viernes, 20 de noviembre de 2015

UN SIGLO CRITICO...DECAIMIENTO DE GRECIA,EGIPTO Y MESOPOTAMIA


Durante el siglo XII A.C. aparece en México la cultura Olmeca. Los olmecas construyeron centros ceremoniales y desarrollaron el arte sacro: altares monolíticos, estelas con bajorrelieves, esculturas. Idearon una escritura jeroglífica y tenían un calendario. Las aldeas aumentaron de tamaño y se construyeron casas sobre plataformas de tierra. Adoraban a deidades jaguares, relacionadas con la lluvia. El control social estaba en manos qude chamanes y hechiceros.
Las estepas euroasiáticas, desde el Danubio hasta Siberia, fueron ocupadas por los Escitas, un pueblo indoeuropeo cuya lengua estaba emparentada con la de los arios. Eran ganaderos itinerantes, y sometieron a la población campesina.
Mientras tanto, la mayor parte del mundo civilizado sufría conmociones en mayor o menor medida. Egipto había rechazado a los pueblos del mar, pero tras la muerte de Meneptah cayó casi en la anarquía. Los pueblos del mar pasaron a Chipre, y desde allí atacaron Fenicia. En 1200 A.C. arrasaron las ciudades de Tiro y Sidón. En 1191 A.C. muere el rey Shubbiluliuma II y, con él, el imperio hitita desaparece de la historia, desmembrado por los pueblos del mar y las sublevaciones internas. 


No obstante, la cultura hitita no se perdió, sino que se conservó en una serie de minúsculos reinos neohititas que sobrevivieron dominados por una u otra potencia según los tiempos. Al noroeste de Anatolia empezaron a destacar los Frigios. En la Ilíada son mencionados como aliados de Troya, luego ya estaban allí antes de la llegada de los pueblos del mar, pero su auge llegó tras ellos. Tal vez se aprovecharon de los desórdenes o tal vez los invasores ocuparon Frigia y se convirtieron así en "nuevos frigios".
Asiria inició un largo periodo de luchas frustrantes en las que trataba de dominar sin éxito a los territorios circundantes, pero no pudo controlar a Babilonia y, sobre todo, al poderoso reino de Urartu. En realidad Asiria ganaba la mayoría de las batallas, pero sus enemigos se recuperaban más fácilmente mientras estaba ocupada en otros lugares. De todos modos, la situación fue sin duda caótica e incierta para toda la zona.



Por su parte, Egipto logró reponerse temporalmente. En 1186 A.C. un gobernante tebano llamado Setnajt, que afirma ser descendiente de Ramsés II, logra unificar todo Egipto y se convierte en el primer faraón de la XX dinastía. Le sucede su hijo con el nombre de Ramsés III. Mientras tanto la Grecia Micénica iba de mal en peor. Equipados con armas de hierro, los dorios fueron abriéndose paso lentamente sin que los orgullosos aqueos pudieran hacer nada por evitarlo.
Desde Chipre, los pueblos del mar atacaron Canaán y avanzaron de nuevo hacia Egipto. Ramsés III logró rechazarlos en la que se considera la primera batalla naval de la historia, pero ésta sería su última campaña. Egipto perdió sus posesiones imperiales. A partir de entonces sus fronteras se redujeron al valle del Nilo. El Nuevo Imperio había terminado.


 Palestina fue ocupada por los pueblos del mar. Éstos se llamaban a sí mismos Peleset, aunque actualmente se les conoce como Filisteos. El nombre de "Palestina" deriva de Peleset. Los filisteos eran principalmente griegos, una oleada que precedió a la de los dorios y que fue empujada al mar por éstos, pero al llegar a Palestina se encontraron con una cultura superior a la suya y no dudaron en asimilarla. En poco tiempo habían abandonado su propia lengua y adoptado la de los cananeos (una forma arcaica de hebreo). Esencialmente, los filisteos ocuparon cinco ciudades gobernadas cada una por su propio rey, pero que mantenían una débil coalición. Tres de ellas estaban junto a la costa: Asdod, Ascalón y Gaza, mientras que otras dos estaban en el interior: Ecrón y Gat.
Sin la intervención egipcia, los israelitas pudieron penetrar más fácilmente en Canaán. Poco a poco fueron enfrentándose a las ciudades locales, esclavizando a las más débiles y pasando a cuchillo a las más beligerantes. En cambio, no pudieron imponerse a los filisteos que, pese a ser pocos, tenían armas de hierro. Más aún, los filisteos consiguieron someter a tributo a la tribu israelita de Dan y a otras dos tribus invasoras que sólo más tarde fueron incluidas en la federación de Israel: las tribus de Judá y Simeón. La primera parece estar muy relacionada con los edomitas, mientras que la segunda fue una tribu menor que no tardó en ser absorbida por Judá.


Babilonia había quedado libre de la dominación asiria, pero sus gobernantes casitas no fueron capaces de aprovechar la situación y quedó en la anarquía. Quien sí supo reaccionar fue el antiguo Elam, que envió expediciones para saquear Babilonia. Los elamitas se llevaron dos grandes reliquias: la estela con el código de Hammurabi y la estela de Naram-Sin.
En 1158 A.C. murió Ramsés III, que fue sucedido por una larga serie de reyes llamados todos Ramsés, conocidos como ramésidas. Se abría así un periodo en el que el poder del faraón fue decayendo en favor del poder sacerdotal. Todas las tumbas de Tebas (excepto la de Tutankamón) fueron saqueadas.


Mientras tanto los dorios ocupaban posiciones cada vez más al sur de Grecia y con sus movimientos desplazaban a las tribus eolias. Hacia 1150 A.C. una de ellas, la formada por los tesalios ocupó la región en la que se establecerían definitivamente, y que tomó el nombre de Tesalia.
Por esta época la ciudad fenicia de Sidón se había recuperado del ataque de los pueblos del mar y había logrado hacerse con armas de hierro. Las tribus israelitas estaban distribuidas más o menos como indica el mapa. La de Leví era la menor de todas y no ocupó más que unas pocas ciudades dispersas. La tribu de Dan estaba junto a los territorios filisteos, pero un grupo de danitas que no estaba dispuesto a soportar la dominación filistea decidió emigrar hacia el norte, tomó la ciudad de Lais, la saqueó y se estableció en ella, rebautizándola con el nombre de Dan. Judá y Simeón estaban sometidas a los filisteos, mientras Gad y Rubén, al otro lado del Jordán, litigaban con los reinos hebreos de Amón y Moab. Aser, por su parte, quedó bajo la dominación de Sidón. Las tribus del norte (aparte de Aser) tenían menos problemas, y parece que la de Efraím disfrutaba de un cierto liderazgo entre ellas.


