El proceso de unificación en Italia, que supone el nacimiento de esta nación como unidad político-administrativa moderna, se inició con la ocupación francesa en tiempos del emperador Napoleón I.
El Congreso de Viena,
que se encargó de establecer la reordenación de Europa tras las
campañas del Emperador francés, había establecido que la Península
Italiana quedara dividida en los siguientes entidades territoriales:
-
El Reino de Piamonte-Cerdeña, que incluía Génova y Saboya. Este nuevo
reino fue creado como Estado de contención de Francia. Su centro
político residía en Turín.
- El Reino de Lombardía-Véneto, que incluyó las ciudades de Milán, Venecia y Lombardía. Este Estado quedó bajo gobierno de Austria, a pesar de que desde el Congreso de Viena existía un fuerte movimiento independentista.
- Los ducados de Parma, Módena y Toscana, gobernados por duques que siguieron los dictados del rey de Austria.
- Los Estados Pontificios, que incluía la ciudad de Roma y las Marcas (región central de la Península), bajo gobierno directo del Papa.
- El Reino de las Dos Sicilias, que comprendía Nápoles y la isla de Sicilia, gobernado por la dinastía de los Borbones.
- El Reino de Lombardía-Véneto, que incluyó las ciudades de Milán, Venecia y Lombardía. Este Estado quedó bajo gobierno de Austria, a pesar de que desde el Congreso de Viena existía un fuerte movimiento independentista.
- Los ducados de Parma, Módena y Toscana, gobernados por duques que siguieron los dictados del rey de Austria.
- Los Estados Pontificios, que incluía la ciudad de Roma y las Marcas (región central de la Península), bajo gobierno directo del Papa.
- El Reino de las Dos Sicilias, que comprendía Nápoles y la isla de Sicilia, gobernado por la dinastía de los Borbones.
Los primeros proyectos unificadores
Durante
las revoluciones de 1820 y 1830 se vio claramente la existencia en
Italia de minoría de origen burgués, fruto del desarrollo económico,
pero que no contó con el apoyo del pueblo para hacer triunfar el nuevo
modelo político.
Tras estos fracasos, en 1831 Mazzini recogió un sentimiento nacionalista (denominado en Italia Risorgimento), que las potencias del Antiguo Régimen no fueron capaces de destruir, fundando La Joven Italia.
Los que formaban parte de estos grupos nacionalistas, sostenían la
necesidad de destruir el poder austríaco para así facilitar la unidad.
Pero no todos tenían la misma concepción de lo que debía ser Italia.
Gioberti
quería que Italia fuera una Confederación de Estados dirigidos por el
Papa; Mazzini afirmaba que Italia debía nacer como una República, y
Baldo y D'Azzeglio pretendían una Italia unida por anexión de los
diferentes Estados al Reino de Piamonte.
Las ideas de Baldo y D'Azzeglio se basaban en que Piamonte estaba gobernada por la dinastía de los Saboya,
esto es, la única plenamente italiana, y este país era el único que
contaba con una burguesía capaz de establecer un sistema constitucional.
Se
ha afirmado que el Papa, italiano, mantenía una postura de simpatía
hacia la unidad, siempre que él fuera el que dirigiera el nuevo estado;
sin embargo, no podía apoyar totalmente esta idea, aun en este supuesto
de que le hubiera sido ofrecido el poder, puesto que ello habría llevado
a un enfrentamiento directo con Austria, país oficialmente católico y
opuesto a la unificación.
En 1848 la revolución fue un fracaso en
Italia; el Papa fue restituido en el Trono de San Pedro y los austríacos
acabaron con las insurrecciones en Piamonte en la batalla de Novara, lo
que forzó a Carlos Alberto a abdicar y a dejar su lugar a Víctor Manuel II, que no obstante mantuvo la Constitución.
La preparación de la unificación
La
Unificación Italiana tuvo como protagonistas históricos al rey Víctor
Manuel de Piamonte-Cerdeña; al Conde de Cavour, diputado, ministro y más
tarde presidente de gobierno de Piamonte-Cerdeña, y Garibaldi, revolucionario y militar, que supo atraer a las masas populares hacia la idea de una Italia unida.
Cavour
fue sin duda una pieza fundamental en el proceso, ya que inició una
política de reformas en Piamonte para hacer del país un Estado moderno.
Saneó la Hacienda, reformó y reforzó el ejército, desarrolló el
ferrocarril y siguió una política decididamente librecambista que
favoreció a los intereses de los burgueses. Asimismo, fue hábil para
atraerse a los nacionalistas en torno a la idea de una Italia donde
reinara la Casa de Saboya, dinastía de Piamonte.
