Cuenta la leyenda que en el año 1321, el último cátaro de Occidente,
Guilhem Belibasta, pronunció la siguiente profecía antes de morir en la
hoguera: "Después de seiscientos años, el olivo volverá a reverdecer
sobre las cenizas de los mártires", vaticinio que ha inspirado durante
muchos años una visión romántica del catarismo. Sin embargo, estas
palabras no se encuentran en los documentos de la época; en realidad, el
texto pertenece a un poema occitano de August Teulié titulado Mountsegur
y publicado en 1905. Éste es uno de los muchos mitos del catarismo, la
mayoría de los cuales nació durante el siglo XIX. Aparecieron en una
época marcada por la interpretación esotérica de la historia de los
cátaros que se realizó en el marco del movimiento felibre. Lo formaron
escritores provenzales para proteger y cultivar la lengua occitana, que
se hablaba en la Francia meridional, la antigua Occitania (y de la que
el provenzal era una variante). Los felibres veían en el catarismo un
símbolo de la identidad de esta región, cuya cultura e historia se
proponían recuperar. Y es que fue allí, en el sur de Francia, donde en
el siglo XII arraigó aquel movimiento herético.
Para los cátaros no
había un solo dios, sino que existían dos realidades opuestas: el bien y
el mal, y dos divinidades irreconciliables, Dios y Satán. El primero
era el creador del mundo espiritual y el segundo había creado todo lo
material: el mundo y sus criaturas. El espíritu vivía prisionero en los
cuerpos de los hombres, atado por los deseos y las pasiones. Jesucristo,
hijo de Dios, era un ser puramente espiritual que vino a la Tierra para
proporcionar un bautismo que garantizaba la salvación: el
consolamentum, que se había ido transmitiendo desde entonces mediante la
imposición de manos. Era el único sacramento que admitían los cátaros y
lo administraban los miembros más puros de la comunidad, los bons homes, a quienes la Iglesia católica llamó «perfectos» en son de burla.
Protegido
por la nobleza occitana el catarismo fue destruido por una cruzada que
empezó en 1209, y tuvo su hito más significativo en la toma del castillo
de Montsegur en 1244 y la quema de los cátaros allí refugiados. Éste
fue el origen de una de las leyendas más famosas: la del «tesoro de los
cátaros», surgida de las declaraciones inquisitoriales realizadas tras
la caída del castillo. En una de ellas, el hereje Arnaut Rotger de
Mirepoix afirmaba que «cuando los perfectos salían del castillo de
Montsegur para ser entregados a la Iglesia y al rey, Pèire Rotger de
Mirepoix retuvo en el castillo a Amiel Aicart y su compañero Hug, y de
noche, después de que el resto de perfectos hubieran sido quemados en
masa, Pèire Rotger los escondió y se evadieron; y esto se hizo para que
la Iglesia de los herejes no perdiera su tesoro que había sido escondido
en los bosques». Otra declaración, de Imbert de Salles, afirmaba que
«sacaron el oro y la plata e infinidad de monedas».
Estas palabras ponen de relieve que existía un tesoro cátaro y que fue evacuado del castillo antes de la conquista cruzada. Posiblemente debió de estar formado por el dinero con el que se sufragaban los gastos del castillo y los objetos de valor que conservaban los asediados. Por otras declaraciones sabemos que los perfectos lo pusieron a salvo dos veces: la primera, durante la Navidad de 1243, en pleno asedio y para esconderlo en los alrededores; la segunda, durante la noche anterior a la rendición, para llevarlo a otro escondite. Como los relatos no ofrecen más información, se han planteado muchas hipótesis sobre este nuevo emplazamiento. Lo más plausible es que fuera ocultado en alguna de las cuevas o grutas de las montañas del Sabarthez, donde se solían esconder los fugitivos de la justicia.
Estas palabras ponen de relieve que existía un tesoro cátaro y que fue evacuado del castillo antes de la conquista cruzada. Posiblemente debió de estar formado por el dinero con el que se sufragaban los gastos del castillo y los objetos de valor que conservaban los asediados. Por otras declaraciones sabemos que los perfectos lo pusieron a salvo dos veces: la primera, durante la Navidad de 1243, en pleno asedio y para esconderlo en los alrededores; la segunda, durante la noche anterior a la rendición, para llevarlo a otro escondite. Como los relatos no ofrecen más información, se han planteado muchas hipótesis sobre este nuevo emplazamiento. Lo más plausible es que fuera ocultado en alguna de las cuevas o grutas de las montañas del Sabarthez, donde se solían esconder los fugitivos de la justicia.
La
naturaleza del tesoro también sería objeto de numerosas especulaciones.
