
REFLEXIONES FINALES
    En los regímenes socialistas del siglo XX se defendía la idea de la 
propiedad estatal generalizada, muchos quienes vivieron bajos esto 
regímenes lo aceptaban como la propiedad del pueblo. La propiedad 
estatal a gran escala, significaba para los griegos antiguos lo opuesto.
 Para ellos en “los regímenes en los que prevalece la esclavitud todo 
pertenece a los gobernantes” (Estrabon). En Alemania Oriental, la 
propiedad estatal generalizada se originó de expropiaciones y demás 
violaciones de los derechos de propiedad de sus ciudadanos. Millones 
fugaron a pesar de los peligros y las barreras para hacerlo. Los 
incentivos productivos de los que se quedaron se vieron mermados porque 
no existía forma de apropiarse de los recursos que generaba su trabajo. 
En estas sociedades cuando el gobierno establecía los salarios de los 
trabajadores de las fábricas estatales, se lo hacía con el objeto de que
 los excedentes de producción se dirigieran al gobierno. 
    A pesar de que Alemania Oriental era reconocida hasta antes de 1989 
como la mejor economía socialista por la ‘calidad’ de sus productos, en 
relación a la de los otros países de Europa del Este asociados con la 
Unión Soviética. Esta calidad nunca llegó a compararse con la de los 
países industrializados occidentales. La planificación central de este 
tipo de economías desplaza a la planificación individual, violando así 
la libertad económica de los individuos. La ausencia de mercados, 
competencia, precios libres, propiedad privada, destruyó el capital 
físico y humano de Alemania Oriental. Como se ha explicado aquí, eso ha 
producido consecuencias negativas de largo plazo que aun ahora en un 
régimen de mayor apertura son difíciles de erradicarse. Es relativamente
 más fácil la transición de una economía de mercado a una economía 
socialista, un gran poder político puede hacer eso. Lo verdaderamente 
difícil es construir una economía de mercado de las cenizas dejadas por 
muchos años de socialismo.
    Muchos latinoamericanos han aceptado la idea de que la planificación
 central, el socialismo, la propiedad estatal generalizada, son la 
solución final a los problemas de pobreza existentes. Esperemos que el 
ejemplo de lo que pasó en las dos Alemanias nos haga reconsiderar a 
tiempo ese camino. Para evitar después que sea a nosotros a quienes se 
nos ponga un muro para detenernos de salir de nuestros países a 
cualquier costo por la libertad. Cualquier gobierno socialista en el 
poder podrá violar los derechos a la propiedad, a la libertad e incluso a
 la vida de aquellos que se le opongan. Pero existe un límite material a
 toda esta atrocidad, esa es la destrucción de oportunidades de progreso
 económico individual. 
http://www.elcat.org/lecciones-duras-de-las-dos-alemanias-anos-de-la-caida-del-muro 
http://historiaybiografias.com/hacia_la015a/ 









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