Fue uno de los principales artífices de la unificación italiana, junto con Mazzini, Cavour y el rey Víctor Manuel II;
fue llamado “Héroe de dos mundos” por su actividad revolucionaria en
América y Europa. En efecto, marinero de profesión, se adhirió en 1834 a
la Joven Italia de Mazzini; por su participación en una
insurrección republicana en Génova tuvo que exiliarse en Sudamérica,
primero en Brasil y luego en Uruguay. En el primer país luchó contra el
emperador Pedro II
y en el segundo contra el expansionismo argentino. Famoso ya, regresó a
Italia en 1848 al iniciarse la primera guerra de unificación contra
Austria; rechazados sus servicios por el Piamonte y el Papado, luchó por
su cuenta en Milán y luego, proclamada la república, en Roma. Derrotado
por los franceses de Luis Napoleón, en 1850 tuvo que exiliarse de nuevo, en esta ocasión en los Estados Unidos.
Regresó
en 1854, adquiriendo entonces la que sería su residencia habitual, la
isla de Caprera. Se adhirió al proyecto unificador de los Saboya, reyes
del Piamonte, y en 1859 luchó en el norte de Italia contra los
austriacos. Después, en 1860, por iniciativa personal desembarcó en
Sicilia con un cuerpo de voluntarios, los Camisas Rojas,
y en rápida campaña expulsó a los borbones de esta isla y de Nápoles,
que ofreció a Víctor Manuel II. Unificado ya casi todo el país, trató de
incorporar los territorios aún irredentos, Venecia (en manos de
Austria) y Roma (de dominio pontificio), pero su primer intento en 1862
fracasó porque, mal visto su gran prestigio, se le opuso el propio
ejército piamontés. Rehabilitado, en 1866 colaboró en la conquista de
Venecia, pero habiendo entrado en Roma el año siguiente no pudo
mantenerse allí por la superioridad del ejército imperial francés, que
le expulsó. Retirado de la política durante unos años, su última gran
empresa fue la defensa de los republicanos franceses frente a los
prusianos en la guerra de 1870-1871.
Era el segundo hijo de Domenico Garibaldi, marinero y natural de
Chiavari (Liguria), y de Rosa Raimondi, de Loano (también en Liguria);
nació por la época en que Italia estaba dominada por Napoléon Bonaparte.
Aunque estaba destinado a ejercer por deseo de su padre como médico o
abogado, no tenía vocación para ello, y hacia 1821, con unos catorce
años, comenzó a trabajar en el oficio paterno, aprendiéndolo por
experiencia o bien mediante estudios realizados por su cuenta de
astronomía, geografía y matemáticas. Tras realizar varios viajes largos,
alcanzó el mar Negro y las islas Canarias, en 1832 obtuvo el grado de
capitán de altura. Por esta época se interesó por el nacionalismo
italiano a través de un compañero, Giovanni Battista Cuneo. Un año
después, habiendo conocido al republicano Giuseppe Mazzini en Marsella,
pasó a formar parte de la organización de éste, la Joven Italia.
Al poco, en febrero de 1834, se alistó en la marina del reino de
Piamonte-Cerdeña, e inmediatamente intervino por encargo de Mazzini en
una sublevación republicana en Génova que fracasó; condenado a muerte
por traición, tuvo que huir a Niza y Marsella. Navegó durante algún
tiempo en la marina del bey de Túnez y luego, para más seguridad, se
trasladó a América (1835).
Se estableció primero en Brasil donde, sin perder contacto con la Joven Italia,
se dedicó en Río de Janeiro al comercio marítimo. En 1842 contrajo
matrimonio con Ana María Ribeiro da Silva (“Anita”), a la que había
conocido en 1839, que le acompañó en todos sus combates hasta su muerte.
Más tarde ayudó a los rebeldes de Rio Grande do Sul contra el emperador
brasileño Pedro II; derrotados los insurrectos en 1840, pasó al vecino
país de Uruguay, instalándose en su capital, Monteviedo. Allí trabajó
como domador de caballos y en otros oficios, y nacieron sus cuatro
hijos, Rosa, Menotti, Teresa y Ricciotti. Sin embargo, no pudo llevar
una vida pacífica, pues hacia 1843 ayudó a la facción de José Fructuoso Rivera contra Manuel Oribe (apoyado a su vez por el dictador argentino Juan Manuel de Rosas);
Garibaldi contó con el refuerzo de varios centenares de italianos, la
Legión Italiana (también llamados “Camisas Rojas” por su vestimenta, la
misma que tendrían en lo sucesivo los voluntarios garibaldinos). Jefe de
la marina uruguaya, obtuvo importantes éxitos (Cerro, Salto, San
Antonio) que le dieron considerable popularidad, pero desencantado por
los manejos políticos urugayos, y enterado del inicio de la guerra entre
el Piamonte y Austria, regresó a su Niza natal en junio de 1848, tras
trece años de ausencia.
