Tras producirse el inicio de la Segunda Guerra Púnica y la llegada de Aníbal a la Península Itálica, participó en las batallas de Tesino y Cannas, donde destacó por sus grandes dotes como soldado. Nombrado edil curul en el año 213 a. C.; a la muerte de su padre y su tío en Hispania,
fue nombrado jefe de las legiones instaladas en la mencionada región, y
llegó a Tarraco en el año 210. Durante el tiempo que permaneció en
Hispania (210-206 a, C.) tomó Cartago Nova, derrotó a Asdrúbal Barca en la zona de Cástulo, se produjo la toma de Orongris y consiguió el control de la Península tras la batalla de Ilipa. Antes de partir fundó la ciudad de Itálica.
Un año después de su llegada a Roma, en el 205 a. C., fue elegido para ocupar el cargo de cónsul
y tras ser nombrado jefe de las legiones instaladas en Sicilia, dirigió
las acciones militares emprendidas en el norte de África. Tras derrotar
a varios ejércitos cartagineses y al propio Aníbal, en la batalla de Zama; firmó la paz con el Senado cartaginés, y consiguió que Cartago perdiera la hegemonía en el Mediterráneo. Regresó a su ciudad natal como un héroe y tras ser reconocido su triunfo por el Senado, prosiguió con su carrera política.
Nombrado
censor en el año 199 a. C., ocupó por segunda vez el puesto de cónsul
en el año 194 a. C, tras lo cual fue elegido como principes senatus. En el año 190 a. C. marchó junto a su hermano, Lucio Cornelio Escipión, a Asía, donde los ejércitos romanos se enfrentaron con a las tropas de Antíoco III. Tras producirse la derrota de éste, se firmó la paz y Roma se aseguró el control del Mediterráneo Oriental.
Los últimos años de su vida fue objeto de una campaña de desprestigio, dirigida por Catón,
que puso en entredicho sus actuaciones en Asía. Tras iniciarse un
proceso en contra de él y de su hermano, por presunta malversación de
fondos públicos; se retiró de la vida pública y se instaló en una
propiedad de la familia en la región de Literno, donde murió en el año
183 a. C.
Primeros años e inicio de su carrera política
Nacido en el seno de una ilustre familia patricia, la gens
(familia) Cornelia. Hasta los siete años estuvo bajo la directa
supervisión de su madre, Pomponia, la cual además de ocuparse de sus
necesidades inmediatas, alimentación, vestido, etc., cuidó que el
vocabulario y la pronunciación de su hijo fueran perfectos, ya que era
necesario que nadie albergara ninguna duda a cerca de sus nobles
orígenes.
Tras estos primeros años, su educación pasó a ser responsabilidad directa del pater familias,
Publio Cornelio Escipión, el cual se ocupó planificar cuidadosamente,
los pasos que su hijo debía seguir para desarrollar su futura carrera
política. No ha quedado constancia, de que Escipión, tuviera maestros
que se ocuparan de su desarrollo intelectual, pero si los tuvo, debieron
ser profesores de origen griego, ya que éste y en general toda su
familia, demostró durante toda su vida un enorme interés y sensibilidad
hacía las manifestaciones culturales de esta región.
El comienzo
de la Segunda Guerra Púnica debió trastocar enormemente la vida
familiar, puesto que su padre había sido elegido para ocupar el
Consulado en el año 218 a. C., año en el cual Escipión alcanzó la edad
viril e inició su instrucción militar. Según la costumbre, comenzó desde
los puestos más bajos del ejército romano.
A pesar de todo, los jóvenes patricios recibían un trato diferente al
resto de ciudadanos y Escipión ascendió rápidamente. De este modo poco
tiempo después, fue nombrado tribuno militar, tras lo cual Tiberio
Sempronio Longo le incorporó a su ejército.
Ese mismo año (218 a.
C.), Aníbal había tomado la decisión de llevar la guerra a suelo
italiano, con el fin de que el desgaste de los enemigos fuera mayor. Por
ese motivo el padre de Escipión, decidió atacar al general cartaginés.
La primera participación de Escipión en la guerra fue la batalla de
Tesino, en la cual consiguió salvar a su padre, que había sido rodeado
por el enemigo y se encontraba en una situación desesperada. Se
desconoce si participó en la siguiente batalla, la de Trebia,
algunos historiadores afirman que lo más probable es que no
participara, ya que se encontraba acompañando a su progenitor, que había
sufrido importantes heridas en la anterior batalla. Fueron tiempos
difíciles para Roma,
ya que tras la batalla de Cannas, en la cual participó Escipión, fueron
muchos los ciudadanos que perdieron la esperanza de derrotar a Aníbal.
