sábado, 5 de septiembre de 2015

EL TRIBUNAL DE LA SANGRE...FERNANDO ALVAREZ DE TOLEDO,TERCER DUQUE DE ALBA




Tribunal de la Sangre era el nombre que los holandeses dieron al Consejo de Tumultos o de las Aflicciones.
Fue creado en 1567 por Fernando Álvarez de Toledo, tercer Duque de Alba y gobernador de los Paí­ses Bajos, con el fin de acabar con la rebelión de aquellos territorios y extirpar la herejí­a protestante. Fue un instrumento de centralización polí­tica, pues tuvo capacidad para intervenir en todos los territorios y sobre todos los sectores sociales, incluida la “intocable” nobleza (condes de Egmont y Horn).
Juzgó y confiscó propiedades a más de 12.000 personas de las cuales ejecutó a unas 1.000; sin embargo, no sólo no logró pacificar, sino que extendió el malestar por la dominación española. El horror que causó el Duque de Alba y su “Tribunal de la sangre” quedó reflejado en esta pintura de la época donde aparece el Duque comiéndose a un niño:



El Tribunal de los Tumultos fué un Organo de carácter judicial, instaurado por Fernando Álvarez de Toledo, tercer duque de Alba, en los Países Bajos en el mes de septiembre de 1567, que fue clausurado en octubre de 1574. Con la creación de esta institución se pretendía castigar a todos aquellos que hubieran estado implicados en la sublevación general de 1566, sin necesidad de que intervinieran las instituciones locales o el Consejo de Estado.
A mediados de octubre de 1566, llegó a Madrid una carta de Margarita de Parma, en la cual la gobernadora de los Países Bajos informaba a Felipe II de la terrible situación que se vivía en este territorio, tras el estallido de una sublevación a nivel general. Rápidamente el monarca español se reunió con los miembros del Consejo de Estado, para decidir el modo más correcto de proceder. De este modo tras largas deliberaciones y no pocos enfrentamientos entre los consejeros, se decidió, el 29 de octubre, enviar al duque de Alba para que se hiciera cargo de la situación, aunque dicha decisión no le fue comunicada a doña Margarita, que recibió una misiva de Felipe II en la cual se le ordenaba que actuara enérgicamente en contra de los amotinados y se le informaba de la intención del rey de viajar a Flandes en cuanto le fuera posible. Pero a pesar de la rapidez con la que se tomó la decisión, Fernando Álvarez de Toledo no abandonó España hasta el 27 de abril de 1567, fecha en la que partió de Cartagena con destino a Italia, donde el duque debía reunirse con los "tercios viejos", con los que pretendía atacar a los rebeldes.
Finalmente el duque de Alba llegó a las proximidades de Bruselas el 22 de agosto de 1567 y 6 días después entraba en la ciudad, acompañado por una parte de su ejército. La llegada de los tercios no fue bien vista por la población y sobre todo por la gobernadora, que desde octubre de 1566 había tomado las medidas necesarias para recuperar el control de la situación. De este modo a pesar de que ésta había informado puntualmente a Felipe II de sus progresos y había recomendado a su hermanastro que era necesario utilizar la vía de la negociación para acabar con la rebelión, sus consejos no fueron escuchados y tras la llegada del duque presentó su dimisión, ya que su autoridad había quedado seriamente mermada en virtud de las atribuciones que le había concedido el monarca español a éste. Así una vez que fue aceptada la dimisión de Margarita, el duque de Alba se convirtió en el nuevo gobernador.





Una de las primeras medidas del duque de Alba fue la creación, en septiembre de 1567, de dicho Tribunal de Tumultos, el cual tenía como misión principal castigar a todos aquellos que hubieran participado en los desórdenes de 1566. En opinión del historiador británico John Lynch, esta decisión del gobernador fue directamente inspirada por Felipe II, ya que éste le había dado instrucciones concretas para que acabara con todo signo de disidencia política y sobre todo para que se pusiera fin a los avances de la Reforma en sus dominios. Por tanto es posible afirmar que nos encontramos ante la creación de un tribunal con un carácter no sólo político, sino también marcadamente religioso, en el que quedó claramente reflejada la filosofía política de un soldado, el duque de Alba, que pensaba que los reyes habían nacido para ser obedecidos por todos sus súbditos sin discusión.
Por lo que respecta a su organización hay que señalar que el Tribunal de Tumultos gozaba de una independencia extraordinaria, ya que no dependía de ninguna institución, ni siquiera del propio Consejo de Estado. Además ningún otro tribunal tenía unas competencias similares, dado que hasta los tribunales provinciales quedaban bajo su autoridad. Debido a la importancia que dio el gobernador de los Países Bajos a esta institución, que fue tachada de ilegal por gran parte de la nobleza flamenca desde sus comienzos; el propio duque de Alba se puso al frente de la misma en calidad de presidente, reservándose en todo momento el derecho a dictar sentencia. Además de la presidencia el tribunal contaba en un principio con 9 consejeros, entre los que se encontraban: dos juristas españoles, los licenciados Río y Vargas, que a parte del duque eran los únicos que tenían derecho a voto; un antiguo consejero de Margarita de Parma, Barlaymont; el noble flamenco Noircarmes; el canciller de Güeldres; los presidentes de los Estados Generales de Flandes y Artois y por último, dos consejeros, De Blagere y Hessels, que debían encargarse de instruir los sumarios.


