martes, 1 de noviembre de 2016

REVUELTA IRMANDIÑA.....CAUSAS Y CONSECUENCIAS



La Guerra irmandiña, una revolución antinobiliaria, una verdadera rebelión popular que toma el poder y hace justicia por su cuenta. Una revuelta ciudadana muy violenta contra los señores naturales y contra el orden vigente. Hay poca información sobre ella, poca bibliografía y tomo mis notas del estudio que Carlos Barros hace sobre la mentalidad irmandiña en su época. Acaso una de las primeras revoluciones antiseñoriales por su violencia y extraña en Galicia, que es tierra tradicionalmente pacífica y donde casi nunca sucede nada importante. Pues algunas veces suceden cosas. Y fue en el siglo xv, en pleno fervor feudal, una revuelta en armas contra sus amos y con la destrucción de todas –es decir, todas- las fortalezas y castillos del reino, unos 130. No queda piedra sobre piedra. Arrojan a los nobles al destierro, a Castilla y Portugal, incluido el arzobispo Fonseca, el patriarca, debe pasar diez años fuera de Santiago. Es decir, dos años sin nobleza y el poder en la mano de las hermandades. Hay pocos hechos parecidos en España. Sucede antes del levantamiento de los comuneros de Castilla, antes de la revolución francesa, antes de morir los zares. Se hacía en nombre de ese rey que mantenía la línea monárquica a toda costa; aunque, en realidad, se trataba de un rey virtual, una ficción, un imaginario colectivo, un arquetipo justiciero que llevaba más de un siglo sin pisar tierras gallegas y nada tenía que ver con el desvalido Enrique IV que luchaba en Madrid con su impotencia y su levantisca nobleza. 


El movimiento, que las fuentes de la época denominaron como Guerra Irmandiña o Guerra Hermandina, presentó dos momentos con especial virulencia, correspondientes a los años 1418-35 y entre 1466-69. Aún cuando la historiografía tradicional tiende a dar por finalizado el conflicto en esta última fecha, todavía a primeros del siglo XVI existieron algunas tentativas de resucitar el espíritu de la lucha irmandiña.

El territorio de Galicia había pasado a la corona de Castilla a raíz de la unificación entre este territorio y el reino de León en el año 1037. Pese a la unión efectuada en tan temprana época, Galicia conservaba aún en el siglo XV una especial idiosincrasia, caracterizada por un ruralismo acusado de sus explotaciones económicas y por el enorme peso que la nobleza, tanto laica como eclesiástica, tenía en todos los aspectos de la vida cotidiana de sus pobladores. La tendencia a la división del territorio en cotos cerrados de jurisdicción señorial provocó la concentración de la propiedad agraria en las manos de unos cuantos linajes nobiliarios (como los Osorio, Andrade, Sarmiento, Moscoso, Sotomayor o Ulloa) que, a su vez, habían contribuido a formar una especie de aislamiento del reino con respecto a los problemas castellanos.
Por lo que respecta al pueblo, las quejas sobre su situación fueron constantes ya desde el más temprano siglo XV. Los puntos en los que más énfasis se hacían eran los correspondientes a las malfetrías de los señores, que se concretaban en un desarrolladísimo bandidaje señorial, organizado y promovido por estos desde sus propios palacios y señoríos, de los que, se decía en la época, eran como nidos de serpientes. Todo ello, además, se veía reforzado por el constante incremento tanto de la presión fiscal como de las prestaciones personales (sernas o corveas) que, desde las primeras décadas del siglo, los señores feudales hicieron como consecuencia de la caída de sus rentas; sin embargo, lejos de motivar mayores rendimientos, consiguieron destrozar una estructura agraria arcaica que también era uno de los motivos de la crisis generalizada, aunque, como ha sido constantemente habitual, los campesinos fueran los peor parados por la caótica situación.