En el siglo XIX, el escritor Joséphin Péladan fue el primero que
impulsó el vínculo entre el Grial y los cátaros, al relacionar Montsegur
con Montsalvat, la montaña mágica que albergaba el Grial en una ópera
de Wagner: Parsifal. Ésta, a su vez, se basaba en el Parzival
de Wolfram von Eschenbach, una novela alemana sobre el Grial compuesta
hacia 1240. A partir de esta teoría, varios autores desarrollaron la
idea de que el tesoro de los cátaros era el famoso Grial de las novelas
de caballería.
La leyenda que unía el Grial y los cátaros culminó después de la primera guerra mundial con la aportación de algunos intelectuales del nazismo. Su principal artífice fue Otto Rahn, autor de una teoría sobre el Grial que motivó la visita de Heinrich Himmler al monasterio de la montaña de Montserrat el 23 de octubre de 1940, en busca de su posible emplazamiento.
Otto Rahn había cursado filología y se convirtió en un estudioso de las leyendas literarias de la Edad Media, entre ellas, la del Grial. También visitó y estudió el castillo de Montsegur. En 1933 escribió La cruzada contra el Grial, un libro fundamentado en la novela de Von Eschenbach. Rahn buscó el trasfondo histórico de la leyenda de Parzival y llegó a la conclusión de que los cátaros fueron los últimos protectores del Grial, que custodiaban en Montsegur. Con el nazismo en el poder, Rahn fue reclutado por Himmler como oficial de las SS y trabajó para la inteligencia alemana en el sur de Francia.
A raíz de sus nuevas investigaciones, Rahn publicó en 1937 su segunda obra, La corte de Lucifer, esta vez de espíritu nacionalsocialista y con connotaciones antisemitas, que tuvo una gran repercusión y contribuyó a situar el Grial en la montaña de Montserrat.
¿Escondieron los cátaros el Grial? En realidad, el Grial es un producto literario de las novelas de caballería, un símbolo de perfección espiritual cristiana. Y no hay que olvidar que el motivo central del Grial es el oficio religioso, la misa, que los cátaros repudiaban: sólo aceptaban el ritual del consolament.
La leyenda que unía el Grial y los cátaros culminó después de la primera guerra mundial con la aportación de algunos intelectuales del nazismo. Su principal artífice fue Otto Rahn, autor de una teoría sobre el Grial que motivó la visita de Heinrich Himmler al monasterio de la montaña de Montserrat el 23 de octubre de 1940, en busca de su posible emplazamiento.
Otto Rahn había cursado filología y se convirtió en un estudioso de las leyendas literarias de la Edad Media, entre ellas, la del Grial. También visitó y estudió el castillo de Montsegur. En 1933 escribió La cruzada contra el Grial, un libro fundamentado en la novela de Von Eschenbach. Rahn buscó el trasfondo histórico de la leyenda de Parzival y llegó a la conclusión de que los cátaros fueron los últimos protectores del Grial, que custodiaban en Montsegur. Con el nazismo en el poder, Rahn fue reclutado por Himmler como oficial de las SS y trabajó para la inteligencia alemana en el sur de Francia.
A raíz de sus nuevas investigaciones, Rahn publicó en 1937 su segunda obra, La corte de Lucifer, esta vez de espíritu nacionalsocialista y con connotaciones antisemitas, que tuvo una gran repercusión y contribuyó a situar el Grial en la montaña de Montserrat.
¿Escondieron los cátaros el Grial? En realidad, el Grial es un producto literario de las novelas de caballería, un símbolo de perfección espiritual cristiana. Y no hay que olvidar que el motivo central del Grial es el oficio religioso, la misa, que los cátaros repudiaban: sólo aceptaban el ritual del consolament.
Después de la segunda guerra mundial
aparecieron nuevas leyendas sobre Montsegur. Una de las más importantes
fue la idea de que el castillo era un templo cátaro. Fernand Niel,
ingeniero e historiador de Béziers, fue uno de los impulsores de esta
hipótesis durante la década de 1950, cuando presentó una serie de
trabajos con detalladas mediciones y cálculos para concluir que
Montsegur era en realidad un templo solar y zodiacal meticulosamente
preparado durante el período de los cátaros, capaz de detectar los
solsticios y los equinoccios con la alineación de los muros. Sin
embargo, los trabajos arqueológicos posteriores demostraron que la
fortaleza fue derruida tras la conquista cruzada y que no se conservan
trazas del recinto que en su día albergó a los cátaros. La estructura
que aún hoy sigue en pie fue obra de los nuevos señores católicos, que
remodelaron la fortaleza anterior.
Durante la década de 1960, la televisión contribuyó a la difusión de mitos cátaros y a consolidar los lugares de culto de su memoria. En tal sentido cabe recordar un documental emitido en marzo de 1966 por la televisión francesa que dio a conocer al gran público la tragedia de los cátaros de Montsegur, convirtiéndolo en el lugar más importante de la historia de los cátaros. Este trabajo consolidó la imagen trágica del «campo de los quemados» de Montsegur, donde en 1244 ardieron más de 225 cátaros.