Los cananeos del norte aprovecharon el resurgimiento de Sidón para planear una gran ofensiva contra los israelitas. La liga cananea fue encabezada por Jabín, rey de la ciudad de Hazor. La tribu más cercana sobre la que se cernía la amenaza era Neftalí, que a la sazón tenía como caudillo a Barac. Éste debió de comprender que sus hombres no podrían resistir por sí solos a un ejército bien dotado, así que se apresuró a pactar con Efraím. Según la Biblia, por aquel entonces Efraím estaba dirigido por una mujer llamada Débora, la cual (bajo la condición de capitanear el ejército) aportó no sólo sus propios hombres sino también los de las tribus de Manasés y Benjamín (las otras dos tribus de Raquel, al parecer bajo el dominio de Efraím). Puesto que también les afectaba de cerca la amenaza cananea, las tribus de Zabulón e Isacar se unieron a la coalición, con lo que en total fueron seis las tribus a las que se enfrentó Jabín. Los israelitas aplastaron a sus oponentes junto al monte Tabor, destruyeron Hazor y, a partir de entonces los cananeos ya no supusieron ningún peligro serio para Israel.
Hacia 1120 A.C. otra tribu eolia, los beocios, se vio obligada a asentarse al sur de Tesalia ante el avance dorio. La región se conoció desde entonces con el nombre de Beocia.



Hacia 1124 A.C. un babilonio nativo consiguió hacerse con el poder y puso fin a la dominación casita. Se llamaba Nabucodonosor I. También derrotó completamente a los elamitas. Por un momento parecía que Babilonia iba a dominar de nuevo Mesopotamia, pero no fue así. Por aquel entonces, Asiria también estaba recuperándose. Posterormente llegó al trono Teglatfalasar I, el cual dispuso de un ejército con armas de hierro con el que derrotó a Nabucodonosor I  y reconstruyó lo que había sido el imperio de Tukulti-Ninurta. Por el oeste llegó hasta Fenicia, donde hizo tributarias a Biblos y a Sidón. La frontera más conflictiva era Arabia. Durante los años de anarquía precedentes, las tribus árabes habían hostigado como de costumbre a Mesopotamia. Ahora Teglatfalasar I intentaba detenerlas. Esta vez se trataba de losArameos, contra los que Asiria inició una serie de campañas. En general, las campañas contra los nómadas nunca son definitivas, pues los guerreros nómadas se retiran fácilmente y aparecen por otras zonas indefensas, o sencillamente desaparecen hasta que pasa el peligro.


También los israelitas sufrían ahora los ataques de los nómadas de Arabia. Los llamados Madianitas azotaban principalmente a la tribu de Manasés. El caudillo de esta tribu era entonces Gedeón. La Biblia describe una trama con la que Gedeón cuestionó la supremacía de Efraím. Al parecer, Gedeón formó una coalición con las tribus del norte que habían luchado contra los cananeos en el monte Tabor, pero sin dar a Efraím ningún trato preferente. Al contrario, le informó tarde y parcialmente de sus planes, de modo que cuando atacó por sorpresa a los madianitas los guerreros de Efraím no estaban presentes, sino que Gedeón los condujo a los vados del Jordán, por donde esperaba que huyeran los madianitas. Así, Efraím destruyó a los madianitas en fuga, pero todo el mérito recayó sobre Gedeón. Sin embargo, Efraím no acepto la situación e Israel estuvo al borde de la guerra civil. Gedeón tuvo que reconocer la supremacía de Efraím.
Las tribus de Israel tuvieron que enfrentarse cada vez con más frecuencia a luchas internas por el poder. Hasta entonces, cada tribu estaba dirigida por un caudillo o juez elegido por aclamación popular. Esto funcionaba bien cuando los israelitas eran sencillas tribus nómadas, pero ahora el poder significaba riqueza, con lo que cada vez fue más codiciado. Así, con la fama que había adquirido Gedeón era natural esperar que fuera sucedido por uno de sus hijos, así que uno de ellos, Abimelec, decidió matar a sus numerosos hermanos para ser el único pretendiente legítimo a la judicatura. Sucesos como estos movieron a algunos israelitas a proponer una monarquía hereditaria que evitara los conflictos en la sucesión. El problema era que elegir un rey podía ocasionar conflictos mucho más violentos que la sucesión de cualquier juez. Entre tanto, las aspiraciones al liderazgo continuaban. En la tribu de Gad surgió un caudillo capaz, llamado Jefté, que consiguió una victoria completa contra el reino de Amón. Por lo visto, Efraím consideró que Jefté no le había consultado debidamente sus planes, por lo que le exigió cuentas igual que lo había hecho con Gedeón. Sin embargo, Jefté no se amilanó, sino que dejó que Efraím enviara un ejército a pedirle cuentas, lo derrotó, e incluso pudo cortarle la retirada por los vados del Jordán hasta aniquilarlo completamente. Esto sucedió hacia el 1100 A.C. y así terminó la supremacía de Efraím.
https://www.uv.es/ivorra/Historia/Historia_Antigua/IImilenio_F.htm

martes, 10 de noviembre de 2015

EGIPTO....RECONSTRUCION DE SU IMPERIO Y EXPULSION DE LOS EXTRANJEROS




Durante el siglo XVI, la isla de Creta se recuperó de su declive. Se volvieron a construir palacios más grandiosos que los de los tiempos anteriores. Los nuevos palacios tenían un gran patio central con gradas monumentales para espectadores, donde se celebraban competiciones de lucha (algo similar al boxeo, aunque también se golpeaba con los pies) y juegos rituales con toros: unos atletas saltaban sobre los animales y, tras una voltereta, caían de pie.
El toro tenía una gran importancia religiosa en esta cultura. 


La parte de la leyenda griega sobre el Laberinto, que el rey Minos había hecho construir para encerrar al Minotauro, parece remontarse a esta época. Las casas particulares tenían hasta cinco plantas con escaleras interiores. Se conservan pinturas de escenas cotidianas, en las que los hombres juegan a un cierto juego de tablero mientras el ama de casa teje lana, hay escenas de caza, otras de hombres acompañados de perros y gatos, etc. Los cretenses tenían un dios principal poderoso e iracundo, pero también había una diosa Madre a la que se podía rogar que aplacara a su hijo. El rey era descendiente de este dios y, de hecho, era éste quien le decía en cada momento lo que convenía hacer, de modo que oponerse a una orden real era oponerse a la voluntad divina. Todo esto es lo que se desprende de las numerosas pinturas de la época.