Primera revuelta irmandiña (1418-1435)

Ya desde los primeros años del siglo XV los campesinos habían organizado cierto tipo de resistencia pasiva al bandidaje señorial. Para ello, el método que utilizaron fueron las asociaciones de Hermandad, que, en origen, eran una especie de milicias pagadas por los concejos que protegían los caminos de asaltos y bandoleros. Lo novedoso del movimiento irmandiño fue que utilizasen el mismo cauce, esto es, "hermanarse", para luchar contra la férrea aristocracia que ellos llamaban "os seniores malfechores". El movimiento contó con el apoyo de la mayoría de habitantes de las ciudades (que sufrían también las mismas asechanzas) y de bastantes miembros segundones de los linajes nobiliarios, que aspiraban a mayores venturas que las estipuladas para ellos por la intransigencia aristocrática.
La violencia antiseñorial tuvo como primer objetivo a los todopoderosos señores episcopales. Concretamente, en el año 1418 el concejo de la ciudad de Santiago de Compostela se organizó contra el obispo, dado que el absentismo de éste había derivado en una despótica y cruel situación por la incompetencia de sus delegados. Tras los primeros asaltos, saqueos e incendios de posesiones nobiliarias, en el año 1421 un segundón del linaje de los Moscoso, Ruy Sánchez, aglutinó las fuerzas irmandiñas contra el impopular clérigo. El movimiento se extendió hasta afectar también al obispo de Orense (1422), tras lo cual fue necesaria la intervención de tropas nobiliarias para calmar la situación. Al frente de los ejércitos señoriales se encontraba quizá el señor más odiado por los irmandiños: Nuño Freire de Andrade, apodado el Malo (aparte de razones obvias) por sus múltiples vasallos, que poseía en sus dominios jurisdiccionales agrupados en torno a Villalba, Puentedeume, Lugo y Modoñedo. Pese a la durísima represión señorial, los irmandiños volvieron a "hermanarse" contra el Andrade malo bajo la dirección de un hidalgo de baja estirpe, Ruy Xordo. La revuelta alcanzó prácticamente toda Galicia, donde se saquearon y arrasaron todas las posesiones nobiliarias más fuertes, especialmente las del linaje Andrade (su casa señorial incluida). La rápida reacción de la nobleza, "hermanándose" a su vez contra la revuelta, dio por finalizado el combate en 1435 tras ejecutar a los principales cabecillas del movimiento y a un gran número de aquellos que habían iniciado los incendios y saqueos. Por desgracia, no se tiene constancia del número, siquiera aproximado, de los fallecidos por la represión, aunque se sospecha una cifra muy elevada que influyó notablemente en el descenso de producción de los campos gallegos.


Segunda revuelta irmandiña (1465-1469)

La resistencia de los campesinos gallegos permaneció larvada durante una generación, puesto que el recuerdo de la represión bastó para calmar sus pretensiones. Sin embargo, también perduró en todas las memorias la gran colaboración prestada por todos los irmandiños a la hora de reivindicar justicia, por lo que el logro psicológico y moral de la primera revuelta canalizó la practicidad de la segunda. Dicha segunda revuelta hay que enmarcarla en el contexto de la débil situación acontecida durante los primeros tiempos de reinado de Enrique IV. El monarca y su valido, don Beltrán de la Cueva, tuvieron como enemigos al antiguo favorito de Enrique, don Juan Pacheco, marqués de Villena, y a su linaje, los poderosos Mendoza. Ello fue aprovechado de nuevo por los irmandiños para reorganizar la Hermandade contra argumentos muy parecidos a los de treinta años antes: los "muitos roubos, furtos e omisios e mortes de homes e males e quebrantamentos de camiños e outras forzas".
Además, lo que iba a diferenciar totalmente esta segunda revuelta de la primera fueron dos factores con los que, a priori, no contaban los irmandiños: el primero fue el apoyo que varios nobles (incluidos clérigos) prestaron a su causa, en especial Pedro Osorio, hermano del conde de Trastámara y fiel aliado enriqueño; por lo que respecta al segundo, se trató de la inesperada legalización del movimiento irmandiño (ca. 1465) por parte del propio Enrique IV, alentado sin duda por los excelentes servicios que los sublevados podían prestar a su causa, casi definitivamente perdida ya tras su deposición figurada en la Farsa de Ávila y el nombramiento del infante don Alonso como nuevo monarca por los nobles.
En tan buena compañía, los irmandiños pasaron a organizarse de un modo mucho más efectivo. Dos hidalgos de confianza de Pedro Osorio fueron los cabecillas del movimiento: Alonso de Lanzós (segundón del antaño odiado linaje de Andrade) y Diego de Lemos (segundón del linaje de Sotomayor); ambos dirigentes establecieron una estructura paramilitar dividida en cuadrillas (una por ciudad), alcaldes con mando militar en las cuadrillas y procuradores, al cargo de la administración y de la intendencia. Entre 1466 y 1468 los nobles gallegos tuvieron que emigrar a Portugal, tras el incendio y saqueo de más de 130 posesiones señoriales por parte de unos 80.000 irmandiños (según un registro de la Audiencia fechado en 1527). El triunfo pareció incontestable hasta que, pasados los primeros momentos de euforia, la organización irmandiña pasó a diluirse entre los diferentes intereses de sus componentes (pequeños artesanos urbanos, campesinos, hidalgos...). Por si ello fuese poco, tras el Pacto de los Toros de Guisando (1469), la facción nobiliaria contraria a Enrique IV se aseguró la derrota de su causa, hecho que dio lugar a que los linajes gallegos (en especial, los Pimentel y los Sotomayor) regresasen de su exilio luso para recuperar las posesiones. Pero esta vez no hubo represión, en parte porque el número de irmandiños era ya muy reducido (debido a la emigración y a las muertes de las revueltas) y en parte porque el ímpetu de la segunda revuelta forzó una decisión negociada. Así pues, pese al establecimiento de varias multas contra los principales dirigentes irmandiños, las malfetrías quedaron abolidas por la nueva reina de Castilla, Isabel la Católica, garantizando de su "motu proprio e mi poderio real absoluto" el cumplimiento de la justicia en Galicia. Para tal fin, ya en el siglo XVI los Reyes Católicos emplazaron un tribunal, la Audiencia, en territorio gallego, con lo que finalizaron los conflictos.


