Tribunal de la Sangre era el nombre que los holandeses dieron al Consejo de Tumultos o de las Aflicciones.
Fue creado en 1567 por Fernando Álvarez de Toledo, tercer Duque de Alba
y gobernador de los Países Bajos, con el fin de acabar con la rebelión
de aquellos territorios y extirpar la herejía protestante. Fue un
instrumento de centralización política, pues tuvo capacidad para
intervenir en todos los territorios y sobre todos los sectores sociales,
incluida la “intocable” nobleza (condes de Egmont y Horn).
Juzgó y confiscó propiedades a más de 12.000 personas de las cuales
ejecutó a unas 1.000; sin embargo, no sólo no logró pacificar, sino que
extendió el malestar por la dominación española. El horror que causó el
Duque de Alba y su “Tribunal de la sangre” quedó reflejado en esta pintura de la época donde aparece el Duque comiéndose a un niño:
El Tribunal de los Tumultos fué un Organo de carácter judicial, instaurado por Fernando Álvarez de Toledo,
tercer duque de Alba, en los Países Bajos en el mes de septiembre de
1567, que fue clausurado en octubre de 1574. Con la creación de esta
institución se pretendía castigar a todos aquellos que hubieran estado
implicados en la sublevación general de 1566, sin necesidad de que
intervinieran las instituciones locales o el Consejo de Estado.
A mediados de octubre de 1566, llegó a Madrid una carta de Margarita de Parma, en la cual la gobernadora de los Países Bajos informaba a Felipe II
de la terrible situación que se vivía en este territorio, tras el
estallido de una sublevación a nivel general. Rápidamente el monarca
español se reunió con los miembros del Consejo de Estado, para decidir
el modo más correcto de proceder. De este modo tras largas
deliberaciones y no pocos enfrentamientos entre los consejeros, se
decidió, el 29 de octubre, enviar al duque de Alba para que se hiciera
cargo de la situación, aunque dicha decisión no le fue comunicada a doña
Margarita, que recibió una misiva de Felipe II en la cual se le
ordenaba que actuara enérgicamente en contra de los amotinados y se le
informaba de la intención del rey de viajar a Flandes en cuanto le fuera
posible. Pero a pesar de la rapidez con la que se tomó la decisión,
Fernando Álvarez de Toledo no abandonó España hasta el 27 de abril de
1567, fecha en la que partió de Cartagena con destino a Italia, donde el
duque debía reunirse con los "tercios viejos", con los que pretendía
atacar a los rebeldes.
Finalmente el duque de Alba llegó a las
proximidades de Bruselas el 22 de agosto de 1567 y 6 días después
entraba en la ciudad, acompañado por una parte de su ejército. La
llegada de los tercios no fue bien vista por la población y sobre todo
por la gobernadora, que desde octubre de 1566 había tomado las medidas
necesarias para recuperar el control de la situación. De este modo a
pesar de que ésta había informado puntualmente a Felipe II de sus
progresos y había recomendado a su hermanastro que era necesario
utilizar la vía de la negociación para acabar con la rebelión, sus
consejos no fueron escuchados y tras la llegada del duque presentó su
dimisión, ya que su autoridad había quedado seriamente mermada en virtud
de las atribuciones que le había concedido el monarca español a éste.
Así una vez que fue aceptada la dimisión de Margarita, el duque de Alba
se convirtió en el nuevo gobernador.
Una de las primeras medidas
del duque de Alba fue la creación, en septiembre de 1567, de dicho Tribunal
de Tumultos, el cual tenía como misión principal castigar a todos
aquellos que hubieran participado en los desórdenes de 1566. En opinión
del historiador británico John Lynch,
esta decisión del gobernador fue directamente inspirada por Felipe II,
ya que éste le había dado instrucciones concretas para que acabara con
todo signo de disidencia política y sobre todo para que se pusiera fin a
los avances de la Reforma
en sus dominios. Por tanto es posible afirmar que nos encontramos ante
la creación de un tribunal con un carácter no sólo político, sino
también marcadamente religioso, en el que quedó claramente reflejada la
filosofía política de un soldado, el duque de Alba, que pensaba que los
reyes habían nacido para ser obedecidos por todos sus súbditos sin
discusión.
Por lo que respecta a su organización hay que señalar
que el Tribunal de Tumultos gozaba de una independencia extraordinaria,
ya que no dependía de ninguna institución, ni siquiera del propio
Consejo de Estado. Además ningún otro tribunal tenía unas competencias
similares, dado que hasta los tribunales provinciales quedaban bajo su
autoridad. Debido a la importancia que dio el gobernador de los Países
Bajos a esta institución, que fue tachada de ilegal por gran parte de la
nobleza flamenca desde sus comienzos; el propio duque de Alba se puso
al frente de la misma en calidad de presidente, reservándose en todo
momento el derecho a dictar sentencia. Además de la presidencia el
tribunal contaba en un principio con 9 consejeros, entre los que se
encontraban: dos juristas españoles, los licenciados Río y Vargas, que a
parte del duque eran los únicos que tenían derecho a voto; un antiguo
consejero de Margarita de Parma, Barlaymont; el noble flamenco
Noircarmes; el canciller de Güeldres; los presidentes de los Estados
Generales de Flandes y Artois y por último, dos consejeros, De Blagere y
Hessels, que debían encargarse de instruir los sumarios.
