Antes de que hubieran finalizado las guerras médicas,
sino durante el transcurso de ellas, había quedado algo perfectamente
patente para todos y se trataba de la enemistad entre las diferentes
ciudades griegas. Felizmente para los helenos, se dejaron diferencias de
lado por un par de años y las campañas contra los persas tuvieron éxito
salvando a su país y toda Europa de una inminente invasión.
Ahora bien, todas las ciudades estado de Grecia no tenían el mismo
poder ni prestigio. Esparta y Atenas habían demostrado ser las líderes
en todos los campos y las que mayor cantidad de soldados, armas y hasta
ideas, invirtieron para aniquilar a los persas en todos los campos de
batalla, desde Maratón, pasando por Termópilas y
Salamanina, hasta las de Platea y Micala. Cuando Jerjes se retiró
derrotado, Atenas y sus aliados estuvieron de acuerdo en llevar a cabo
una guerra definitiva que acabó con toda esperanza persa de triunfar en
este lado del mundo. Esparta, mientras tanto, se había conformado con
expulsar a los medos y salvar a su patria. Las colonias griegas del Asia
Menor, nunca le importaron mucho, sin embargo, no opuso resistencia a
la última campaña emprendida bajo la batuta de los atenienses.
Para cualquier persona razonable de aquella época, estaba claro que a
pesar de la destrucción y muerte que los medos llevaron a Grecia,
Atenas y Esparta se habían fortalecido militarmente, tanto en logística
como en la experiencia obtenida; por otra parte, sus diferencias nunca
se habían dejado de lado ni siquiera en el punto más crítico de la
guerra, por ende era fácil deducir que un conflicto entre ambas era
cuestión de tiempo. Echemos un vistazo a los hechos con más
detenimiento. Finalizada la Segunda Guerra Médica,
los persas se retiraban aunque aún contaban con el dominio en Asia
Menor, que los griegos, sobre todo atenienses, querían recuperar de una
vez por todas. Razón por la que constituyen la denominada Confederación o
Liga de Delos, una alianza marítima en contra de Persia, con Atenas a
la cabeza y dirigida en un inicio por el ateniense Arístides y luego por
Cimón, quien en realidad fue un responsable directo de las operaciones.
Como Esparta, la otra gran ciudad no mostró gran interés en esta
empresa ni imaginó en primera instancia el peligro que representaba
esta Liga para su ciudad, simplemente, la ignoró por un tiempo. No
obstante, el poder no era igual en todas las ciudades que constituían
la Liga y Atenas dirigía la campaña, comprometiéndose a proteger las
demás ciudades en contra del odiado enemigo persa. Es así como las
fuerzas navales de la Confederación conquistan todo el Egeo
recuperándolo del dominio persa. Derrotaron a la marina imperial y
avanzaron por tierra, ocupando gran parte de la zona costera, abriendo
rutas seguras hacia el Mar Negro. Quizá la mayor derrota de Cimón y la
Liga fue ver inconclusos los planes de marchar hacia Egipto, en especial
por protesta del resto de ciudades aliadas de Atenas, temerosas del
creciente poder de esta. Dicha ciudad como representante de la Liga,
accede a firmar la paz de Calias poniendo fin al conflicto entre países
que se había prolongado tanto tiempo. Ahora quedaba el escenario
perfecto para una nueva guerra, esta vez entre griegos.