Pero Escipión, parece que no se dejó abatir, educado según los
principios tradicionales de respeto a las costumbres y de lealtad por
encima de todo a la ciudad, se negó a reconocer que Roma estaba perdida y
de este modo, según Tito Livio
(XXXII 53, 10-12), juró que mataría a cualquiera de sus compatriotas
que abandonara la ciudad sin luchar para defenderla. Tras la mencionada
batalla de Cannas, existe un largo paréntesis en el que no se recoge
ninguna noticia a cerca de Escipión, no cabe la posibilidad de que
acompañara a su padre a Hispania, puesto que las fuentes que se
conservan lo hubiesen mencionado.
En el año 213 a. C. Escipión se presentó a las elecciones para ser nombrado edil curul.
Hay que destacar que su carrera fue bastante irregular, ya que éste era
demasiado joven para ocupar dicha magistratura y no había ocupado el
cargo de cuestor.
Posiblemente su rápido ascenso, estuvo motivado por las circunstancias
en que vivía Roma en estos momentos; también le pudo favorecer, el hecho
de que su padre y su tío se encontraran en Hispania, intentando frenar
el envío de tropas a Aníbal. Así Escipión, tras contar con el respaldo
de una gran parte de los ciudadanos, a pesar de las quejas de muchos
tribunos, logró ejercer el cargo a la edad de veintiún años, sin ningún
contratiempo.
Las campañas en Hispania
En el año 211 a. C. llegó a Roma la noticia de la muerte de los
Escipiones en Hispania, de este modo no quedaba ninguna autoridad que
pudiera evitar que Aníbal, recibiera refuerzos de las tropas
cartaginesas instaladas en la Península Ibérica. Tras hacerse pública la
noticia, muchos aliados se pasaron al bando cartaginés, por lo que la
situación se complicó todavía más. Era necesario que un general de
prestigio sustituyera al padre y al tío de Escipión, pero en el Senado no se llegaba a un ningún acuerdo para elegir a un procónsul
y el día que se había fijado para celebrar las elecciones, ningún
ciudadano se presentó para ser elegido. Esta circunstancia, fue
aprovechada por Escipión para presentarse como candidato, ya que
legalmente no podía aspirar a este puesto debido a que no había ocupado
todas las magistraturas y no podía acreditar la experiencia militar
necesaria para hacerse cargo de las legiones destacas en Hispania. Pero
la situación era desesperada y los ciudadanos le eligieron por
aclamación, pues vieron en él un firme candidato para sustituir a su
padre. Escipión para que no hubiera dudas sobre sus buenas intenciones,
tras ser elegido por el pueblo, en un discurso posterior a su elección,
afirmó que abandonaría el puesto si algún general más experimentado
decidiese acudir a Hispania en su lugar, de este modo intentaba aplacar
la ira de muchos senadores. Pero nadie se presentó para sustituirle y de
este modo fue nombrado jefe de las legiones destacadas en Hispania.
En el año 210 a. C. Escipión desembarcó junto a las nuevas tropas reclutadas en Roma, en el puerto de Ampurias,
tras lo cual se dirigió por tierra a Tarraco (Tarragona). Dado lo
avanzado del año, no se planteó llevar a cabo ninguna intervención
militar de importancia. Antes de retirarse a los cuarteles de invierno,
aseguró las posiciones romanas en el norte del Ebro,
logró obtener el respaldo de las tribus indígenas de la zona y se
informó sobre la situación de los tres ejércitos púnicos instalados en
la Península Ibérica. Tras esta primera toma de contacto, planificó la
campaña del año siguiente y obligó a los soldados bajo su mando a
continuar con su entrenamiento militar durante el descanso invernal. Con
la llegada de la primavera (209 a. C.), Escipión, que había estado todo
el invierno recabando información, decidió que lo más beneficioso para
las posiciones romanas era llevar el ataque a las zonas controladas
directamente por los cartagineses. De este modo preparó el asalto a
Cartago Nova. Tras instalar su campamento y proteger la retaguardia,
arengó a sus soldados, con el fin de elevar su moral, para que iniciaran
el asalto a las murallas de la mencionada ciudad. Después de varios
intentos infructuosos, Escipión aprovechó la pleamar, para atacar la
ciudad por el sureste, de este modo los romanos penetraron en Cartago
Nova casi sin dificultad, ya que los defensores no esperan que el ataque
se realizara desde esa posición. La toma de la mencionada ciudad fue
muy beneficiosa para los planes de Escipión, ya que el botín de guerra
fue cuantioso y los cartagineses perdieron su principal fuente de
aprovisionamiento. Tras organizar nuevamente la defensa de la ciudad y
enviar correos a Roma, para informar de la victoria, Escipión regresó a
Tarraco.