Pero el
rigor extremo con el que actuó el Tribunal de Tumultos, que condenó
durante los años que estuvo en funcionamiento aproximadamente a 12.300
personas, circunstancia que le llevó a ser rebautizado por la población
como el Tribunal de la Sangre; provocó la marcha de muchos de los
consejeros mencionados anteriormente, puesto que no estaban de acuerdo
con el modo de proceder del duque. Los primeros en abandonar la
institución fueron Barlaymont y Noircarmes, que dejaron de asistir a las
sesiones ante la extrema dureza de las penas, ejemplo que no tardaron
en seguir los presidentes de Artois y Flandes y el propio canciller de
Güeldes. Así todos los que continuaron participando en las sesiones del
Tribunal fueron los miembros de menor rango, salvo lógicamente el duque
de Alba, aunque no por ello fueron menos odiados por el pueblo, que en
todo momento mostró la animadversión que sentía por el licenciado Vargas
y por Hessels, que fueron sin duda los más activos.
En este
sentido es necesario destacar que el elevado número de condenas se
explica por la febril actividad que desplegó el tribunal durante los
años que permaneció en activo, ya que como apuntan algunos
investigadores este funcionó 7 horas diarias, repartidas en dos
sesiones, una de mañana y otra de tarde, en las cuales era frecuente la
presencia del duque, el cual no vaciló en ningún momento a la hora de
emitir sentencias condenatorias que se reducían en la mayor parte de los
casos a la incautación de bienes o a la muerte; puesto que éste
pretendía a través del pánico, no sólo acabar con cualquier intento de
sublevación, sino también acabar uno por uno con los todos cabecillas
del movimiento.
Esta circunstancia explica porque ordenó a finales del
1567 a Guillermo
y a Luis de Nassau comparecer ante el tribunal, ya que éstos eran sin
duda los líderes rebeldes más destacados. Así ante la incomparecencia de
éstos, que se encontraban bajo la protección de los príncipes alemanes,
el 24 de enero de 1568 dictó sentencia, condenado al príncipe de Orange
y a su hermano a permanecer fuera de los Países Bajos hasta su muerte, a
la vez que se apoderaba de todas sus posesiones. Otro ejemplo del modo
de proceder del Tribunal de Tumultos fueron las ejecuciones de los
condes de Egmont y Horn, a los cuales de nada les sirvió los importantes servicios que habían prestado en años anteriores a Carlos V y a Felipe II o pertenecer a la Orden del Toisón de Oro.
Las
actividades del odiado Tribunal de la sangre finalizaron en el mes de
octubre de 1574, fecha en la que se produjo la destitución del duque de
Alba, que había visto como todos sus intentos por hacer valer su
autoridad habían fracasado desde el año 1568. Así el nuevo gobernador, Luis de Requesens,
que había recibido instrucciones de Felipe II, por las cuales debía
acabar con la sublevación general de los Países Bajos a través de medios
pacíficos; en un intento por ganarse el favor de la opinión pública
ordenó la supresión inmediata de esta institución. No obstante a pesar
de que el tribunal fue disuelto, su tremendo rigor no fue olvidado en
ningún momento por la población, ya que como indica el historiador Manuel Fernández Álvarez
éste abrió una herida profunda que no iba cicatrizar fácilmente, herida
que fue la causa de la aparición de un claro sentimiento de
animadversión hacia todo lo que venía de España y por extensión a Felipe
II. Además podemos afirmar que la represión llevada a cabo por el duque
de Alba, provocó un gran impacto en toda Europa, como lo demuestra el
hecho de que Maximiliano II
enviara a Madrid en 1568 a su hermano, el archiduque Carlos, para
aconsejar a Felipe II que se mostrara clemente con sus súbditos. Este no
fue el único caso ya que Isabel I de Inglaterra también mostró su descontento por esta situación y Dudley,
su primer ministro, indicó al embajador español destacado en Londres,
que esta situación a la larga podía ir en contra de los intereses de
España, como así ocurrió.
Resumiendo...
Don Fernando Álvarez de Toledo, III Duque
de Alba, nombrado gobernador de los Países Bajos en el s. XVI defenderá
los postulados más intransigentes de Felipe II con el fin de afianzar
el papel de España en Europa. Entre sus medidas, aumentaría los
impuestos (el diezmo si no me equivoco) y crearía un tribunal de
tumultos, para ejercer adecuadamente la represión de las revueltas. Don
Fernando además de velar por el sueño de los más pequeños, fomentaría la
devoción católica y la creación poética entre sus conciudadanos de la
ciudad de Gante, este es uno de los ejemplos de la inspiración divina
que despertaba....
Diablo nuestro que estás en Bruselas,
maldito sea tu nombre
así en el cielo como en el infierno.
Que este Diablo se marche muy pronto
y con él su Tribunal, falso y sanguinario,
que a diario practica el asesinato y la rapiña;
y a los perros rabiosos venidos de España
devuélvelos al Demonio, su padre.
Amén.
http://historiasdelahistoria.com/2008/07/10/tribunal-de-la-sangrehttp://www.enciclonet.com/articulo/tribunal-de-tumultos/#
https://historiadoreshistericos.wordpress.com/2010/06/08/padre-nuestro-al-duque-de-alba/
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