 De los testimonios escritos no se puede concluir nada, pues no se conoce la lengua cretense. La escritura del periodo anterior (la que terminó en 1700) era pictográfica, pero ahora se usaba una nueva en forma de líneas onduladas irregulares (escritura Lineal A).
La cultura cretense se extendió por las islas Cícladas y por el Peloponeso, cuyas ciudades principales a la sazón eran Micenas, Tirinto y Argos. Otras ciudades que más adelante adquirirían importancia eran Esparta y Corinto y, ya fuera del Peloponeso, Atenas y Tebas.
 


En 1595 a.C. el rey hitita Mursil I tomó Babilonia. No obstante, no pudo controlar la ciudad, pues los casitas aprovecharon la ocasión, descendieron definitivamente de los montes Zagros e impusieron su dominio sobre lo que había sido el Imperio Babilónico. Una vez más, la región pasó por un largo periodo de decadencia mientras los bárbaros invasores fueron asimilando lentamente la cultura mesopotámica y la versión babilónica de la religión sumeria. En 1590 a.C.Mursil I fue asesinado por su cuñado y sucesor, Hantil I.


 
Por otra parte, las ciudades civilizadas habían aprendido de los hicsos el uso bélico del caballo, con lo que éste dejó de ser una ventaja para los pueblos nómadas. Los reyes tebanos del Alto Egipto tenían caballos y los usaron para combatir a los invasores. El último rey de la XVII dinastía fue Kamosis, que redujo el dominio hicso a las vecindades de su capital. En 1570 a.C: fue sucedido por su hermano Ahmés (que, por algún extraño motivo, los egipcios catalogaron como primer rey de una XVIII dinastía). Ahmés libró una batalla decisiva en el Delta, en la que derrotó a Apofis III, el último rey hicso. El ejército hicso huyó a Palestina, pero Ahmés lo siguió y lo volvió a derrotar. Indudablemente, los hicsos ya no eran entonces los toscos guerreros de antaño, sino que habían asimilado los lujos egipcios y se habían debilitado. A partir de aquí desaparecen de la historia: la mayoría de ellos permanecieron en el territorio entre los fenicios, cananeos, amorreos, etc., pero ya sin ninguna identidad que los uniera. 



Con sus victorias, Ahmés logró imponer su autoridad sobre un Nuevo Imperio Egipcio. Parece que las tensiones entre el rey y la nobleza quedaron atrás. Ahora Egipto tenía carros y caballos, así como un nuevo orgullo nacional. El rey ya no sólo era sacerdote y dios, sino también un gran general. Su autoridad era indiscutible. Una muestra de la nueva reverencia que se le reservaba es que los egipcios ya no se referían a él como "el rey", sino con el circunloquio más pomposo de "la gran casa" o "el palacio", voz que ha derivado en la expresión Faraón. Aunque anacrónicamente se llama faraones a todos los reyes egipcios, lo cierto es que este título surgió con el Imperio Nuevo.
En 1560 a.C, el rey hitita Hantil I fue asesinado junto a su hijo y sus nietos por su yerno y sucesor Zidanta I, que años atrás había sido su cómplice en la conjura contra Mursil I. Las leyes hititas no establecían claramente la fórmula de sucesión del rey, por lo que las conjuraciones eran cada vez más frecuentes. A los pocos años de subir al trono, Zidanta I fue asesinado por su hijo Ammuna. Los desórdenes dinásticos, unidos a una grave sequía sumieron al reino en una profunda crisis.




En 1545 a.C. el faraón Ahmés fue sucedido por su hijo Amenofis I, quien retomó Nubia, el Sinaí y todo Canaán hasta Fenicia, como en los tiempos del Imperio Medio. Al oeste, los pastores libios protagonizaban frecuentes incursiones en territorio egipcio desde tiempos de los hicsos. El nuevo faraón puso fin a esta situación ocupando una buena franja del desierto libio.
En 1525 a.C, tras la muerte de Amenofis I ocupó el trono Tutmosis I, quien extendió el control egipcio sobre el Nilo hasta la cuarta catarata, mucho más allá que en cualquier época anterior. En Canaán llegó hasta la ciudad de Karkemish, en plena siria, a orillas del Éufrates. Los soldados egipcios quedaron fascinados por la abundante lluvia: "un Nilo que cae del cielo". El propio Éufrates fue también causa de sorpresa, pues los Egipcios usaban la misma expresión para referirse al Norte que para decir "río arriba". Así, el Éufrates era un río que, "fluyendo hacia el norte, fluye hacia el sur".


 
La ciudad de Tebas gozaba ahora de más prestigio que nunca. Tutmosis I construyó grandes templos, y cada uno de los reyes posteriores trató de superar a los precedentes. La construcción de pirámides se abandonó definitivamente (todas habían sido saqueadas por los ladrones de tumbas). En su lugar, Tutmosis I optó por ocultar su mausoleo tras una compleja red de túneles excavados en la roca de una colina cercana a Tebas. Durante los últimos años de su reinado gobernó junto a su hijo y sucesor, Tutmosis II




Mientras tanto, hacia 1500 a.C. los hurritas, que llevaban hostigando a Mesopotamia desde hacía tres siglos, finalmente se organizaron en un estado conocido como Mitanni, que ocupó una buena parte de lo que había sido el ahora decadente Imperio Asirio. Asur conservó su independencia, pero fue tributaria del nuevo reino. Mitanni arrebató también a los hititas gran parte de sus dominios, mientras éstos seguían bajo monarquías débiles que se disputaban el poder. El rey Telibinu trató de establecer una ley de sucesión clara, pero no pudo evitar que el reino hitita sucumbiera ante los hurritas de Mitanni.
En la actual Guatemala se estaban formando las primeras comunidades agrícolas.
En 1490 a.C.murió el faraón Tutmosis II. Siguiendo una costumbre egipcia, éste se había casado con su hermana Hatshepsut (probablemente, los orgullosos reyes egipcios consideraban que ninguna mujer era digna de ellos salvo que fuera de su propia familia). Fue ella quien realmente gobernó el Imperio desde la muerte de Tutmosis I. Por su parte, Tutmosis II había tenido un hijo con una concubina, Tutmosis III, a quien teóricamente le correspondía el trono, pero era menor de edad y su tía y madrastra quedó como regente. Hatshepsut es la primera mujer gobernante conocida en la historia. En los monumentos que construyó se representa a sí misma con vestimentas masculinas, sin pechos y con una barba postiza. Bajo su mandato dejó de lado la expansión militar y, en su lugar, fomentó el comercio, las minas y la industria. En aquella época estaba de moda la construcción de obeliscos gigantes: finas columnas de piedra de tal altura que todavía no está claro cómo conseguían erigirlas sin que se rompieran. Originalmente fueron erigidos en honor al dios Ra, en tiempos del Imperio Antiguo, pero entonces no eran especialmente altos: unos tres metros y medio. En el Imperio Medio se construyeron obeliscos de más de 20 metros de altura, Tutmosis I construyó uno de 24 metros y Hatshepsut llegó a los 30 metros.