Durante el otoño del año 209 a. C recibió a numerosas
delegaciones de tribus indígenas, las cuales en muchos casos habían
permanecido neutrales hasta esa fecha. Además durante el invierno inició
los primeros contactos con Indibil y Mandonio,
importantes caudillos iberos, que hasta ese momento habían sido aliados
de los cartagineses. En el año 208 a. C. Escipión, que había obtenido
del Senado romano la prolongación indefinida de su puesto en Hispania;
dirigió su atención a la zona de Cástulo (actual municipio de Linares), importante enclave minero de Sierra Morena;
ya que había recibido la noticia de que Asdrúbal Barca tenía proyectado
partir hacia Italia, con su ejército, con el fin de unirse a Aníbal.
Tras conocer que Escipión se dirigía a la zona, Asdrubal, decidió
instalar su campamento en las proximidades de Baécula (Bailén),
donde tuvo lugar, poco tiempo después, una importante batalla, la cual
fue ganada por Escipión. Desde ese momento los ejércitos cartagineses de
la zona, que habían estado divididos por diferencias entre sus jefes,
cambiaron su actitud y temiendo los futuros ataques romanos se
prepararon para resistir.
Escipión no participó directamente en
las campañas desarrolladas durante el año 207 a. C., ya que decidió
permanecer en Tarraco y delegó sus responsabilidades en sus
lugartenientes. Durante este año los cartagineses sufrieron una grave
derrota en la Celtiberia
y se produjo la toma de la ciudad de Orongris (posiblemente Jaén). El
año siguiente (206 a. C.) tuvo lugar la importante batalla de Ilipa
(Alcalá del Río), donde Escipión se enfrentó al Asdrúbal Giscón
y obtuvo un gran éxito, que supuso el fin del dominio que habían tenido
los cartagineses en la Península Ibérica, puesto que perdieron a muchos
aliados que decidieron pasarse al bando romano. Escipión tras la
batalla, regresó a Tarraco con el fin de preparar el golpe definitivo
que asegurara el control, por parte de Roma, de la Península Ibérica. De
este modo decidió castigar a las ciudades que siendo aliadas de Roma,
habían pasado al bando cartaginés. Así ordenó a Lucio Marcio que se
dirigiera a Cástulo, para preparar el asedio, mientras él se dirigía a
Iliturguis, ciudad que fue tomada poco tiempo después. Tras la rendición
de ambas ciudades, Escipión partió hacia Cartago Nova, donde organizó
unos juegos en honor a su padre y a su tío. Poco tiempo después, circuló
la noticia de que Escipión había muerto, tras sufrir una grave
enfermedad, éste desmintió rápidamente esta noticia, pero aprovechando
la confusión Indibil y Mandonio retiraron su apoyo a Roma y se
declararon en rebeldía. Tras conocer los acontecimientos Escipión
decidió intervenir. Los caudillos iberos
tras sufrir una importante derrota, decidieron negociar, el jefe romano
decidió perdonarles la vida y les impuso una sanción económica. De este
modo Escipión dio por concluidas sus labores en Hispania. Antes de su
marcha, probablemente tras la batallada de Ilipa, fundó la primera
ciudad romana en la Península, a la que bautizó como Itálica (actual
Santiponce).
Escipión tras su regreso a Roma, pudo comprobar que
la situación política había cambiado muchos, desde su partida. La
perdida de poder ofensivo de Aníbal y la pacificación de la Península
Ibérica, había animado a muchos a regresar al ejercicio de la política, y
reclamaban puestos que creían merecer por derecho de nacimiento. De
este modo Escipión pensaba que tras su regreso, le sería concedido el
triunfo por el Senado, pero esto no ocurrió, ya que los senadores
alegaron que era demasiado joven y que había partido a Hispania sin
ocupar ninguna magistratura importante. Así entró en la ciudad sin
recibir ninguna recompensa, pero el pueblo, que sí reconoció los méritos
de Escipión, en las elecciones del año siguiente (205 a. C.) le eligió
para que ocupara el puesto de cónsul.
Las campañas en África
Escipión opinaba que el mejor modo de asegurar la salida de
Aníbal de la Península Itálica, era atacar directamente a la ciudad de Cartago,
situada en el norte de África; ya que si esta ciudad se encontraba en
peligro, el Senado cartaginés ordenaría el regreso de Aníbal. Para poner
en práctica estos planes consiguió, con muchas dificultades, que se le
otorgara el mando de las dos legiones destacadas en Sicilia, dichas
tropas eran insuficientes, pero Escipión logró que muchos voluntarios se
unieran a su causa y el apoyo de algunos aliados italianos.