Pero el rigor extremo con el que actuó el Tribunal de Tumultos, que condenó durante los años que estuvo en funcionamiento aproximadamente a 12.300 personas, circunstancia que le llevó a ser rebautizado por la población como el Tribunal de la Sangre; provocó la marcha de muchos de los consejeros mencionados anteriormente, puesto que no estaban de acuerdo con el modo de proceder del duque. Los primeros en abandonar la institución fueron Barlaymont y Noircarmes, que dejaron de asistir a las sesiones ante la extrema dureza de las penas, ejemplo que no tardaron en seguir los presidentes de Artois y Flandes y el propio canciller de Güeldes. Así todos los que continuaron participando en las sesiones del Tribunal fueron los miembros de menor rango, salvo lógicamente el duque de Alba, aunque no por ello fueron menos odiados por el pueblo, que en todo momento mostró la animadversión que sentía por el licenciado Vargas y por Hessels, que fueron sin duda los más activos.
En este sentido es necesario destacar que el elevado número de condenas se explica por la febril actividad que desplegó el tribunal durante los años que permaneció en activo, ya que como apuntan algunos investigadores este funcionó 7 horas diarias, repartidas en dos sesiones, una de mañana y otra de tarde, en las cuales era frecuente la presencia del duque, el cual no vaciló en ningún momento a la hora de emitir sentencias condenatorias que se reducían en la mayor parte de los casos a la incautación de bienes o a la muerte; puesto que éste pretendía a través del pánico, no sólo acabar con cualquier intento de sublevación, sino también acabar uno por uno con los todos cabecillas del movimiento.



Esta circunstancia explica porque ordenó a finales del 1567 a Guillermo y a Luis de Nassau comparecer ante el tribunal, ya que éstos eran sin duda los líderes rebeldes más destacados. Así ante la incomparecencia de éstos, que se encontraban bajo la protección de los príncipes alemanes, el 24 de enero de 1568 dictó sentencia, condenado al príncipe de Orange y a su hermano a permanecer fuera de los Países Bajos hasta su muerte, a la vez que se apoderaba de todas sus posesiones. Otro ejemplo del modo de proceder del Tribunal de Tumultos fueron las ejecuciones de los condes de Egmont y Horn, a los cuales de nada les sirvió los importantes servicios que habían prestado en años anteriores a Carlos V y a Felipe II o pertenecer a la Orden del Toisón de Oro.
Las actividades del odiado Tribunal de la sangre finalizaron en el mes de octubre de 1574, fecha en la que se produjo la destitución del duque de Alba, que había visto como todos sus intentos por hacer valer su autoridad habían fracasado desde el año 1568. Así el nuevo gobernador, Luis de Requesens, que había recibido instrucciones de Felipe II, por las cuales debía acabar con la sublevación general de los Países Bajos a través de medios pacíficos; en un intento por ganarse el favor de la opinión pública ordenó la supresión inmediata de esta institución. No obstante a pesar de que el tribunal fue disuelto, su tremendo rigor no fue olvidado en ningún momento por la población, ya que como indica el historiador Manuel Fernández Álvarez éste abrió una herida profunda que no iba cicatrizar fácilmente, herida que fue la causa de la aparición de un claro sentimiento de animadversión hacia todo lo que venía de España y por extensión a Felipe II. Además podemos afirmar que la represión llevada a cabo por el duque de Alba, provocó un gran impacto en toda Europa, como lo demuestra el hecho de que Maximiliano II enviara a Madrid en 1568 a su hermano, el archiduque Carlos, para aconsejar a Felipe II que se mostrara clemente con sus súbditos. Este no fue el único caso ya que Isabel I de Inglaterra también mostró su descontento por esta situación y Dudley, su primer ministro, indicó al embajador español destacado en Londres, que esta situación a la larga podía ir en contra de los intereses de España, como así ocurrió.





Resumiendo...
  

Don Fernando Álvarez de Toledo, III Duque de Alba, nombrado gobernador de los Países Bajos en el s. XVI defenderá los postulados más intransigentes de Felipe II con el fin de afianzar el papel de España en Europa. Entre sus medidas, aumentaría los impuestos (el diezmo si no me equivoco) y crearía un tribunal de tumultos, para ejercer adecuadamente la represión de las revueltas. Don Fernando además de velar por el sueño de los más pequeños, fomentaría la devoción católica y la creación poética entre sus conciudadanos de la ciudad de Gante, este es uno de los ejemplos de la inspiración divina que despertaba....
Diablo nuestro que estás en Bruselas,
maldito sea tu nombre
así en el cielo como en el infierno.
Que este Diablo se marche muy pronto
y con él su Tribunal, falso y sanguinario,
que a diario practica el asesinato y la rapiña;
y a los perros rabiosos venidos de España
devuélvelos al Demonio, su padre.
Amén.
 http://historiasdelahistoria.com/2008/07/10/tribunal-de-la-sangre
http://www.enciclonet.com/articulo/tribunal-de-tumultos/#
https://historiadoreshistericos.wordpress.com/2010/06/08/padre-nuestro-al-duque-de-alba/

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