Hatshepsut murió en 1469 a.C. cuando Tutmosis III tenía unos veinticinco años. Indudablemente, debió de vivir oprimido por su madrastra, pues tras su muerte ordenó eliminar su nombre de todos los monumentos en los que aparecía, sustituyéndolo por el suyo o por el de su padre o su abuelo. Incluso dejó su tumba incompleta, que es la mayor venganza que podía tomarse, de acuerdo con la mentalidad egipcia.
El periodo pacifista de Hatshepsut había acrecentado a las ciudades cananeas. El nuevo faraón había sido un títere de su madrastra, así que los cananeos debieron de pensar que sería un monarca débil y que era el momento idóneo para librarse del yugo egipcio. El reino de Mitanni fomentó la rebelión, que fue encabezada por la ciudad de Cadesh, tal vez el último resto del Imperio Hicso.
Sin embargo, el nuevo monarca resultó ser un buen general. En 1468 a.C.se enfrentó con un ejército cananeo en Megiddo, un enclave estratégico para la defensa de Cadesh. Tutmosis III aprovechó que el grueso del ejército se encontraba en otra parte (pues tomó una ruta diferente a la que sus enemigos habían conjeturado) y consiguió así una primera victoria. Dejó parte de su ejército sitiando la ciudad y siguió avanzando. A los siete meses Megiddo cayó en poder egipcio. Año tras año, Tutmosis III reanudaba sus campañas en Canaán, hasta que en 1462a.C. llegó a la misma Cadesh y la destruyó. Luego cruzó el Éufrates y se internó en Mitanni, pues Cadesh no habría resistido tanto tiempo sin su ayuda. No obstante no se atrevió a ocupar permanentemente una región tan alejada. Durante un siglo, el dominio de Egipto sobre Canaán no tuvo discusión. 


Mientras tanto, el dominio de Creta sobre el Mediterráneo fue decayendo en favor de la civilización micénica. Hacia 1450 se aprecian signos de destrucción en muchas ciudades cretenses, e incluso periodos de ocupación griega. 
En 1438 a.C. murió Tutmosis III y fue sucedido por su hijo Amenofis II, que continuó la política de expansión de su padre y reprimió dos levantamientos en Asia.
Hacia 1430 a.C. el reino hitita encontró finalmente un gobierno estable bajo el rey Tudhaliyas I, que logró algunas victorias sobre Mitanni.
Amenofis II reinó hasta 1412a.C., cuando fue sucedido por su hijo Tutmosis IV. Éste promovió una política de paz con Mitanni, y llegó incluso a tomar por esposa a una de sus princesas (algo completamente inusitado hasta entonces). Con Tutmosis IV empezó a cobrar importancia un dios que hasta entonces sólo había desempeñado un papel secundario en el panteón egipcio, el dios Atón. Es probable que en ello influyera la reina. La religión hitita era mucho más simple que la egipcia, por lo que tal vez a la reina le resultó más fácil identificar sus creencias con el culto a un dios modesto como Atón frente al sofisticado culto a Amón-Ra. En cualquier caso, lo cierto es que Tutmosis IV le rindió un ostensible homenaje.
Hacia 1400 a.C.murió el rey hitita Tudhaliyas I, que fue sucedido por su yerno Arnuanda I.

https://www.uv.es/ivorra/Historia/Historia_Antigua/IImilenio_C.htm

viernes, 6 de noviembre de 2015

BABILONIA DOMINA MESOPOTAMIA Y LA CAIDA DE EGIPTO






A principios del siglo XVIII el norte de Mesopotamia empezó a sufrir los ataques de los hurritas, un pueblo que contaba con una nueva arma de guerra: el caballo. Este animal era completamente desconocido en el mundo civilizado, pero hacía ya tiempo que los indoeuropeos lo usaban como alimento. Ahora los hurritas (aunque no eran indoeuropeos) habían resuelto los problemas técnicos que impedían usarlo como animal de tiro. Diseñaron nuevos arneses, así como nuevos carros de dos ruedas, más ligeros y maniobrables, consistentes en apenas una plataforma para el auriga. Incluso las ruedas fueron perfeccionadas, pues las nuevas eran anulares con radios en lugar de macizas. Con los carros, las incursiones nómadas multiplicaron su eficiencia. Podían desplazarse mucho más rápidamente que un ejército de infantería, que a lo sumo contaba con pesados carros tirados por asnos para transportar la carga pesada. Podían elegir los lugares más desprotegidos, atacar y huir con el botín antes de que llegaran las defensas. No obstante, en un primer momento estos pueblos carecían de la organización y la amplitud de miras necesarias para ser algo más que una lacra dolorosa. Por el momento, el rey asirio Shamshi-Adad I seguía fortaleciendo su imperio y sirvió de pantalla contra los ataques hurritas, pero la llegada de una invasión seria era sólo cuestión de tiempo. 



En 1794 Rim-Sin, el rey de Larsa, venció definitivamente a Isin y unió bajo su dominio el sur de Mesopotamia. Dos años después, en 1792 subía al trono de Babilonia el sexto rey de su I dinastía (instaurada con la invasión amorrea). Se llamaba Hammurabi. Su situación era delicada, pues su pequeña ciudad estaba entre dos grandes potencias: Asiria al norte y Larsa al sur. Sin embargo, Hammurabi era joven y los reyes Shamshi-Adad I y Rim-Sin eran ya mayores. Hammurabi se sometió a Shamshi-Adad I y, bajo su protección, arrebató a Larsa las ciudades de Ur e Isin. 



En 1790 murió el rey de Egipto Amenemhat III. No se conocen bien las causas, pero el Imperio Medio se desmoronó y el país se sumió en la confusión. Los egipcios registran dos dinastías que debieron de reinar simultáneamente: la XIII dinastía gobernó el Alto Egipto desde Tebas y la XIV dinastía gobernó el Bajo Egipto desde Xois, en el centro del delta del Nilo.
En 1782 murió Shamshi-Adad I, y bajo su sucesor el poder asirio declinó. Hammurabi aprovechó para concentrar sus fuerzas contra Larsa. En 1762, tras un año de guerra, aplastó a Rim-Sin y se hizo con el control de lo que había sido Sumer. Después se dirigió hacia el norte. En 1758 saqueó Mari, en 1755 se apoderó de Eshnunna y, tras unos años de resistencia, hacia 1754 Assur se hizo tributaria de Babilonia. Su rey conservó el trono, con lo que la dinastía fundada por Shamshi-Adad I no se vio interrumpida. 



