Cuando Mahoma murió en el año 632, no tenía ni la más mínima idea que
su religión llegaría a expandirse en tan poco tiempo en casi la mitad
del mundo conocido en aquella época. Si bien esa era su principal
convicción, la vida para él fue demasiada corta como para llevar a cabo
semejante tarea. Así, con la instauración del Califato Ortodoxo, serían
sus sucesores los encargados de cumplir esta misión. Por aquel
entonces, el Imperio Bizantino, como sería costumbre en su historia, se
hallaba en serios problemas fronterizos. En esta ocasión sus enemigos
eran los persas sasánidas, que les venían arrebatando el medio oriente y
que en realidad ya prácticamente tenían cantada la victoria en
Palestina y Egipto para cuando el Islam empezó a emerger. Hicieron falta
casi diez años para que Heraclio lanzara una contraofensiva en el año
627 recuperando muchos territorios y llegando a la capital persa. El
Imperio Bizantino, recuperó así su gloria. Empero, de haber sabido
previamente lo que se le iba a venir encima, hubiese preferido pactar
con los persas.
En el año 632 Abu Bakr fue elegido el nuevo sucesor de Mahoma en el
califato, quien debió enfrentar numerosas revueltas en su contra. Así
empezaron las guerras por la sucesión entre los propios musulmanes y no
sería la última. Por fortuna para Abu, al menos en ella salió
victoriosa. Pero como los hijos de Alá estaban atrapados en la península
arábiga, necesitaban expandirse para desperdigar su fe. La primera
víctima de los árabes musulmanes, fueron los mismos débiles persas.
Khalid ibn al Walid fue enviado a conquistar la actual zona de Irak,
lográndolo con mucho éxito. Como todo fue rápido, concreto y
regularmente sencillo, Abu y Khalid decidieron proseguir con la
conquista de Siria, es decir, los dominios del Imperio Bizantino. Empero
en las redadas iniciales, los árabes se percataron que sus ejércitos
eran muy pequeños aún para luchar contra los bizantinos y pronto se
solicitaron más soldados al frente. Así empezó la guerra en julio del
634, con una derrota decisiva para los imperiales en la batalla de
Ajnadayn. Palestina cayó luego de la batalla de Fahl. Lamentablemente,
ese mismo año de victorias, también presenciaron la muerte de Abu Bakr,
quien fue sucedido por Umar, determinado a proseguir las campañas.
Khalid seguía al frente de las tropas con mucho éxito, empero, fue
reemplazado por Abu Ubaidah.
En el año 636 siguió la conquista de Eresa y continuaron hacia el
noroeste, en plenos dominios bizantinos, derrotándolos en varias
batallas, lo que resultaba indignante. Ante esto, Alepo y Antioquía
estaban en serio peligro. En esta última urbe, por cierto, se hallaba
Heraclio, quien andaba ya muy preocupado y preparó toda una defensa y
hasta pactó con el emperador persa, casándose con la hija de este
último.
Empero los persas y los bizantinos nunca pudieron coordinar sus
movimientos, un ejército unido o movimientos coordinados para dividir a
los musulmanes. Más bien Umar le ganó a Heraclio algunas batallas,
derrotando además el grueso del ejército persa en la batalla de
Qadisiyah en noviembre del año 636. Parte del oeste del Imperio Persa se
derrumbó tras esto y toda esperanza de conectar eficientemente con los
soldados bizantinos, se perdió. Heraclio no se dio por vencido y
concentró gran parte de su poder en Antioquía en el norte de Siria.
En total fueron cinco ejércitos no sólo constituidos por bizantinos,
sino por francos, georgianos y hasta árabes cristianos, incluyéndose
muchas otras nacionalidades. Los cinco ejércitos atacarían Emesa. Un
grupo marcharía directamente hacia la ciudad; otro la atacaría desde el
oeste, para sorprender un flanco musulmán; otro ejército atacaría el
flanco restante desde el este acercándose por Mesopotamia; mientras que
el cuarto ocuparía la ciudad de Beirut y, finalmente, el último
actuaría en reserva.
Así entonces, se iba entretejiendo una batalla verdaderamente
decisiva, la batalla de Yarmuk. Los musulmanes, mientras tanto, no
estaban desatentos a sus enemigos. Khalid fue llamado a un consejo de
guerra y si bien en un inicio se planteó atacar en la zona de Jabiya,
pronto esa idea quedó deshecha pues los musulmanes vieron peligrar sus
flancos. Así retrocedieron hasta los llanos de Yarmouk donde la
caballería se podría desplegar de un mejor modo, y el campo abierto los
libraría de cualquier cerco peligroso, obligando a ambos bandos a una
verdadera batalla a campo abierto donde se utilizarían casi todas las
fuerzas disponibles. Hubo algunas escaramuzas previas pero todo se
planteó cara a cara.