El poder de Atenas era observado atentamente por los espartanos, no obstante, soportaron en silencio. Con Pericles como nuevo jefe, los atenienses vieron como su ciudad se convirtió en la primera de todas las griegas
y en una potencia en la región. El resto de las ciudades que habían
conseguido aliarse y recuperar de los persas (en total alrededor de 200
que devolvieron a Grecia el dominio del Egeo y las costas de Asia
Menor), estaban quedando francamente relegadas. Poco a poco Atenas se
fue ganando enemigos, como cuando ordenó trasladar el tesoro de la
Confederación en el 454 a.n.e. hacia allí. Aumentaron los tributos y se
inmiscuyó en la política interna de sus aliados, les impuso su moneda,
forma de gobierno, etc. En realidad, ninguno de los logros que la
historia encierra bajo el nombre del siglo de oro de Pericles y que
Atenas consiguió, se hubiese podido lograr sin el tesoro de la
Confederación de Delos. A esto período se le conoce como Pentecontecia
que no terminó hasta el inicio propiamente dicho de la Guerra del
Peloponeso. Ahora bien, ya hemos mencionado el esplendor que atravesaba
Atenas, ¿y Esparta?, pues bien el primer roce entre ambas poderosas
ciudades fue a causa de la construcción de las murallas alrededor de
Atenas, hecho al que Esparta se oponía terminantemente, pues sabía que
así estaría mucho mejor protegida en caso de un ataque.
En el 465 A.N.E., hubo otro roce a causa de una revuelta hilota en
Esparta, por lo que esta ciudad solicita ayuda, los atenienses recurren
con un gran contingente pero al llegar son devueltos. Tal desaire
solamente complicó las cosas. Esparta y Atenas sabían que la guerra era
inminente aunque faltaba algún tiempo para ello. Atenas, por su parte,
estableció una ciudad estratégica en el golfo de Corinto: Naupacto.
Llegó el 459 a.n.e., cuando Atenas ve con provecho la guerra entre
Megara y Corinto, ciudades aliadas de Esparta para establecer un pacto
con la primera.
Luego de este acontencimiento estalla lo que se conoce como la Primera Guerra del Peloponeso,
Atenas lucha intermitente e indirectamente con Esparta y sus aliados de
Corinto, Egina, entre otros. Atenas por su lado no se desprendió de
Megara y Beocia aunque luego tienen que cederlos. La guerra finalizó
entre el 446 a 445 a.n.e., con la Paz de los Treinta Años.
Pero ya no había marcha atrás y hubo dos acontecimientos finales que
llevaron a que ambos estados se desangren, hecho que debilitó a Grecia.
Por un lado, estaba la guerra entre Corinto y Corcira. El hecho es que
triunfó Corcira y solicitó su inclusión en la Confederación de Delos,
ya que los de Corinto querían venganza. Pericles, entonces, envía una
escuadra de diez naves a las que agrega 10 más bajo la orden de
responder si es que se atacaba la ciudad de Corcira. En la batalla naval
iba triunfando Corinto. Así las cosas, los atenienses se ven obligados
a intervenir. De este modo y a pesar de que se respetaba la Paz de los
30 Años, ya había barcos en los puertos de Corcira. En Potidea volvieron
a chocar los intereses de ambos, por lo que se solicita ayuda a
Esparta, esta, quiere frenar las ambiciones de Atenas, pero es tarde.
Lo más curioso es que Potidea pertenecía a Delos y la pugna con los
atenienses vino ante la negativa de derribar sus murallas del lado del
mar. Entonces, se envian tropas y Potidea pide la ayuda de Esparta. El
segundo choque fue a causa del Decreto de Megara, el que imponía
estrictas sanciones comerciales, razón por la que dicha ciudad también
se separa de su inicial alianza y prefiere Esparta, a causa del
creciente y soberbio poder ateniense. La liga del Peloponeso, es decir,
el conjunto de alianzas que había efectuado Esparta con otras ciudades,
tal cual la de Delos, estaba a punto de entrar en guerra contra Atenas y
todo aquel que se pronuncie como su aliado.
Empezaba así una nueva fase de la guerra del Peloponeso que finaliza
hacia el 421 A.N.E. con la Paz de Nicias, en la que Esparta y Atenas
acordaban una paz de 50 años. Pero obviamente ese no fue el fin de las
guerras…cuando en el 416 a.n.e. la ciudad siciliana de Segesta envía
embajadores a Atenas para solicitar su ayuda en la guerra que llevaban
contra Selinunte, los atenienses no pueden evitar sentirse tentados. Es
más, con esto se podría evitar la expansión de Siracusa en Sicilia.