En 1750 la cultura cretense inició un periodo de apogeo. Se construyeron grandes palacios, construcciones complejas con salas de uso religioso, de ceremonias y de banquetes. Había almacenes con reservas de vino, aceite, grano, lana, metales, etc. Alrededor de los palacios estaban los talleres de los artesanos metalúrgicos, de los grabadores y los alfareros. Se conservan magníficas piezas de cerámica y orfebrería. La influencia de Creta sobre las islas del Egeo y el sur de Grecia debió de reforzarse en esta época. Probablemente, fue este periodo el que dio origen a la leyenda griega sobre un poderoso rey cretense llamado Minos, al cual los atenienses debían pagar anualmente un tributo humano para alimentar al Minotauro, un monstruo, hijo de Minos, con cabeza de toro. Ciertamente en Creta se celebraban rituales con toros.
Mientras tanto un grupo de pueblos indoeuropeos que se llamaban a sí mismos Arios (nobles) comenzó a descender sobre la India. Parece ser que la invasión se produjo lentamente a lo largo de varios siglos, pero es posible que hubiera una primera oleada especialmente violenta, ya que la civilización del Indo, que ya contaba con más de medio milenio de historia, se extinguió repentinamente. Se ha constatado que uno de sus centros principales, la ciudad de Mohenjo-Daro, fue víctima de una cruenta matanza. 



La lengua de los arios era el sánscrito. Eran pastores de rebaños bovinos. Habían domesticado el caballo y conocían el uso del arado. Tenían muchos dioses, pero el principal era Idra, que les ordenaba la guerra santa para dar muerte a los dasa (los aborígenes de la India), que tuvieron que desplazarse hacia el sur. Las ciudades fueron destruidas y sustituidas por pequeños poblados de pastores. 




Aún más al este, en China, tras el largo periodo de la dinastía Xia, se instauró la primera dinastía de la que se tiene un auténtico conocimiento histórico: la dinastía de los Chang. Su capital estaba en la ciudad de Erlitou y dominaba una buena parte del valle del río Amarillo. La organización política era rudimentaria y no estuvo exenta de tensiones y luchas con los vecinos. Durante el reinado de los Chang se fijaron los rasgos específicos de la antigua China: la escritura, el transporte mediante carros, la fundición del bronce, y una organización política estructurada en torno al rey y la capital.
Volviendo a Babilonia, Hammurabi murió en 1750, siendo rey de un territorio tan extenso como el que había gobernado el acadio Naram-Sin seis siglos atrás. El ascenso de Babilonia tuvo muchas consecuencias en todos los ámbitos. 



Desde su fundación, el dios principal de Babilonia había sido Marduk, totalmente desconocido fuera de su entorno inmediato. Cuando los amorreos tomaron la ciudad, adoptaron también a su dios y lo pusieron a la cabeza de su panteón. El segundo dios en importancia fue Nabu, que era el dios principal de una ciudad situada un poco más al sur, llamada Borsippa. Las victorias de Hammurabi se reflejaron en un ascenso análogo de Marduk en el cielo mesopotámico. Al final de su reinado la epopeya de la creación ya no era la misma que habían imaginado los sumerios. Ahora el dios Anu ya no lograba vencer a la oscura Tiamat, sino que retrocedía mientras Marduk (que, por cierto, resultó ser hijo de Ea) se enfrentaba sin temor a la diosa del caos y la mataba. Así, Mesopotamia se enteró de que en realidad fue Marduk el heroico dios que creó el Universo y, por consiguiente, su legítimo gobernante. Nabu acabó siendo hijo de Marduk, con la notoriedad que ello conllevaba. No obstante, esto no era así en Assur, cuyos habitantes se aferraron al culto del dios Assur, que daba nombre a la ciudad. 


Al igual que ya habían hecho muchos reyes anteriores, Hammurabi puso por escrito las leyes de su reino. El llamado código de Hammurabi es el sistema de leyes más antiguo que conocemos en su integridad. Fue inscrito en una estela de diorita de casi tres metros de altura. En lo alto hay una imagen de Hammurabi arrodillado ante Shamash, el dios del Sol, que al parecer fue quien le dictó el código. En una fina escritura cuneiforme, la estela contiene las casi trescientas leyes de que constaba el código, indudablemente basadas en las legislaciones precedentes. La estela estaba situada en el templo de Shamash de la ciudad de Sippar, al norte de Babilonia. Podía ser consultada por cualquiera (que supiera leer), lo que garantizaba en cierto modo la objetividad de la justicia.
La ley dividía a los hombres en tres categorías: nobles, campesinos y esclavos. Las diferencias de clase están cuidadosamente estipuladas: era mayor la pena por dañar a un noble que a un campesino, y ésta era a su vez mayor que la pena por dañar a un esclavo. Por otra parte, un noble debía sufrir un castigo mayor que un campesino por el mismo delito. Los esclavos eran marcados en la frente, y estaba prohibido ocultar la marca. Había métodos por los que los esclavos podían comprar su libertad, así como leyes que los protegían de un trato abusivo. El código de Hammurabi tiene un pronunciado carácter comercial: considera los contratos como compromisos sagrados, da leyes sobre la posesión, venta y transferencia de bienes, regula el comercio, los beneficios y los alquileres, prohíbe el engaño en el peso, los artículos de mala calidad y los fraudes en general. También regula el matrimonio, el divorcio y la adopción. El marido podía divorciarse a voluntad, pero debía restituir la dote a la esposa. Las mujeres y los niños gozaban de protección legal. Se legislaba incluso sobre los delitos pasionales. Los hombres eran responsables de los diques y canales. Si por negligencia se producía una inundación, el culpable debía pagar fuertes multas. En cuanto a las penas, la más frecuente era la mutilación: Si un hombre golpeaba a su padre, se le cortaba la mano, si un carpintero construía una casa, ésta se derrumbaba y moría el inquilino, el carpintero debía morir, pero había atenuantes por accidente. Se regulaba la profesión médica, su ética y sus honorarios. Un cirujano inexperto podía perder la mano.
A la vista de este código, podemos afirmar que la moral de los babilonios (y, probablemente la de los mesopotámicos en general) era muy similar a la moral moderna, con las diferencias obvias (esclavitud, rigor en las penas, etc.) Durante mucho tiempo ha existido una falsa imagen de perversión en las culturas paganas motivadas por las difamaciones de la Biblia. En realidad, la única diferencia notoria entre la moral babilónica y la judía parece ser el exacerbado puritanismo de ésta en determinadas materias .
Hammurabi estableció una compleja y eficiente red administrativa que él mismo supervisaba. Bajo su reinado el acadio se convirtió en una lengua literaria, si bien el sumerio continuó siendo una lengua culta.