Sus servicios no fueron aceptados ni por el papa Pío IX ni por Carlos Alberto de Saboa,
rey del Piamonte, pero sí por la sublevada Milán, dominio de Austria,
donde fue nombrado general. Tras la derrota de Custoza, resistió durante
varias días al austriaco Joseph Radetzky
empleando tácticas de guerrilla, habituales en él, antes de rendirse y
refugiarse en Suiza. Más adelante fue elegido diputado del reino de
Piamonte por Liguria, pero no ejerció como tal, sino que con un puñado
de hombres trató de arrebatar Sicilia a los borbones napolitanos; no
llegó a su destino, pues recibió noticias del estalllido de una
revolución en Roma, a donde se desvió. Al proclamarse la República Romana,
fue elegido diputado, al igual que Mazzini, de la Asamblea
Constituyente; organizó el ejército romano e hizo frente en 1849 a los
ejércitos franceses comandados por Carlos Nicolás Oudinot
(enviados por el presidente Luis Napoleón) y a los borbónicos
napolitanos, a los que había pedido ayuda el papa, en Civitavecchia (30
de abril), Palestrina (9 de mayo) y Velletri (19 de mayo). Pero, muy
inferior en fuerzas, a principios de julio rindió la ciudad y se retiró a
los pantanos de la Romaña (donde murió su esposa el 4 de agosto) y
luego al Estado neutral de San Marino. Durante el traslado a Venecia,
por mar, de lo que quedaba de su ejército, fue hostigado por los
austriacos. No tuvo más remedio que volver a Turín vía Génova, donde
seguía sin estar bien considerado.
Arrestado en septiembre, tuvo
que marchar por segunda vez al exilio. Durante unos meses estuvo en
Túnez y Tánger (Marruecos), donde inició la primera redacción de sus
memorias, hasta que en julio de 1850 viajó de nuevo a América, en esta
ocasión a los Estados Unidos: trabajó como cerero en Nueva York, en la
fábrica de un italiano llamado Antonio Meucci, y luego realizó diversos
viajes por el pacífico en un barco peruano, del que luego sería capitán.
Habiendo ahorrado algún dinero, en 1854 se entrevistó con Mazzini en
Londres para tratar de convencerle para que se adhiriese al proyecto
unificador de los Saboya; luego retornó a Niza, donde permaneció un año,
comprando en 1855 la mitad de la isla de Caprera (situada muy próxima a
la de Cerdeña, al norte de la misma), y dedicándose a la agricultura.
En
1857 volvió a la actividad política. Mostrándose pragmático y a pesar
de ser republicano, se proclamó dispuesto a apoyar a los reyes
piamonteses, los Saboya, en los que veía el único poder capaz de dirigir
los esfuerzos por unificar Italia. Por ello se adhirió a la Sociedad
Nacional (Società Nazionale, que agrupaba a patriotas de todo
tipo). Reanudada la guerra contra Austria en 1859, recibió el mando de
un cuerpo de voluntarios, los Cacciatori delle Alpi (‘Cazadores
de los Alpes’), que lucharon en torno al lago Maggiore (norte de Italia)
contra los croatas del ejército austriaco con resultados favorables
(batallas de Varese, San Fermo, Bérgamo y Brescia). Tras firmarse el
armisticio de Villafranca (8 de julio), que no era sino un compromiso
temporal, regresó a Turín como diputado y allí, en oposición al primer
ministro Camilio Benso, conde de Cavour, se mostró partidario de una
monarquía fuerte que encabezara sin trabas la liberación de Italia.
Recibió el segundo mando del ejército de la Liga de Italia central
(Toscana) y a principios de 1860 contrajo segundas nupcias con
Giuseppina Raimondi, de la que se separó unos meses después.
Ese mismo año el Piamonte cedió a Francia, a cambio de su no
intervención, gran parte del antiguo ducado de Saboya y también Niza.
Esto causó una gravísima crisis de gobierno, de la cual salió
fortalecido el Partido de Acción, que designó como jefe a Garibaldi,
igualmente disgustado por la cesión de su ciudad natal. Retornando a sus
anteriores posiciones revolucionarias, se mostró abiertamente
partidario de conquistar el sur de Italia; así, estimulado por Francesco Crispi, al estallar una sublevación en Sicilia el 4 de abril de 1860, desembarcó con 1.085 hombres (los Mil)
en la ciudad de Marsala (11 de mayo), cuyo mando asumió en nombre del
rey Víctor Manuel II. Realizó una rápida campaña gracias a otras
insurrecciones populares, entrando el 27 de mayo en Palermo, cruzando en
agosto el estrecho de Messina y tomando a continuación Reggio y la
propia Nápoles (7 de septiembre). Se proclamó “Dictador de las Dos
Sicilias” y el 2 de octubre obtuvo un gran éxito en la batalla de
Volturno sobre un ejército borbónico de 20.000 hombres. Con el reino
napolitano completamente bajo su control, iba a proseguir sus conquistas
atacando los Estados Pontificios
cuando Cavour se le adelantó por el norte, penetrando por Umbría y las
Marcas. Para evitar un enfrentamiento con aquel, retrocedió hasta Teano
(Campania), donde el 7 de noviembre hizo entrega de Nápoles al monarca
piamontés, al que ya consideraba como rey de Italia (hasta el 18 de
abril de 1861 no fue formalmente coronado). A los pocos días se retiró a
Caprera, rechazando en julio de 1861 el ofrecimiento del presidente
estadounidense Abraham Lincoln de dirigir un ejército americano.