Segesta financiaría los costos de la expedición, mientras que los atenienses fueron enviados a inspeccionar el tesoro de la ciudad quedando maravillados con los recursos, lo que llegó a entusiasmarlos para actuar. La decisión estaba tomada, Atenas intervendría, el platillo era muy jugoso como para dejarlo ir, de paso, ganarían influencia en aquella zona de Italia.
Segesta financiaría los costos de la expedición, mientras que los atenienses fueron enviados a inspeccionar el tesoro de la ciudad quedando maravillados con los recursos, lo que llegó a entusiasmarlos para actuar. La decisión estaba tomada, Atenas intervendría, el platillo era muy jugoso como para dejarlo ir, de paso, ganarían influencia en aquella zona de Italia.
Pronto se eligieron los dirigentes de la expedición: Nicias,
Alcibíades y Lámaco, dicho sea de paso discrepaban acerca de llevar o no
cabo la expedición de un modo ingente y masivo, pues era evidente lo
desprotegida que quedaría Atenas y nadie quería imaginar que podría
hacer Esparta si se fracasaba en la expedición. Sea como sea, al final
se realizó, y la urbe que de antaño había sido la más poderosa del mundo
estaba entrando en sus últimos años como tal. Era junio del 415 A.N.E.,
cuando la flota zarpaba de El Pireo hacia Corcira, allí embarcó el
resto de la tropa y luego rumbo a Sicilia
Al desembarcar en Reggio acaeció el primer roce, cuando las tropas se
enteraron de que el tesoro de Segesta no era el que se había declarado,
las tropas atenienses al sentirse engañadas, decidieron atacar Siracusa
en lugar de Selino. En dicha ciudad, famosa por su opulencia en toda
Sicilia, se creía que la cruzada en realidad había sido desde un inicio
contra ellos y no hacia Selino. El general siracusano movilizó sus
influencias y pidió ayuda a otras ciudades cercanas incluida Cartago,
además preparó a su flota. Los atenienses sin querer se habían metido en
un embrollo muy profundo, lo único que salvaba a estos era el
escepticismo entre la clase política siracusana quienes pensaban que
Atenas no podría mantener una guerra en un frente tan lejano con Esparta
tan cerca y amenazante.
La desastrosa campaña de Sicilia
Estaba tomada la decisión, a las pocas horas los atenienses y
siracusanos ya se miraban los rostros. Estos últimos contaban con 1200
jinetes superando por mucho a los griegos en este aspecto. Sin embargo,
la batalla que trabaron fue muy dura y si bien los siracusanos pelearon
heroicamente, el peso de la experiencia favoreció a los griegos y la
batalla concluyó a su favor . Los atenienses, concluido esto regresaron a Catania a
causa del invierno. Ahora bien, para los siracusanos las cosas no
habían terminado allí. Pidieron ayuda a Esparta y otros enemigos de
Atenas, esta solicitó más caballería y también hizo sus propias
correrías con respecto a aliados, Cartago y los etruscos fueron llamados
al combate por ambos bandos. Esparta ayudó a los sitiados enviando solo
a un general suyo, llamado Gilipo para que dirija las operaciones.
También llegaron desde Atenas los refuerzos solicitados para los
invasores. Era mayo del 414 y todo estaba listo para la campaña de
verano.
Los atenienses se prepararon para lo que parecía ser el asedio final
sobre la ciudad, los sitiados recurrieron a guarnecer la urbe en el
norte. Un día antes del ataque, durante la noche, los griegos
movilizaron sus tropas en barco, desembarcando en León y tomando la
puerta de Euríalo, aquí se trabó un ligero aunque arduo combate con las
fuerzas del general siracusano Diomilo, finalmente, este tuvo que ceder
y marchar hacia el interior.