 En 1749, tras la muerte de Hammurabi, ocupó el trono su hijo Samsuiluna, que conservó bastante bien su herencia. El acoso de los hurritas era por entonces mucho más intenso. En 1720 Samsuiluna consiguió rechazar una oleada hurrita que arrasó Canaán, bien provista de carros, arcos y flechas. La horda no se detuvo, sino que siguió hacia el sur, engrosada con cananeos, y llegó hasta Egipto. Por aquel entonces, Egipto estaba desmembrado y débil, por lo que no pudo oponer ninguna resistencia. Los egipcios llamaron hicsos a los invasores (que, al parecer, significa "extranjeros") y contaron a sus reyes en las dinastías XV y XVI. No sabemos gran cosa de los hicsos, pues los egipcios los odiaron profundamente y no escribieron nada sobre ellos, salvo algunos pasajes difamatorios. Los hicsos formaron un imperio que comprendía el Bajo Egipto y Canaán. Su capital estuvo en Tanis, sobre la rama más oriental del Nilo en el delta. Al parecer, el delito de los hicsos a ojos de los egipcios (aparte del hecho de que eran extranjeros y su invasión había herido el orgullo nacional) fue que no adoptaron los dioses y el culto nativo. Egipto era un pueblo firmemente arraigado a su tradición y no podía concebir otra forma de vida decente que no fuera la suya. Acusaron a sus conquistadores de ateos y crueles y nunca dejaron de mostrarse hostiles con ellos. El imperio hicso tenía su capital en Egipto, pero su fuerza estaba en Canaán, donde fueron bien aceptados. Los hicsos no extendieron su dominio sobre el Alto Egipto, pero lo dejaron sumido en un estado de caos del que tardaría en recuperarse.
Mientras tanto, los hititas, que tiempo atrás habían ocupado Anatolia, empezaban a dar muestras de organización. El primer rey del que tenemos noticia se llama Anitta, rey de Kussara, que emprendió un proceso de conquista y unificación del territorio. Hacia 1700 dominaba la mitad de la península. Los hititas adoptaron la escritura cuneiforme y la adaptaron a su lengua indoeuropea. Mientras tanto, los nómadas de los montes Zagros, llamados ahora casitas, aprendieron la técnica del carro y el caballo e iniciaron un proceso de incursiones sobre el Imperio Babilónico.

                    

Por estas fechas un terremoto sembró la destrucción en la isla de Creta, que perdió temporalmente su hegemonía en el Mediterráneo. Es posible que los griegos aprovecharan la situación para infligir una derrota a los cretenses. Tal vez esto diera pie a la leyenda sobre Teseo, el príncipe ateniense que mató al Minotauro y liberó a su ciudad del tributo que debía pagar al rey Minos de Creta.
Hacia 1645 la ciudad de Tebas estaba recuperada de los estragos de los hicsos. El dios principal de la ciudad era Amón, y sus sacerdotes lograron restablecer el orden y eligieron entre ellos un rey, el primero de la XVII dinastía, que coexistió con la XVI dinastía hicsa. Los reyes tebanos se consideraban los reyes legítimos de todo Egipto, si bien en la práctica sólo dominaban la ciudad y sus alrededores.
Hacia 1640 el rey Hattusil I de Kussara logró dominar a los hititas del oeste de Anatolia y a los hurritas del norte de Siria, formando así un reino poderoso con capital en Hattusa. Con el tiempo, la capital se convertiría en un importante centro cultural. En 1610 Hattusil I fue sucedido por su nieto Mursil I, que reafirmó su poder en la región y puso su mirada en Babilonia. De este modo, Babilonia se vio enfrentada simultáneamente a los hititas al noroeste, a los hurritas al norte y a los casitas al este. El fin estaba cerca.
 https://www.uv.es/ivorra/Historia/Historia_Antigua/IImilenio_B.htm

jueves, 5 de noviembre de 2015

FRAY TOMAS DE BERLANGA .....LAS ISLAS GALAPAGOS


Fray Tomás de Berlanga pertenecía a la orden de Santo Domingo , en el convento de San Esteban de Salamanca . No sabemos el año de su nacimiento y sólo que vio la luz primera en Berlanga, pequeña villa de España. Cuando se ordenó fundar el convento de Dominicos en la isla Española, fue nombrado Prior, con sujeción al Provincial de Andalucía. En 1528 alcanzó de Roma la erección de aquella Provincia dominicana con independencia de las de la Península y el título de Santa Cruz. El Capítulo general de la Orden aprobó la constitución de la nueva Provincia, y el Padre General Fray Pablo Butigela nombró primer Provincial al mismo Fray Tomás de Berlanga.

En 1530 fue presentado el ilustre dominico para Obispo de Panamá. Era el tercer Obispo de la Dcesis llamada entonces de Castilla del Oro. Antonio de Alcedo en el "Catálogo de los Obispos que ha habido en Panamá", señala a Berlanga el quinto lugar de la serie y pone como primero a Don Fray Vicente de Valverde, "electo en 1533" . Hay una evidente equivocación en ésto: pues si hubiera sido electo el Padre Valverde en dicho año, no podía ser el primer Obispo, puesto que Berlanga había sido elegido tres años antes. Además, en 1533 Fray Vicente Valverde estaba acompañando a Pizarro en Cajamarca. Fue en aquel año el reparto del rescate ofrecido por Atahuallpa para obtener la libertad, y cuando se verificó el suplicio del desgraciado Monarca quiteño, bautizado precisamente por Valverde antes de ser ejecutado. El P. Valverde fue primer Obispo del Perú, habiendo sido presentado al Papa Paulo III por la Reina, Doña Juana.



Tan pronto como llegaron a Tierra Firme las provisiones reales que hemos mencionado, comenzó el Obispo Berlanga a disponer todo lo concerniente a su cumplimiento. Terminados los aprestos de un navio en Panamá, embarcáronse hombres, caballos y bastimentos; y el 23 de febrero de 1535, el Obispo y su gente se dieron a la mar con vientos favorables. Por siete días brisas variables empujaron el pequeño barco hacia el Sur. La navegación se hacía entonces en aquel mar sin perder enteramente de vista las costas de Levante: los promontorios y cabos servían de señales y ayudaban a calcular la posición de las naves, cuyo avance variaba según la fuerza de los vientos. Desde el octavo día ,las velas caían flaccidas, pendían lacias en el bajel de Berlanga que apenas se movía sobre las tersas aguas. El sol abrasador del trópico fatigaba a los cansados marineros, y las tierras que aparecían a babor, poco a poco se iban esfumando en el horizonte.