En la
primavera del año 204 a. C. partió hacia el norte de África, tras haber
recibido la prórroga de su mandato y haber concretado una importante
alianza con el príncipe Masinisa.
Su primer objetivo fue atacar las principales fuentes de suministros de
la ciudad de Cartago, por ese motivo tras el desembarco, puso sitio a
la ciudad de Útica, la cual tras resistir cuarenta días el asedio romano, fue liberada por los ejércitos númidas de Sifax,
importante aliado de los cartagineses. Escipión decidió no arriesgar su
ejército y se retiró a su campamento de invierno sin presentar batalla,
su situación fue precaria, ya que se encontraba rodeado por los
ejércitos enemigos y tenía grandes problemas para recibir los
suministros necesarios.
En el año 203 la situación del campamento
romano empeoraba cada día. Escipión decidido a ganar tiempo y atraer a
Sifax a la causa romana, entabló conversaciones de paz, e intentó que
éstas duraran lo máximo posible. Mientras recabó toda la información
sobre el campamento enemigo. Los cartagineses y su aliado, opinaban que
Escipión iba a rendirse próximamente y firmaría cualquier paz que
permitiera salir con vida, a él y a sus hombres.
Escipión, que
había planeado atacar por sorpresa el campamento enemigo, mandó que la
flota partiera para que los cartagineses pensaran que pretendía reanudar
el asalto a Útica. Posteriormente incendió el campamento de Sifax, que
ardió con gran facilidad debido a que estaba construido con madera y
hojas. Los cartagineses pensaron que el campamento de su aliado ardía
por accidente y no por un ataque, por eso fueron pocos los que acudieron
en su auxilio. Tras producirse la huida apresurada de los númidas,
Escipión dio la orden de ataque y ambos campamentos fueron saqueados.
Tras esta victoria se retomó el asalto a Útica, los cartagineses por su
parte, reclutaron más hombres y se instalaron a 120 km., de la
mencionada ciudad, en el llamado Campi Magni. Escipión decidido a
que los cartagineses no tuvieran tiempo de adiestrar a los nuevos
reclutas, tras dejar a algunos de sus hombres en Útica, partió hacia el
nuevo campamento y preparó para la batalla. La derrota de los
cartagineses fue total y se inició el saqueo de la región. Tras la
victoria, muchos senadores cartagineses solicitaron que se firmara la
paz, aunque todavía quedaba la esperanza de que Aníbal regresara y
expulsara a los romanos. Escipión por su parte, ordenó que se iniciara
el asedio a la ciudad de Túnez, pero a su llegada tuvo conocimiento de
que una flota cartaginesa se dirigía a Útica, con el propósito de
librarla del asedio, así temeroso de perder su flota, regresó a la
mencionada ciudad y organizó la defensa. Parece que en la batalla ambas
fuerzas quedaron empatadas, pero los cartagineses lograron frenar el
avance de Escipión, que con la llegada del invierno comenzó a preparar
la campaña del año siguiente. Parece que el miedo se apoderó de los
ciudadanos de Cartago, de este modo las voces que reclamaban el fin de
la guerra, se hicieron cada vez más fuertes. Poco tiempo después 30
senadores visitaron a Escipión en su campamento, con el fin de negociar
un tratado de paz lo más beneficioso posible. Escipión se sentó a
negociar e impuso a los representantes de Cartago unas condiciones muy
duras, que éstos se vieron obligados a aceptar, con el fin de ganar
tiempo hasta que regresara Aníbal. Así una delegación cartaginesa viajó a
Roma para que el tratado contara con el beneplácito del Senado romano.
Con la llegada de Aníbal, se rompió la tregua firmada y la guerra se
inició de nuevo.
En el verano del año 202 a, C. tuvo lugar la
batalla de Zama, en la cual se enfrentaron los ejércitos de Escipión y
Aníbal, donde tras un duro combate, las tropas romanas se hicieron con
la victoria. Escipión tras reorganizar su ejército, decidió atacar
directamente Cartago y preparó a sus hombres para iniciar el asedio por
tierra y por mar. Aníbal recomendó al Senado cartaginés que firmara la
paz, ya que era imposible hacer frente al ejército romano y su consejo
fue escuchado. Escipión desconfió de las intenciones cartaginesas, pero
decidió retirar sus tropas e iniciar nuevamente las conversaciones de
paz. En esta ocasión impuso unas condiciones todavía más duras, que
fueron aceptadas en su totalidad. Tras firmar la paz definitiva y
recompensar a Masinisa, por su colaboración, regresó a Roma.