La batalla
El lugar de la batalla se halla entre las fronteras de Israel,
Jordania y Siria actual, al este del Mar de Galilea. Según las fuentes
musulmanas las fuerzas invasoras tenían al menos 25 mil soldados, o
hasta 40 mil como máximo. Los bizantinos en cambio asombraban reuniendo
entre 100 mil a 200 mil soldados. Si bien se discrepa en el número,
sobre todo en las fuentes occidentales, para ser que era desfavorable a
los musulmanes. Volviendo a la batalla en sí, así como decisiva fue
también larga, pues duró varios días.
Los musulmanes y bizantinos se dividieron en cuatro secciones
alineada y enfrenadas, dos flancos, derecho izquierdo, y dos centrales,
izquierda y derecha. La batalla, aunque no se crea se demoró un mes en
concretarse debido a los numerosos intentos para negociar la paz sin
derramar sangre. Además los cristianos querían ganar tiempo para los
persas que no estaban del todo listos en Iraq. Allí los persas
recibieron embajadas para pasarse a la fe musulmana y convertirse en sus
aliados.
Finalmente, cuando el preludio se prolongaba hasta el infinito, los
bizantinos decidieron atacar pues veían continuos refuerzos llegando al
campo de batalla por parte del enemigo lo cual no eran más allá de
algunas patrullas. El engaño sirvió para que los cristianos den el
primer ataque y se ponga en funcionamiento el plan musulmán. La batalla
así comenzó el 15 de agosto del año 636, la cual estuvo plagada de
sorpresas pues ni bien empezó pues uno de los grupos de ejército
bizantinos se pasó al lado musulmán.
Se trataba del comandante Jorge en el centro derecho bizantino, quien
murió peleando en el lado contrario el primer día de batalla. El
combate duró un par de horas el primer día y fue parejo, aunque con
ligera ventaja para los musulmanes, teniendo en cuenta que eran bastante
inferiores en número, aunque experimentadísimos. Así, acabó la primera
lucha cuando ambos bandos volvieron a sus respectivos campos.
El 16 de agosto el ataque bizantino fue renovado y presionó rodeando
los flancos musulmanes con el fin de realizar un cerco. Los árabes
respondieron lanzando su caballería que en un ataque combinado con la
infantería, dio buenos resultados, pues obligó al ala izquierda
bizantina a retroceder a su posición original. Sin embargo, en el ala
derecha sí se consiguió penetrar las defensas y el centro musulmán
percibió muchos daños y se retiraron con crecientes pérdidas. Empero,
la infantería musulmana se recuperó y mató a un comandante de la línea
central imperial desmoralizando a los bizantinos.
El 17 de agosto del año 636, los cristianos intentaron nuevamente
invadir los flancos musulmanes pero fracasaron en su intento y su
principal fuerza combativa estaba ya destruida. Ante esto, los
bizantinos decidieron dividir el ataque en dos partes, el centro derecho
y flanco derecho musulmán serían empujados por el centro izquierdo y
flanco izquierdo cristiano, lo que se hizo con éxito, mientras, los
refuerzos cristianos también colaboraron. Así, se dividió el ejército
cristiano, mientras que los centros y flancos derechos e izquierdos,
cristianos y musulmanes respectivamente quedaron atrás luchando de modo
parejo sobre la misma línea.
En la primera facción mencionada que se dividieron ambas fuerza en
ataque, los bizantinos empezaron bien pero pronto fueron obligados a
retroceder a sus posiciones iniciales debido a la rápida y eficiente
intervención de la caballería árabe. El 18 de agosto del año 636 fue
uno de los días más duros y decisivos. Lo bizantinos siguieron
presionando el centro y ala derechos musulmanes y lo consiguieron con
éxito. La victoria parecía cercana, empero los árabes contraatacaron
envolviendo por los flancos a los mismos atacantes imperiales que
aplicaban dicha táctica contra ellos. Fue una masacre, pero finalmente
el día acabó con ingentes bajas ya sean por muertos o caídos, empero con
resultados parecidos para cada bando.
El 19 de agosto los cristianos decidieron enviar una embajada a
Khalid, pero este seguía en ventaja y rechazó toda oferta. Las peleas
continuaron sin un claro vencedor. El día 20 de agosto, Khalid decidió
poner en funcionamiento su plan, comprometiendo a toda la caballería
imperial. Al final esta fue vencida y la infantería y caballería
musulmana rodeó el flanco izquierdo imperial y luego atacó hacia el
centro. Después de horas de batalla, la victoria para el bando musulmán
era indiscutible. Con las tropas bizantinas en retirada, los musulmanes
los siguieron hasta Damasco atacándolos. Khalid entró victorioso. El
emperador Heraclio maldijo a todo mundo y creyó que fue un designio de
Dios y abandonó Siria para hacer los preparativos de defensa sobre
Anatolia y Egipto.
Armenia cayó dos años después ante los hijos de Alá y pronto toda la
península (de Anatolia obvio), si bien no fue conquistada, se sumió en
crisis y en los siguientes siglos sería testigo de luchas entre los
cristianos y musulmanes. Egipto también cayó entre el 639-642. Aunque
aún resistió hasta 1453, el fin del imperio Bizantino, casi ocho siglos
antes de que caiga, comenzó allí mismo en Yarmuk.
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