Ni la más pequeña brisa hinchaba las velas y sin embargo el barquichuelo derivaba mar afuera y se engolfaba en las aguas incógnitas del Océano. Era una corriente marina del Norte, —rama de la de México que se une con los extremos de la ecuatorial Oeste y, frente a las costas de Esmeraldas, vuelve al Occidente y se confunde con la Ecuatorial del Pacífico— la que llevaba el barco, en medio de la calma, con relativa rapidez hacia desconocida región del Mar del Sur.


A bordo empezaron a escasear los víveres; pero el mayor tormento era la sed, pues hombres y caballos habían casi agotado las reservas de agua. En vano diariamente los angustiados navegantes oteaban el horizonte. Por todas partes el mar en calma; ni una nube que prometiera lluvia; el sol de fuego en un cielo de zafiro y la tierra desaparecida por completo en el Oriente gris. Faltaba, sobre todo, agua y yerba para los caballos. En los últimos días el Obispo y sus hombres padecieron intensamente y ya les abandonaban las fuerzas para todo, cuando el 10 de Marzo de 1535 fue señalada en el horizonte una tierra aislada que debía ser una isla. A su vista renació la esperanza y la noche pasaron todos en angustiosa espectativa:

"y porque en el navio —dice el Obispo en la relación de su viaje— no había más que agua para dos días, acordaron de echar la barca y salir en tierra; y salidos no hallaron sino lobos marinos y tortugas y galápagos tan grandes, que llevaba cada uno un hombre encima, y muchas iguanas, que son como sierpes. Otro día vimos otra isla mayor que aquella y de grandes sierras, y creyendo que así por su grandeza como por su montuosidad que no podría dejar de tener ríos y fuentes, fuimos a ella, porque la primera bojaría cuatro o cinco leguas y la otra bojaría diez o doce leguas. Y en esto bebióse el agua que en el navio había, y estuvimos tres días en tomar la isla con calmas, en los cuales, así los hombres como los caballos padecimos mucho trabajo. Surto el navio, salimos todos los pasajeros en tierra, y unos entendían en hacer un pozo y otros en buscar agua por la isla. Del pozo salió el agua más amarga que la de la mar; en la tierra no pudieron descubrir otra agua en dos días, y con la necesidad que la gente tenía, echaron mano de unas hojas de unos cardones como tunos, y porque estaban zumosas, aunque no muy sabrosas, comenzaron de comer dellas y exprimirlas para sacar dellas agua, y sacada, parecía lavadas de legía, y bebíanla como si fuese agua rosada".


Dos días estuvieron vagando por un laberinto de peñascos y quiebras, farallones y cráteres, chupando los tallos y hojas de los cactus para apaciguar el horrible tormento de la sed. El abrupto paisaje desolado y lleno de misterio, sin señal alguna de vida humana, las rocas estériles, animales desconocidos, monstruosas iguanas y lagartos que no huían a la presencia del hombre; las grandes masas de rocas volcánicas que cubrían las playas y que parecían —dice Berlanga— como si Dios en algún tiempo hubiera hecho llover piedras, todo sobrecogía el ánimo de los perdidos navegantes que imaginaban haber sido arrebatados a una región embrujada y pavorosa. Los españoles llamaron a las incógnitas tierras a donde les había arrojado el destino, las Islas Encantadas.


El Obispo Berlanga, para implorar del Cielo un auxilio en la angustiosa situación en que se hallaban y calmar la desesperación y el ánimo espantado de sus acompañantes, celebró el domingo, un domingo de Pasión, la misa en la playa. Pocas veces se habrá oficiado el rito augusto en un escenario más terrorífico y extraño.

Después de la misa todos los pobres náufragos, en grupos de dos o tres, se dispersaron internándose por las quebradas y riscos, llenos de fe en busca del vital elemento. Un grito de gozo y esperanza les reunió en el fondo de una quiebra donde el grupo más afortunado había, por fin, encontrado agua. Ávidamente bebieron hasta saciarse y llenaron todos los barriles y cántaros vacíos que traía el barco. Ya podían darse de nuevo a la mar en busca del Continente; pero en la tierra misteriosa de las Islas Encantadas quedarían los cadáveres de un hombre, a quien enterró el Obispo, y de dos caballos muertos de sed; otro hombre murió a bordo después y en total perdieron diez caballos.

Una muy buena observación de latitud hecha por Fray Tomás de Berlanga señaló para ese punto de la isla recientemente descubierta, 0° 30' S. Hallábanse, pues, en una de las islas centrales del Archipiélago. El hecho de decir que en ella había "grandes sierras", haría pensar que haya sido la Albermale, donde hay alturas de 1.134, 1.152, 1.160 y 1.430 metros; pero dice el Obispo:

 

"Desde esta isla vimos otras dos, la una muy mayor que todas, que largamente bojaría quince o veinte leguas; la otra era mediana. Yo tomé la altura para saber en qué paraje estaban estas islas, y están desde medio grado a uno y medio de la Ecuatorial a la banda del Sur. En esta segunda había la misma disposición que en la primera: muchos lobos marinos, tortugas, iguanas y galápagos; muchas aves de las de España, pero tan bobas, que no sabían huir, y muchas tomaban a mano. A las otras dos (islas) no llegamos ni sé la disposición que tienen. En ésta, en la arena de la playa, había unas chinas que, así como salimos (a tierra), pensamos que eran puntas de diamantes, y otras de color de ámbar; pero en toda la isla no pienso que hay donde se pudiese sembrar una hanega de maíz, porque lo más della está lleno de piedras muy grandes" ... "y la tierra que hay es como escoria sequísima, que no tiene virtud para criar un poco de hierba, sino unos cardones, las hojas de los que dije que comíamos".


Esta gran isla divisada desde la segunda que tocaron los españoles es probable que haya sido la Albermale. Nos inclinamos a creer que esta segunda isla, en donde encontraron agua, haya sido la Indefatigable o Chávez (Santa Cruz) que se halla en la misma latitud, tiene una montaña central de 700 metros, la que vista desde la playa debió parecer muy alta, y en la que se encuentran algunas vertientes de agua dulce. Probablemente fue en la costa oriental en donde tocaron al principio, pues la dificultad de desembarcar durante tres días debióse, sin duda, no sólo a las calmas, sino a los acantilados que predominan en ese lado de las islas. Pero bien pudo ser, como opina Ruth Rose, que la primera tierra en donde desembarcaron fue la Barrington, y aquella en donde se dijo la primera misa y en donde hallaron el agua, la isla Charles o Floreana, porque la breve descripción que hace el Obispo de esas tierras, la latitud observada y el tamaño calculado de ellas se conforman con las condiciones de dichas islas.