En esta ocasión entró en Roma, tras acampar en el Campo de Marte,
por la Puerta del Triunfo, ya que el Senado romano decidió otorgarle el
homenaje que brindaba la ciudad a sus grandes héroes. Fue en este
momento, cuando sus compatriotas le apodaron El Africano, sobrenombre con el que sería conocido posteriormente.
Las Campañas en Asia
En el año 199 a. C. Escipión se presentó a las elecciones, con
el fin de que se le concediera el puesto de censor. Tras concluir su
mandato, en el año 194 a. C. fue elegido nuevamente cónsul, intentó
hacerse con el mando de las tropas que permanecían en Grecia,
con el fin de controlar las ansias expansionistas de Antíoco III, pero
el Senado romano le obligó a permanecer en Italia. Tras abandonar este
puesto, Escipión fue nombrado principes senatus y renunció a ocupar el puesto de procónsul en alguna provincia, por si surgía la ocasión de intervenir en Grecia.
En
el año 192 a. C. estalló la guerra contra Antíoco, que pretendía
extender su poder por toda Grecia, Escipión logró que en la elección
consular del año 191 a. C. uno de sus hombres fuera nombrado cónsul y de
este modo tuvo una activa participación en el desarrollo de las
hostilidades. Tras la derrota de Antíoco, el Senado romano decidió a
atacarle en su propio terreno, de este modo se comenzaron a realizar los
preparativos para iniciar la lucha en Asia. Escipión no podía ser
elegido cónsul nuevamente, puesto que aún no habían pasado 10 años, de
este modo hizo todo lo posible para que su hermano, Lucio Cornelio
Escipión, fuera elegido para ocupar el puesto y se hiciera cargo de la
guerra. Ambos hermanos llegaron a Grecia en el mes de abril de 190 a.
C., tras realizar una importante labor diplomática Escipión consiguió
que Lucio, obtuviera el apoyo de la Liga Ateniense, de Filipo V de Macedonia y de la ciudad de Rodas.
Tras cruzar el paso de Helesponto y derrotar al ejército de Antíoco, en
la batalla de Magnesia, éste solicitó a Escipión que mediara entre él y
su hermano para firmar la paz. De este modo en el año 189 a. C., ambos
hermanos consiguieron asegurar el total dominio de Roma en el
Mediterráneo Oriental.
Sus últimos años
Tras el regreso de los Escipiones a Roma, sus enemigos políticos
comenzaron a realizar duros ataques a su intervención en Asía, por
considerar que habían sido excesivamente benévolos con Antíoco. Escipión
que había regresado enfermo de Asía, se indignó al conocer estos
ataques, pero aún se sintió más ultrajado al conocer que se había
iniciado un proceso judicial contra su hermano, con el fin de conocer el
paradero de 500 talentos, entregados por Antíoco en concepto de
indemnización. Para Escipión y su hermano se trataba de parte del botín
de guerra y tradicionalmente los generales victoriosos, se quedaban con
una parte, para recompensar a los soldados bajo sus ordenes. En opinión
de los enemigos de éstos, entre los que destaca Catón, este dinero debía
haber sido entregado al Estado, de este modo decidieron abrir un
proceso judicial, para investigar si Lucio había malversado fondos
públicos. Escipión sabía que estas acusaciones en realidad pretendían
desprestigiarle ante la opinión pública y durante el juicio intentó que
el Senado desestimara la causa por improcedente. En opinión de Escipión
la decisión estaba tomada de antemano y decidió retirarse a una
propiedad familiar situada en Literno. Tras la intervención de la
acusación, Tiberio Sempronio Graco,
que pertenecía a una facción rival de la familia Cornelia, salió en
defensa de los acusados y los cargos fueron desestimados por el Senado.
Lucio
Cornelio Escipión murió poco después en su finca de Literno y fue
enterrado en ese mismo lugar en el año 183 a. C. Aunque Tito Livio fijó
su muerte entre diciembre del año 185 a. C. y marzo de 184 a, C. ya que
en estas fechas se realizó la elección de un nuevo principes senatus.
Bibliografía
-
CABRERO PIQUERO, J. Escipión el Africano. Madrid, Ed. Alderabán, 2000.
- LIVIO, TITO. Ab urbe condita. Libro XXII. Revisado por Sevastián Mariner Bigorra. Madrid, Ed. Gredos, 1973.
- http://www.enciclonet.com/articulo/escipion-el-africano-publio-cornelio/
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