Desde entonces se ha desarrollado una imagen de los cátaros que poco tiene que ver con su historia y que en el sur de Francia ha dado lugar a una pujante actividad turística en base a la ruta de los «castillos cátaros». En realidad, no existen tales castillos: excepto en los casos de Montsegur y, en parte, de Quéribus, que acogieron a comunidades heréticas, el resto son, como mucho, fortalezas donde puede que, en algún momento, vivieran cátaros.
Tampoco existen las llamadas «cruces cátaras». No es de extrañar, porque, como se preguntaba Guilhem Belibasta, el último cátaro, ¿acaso algún cristiano puede adorar la cruz cuando fue el lugar del martirio del hijo de Dios? Las cruces que hoy día se conocen como "cátaras" son, en realidad, emblemas de la nobleza occitana que respaldó de forma más o menos intensa a los cátaros. La frontera entre leyenda y realidad es tan ambigua como frágil, y, como nos recuerdan los mitos sobre el catarismo, la leyenda se ha impuesto muchas veces a una realidad demasiado prosaica.
Durante la década de 1960, la televisión contribuyó a la difusión de mitos cátaros y a consolidar los lugares de culto de su memoria. En tal sentido cabe recordar un documental emitido en marzo de 1966 por la televisión francesa que dio a conocer al gran público la tragedia de los cátaros de Montsegur, convirtiéndolo en el lugar más importante de la historia de los cátaros. Este trabajo consolidó la imagen trágica del «campo de los quemados» de Montsegur, donde en 1244 ardieron más de 225 cátaros.
Desde entonces se ha desarrollado una imagen de los cátaros que poco tiene que ver con su historia y que en el sur de Francia ha dado lugar a una pujante actividad turística en base a la ruta de los «castillos cátaros». En realidad, no existen tales castillos: excepto en los casos de Montsegur y, en parte, de Quéribus, que acogieron a comunidades heréticas, el resto son, como mucho, fortalezas donde puede que, en algún momento, vivieran cátaros.
Tampoco existen las llamadas «cruces cátaras». No es de extrañar, porque, como se preguntaba Guilhem Belibasta, el último cátaro, ¿acaso algún cristiano puede adorar la cruz cuando fue el lugar del martirio del hijo de Dios? Las cruces que hoy día se conocen como "cátaras" son, en realidad, emblemas de la nobleza occitana que respaldó de forma más o menos intensa a los cátaros. La frontera entre leyenda y realidad es tan ambigua como frágil, y, como nos recuerdan los mitos sobre el catarismo, la leyenda se ha impuesto muchas veces a una realidad demasiado prosaica.
La Iglesia oficial,que imperaba en la Baja Edad
Media (siglos XI-XV) estaba poco arraigada entre la nobleza y el pueblo
llano del Languedoc francés. El catarismo fue para muchos una forma de
liberarse de la tiranía eclesiástica de Roma. Para los cátaros la
Iglesia católica se había alejado por completo del mensaje evangélico y
era un símbolo de corrupción. La Iglesia cátara se consideraba
plenamente cristiana y creía en un dualismo absoluto, esto es, en la
existencia de dos principios en perpetuo conflicto: Dios, que era
verdadero e incorruptible, y Satán, que había creado el mundo físico y
con ello todas las cosas vanas y corruptibles, incluida la Iglesia
católica. Los cátaros predicaban la salvación mediante un ascetismo
severo con el que escapar del mundo material y demoníaco. La Iglesia de
los cátaros fue víctima de una feroz persecución por parte de la Iglesia
de Roma, que dispuso de todos los medios posibles, pacíficos o
violentos, para acabar con ella.
El
castillo de Montsegur, situado a 1.207 metros de altura en un terreno
escarpado al suroeste de Carcasona, se convirtió en el último refugio de
los cátaros hasta la primavera de 1244, cuando la ciudadela fue tomada (tras nueve meses de asedio) por las tropas del senescal de Carcasona y
del arzobispo de Narbona, promovidas por la Inquisición.
El 16 de marzo de 1244, , más de 200 seguidores cátaros que no abjuraron de su fe fueron arrojados a una gran hoguera en el llamado Camp dels Cremats (Campo de los Quemados), al pie de la montaña, donde una estela que reza lo siguiente recuerda su sacrificio:
A los cátaros, a los mártires del puro amor cristiano.
Your Affiliate Money Making Machine is ready -
ResponderEliminarAnd making money online using it is as easy as 1---2---3!
This is how it all works...
STEP 1. Choose affiliate products the system will promote
STEP 2. Add PUSH button traffic (this ONLY takes 2 minutes)
STEP 3. Watch the affiliate products system explode your list and sell your affiliate products on it's own!
So, do you want to start making profits?
Click here to launch the system