Posteriormente, los griegos hicieron gala de su estrategia y
empezaron a construir un muro para aislar la ciudad y evitar que reciba
refuerzos, pues a sus espaldas tenía el mar. Los siracusanos iniciaron
la construcción de otro muro para defenderse hasta el final. Se produjo
una seria de ataques de uno y otro bando entre murallas, si bien ninguno
pudo evitar continuar con la construcción, aunque hay que aclarar que
los atenienses contaban con el dominio del mar, por ello, al completar
el cerco, sus barcos cerraron todo posible abastecimiento por el
Mediterráneo hacia la ciudad. Era obvio que para los siracusanos la
situación pendía de un hilo en aquellos momentos.
Mientras tanto Gilipo se preocupaba por hacer algo para revertir la situación de los aliados, llegó con algo de refuerzos y al enterarse que aún quedaba una pequeña porción de terreno para romper el cerco por mar, decidió arriesgarse habiendo reclutado un ejército de hoplitas. En Euríalo tomó contacto con los siracusanos, empezando a construir otro porción del muro en Epípolas, los atenienses intentaron rechazarlos, produciéndose dos batallas, en la primera resultaron victoriosos los griegos pero los siracusanos pronto respondieron reforzados por los recién llegados y Gilipo pudo terminar su muralla. Los corintios aportaron a causa siracusana, parte de su flota.
Para los griegos la situación cambio de un momento a otro y Nicias
andaba ya preocupado de ser él y su ejército, los cercados. Además, los
combates se trababan casi por cualquier búsqueda de suministros o
recursos. Atenas envío refuerzos y Esparta también. Pasó así el verano,
el otoño y un nuevo invierno. Llegada la primavera Gilipo lanzó una
nueva ofensiva. Fue un ataque conjunto por mar y tierra que los
atenienses resistieron apenas gracias a la superioridad de su flota. Sin
embargo, en tierra perdieron su base naval y con esto la posibilidad
de seguir siendo abastecidos.
Los refuerzos atenienses llegaron para el verano, en julio del 413,
bastante tarde. Iban al mando de Demóstenes y Euridemonte, . Aún así, estos refuerzos no
pudieron doblegar la resistencia siracusana sin contar que aún no
llegaban los refuerzos espartanos de estos, una vez desembarcados, los
atenienses deberían retirarse sin más ni menos. Pero Gilipo no iba a
perdonarles ni a darles ninguna posibilidad, por ello, decide atacar
las naves de los atenienses con gran parte de sus fuerzas. La flota
atenienses, bastante mermada y desabastecida parte hacia el interior
del Puerto Grande, pero otra vez Gilipo se les adelanta y manda a
bloquear dicha entrada.
A continuación, se produce una nueva batalla naval mucho más
esforzada que antes en la que las naves siracusanas logran derrotar a
las griegas, muriendo Euridemonte. Era el año 413 A.N.E. y
los siracusanos habían demostrado poder imponerse a los griegos y salir
airosos. Una vez más, los atenienses sedientos de poder se habían
llevado una catástrofe a casa. Nicias y Demóstenes organizaron retirarse
a Catina dividiendo en dos grupos sus soldados, pero las
intenciones de Gilipo fueron las de humillarlos desde un principio y
exterminarlos por completo, así que les corta la retirada y luego de
encarnizados combates los obliga a rendirse. Mueren en batalla gran cantidad de
atenienses y sus aliados son obligados a rendirse, este era el
bando de Demóstenes.
La expedición de Atenas había sido un total fracaso tanto porque no
se cumplieron los objetivos iniciales como por las pérdidas materiales,
humanas y económicas que la operación implicó. Sus aliados se pasaron,
temerosos al bando espartano, inclusive los persas firmaron numerosas
alianzas para así poder derrotar a la ciudad más poderosa del mundo que
ahora estaba indefensa. Los atenienses se prepararon, resistieron y
hasta vencieron pero su gloria de antaño quedó en eso, en el pasado. En
el 404 fue finalmente ocupada por Esparta finalizando la guerra del Peloponeso con la victoria espartana.
BIBLIOGRAFIA
Joaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua
http://historiamundo.com/la-batalla-de-siracusa/
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