lunes, 20 de abril de 2015

RENE CAILLÉ Y TOMBUCTU LA CIUDAD DE ADOBE

 

Después de un azaroso viaje por el África negra, el explorador francés René Caillié, de 29 años, consigue llegar a Tombuctú, el centro de comercio más importante del territorio sahariano y núcleo esencial de comunicaciones entre el norte de África y la franja sudanesa. 
Esta legendaria urbe africana de adobe se había convertido desde principios de la década de 1820 en objetivo prioritario para la exploración en esta zona de África, y más si cabe desde que en 1824 la Sociedad de Geografía francesa ofreciera 10.000 francos como recompensa al primero que lograra acceder a la ciudad y volviera vivo para ofrecer una descripción detallada de ella.



Los británicos, decididos a desbancar en esta carrera a sus rivales continentales, enviaron una expedición, dirigida por el explorador escocés Alexander Gordon Laing, para conseguir el propósito. La expedición partió de Trípoli en el verano de 1825, y después de más de un año de travesía por el desierto del Sáhara, llegó a su objetivo en agosto de 1826, como se sabe por una carta que Laing envió el 21 de septiembre y que constituye la única documentación de su viaje, porque los diarios y anotaciones del explorador nunca se recuperaron.
En esa misma carta, Laing hacía mención de las tensas relaciones con las autoridades de la ciudad, que, al parecer, estuvieron detrás de su muerte en la noche de 26 de septiembre, cuando intentaba salir de Tombuctú



 Cabe decir que Laing descubrió, indudablemente demasiado tarde, que los extranjeros no eran bien recibidos en la ciudad que, al margen de su importancia económica y comercial, ostentaba la capitalidad intelectual y espiritual del islam en el África sahariana, sede de la prestigiosa universidad de Sankore, de numerosas madrasas y de tres grandes mezquitas, Djingareyber, Sankore y Sidi Yahya. 
La trágica historia de Gordon Laing no hizo sino incrementar el mito de la esquiva y todavía desconocida ciudad, y llevó a los siguientes exploradores en intentar acceder a ella a tomar mayores precauciones. Por ello, René Caillié, antes de iniciar su expedición en abril de 1827, pasó todo un año con gentes árabes para dominar su lengua, conocer sus costumbres y aprender el Corán. Así, cuando partió de San Luis, en Senegal, con una pequeña caravana, nadie podía sospechar de su nueva y falsa identidad, la de un egipcio que había sido reclutado a la fuerza por el ejército francés y que deseaba regresar a su país.


En  en la cuenca del río Níger, embarcó en una pequeña chalupa, y un año después de haber iniciado su periplo, llegó a Tombuctú. Allí tomó exhaustivas notas de todo lo que vio, y al cabo de dos semanas, la abandonó junto a una caravana de esclavos que se dirigía a Marruecos. Después de atravesar el desierto del Sáhara, llegó a Fez el 12 de agosto de 1828, y de allí emprendió viaje de regreso a Francia
.
En diciembre de 1830, la Sociedad Geográfica le entrega los 10.000 francos que había prometido al primer viajero que regresase con una descripción de Tombuctú, y ese mismo año publica el relato Journal d’un voyage à Tombouctou, que le dará a conocer en todo el mundo. Murió el 17 de mayo de 1838, a consecuencia de una enfermedad que había contraído en África.



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