jueves, 25 de julio de 2019

EL "GRAN PRIVILEGIO" LA BULA DE ORO SICILIANA Y CARLOS IV

Los historiadores consideran la Bula de Oro Siciliana como un documento trascendental que testimonia la creciente influencia y poder del Estado Checo en la Europa de las postrimerías del siglo XII. El documento confirmó la independencia de las Tierras Checas a la vez que verificó su integración al Sacro Imperio Romano, lo que ofrecía a los soberanos de Bohemia nuevas amplias perspectivas en política interna y exterior.
Con la obtención de ese edicto de manos del emperador romano-germánico Federico II, culminaron los empeños del rey de Bohemia Přemysl Otakar I por garantizar a su país la sucesión del trono y un mayor respeto de parte de las demás naciones del centro de Europa. De un día a otro, el principado de Bohemia se convirtió en Reino, según sostiene el historiador Josef Žemlička. 
“El rey checo Přemysl Otakar I obtuvo la Bula de Oro Siciliana el 26 de septiembre de 1212. Además de confirmar la sucesión del reino, el documento aseguraba la integridad del territorio del Estado Checo, incluyendo Moravia y la diócesis de Praga. Přemysl recibió bajo su poder asimismo algunos territorios imperiales al oeste de la frontera de Bohemia”.
El nombre del documento, la Bula de Oro Siciliana, surgió no obstante mucho más tarde, a comienzos del siglo XX. Hasta ese entonces se le había llamado ‘El gran privilegio’, destacándose la importancia que había tenido en su época.

La nueva determinación se debe a que el documento lleva un sello dorado del emperador Federico II. En el momento de la firma del escrito, Federico no había sido nombrado oficialmente todavía como emperador y por eso había utilizado la bula de oro y el sello que tenía como rey de Sicilia.
Hablando del aporte del documento para la nación checa, es preciso explicar también el motivo por el que el emperador se lo entregó al rey de Bohemia. Para ello debemos rememorar algunos hechos ocurridos en Europa en las postrimerías del siglo XII que influyeron en la situación en Bohemia.
Hay que decir que ya antes de Přemysl Otakar I,había obtenido el título real Vratislav II Premislita, quien fue coronado en 1085, siéndole reconocidos así los méritos por el servicio militar para el emperador Enrique VI.

Concretamente en 1158, el título real le fue asignado por el emperador Federico Barbarossa del Sacro Imperio Romano Germano a Vladislao II Premislita, por su apoyo en los combates contra los pueblos insurgentes del norte de Italia. Pero a diferencia del documento obtenido posteriormente por Přemysl Otakar I, en los dos casos anteriores no se trató de un título real hereditario, (según señala Josef Žemlička)...
”Přemysl, hijo de Vladislao II Premislita y Judith de Turingia, también tuvo que demostrar sus cualidades. En 1198 falleció el emperador Enrique VI y se iniciaron las luchas por la corona imperial que duraron 15 años. Přemysl Otakar prometió apoyar al hermano menor de Enrique, el duque Felipe de Suecia, que le iba a garantizar ventajas para el futuro. Pero Přemysl pasó más tarde a respaldar al rival de Felipe, Oto IV de Braunschweig, que fue coronado en Aquisgrán como emperador romano-germánico. Sin embargo, Přemysl ayudó al final a conquistar la corona a Federico II, quien fue sucesor legítimo de Enrique VI y fue apoyado también por el papa Inocencio. Y Federico, en agradecimiento le asignó a Přemysl el privilegio del trono hereditario, garantizado en la Bula de Oro Siciliana”.

Gracias a la Bula de Oro Siciliana, el rey de Bohemia tenía el derecho de investidura de los obispos de Olomouc y de Praga, iba a participar simbólicamente en las marchas de coronación de los reyes romano-germánicos hacia Roma, así como la obligación de asistir a determinadas reuniones del imperio.
Con ello, el soberano de Bohemia obtuvo el título de copero mayor y el cargo de príncipe elector que le autorizaba a tomar parte en las elecciones del rey romano-germánico.
La Bula ayudó a Přemysl Otakar I a mantenerse en el poder y le protegió ante diversos intentos de sus enemigos de destituirlo. Durante el reinado de los sucesores de Přemysl, el documento perdió su significado, debido a que fue sustituido por otros documentos más recientes.
No obstante, con la desaparición del último descendiente masculino de la dinastía de los Premislitas, fue rescatada la Bula de Oro Siciliana al ser buscado un nuevo sistema para la elección del soberano en las Tierras Checas.
Sin embargo,posteriormente en los tiempos del emperador romano germánico Carlos IV el documento volvió a recobrar su importancia y fue reconocido como una norma válida para todo el reino, según afirma Josef Žemlička.

”El rey Carlos IV tenía una gran admiración por los Premislitas, más cuando su madre, Elisa Premislita, fue descendiente de esa familia. Carlos IV decidió recobrar la Bula de Oro Siciliana y aplicar sus estipulaciones durante su reinado. En abril de 1348 Carlos elaboró una lista con unos 14 privilegios que en el pasado fueron dados al Reino Checo, incluida la Bula de Oro Siciliana y decidió que esas normas serían válidas para todo su reino. Carlos modificó en la Bula el pasaje sobre la sucesión del trono, lo que fue sumamente importante, ya que determinó quiénes deberían participar y decidir sobre el nuevo soberano, en caso de la desaparición de una dinastía real”.
El original de la Bula de Oro Siciliana se guarda actualmente en el Archivo Central del Estado, en Praga y forma parte de los documentos del Archivo del Reino de Bohemia.
En la exposición que tuvo lugar  en el Museo de Ostrava no se pudo ver ese valioso documento, pero hay allí otros importantes escritos, sellos, monedas, diversos tipos de armas y muestras de los hallazgos arqueológicos que datan del siglo XIII y que facilitan  hacerse una idea sobre aquellos lejanos tiempos y explican el gran aporte que significó la Bula de Oro Siciliana para el Reino de Bohemia.