En
marzo de 1862 fue elegido presidente de la Sociedad Emancipatoria, pero
se intensificaron las diferencias con los liberales, especialmente
cuando trató de conquistar los territorios italianos aún irredentos en
el centro de la península. En Sarnico (provincia de Bérgamo, Lombardía) y
Aspromonte (Calabria), el 29 de agosto de 1862, se le opuso el ejército
piamontés, siendo herido y capturado en la segunda batalla. En medio de
un verdadero escándalo, que hizo caer al gobierno, tuvo que ser
liberado, recuperándose de sus heridas en Caprera durante un año. Viajó
en 1864 a Inglaterra, donde fue aclamado como un héroe por ingleses (fue
recibido por el propio primer ministro británico, Henry John Temple, lord Palmerston) e italianos exiliados.
Al
poco, estalló en 1866 una nueva guerra de liberación, la tercera,
contra Austria, donde una vez más obtuvo el mando de voluntarios, que
operando en Verona y el Tirol debían impedir la entrada de tropas
enemigas en Italia. Derrotado inicialmente en Custoza, venció
posteriormente en Bezzeca (20-21 de julio) y se aproximó a Trento,
debiendo retroceder a una orden del gobierno piamontés («Obedisco», ‘obedezco’, contestó); sin embargo, gracias a la derrota austriaca contra Prusia en Sadowa
y a la ayuda francesa, por la paz de Viena del 3 de octubre el Véneto
se incorporaría definitivamente a Italia. Quedaba Roma. Así, en
septiembre de 1867 promovió por su cuenta una nueva insurrección.
Mientras él era retenido cerca de Siena y enviado a Caprera, sus tropas
se dirigieron a aquella ciudad; al final pudo unirse a ellas vía
Florencia; venció en octubre en Monterrotondo, Viterbo y Velletri, pero
luego, en Mentana (Lazio, 3 de noviembre de 1867), fue derrotado por
Napoléon III, que además presionó al Piamonte para que condenase la
aventura de Garibaldi. Durante tres años estuvo confinado en Varignano y
Caprera, donde se dedicó a escribir (Clelia o il goberno dei preti, Cantoni il volontario).
En 1870, durante la Guerra Franco-Prusiana,
apoyó a los republicanos franceses. Desembarcó en Marsella el 7 de
octubre y se ocupó de organizar el ejército de los Vosgos. Mientras que
en Italia por fin Roma era ocupada por los ejércitos italianos y
proclamada capital del reino unificado, Garibaldi vencía en
Châtillon-sur-Seine (noviembre) y en Autun (diciembre), deteniendo el
avance prusiano; después, a principios de 1871 venció otra vez en Dijon,
ciudad que ocupó. Fue diputado por Burdeos hasta febrero,
ofreciéndosele el mando de las tropas de la Comuna de París, que rechazó a pesar de que sus simpatías estaban con los revolucionarios.
No tardó en retirarse una vez más a Caprera, donde permanecería ya el resto de su vida. En 1873 publicó I Mille (‘Los Mil’) y en 1874 fue elegido diputado. Cada vez más próximo al socialismo,
llegó a adherirse a la Internacional. Apoyó al gobierno izquierdista
italiano de 1876, aunque con reservas hacia el parlamento. En 1879 fundó
la Lega della Democrazia (‘Liga de la Democracia’), proponiendo
el sufragio universal, la confiscación de las propiedades eclesiásticas y
la abolición del ejército permanente. Este año contrajo matrimonio por
tercera vez con Francesca Armosino, después de anularse el matrimonio
con su segunda mujer muchos años después de su separación; con Francesca
tendría tres hijos más, Celia, Teresita y Manlio. Murió a mediados de
1882, a la edad de 75 años, poco después de haber realizado un triunfal
viaje por Sicilia. Militar excepcional, no tenía en cambio dotes
políticas: con actitudes a veces contradictorias, que oscilaron entre el
republicanismo revolucionario y la monarquía, su idea de Estado era
hasta cierto punto utópica, mostrándose partidario de una dictadura
popular sin parlamento. Fue, en todo caso, una figura romántica de gran
prestigio, dentro y fuera de su país.
Bibliografía
-
DAVENPORT, M. Garibaldi: Father of Modern Italy.
GARIBALDI, G. Memorie.
MACK SMITH, K. Cavour and Garibaldi, 1860. - MONTANELLI, I. y NOZZA, M. Garibaldi. (Milán, Rizzoli: 1982).
- http://www.enciclonet.com/articulo/garibaldi-giuseppe/#
Muy buen articulo amiga Araceli,lo adjunto a mi post con tu permiso
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