La maquinaria de guerra romana tuvo su origen, sobre todo, a partir de la usada por los helenos clásicos,
aunque con un desarrollo más modernizado que incluía una mayor
precisión, menores errores de aplicación o mayor resistencia frente al
deterioro. A pesar de ser una construcción aparentemente costosa, la
maquinaria de asedio romana utilizaba un sistema sencillo de tensión y
distensión que permitía arrojar rocas o grandes virotes de punta
afilada, y su mayor uso estuvo ligado hacia asedios donde presentaban
batalla, siendo restringido el uso de catapultas contra enemigos en
frentes abiertos en batallas de campo.
El número de maquinarias de guerra usadas fue muy variado,
considerándose además varios modelos de cada uno. En este artículo se
presentarán, a escala general, los más conocido
Onager
El onager, u onagro de asedio, era una maquinaria de madera que recibió su nombre de una especie de asno salvaje de terrible coz. El caso del onagro artificial presentaba una extremidad central a modo de cuchara donde se depositaba la piedra que iba a ser lanzada mediante la distensión de las cuerdas que la sujetaban con dureza. De modo que, por distensión, el empuje contraía una gran fuerza que resultaba especialmente dañina contra edificios o murallas enemigas y podía tener un alcance de 30 metros en los que se podían arrojar grandes y pesados proyectiles, cadáveres para sembrar el pánico en las filas enemigas u objetos incendiarios como vasijas con aceites ya prendidos. Su principal desventaja era su gran retroceso y su movilidad, además de que se necesitaban hombres fornidos para colocar las grandes cargas. Fue usado a principios de la época Imperial Romana.
Muscolo
Su utilidad era equiparable a la de la vinea, que no sea describirá por presentar las mismas aptitudes, salvo que ésta última era menos pesada y menos duradera que el muscolo. El muscolo era una estructura cubierta por todos los flancos, incluida la posesión de un techo para evitar el ataque de armas arrojadizas enemigas lanzadas desde las murallas, y que presentaba una puerta por la que podían entrar y salir los legionarios romanos. Se trata de una máquina que nos recordaría ahora a un cobertizo con ruedas, pero cuyo objetivo era levantar escalas de asedio, rampas o dar movilidad a las tropas hacia las murallas recibiendo el menor daño posible. Estaban fabricadas en un material refractario de arcilla para evitar los ataques de agua hirviendo o la brea encendida, además de protegerse de las piedras con una capa de cuero que provocaba que no penetrasen los proyectiles en la estructura.
Ariete
Los arietes más arcaicos fueron de mayor simpleza que los más distendidos por el Imperio Romano. A diferencia de un tronco de madera afilado, como pudiera ser un ariete improvisado con el fin de abrir una puerta, los arietes romanos acababan en un extremo metálico que a menudo tenía forma de carnero y al que deben su nombre por representar al símbolo zodiacal de aries, que a su vez da nombre a lo que hoy conocemos como ariete. Los arietes romanos, generalmente, estaban protegidos por una estructura de madera, dando lugar al nombre de testudo a este tipo de construcción. Y su funcionalidad era la de empujar el tronco de madera de una manera reiterada contra murallas, con el fin de abrir un hueco, o contra las puertas de una ciudad. Había modelos con puntas muy afiladas de metal, también cubiertos y con ruedas o rodillos para su desplazamiento, que incluso servían para hacer daño a todo aquel osado que quisiese atrancar un portón.
Balista
Cada legión podía contar con hasta 10 balistas y requería de una decena de ellos para llevar a cabo su funcionamiento. Estas maquinarias permitían arrojar cargas de más de 10 kg a distancias de centenares de metros.
Lucilo escribió de las balistas que eran armas que podían arrojar piedras que iban desde un kilo hasta 30 kilos, lo que permitía concentrar el ataque de una manera u otra en consecuencia de las necesidades de la legión. Usar piedras de menor tamaño implicaría una mayor rapidez en la ofensiva.
Catapultas
Dentro de las catapultas las había de varios modelos y de varios tipos. Las catapultas eran las encargadas de lanzar flechas, y su uso estaba destinado tanto como para luchar con un enemigo en frente abierto como para atacar las murallas de una ciudad enemiga.
La catapulta del tipo scorpio tenía un alcance de casi 400 metros y a las que, además, se les podía añadir brea para crear proyectiles incendiarios. En la época del primer emperador hispano, Marco Ulpio Trajano, (98-117 d.C.), las carroballistae comenzaron a tener un desarrollo espectacular, consistiendo básicamente en catapultas móviles debido a que eran montadas sobre una plataforma con animales de tiro como podían ser mulas o bueyes, y que eran ideales para atacar a las hordas enemigas en frentes abiertos.
Pluteo
El pluteo consistía básicamente en una pared móvil de madera recubierta de piel que resguardaba de ataques frontales, incluso laterales, a los legionarios romanos que avanzaban hacia el enemigo. Generalmente eran curvados y muy maniobrables para los soldados; eran poco pesados y de facilidad empuje para su movilidad. Eran estructuras que se usaban para el ascenso de terraplenes hacia la ciudad sitiada o en los propios navíos a modo de gran escudo defensivo.
Torre de Asedio
Posiblemente se trata de la estructura más aterradora para la invasión de una ciudad, pues ésta consistía en un considerable número de pisos colocados unos encima de los otros comunicándose por escaleras y dando lugar a una colosal figura de varios metros de altura y que, a diferencia de los griegos, en el caso romano se construían según los cálculos que sacaban a raíz de la altura de las murallas enemigas.
Fueron muy usadas durante las Guerras Judeo-Romanas. En muchos casos la tela y la madera se recubría de hierro para evitar la quema por brea o flechas incendiarias. Dentro de la torre había varios pisos en los que se alojaban los legionarios hasta el momento de ataque.
Además de las armas arrojadizas, tanto de cuerpos auxiliares como de las
propias legiones romanas, los legionarios se valieron principalmente de
la gladius
como un arma cuerpo a cuerpo diseñada para causar la muerte de su
enemigo. Eran rápidas y muy manejables, lo que dio la oportunidad a los
legionarios romanos de causar grandes bajas
Si bien su uso tuvo un gran éxito para someter a los llamados bárbaros,
su utilidad fue desplazándose a raíz de la incorporación de soldados
celtas o germanos al ejército profesional que se sentían más cómodos
empuñando otro tipo de armas como la spatha o la maza.
“Proeliis parta sunt, ferro et viribus, sed bella parta caput. “Las batallas se ganan con espadas y fuerza, pero las guerras se ganan con la cabeza. Publio Cornelio Escipión.
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