  En pocas líneas como vernos, pinta Berlanga, de manera muy precisa, el paisaje y las características más notables de aquellas extrañas tierras por casualidad descubiertas. Sigamos el relato de sus aventuras:

"Pensando que no estábamos desta tierra del Perú más de veinte o treinta leguas, —prosigue el Obispo en su relación al Emperador— conténtamonos con el agua ya dicha, que pudiéramos tomar otras veinte botas de aquellas; pero hicímonos a la vela y con mediano tiempo navegamos once días sin ver tierra; y vino a mí el piloto y maestre a decirme que no sabía donde nos estábamos y que no había más de una pipa de agua. Yo procuré tomar aquel día el sol y hallé que estábamos en tres grados de la banda del Sur, y vi que por el rumbo que llevábamos, que más nos engolfábamos que llegábamos a tierra, porque íbamos al Sud. Hice virar del otro bordo; y la bota de agua repartimos desta manera: que la media se dio para las bestias y con la otra media hízose brebaje que se echó en la pipa de vino, teniendo por cierto que no podíamos estar lejos de la tierra, y navegamos ocho días, los que duró la pipa del brebaje, dando ración a cada uno que se contentaba; y acabada aquella pipa, que no nos quedaba más remedio, vimos la tierra; y dionos calma dos días, en los que bebimos vino puro, pero teníamos ánimo en ver la tierra".


Los vientos variables alternados con calmas y la corriente marina que les era contraria, hicieron que pasaran esos once días sin ver tierra. ( Afortunadamente los conocimientos astronómicos del Padre Berlanga evitaron que los náufragos se perdieran en la inmensidad del Océano. Pero si pudo calcular la latitud y la dirección general, era muy difícil, casi imposible el cálculo de la longitud, y por eso el error de creer que se encontraban más cerca de tierra.

El 9 de abril de 1535, después de tanto sufrimiento, entraron en la Bahía y río de Caraques.

 

"Esta dicha bahía es uno de los lindos puertos que pueden ser en el mundo, que pueden llegar los navios a barloar con la tierra, y pueden subir los navios tres o cuatro leguas y no saben si más" ...

Observa el Obispo que la Bahía "está en medio grado de la banda del Sur, y en las cartas está en tres grados"; lo cual es exacto. Más de mes y medio había transcurrido desde que salieron de Panamá; y llegaron no muy lejos del lugar en donde se había embarcado el Inca Túpac-Yupanqui cosa de medio siglo antes.

 

El nombre del célebre Obispo español descubridor del Archipiélago no debe el Ecuador echar al olvido. Como un homenaje a su memoria la isla Barrington o Santa Fe, debería llamarse Berlanga.

Fue Fray Tomás "prelado muy sabio", según afirma Jiménez de la Espada. Teólogo muy docto y hábil en cuestiones de política y de organización; entendido en astronomía y en náutica; espíritu amplio y progresista, a él se le atribuye la introducción de las primeras plantas de plátano en América, musácea que se cree originaria del Indostán; pero era, sobre todo, hombre de sentimientos humanitarios y de rectitud inquebrantable. Llegado al Perú, requirió enérgicamente al Gobernador Pizarro y demás oficiales reales mejor trato para los aborígenes y que tuviesen mucho cuidado de la persona del Inca que habían elegido para suceder a Atahuallpa; y que si éste diere motivos de queja,

"pido a Vuestra Señoría y a vuestras Mercedes —dice en documento firmado por su mano, que hizo leer el 6 de noviembre de 1535 por el Escribano Pedro Salinas— que por ningún caso de él hagan justicia en estas partes más de hacer su proceso y enviarlo con la misma persona del dicho Inga a su Magostad, para que su Magestad de él mande hacer lo que fuere servido, porque de otra manera sería su Magestad muy deservido, como lo fue de la muerte de Atahuallpa, protestando en este caso todo el daño y pérdida que así a su Magestad como a la tierra podría de ello suceder".



Formuló el Obispo Berlanga, mientras estuvo en Lima, varias ordenanzas en favor de los indios y, según dice el Padre Meléndez, adelantó bajo su protección y arbitrios la gran fábrica del convento de Santo Domingo.  "Pizarro se mostró demasiado adusto con el enviado y nada atentos con él los Oficiales reales", según refiere el historiador P. Ricardo Cappa. "Púsose muy contrario a cuanto yo disponía", dice el Obispo, refiriéndose a Pizarro, en su carta al César. Los conquistadores del Perú sólo deseaban quitarse de encima al Comisionado regio. Este se negó a recibir los presentes cuantiosos que le ofreció el Gobernador Don Francisco Pizarro y sólo aceptó una limosna de mil pesos para distribuirla entre los hospitales de Panamá y Nicaragua.

Fray Tomás de Berlanga, antes de partir de Lima y regresar desilusionado a su Diócesis, trató con Pizarro de separar de su Gobernación el Reino de Quito; a lo que accedió el Gobernador, a condición de que su hermano Hernando lo gobernase.

No habían transcurrido aún dos años de la fundación española de Quito, cuando ya se comprendió la necesidad de establecer un Gobierno separado para el antiguo Reino. El clarividente Obispo y tinoso delegado del Emperador Carlos Quinto fue, pues, el primero que trató de dar a este país una administración propia, teniendo en cuenta, sin duda, la personalidad de los pueblos que fueron la herencia de Atahuallpa, sus características especiales y diferencias con los pueblos peruanos, !a extensión de la tierra, la riqueza de sus recursos propios y la enorme distancia de la sede del Gobierno de Pizarro.

En 1537 renunció el Obispado y volvió a España. "Fundó un convento de su orden en Medina de Río-seco en 1543, celebrando la primera misa que en él se dijo. En su villa natal señaló rentas para dotar huérfanas y varias capellanías. Falleció en 8 de agosto de 1551 y se le sepultó en la capilla mayor de la colegiata de Berlanga al lado de la epístola"

. )

Tal fue el primer europeo que llegó al Archipiélago de Galápagos o Islas Encantadas. La relación que hizo el Obispo Fray Tomás de Berlanga de su aventura y casual descubrimiento, en la citada carta al Emperador Carlos V, fechada en Villanueva de Puerto Viejo el 26 de abril de 1535 es, como hemos dicho, el primer documento en que se mencionan aquellas islas y la primera descripción que existe de las mismas

http://efemerides.ec/1/febrero/r_galapagos2.htm