Los primeros
intentos de unificación, tras el fracaso de Carlos Alberto, se
realizaron de nuevo contra Austria. Esta vez Cavour buscó y logró el
apoyo de Napoleón III,
siempre deseoso de dar prestigio a Francia, por lo que éste apoyó una
maniobra que hiciera a Austria debilitar su poder en Italia. De esta
forma se buscó la firma del Tratado de Plombiers, de carácter secreto,
que consistía en una alianza ofensivo-defensiva contra Austria. Tras
este compromiso por parte de Francia, Piamonte alentó a los territorios
sometidos a Austria a que se sublevaran contra éstos; en este proceso
desempeñaron un papel importante las sociedades nacionalistas (La
Sociedad Nacional, la Joven Italia, entre otras).
Tras el
levantamiento de Lombardía y Véneto, se produjo el enfrentamiento de
Piamonte y Francia contra Austria, país que terminó derrotado en las
batallas de Magenta y Solferino. Con esta victoria Lombardía se unió a
Piamonte tras un plebiscito, reconociendo la autoridad de Víctor Manuel.
A cambio de la ayuda prestada, Francia obtuvo Saboya y Niza en la Paz
de Zurich, paz que no contemplaba que el Véneto corriera la misma suerte
que Lombardía.
La unificación italiana
Tras
haber vencido a Austria, Piamonte creó una Confederación Italiana, que
permitía la participación austríaca, ya que controlaba el Véneto.
En
ese mismo año, 1860, y tras firmarse la anexión de Lombardía, se
celebraron plebiscitos en los Ducados de Parma, Módena y Toscana, que
decidieron adherirse a la Confederación, que en realidad era Piamonte
con una serie de estados satélites. Con estos hechos, la unificación de
la zona norte de Italia quedó cerrada, con la excepción del Véneto. Se
había vencido a uno de los tres enemigos de la unión: Austria.
La
siguiente etapa fue lograr la unión de la zona sur y central de la
Península. Es en esta fase cuando Garibaldi adquirió el protagonismo
militar. Al mando de mil voluntarios (Los Camisas Rojas) invadió Italia
desde Sicilia; logró tomar Palermo y más tarde Nápoles, y expulsó a
Francisco II de Borbón. Es evidente que para lograr esto, contó con el
apoyo de las masas populares.
Garibaldi era un republicano
convencido, lo que causó una gran desconfianza por parte de Cavour, que a
pesar de todo le había prestado ayuda en la expedición, pero que no
había previsto un triunfo tan rápido. Por ello, el Conde de Cavour mandó
un ejército hacia el sur, a la vez que se provocó sublevaciones en los
territorios controlados en las Marcas, territorios bajo el poder del
Papa. Así, tras unos nuevos plebiscitos, se firmó la adhesión de estos
territorios a la Confederación.
El antiguo reino de las Dos
Sicilias, controlado en ese momento por Garibaldi, quedó unido a
Piamonte, puesto que Garibaldi accedió, por el bien de Italia, a
reconocer que la forma de gobierno del nuevo Estado fuera una monarquía.
Todo ello sucedió en 1861, año en que Víctor Manuel se proclamó Rey de
Italia y se reunió por primera vez el Parlamento.
El Véneto
formaría parte de Italia tras la guerra Austro-prusiana, guerra clave en
el proceso de Unificación de Alemania. Roma y los territorios
controlados por el Papa lo harían en 1870, como consecuencia de la
Guerra Franco-prusiana, guerra que a la vez supuso la declaración del
Segundo Imperio Alemán; no hay que olvidar que los intentos anteriores
por ocupar Roma fracasaron por la oposición de Francia.
En 1871
Roma se declaró capital de Italia, hecho que entorpeció las relaciones
entre el nuevo Estado y el Papado y que no se normalizaron hasta el
Tratado de Letrán (1929), cuando Mussolini cedió a Pío XI y sucesores el poder territorial en el Estado del Vaticano.
Muchas
fueron las ventajas de la unidad italiana, pero también existieron
graves problemas. Entre aquéllas, las ventajas arancelarias, la
unificación jurídica con el código civil común, y la unidad monetaria;
entre los problemas, se pueden señalar la paulatina diferenciación entre
el norte y el sur; problemas administrativos, al trasladarse
frecuentemente la capital (en Turín primero, Florencia más tarde y, por
último en 1871, Roma); problemas de desarrollo, al no existir un poder
político fuerte y una clase burguesa en el sur; y los múltiples
obstáculos que provocaron los grupos que pensaban que el pasado siempre
fue mejor.
http://www.enciclonet.com/articulo/italia-unificacion/
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