Josef Žemlička señaló que algunos historiadores afirman que especialmente en el siglo XIX los patriotas checos acentuaban mucho el significado de la Bula de Oro Siciliana.
Entonces se formó un fuerte movimiento de resurrección nacional en el país y la Bula fue presentada como un documento que confirmaba el derecho de la nación checa a vivir en su propio Estado independiente.
Los especialistas indican que el aprecio por la Bula se debe en gran medida a su inusual aspecto y el sello dorado que lleva y al rol que le fue atribuido por el emperador Carlos IV. Este soberano hizo lo posible para enlazar durante su reinado con las antiguas tradiciones que fueron propagadas por sus antepasados de la famosa dinastía real nacional de los Premislitas.

La Bula de Oro fué por antonomasia la ley fundamental del Sacro Imperio Romano Germánico firmada por Carlos IV en 1356, que regulaba la elección imperial, la posición de los príncipes y diversos asuntos sobre la paz territorial. Esta Bula de Oro subsistió como constitución del Imperio hasta 1806.
 Desde la caída de los Staufen (mitad del s. XIII), el Imperio era electivo y desde finales del siglo XIII luchaban por la corona real alemana, con resultado variable, las tres estirpes regias, cuyas casas alcanzaron mayor poderío en el este del Imperio, la de los Habsburgo, la de los Luxemburgo y la de los Wittelsbach.
En su origen, la elección fue un derecho de todo el pueblo alemán. Aun cuando de hecho sólo actuaran los magnates eclesiásticos y laicos, el resultado se tenía "por voluntad y obra de la comunidad". El resto del pueblo quedó limitado al papel de circunstante y al derecho de aclamación, desaparecido más tarde, en el siglo  XVI.
Hasta final del siglo XII no existieron principios fijos sobre la regulación jurídica de la elección. Desde antiguo, sin embargo, tenía especial importancia el arzobispo de Maguncia, a quien correspondía la prima vox y la dirección de la elección.
 Estando así la situación institucional alemana, resultó elegido Emperador por los adversarios de Luis de Baviera, Carlos de Luxemburgo, rey de Bohemia, con el nombre de Carlos IV. Educado en París, dominaba el francés, alemán, latín, italiano y checo, gozó de las simpatías de la corte pontificia de Aviñón, pero despertó la desconfianza de los nacionalistas germánicos. Carlos IV, hombre práctico, sabía negociar, era buen diplomático y muy perseverante en sus ideas. La base de su poder era el reino de Bohemia y sus derechos imperiales los empleó en Alemania en beneficio de su dinastía, con la intención de estabilizar la situación.
Carlos miró el Sacro Imperio Romano Germánico como un anacronismo, pero no así a la monarquía alemana, a la que intentó dar un núcleo de organización para fortalecer en lo posible la institución Imperial. Como hemos visto, nada existía que pudiera llamarse constitución y sí sólo tradiciones y leyes confusas. Alemania era un conjunto de principados y ciudades estado entre los que la monarquía estaba a punto de convertirse en una mera ficción legal que sería la fuente de sus privilegios. La Dieta Imperial era una disforme asamblea de príncipes, irregularmente atendida y un instrumento débil. La discordia entre los príncipes electores había sido hasta entonces la causa principal de las guerras civiles. El intento de Carlos IV para definir este cuerpo y darle mayor solidaridad, se plasmó en la celebrada Bula de Oro de 1356, que se convirtió en una especie de ley fundamental. Carlos había preparado el terreno reduciendo las apetencias a electores


 Comprendía la Bula 31 artículos: cuatro reglamentaban el curso de las monedas, disminuían el número de peajes y proclamaban el restablecimiento de la paz pública; los 27 restantes definían las modalidades de la elección imperial. Su primera parte, que comprendía los 24 primeros artículos, fue publicada el 10 de enero de 1356 en Nuremberg; la segunda, el 25 de diciembre del mismo año en Metz.
El número de los príncipes electores se fijaba en siete, cada uno titular de una dignidad de la corte: los arzobispos de Maguncia, Colonia y Tréveris eran respectivamente archicancilleres de Alemania, Italia y Arles. Los cuatro electores laicos eran el rey de Bohemia, gran escanciador del Imperio; el conde del Palatinado, gran senescal; el duque de Sajonia, gran mariscal, y el margrave de Brandeburgo, gran chambelán. A la muerte del Emperador, el arzobispo de Maguncia convocaba a los electores en Francfort del Main, donde la elección debía tener lugar antes de 30 días, y el elegido, aunque el cuerpo electoral no estuviera completo, debía tener un mínimo de cuatro votos. La coronación se debería llevar a cabo en Aquisgrán, acto seguido. Durante la vacante, el conde Palatino del Rin asumiría el cargo de provisor imperii. Ley importantísima era la que formulaba que el elegido debía de abstenerse de actos de gobierno en tanto no confirmara los privilegios y derechos de los electores.
La Bula de Oro no fue una innovación; sino la reglamentación de las tradiciones y leyes que se empleaban desde siglos de una manera irregular. Más que un acto de autoridad, fue como una gran carta de los príncipes electores. Por ella se suprimía la coronación en Roma y toda la injerencia del Papa en la elección imperial. Pero aumentaba el poder latifundista de los grandes señores al proclamar la indivisibilidad de las tierras de los electorados y reconocer a sus titulares la plenitud de derecho y regalías. De hecho, venía a confirmar los derechos y poderes de los electores que se convirtieron más en aliados que en súbditos del Emperador.

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