Don Pelayo comandó la batalla de Covadonga
en el año 722 d.C., que marcó el inicio de el proceso de Reconquista
ante la invasión musulmana cuyo comienzo se remonta al 711 d.C. Tuvo
lugar en Covadonga,
cerca de Cangas de Onís (Asturias), y enfrentó al último bastión
cristiano que no había sido conquistado y a las tropas musulmanas de Al
Qama. El ejército de Don Pelayo estaba conformado por astures, vascones y
cántabros. Con la victoria de Pelayo, comenzaron duras batallas contra
los musulmanes hasta la rendición de Boabdil, sucedida en Granada en
1492.
Tras
la derrota de la batalla de Guadalete, Don Pelayo, jefe de la guardia
personal de Don Rodrigo, se refugió en la zona norte de la Península,
tras pasar por Toledo, para después establecerse en Cangas. De él no se
sabe su origen de procedencia, pero sí que era visigodo.
La
neutralidad eclesiástica y la concesión de poderes y territorios a los
nobles visigodos, permitió la rápida expansión musulmana en unos pocos
meses. No obstante, fue en Cangas donde la última resistencia celebraba
una asamblea general en la que los cristianos sometidos debatían
decisiones sobre la invasión musulmana.
Fue entonces cuando Don Pelayo animó a
rebelarse contra la opresión enemiga y, convencidos, le eligieron como
líder. La primera decisión del levantamiento fue la de no pagar
impuestos al gobernador musulmán de nombre Munuza. Asturias dejó de ser,
por tanto, un pueblo vasallo de los invasores.
BATALLA DE COVADONGA
Las
fuentes históricas musulmanas les catalogaron de “asnos salvajes”,
bárbaros sin educación. Fue esa infravaloración la que llevó a Al Qama a
tomar rápidas medidas para poner fin al bastión rebelde por orden de
Munuza. Mientras tanto, poco a poco, los nobles visigodos fueron
convencidos por Don Pelayo para unirse a la rebelión.
Pelayo y sus irreductibles se refugiaron en el monte Auseva. Su número
oscilaba entre los 200 y los 300 hombres. La crónica musulmana habla de
la llegada de 185.000 hombres para reducir la rebelión a cenizas, pero
los historiadores hablan de unos 20.000.
Según
cuenta la leyenda, Pelayo se vio fortalecido con la visión del mensaje
de la Virgen María que decía que obtendría la victoria. Además, y de
nuevo según el mito, sostuvo durante la batalla una rama de roble, de la
cual dijo que era la cruz de la victoria, entregada por la propia
Virgen.
Don
Pelayo no cedió a firmar la rendición ofrecida por los musulmanes y se
atrinchera en Covadonga. De este modo da comienzo la ofensiva musulmana y
la consecuente resistencia de Don Pelayo. El abrupto terreno sometió a
los musulmanes cuando comenzó el sitio ante la negación de Don Pelayo a
entregarse.
Los expertos honderos y arqueros godos
empujaban con sus lanzamientos a que el enemigo cayese por los
desfiladeros. Su conocimiento del suelo y la geología de aquella zona
les permitían hacer emboscadas con excelentes resultados. Trepaban los
escarpados montes con facilidad y descendían por arduos senderos para
sorprender a los musulmanes.
Los
ismaelitas de Al Qama estaban siendo derrotados por tan solo 300
hombres. Cuenta la leyenda que los musulmanes contestaban lanzando
piedras y flechas, pero por intervención divina sus armas se volvían
contra ellos. Muy probablemente fuese por la inercia de la física debido
a la pendiente por la que intentaban ascender.
De
cualquier modo, las tropas de Al Qama se vieron obligadas a huir ante
aquella contundente respuesta defensiva. Su gran número no les permitía
organizarse en las estrecheces del terreno y no podían hacer nada frente
a los irreductibles.
No
obstante, Don Pelayo sabía que era su oportunidad para contrarrestar a
las fuerzas musulmanas. Fue entonces cuando, en un ataque desesperado,
cargado de valor e ira, los insurrectos de Pelayo vencieron a las tropas
enemigas, dando muerte a su líder Al Qama. La victoria fue decisiva
para que la batalla se hiciese eco en los nobles visigodos y decidiesen
tomar el mismo camino de levantamiento.
... se levantó en tierras de Galicia un asno salvaje llamado Belay [Pelayo].Los soldados no cesaron de atacarle hasta que sus soldados murieron de hambre y no quedaron en su compañía sino treinta hombres y diez mujeres. Y no tenían que comer sino la miel que tomaban de la dejada por las abejas en las hendiduras de la roca. La situación de los musulmanes llegó a ser penosa, y al cabo los despreciaron diciendo «Treinta asnos salvajes, ¿qué daño pueden hacernos?
Crónica de Al-Maqqari
Los
acontecimientos históricos cuentan que los musulmanes tuvieron que
desviar tropas de las Galias para hacer frente a la resistencia en el
norte de la Península. Las fuentes musulmanes cuentan que solo
sobrevivieron tres decenas de irreductibles, entre ellos don Pelayo, el
cual ocupó posteriormente la ciudad de León y empezó el período de
reconquista. Se fundó el reino de Asturias y Don Pelayo fue su primer
monarca. En el año 737 d.C. murió Don Pelayo, que fue enterrado en
Covadonga. Su reinado pasó a su hijo Fáfila.
A
día de hoy aún siguen encontrándose restos óseos de tropas musulmanas
en los desfiladeros y barrancos de Covadonga. De la cruz que sostuvo
Pelayo durante la batalla según la leyenda, su símbolo ha permanecido
hasta nuestros días en el escudo asturiano.
“Trae de azur la Cruz de la Victoria, también llamada de Pelayo, revestida de oro y piedras preciosas por Alfonso III el Magno en el Castillo de Gauzón, trasladada después al relicario de la Santa Catedral Basílica donde se resguarda, […] y por orla, alrededor del escudo, las palabras “Hoc signo teutur pius” a la diestra, y “Hoc signo vincitur inimicus” a la siniestra de oro”.
(Ciriaco Miguel Vigil, “Heráldica Asturiana”)
BIBLIOGRAFIA
Augusto Alejandro Peña Díaz
http://revistadehistoria.es/don-pelayo-y-la-batalla-de-covadonga/
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