Consecuencias

El movimiento de los irmandiños es un fenómeno social que ha sido frecuentemente analizado por toda clase de estudiosos. Las conclusiones que ha ofrecido la historiografía más reciente pasan por enmarcar el conflicto entre dos fenómenos bajomedievales que cuentan con amplia representación, no sólo en el marco peninsular (Payeses de Remença), sino también en el ámbito europeo (Jacquerie): las luchas de bandos y los movimientos anti-señoriales. En cualquiera de los dos casos, el contexto de la Crisis de la Baja Edad Media puede observarse con claridad meridiana.
Lejos de las generalizaciones, hay que hacer notar un aspecto concreto del caso irmandiño. Pese a que la condición de vida de los vasallos gallegos no debió sufrir ninguna variación importante en el transcurso del siglo XVI, sin embargo sí es factible admitir que las posiciones anteriores a 1430 habían sufrido un brusco cambio: la incontestable y despótica actitud nobiliaria cedió ante el empuje de una nueva monarquía, la representada por los Reyes Católicos, que fue la máxima beneficiada del conflicto. Mediante la implantación de la Audienciaen Galicia como solución a las demandas de los irmandiños, Isabel y Fernando inauguraron esa especial conexión existente entre pueblo y monarquía característica de su reinado, poniendo así las bases de lo que la historiografía ha denominado con el nombre de España Imperial.



Bibliografía

  • BARROS, C. A mentalidade xusticiera dos irmandiños. (Vigo: 1988).
  • BECEIRO PITA, I. La rebelión irmandiña. (Barcelona, Akal: 1977).
  • MARTÍN, J. L. La Península en la Edad Media. (Barcelona, Teide: 1993).
  • PARDO DE GUEVARA, E. Notas para una lectura del fenómeno "hermandinode 1467. (Actas del Congreso "Señorío y Feudalismo", Zaragoza: 1995).
  • REYNA PASTOR, J. Resistencias y luchas campesinas. (Madrid, Siglo XXI: 1980).
  • RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, A. Las fortalezas de la mitra compostelana y los irmandiños. (Santiago de Compostela, II vols: 1984).
  • VALDEÓN BARUQUE, J. Los conflictos sociales en el reino de Castilla. (Madrid, Siglo XXI: 1975).
    http://www.enciclonet.com/articulo/revuelta-irmandinna/ 
  • http://cronicasdelnoroeste.blogspot.es/1221596880/
  • http://4.bp.blogspot.com/-Wu79cnl4NDk/VOuJdiSpeOI/AAAAAAAAOV0/0cT36s_uPog/s1600/787.JPG

1 comentario:

  1. "Galicia... donde casi nunca sucede nada importante"

    Really? That's pretty presumptuous. I hope you don't live there or you'll be getting your own rebelion.

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